El dolor que atraviesa el Choc¨® por los muertos rescatados de la tierra
Astrith, Diego, Nelson, Karen y los Andrade Asprilla son algunas de las 39 personas fallecidas tras un derrumbe en la v¨ªa Quibd¨®-Medell¨ªn. Las familias comparten recuerdos sobre qui¨¦nes eran y sus despedidas f¨²nebres
El Choc¨®, en el noroeste de Colombia, atraviesa el dolor por un derrumbe de tierra que acab¨® con la vida de 39 personas y dej¨® por lo menos cuatro a¨²n desaparecidas. Mientras se mantienen las operaciones de rescate en la v¨ªa Quibd¨®-Medell¨ªn, los familiares y amigos de los fallecidos ya identificados han comenzado a recibir los cuerpos. Honran a sus seres queridos en despedidas f¨²nebres que incluyen l¨¢grimas y llantos, pero tambi¨¦n canciones, risas y sonrisas por los recuerdos felices.
Los fallecidos eran, en su mayor¨ªa, viajeros que iban de Quibd¨® a Medell¨ªn. Inclu¨ªan chocoanos de varias partes del departamento y algunos antioque?os. Eran ni?os, j¨®venes adultos y pensionados. A continuaci¨®n, cinco historias reflejan la diversidad de v¨ªctimas y duelos. Familiares y amigos comparten qui¨¦nes eran Astrith, Diego, Nelson, Karen y la familia Andrade-Asprilla.
Astrith Johana Osorio, la comerciante ¡°de pueblo¡± y mam¨¢ de Juan Pablo
Astrith Johana Osorio era una comerciante de 26 a?os de Quibd¨®. Vend¨ªa productos alimenticios a las tiendas de la capital chocoana, donde todo el mundo la conoc¨ªa, seg¨²n cuenta Omaira P¨¦rez, su mejor amiga. ¡°En mi tienda no me pagaba ni una cerveza. Llegaba, se las tomaba y se iba¡±, cuenta Omaira entre risas. Enfatiza en las ¡°locuras¡± que hac¨ªa su mejor amiga y recuerda las noches que pasaban en la discoteca Ciguapa. ¡°Uno en Quibd¨® escucha mucho que alguien es pueblo. Y ella lo era, porque todo el mundo la conoc¨ªa¡±.
Algo similar rememora Ricardo Arroyave, la pareja de Astrith. La conoci¨® hace dos a?os en la tienda de Omaira y se enamor¨® instant¨¢neamente. Tanto ¨¦l como Omaira participaron de una misa que se realiz¨® el domingo por la tarde en el sitio del derrumbe, en conmemoraci¨®n de los fallecidos. R¨ªen por momentos y lloran por otros cuando cuentan los buenos momentos que tuvieron con Astrith.
La comerciante ¡°de pueblo¡± viajaba de Quibd¨® a San Carlos (Antioquia) para buscar a su hijo de cinco a?os. Juan Pablo hab¨ªa pasado sus vacaciones con su padre y Astrith no quer¨ªa pasar un d¨ªa m¨¢s sin verlo. ¡°Estaba desesperada por ver a su hijo de nuevo¡±, dice Omaira, quien le insisti¨® en que la esperara unos d¨ªas para viajar juntas.
Astrith se resguardaba de la lluvia en una casa cuando sucedi¨® el derrumbe. Su cuerpo fue identificado por el tatuaje que ten¨ªa del pie de Juan Pablo.
Diego David Estrada S¨¢nchez, el pap¨¢ que organizaba todos los viajes
Diego David Estrada S¨¢nchez, de 41 a?os, era conductor de una empresa que realiza servicios particulares entre Medell¨ªn y Quibd¨®. A diferencia de la mayor¨ªa de las v¨ªctimas, era antioque?o y falleci¨® cuando regresaba a casa. M¨®nica G¨®mez, su esposa, cuenta que lo conoci¨® hace 17 a?os y que tuvieron dos hijos, Miguel ?ngel y Salom¨¦. Recuerda que a su esposo le gustaba andar en bicicleta y que no pod¨ªa vivir sin comer arroz, al que llamaba ¡°nieve¡± por el color blanco.
Al medellinense le gustaba agarrar su carro e irse en viajes muy improvisados ¨Dse impacientaba de que los dem¨¢s no supieran empacar r¨¢pido¨D. En diciembre, organiz¨® unas vacaciones en el Caribe: Cartagena, Barranquilla, Santa Marta y Valledupar para celebrar la primera comuni¨®n de Salom¨¦. Miguel ?ngel, de 14 a?os, cuenta que mientras se ba?aban en el r¨ªo Guatapur¨ª vivi¨® uno de los momentos que m¨¢s recordar¨¢ de su padre. ¡°Yo lo abrac¨¦ en un momento y le dije que lo quer¨ªa mucho. Y me respondi¨® que por nosotros se har¨ªa matar¡±, comenta.
Una decena de familiares de Diego estuvieron todo el fin de semana en el sitio del derrumbe. El conductor era una de las v¨ªctimas que todav¨ªa estaban desaparecidas. Miguel dice que lleg¨® ya sin fe de encontrar a su pap¨¢ con vida, pero que su madre y otros familiares manten¨ªan la ilusi¨®n. El domingo, tras horas bajo el sol, decidi¨® resguardarse en el carro de la familia para aprovechar el aire acondicionado. Cuando terminaba la misa, su t¨ªa apareci¨® llorando. ¡°Me imagin¨¦, ya sab¨ªa lo que iba a pasar¡±, afirma. Segundos despu¨¦s, su primo le dijo que era mejor que ¨¦l y M¨®nica no fueran a reconocer el cuerpo, que mejor conservaran un recuerdo bonito de Diego.
Erlindo Nelson Quiroz R¨ªos, el mejor conductor de camiones
Erlindo Nelson Quiroz R¨ªos trabajaba desde hace 12 a?os como conductor de camiones de la empresa de refrigerados y congelados Fr¨ªos del San Juan. Sus compa?eros lo homenajearon tras la misa del domingo tocando las cornetas de sus camiones. ¡°Eso se hace para honrar a las personas que perdieron la vida, para decirles que est¨¢n en nuestros corazones¡±, explica Leymak Mosquera C¨®rdoba, un compa?ero. El lunes, los empleados de la empresa colmaron un velorio en la funeraria La Costa, de Quibd¨®. Una corona de flores dec¨ªa Mala Cara, la forma en la que lo apodaban por siempre tener un rostro muy serio.
Leymak cuenta que solo sufri¨® as¨ª cuando se muri¨® su madre, hace unos a?os. ¡°No era un compa?ero, era un hermano. No lo superar¨¦ nunca¡±, asegura. Nelson lo acogi¨® cuando entr¨® en la empresa hace siete a?os, le dio consejos y se convirti¨® en una especie de profesor en la conducci¨®n de camiones. Juntos se divert¨ªan compitiendo. ¡°El carro m¨ªo va a quedar mejor lavado que el tuyo¡±, se burlaban mutuamente cuando lavaban los veh¨ªculos. ¡°Vamos a ver a qui¨¦n no le hacen los goles hoy¡±, dec¨ªan antes de los partidos de f¨²tbol en los que ambos eran porteros.
Dora Arboleda, la esposa de Nelson, est¨¢ a unos metros de Leymak durante el velorio. Cuenta que su marido ve¨ªa f¨²tbol todo el d¨ªa y que era un fan¨¢tico de Nacional de Medell¨ªn, uno de los principales clubes de f¨²tbol de Colombia. Tambi¨¦n dice que era muy creyente y que una de las actividades que hac¨ªan juntos era irse en moto los domingos a prenderle una veladora a la Virgen del Carmen, patrona de los conductores.
El lunes, el cuerpo de Nelson fue uno de los primeros en llegar a Quibd¨®. Sus hermanas organizaron el traslado desde Medell¨ªn, ciudad en la que viven y donde se procesaron los cuerpos debido a la limitada capacidad de la morgue de Quibd¨®.
Karen Yulissa Garc¨¦s Mena, mam¨¢ de Juan Jos¨¦ y Jos¨¦ Miguel
Karen Yulissa Garc¨¦s Mena trabajaba como encargada de seguridad y salud laboral en una empresa de Quibd¨®. Ten¨ªa 33 a?os y hab¨ªa regresado a su ciudad natal hace tres a?os, despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada en Medell¨ªn. Era la madre de Juan Jos¨¦ y Jos¨¦ Miguel, dos gemelos de tres a?os a los que se refer¨ªa como ¡°mi combo¡± o ¡°mis pulgos¡±. Viajaba a Medell¨ªn a encontrarse con su pareja y comprarles a sus hijos algunos ¨²tiles que necesitan en la guarder¨ªa a la que asisten. No quiso llevar a los ni?os por tierra. En avi¨®n era demasiado caro.
Los familiares cuentan durante el velorio de Karen que ella era feliz con Ginna, una prima que era su mejor amiga. Trabajaban en la misma empresa y, cuando se aburr¨ªan, se iban a pasear a los centros comerciales o a tomar helado. Tambi¨¦n sal¨ªan mucho de fiesta. ¡°Le dec¨ªamos Karen Jlao, que es una discoteca que est¨¢ tanto en Quibd¨® como en Medell¨ªn. Ella se manten¨ªa ah¨ª, en ambas ciudades¡±, relata Ginna.
En el velorio, un grupo de amigas de Karen la conmemoran con el recuerdo de un viaje que hicieron a Panam¨¢ hace unas semanas. ¡°Cuando se juntan las del tercer piso [de entre 30 y 40 a?os de edad] con do?a ¡®s¨ª a todo¡¯ y do?a ¡®vida solo hay una¡±, se lee en unas camisetas blancas. ¡°La idea era que ten¨ªamos que decir que s¨ª a todas las fiestas que aparecieran y que vida solo hay una porque, justamente, pasan cosas como esta¡±, se?ala Ginna.
Unos metros m¨¢s cerca de la caja f¨²nebre est¨¢ Mar¨ªa Elena Parra, a quien Karen se refer¨ªa como su ¡°t¨ªa mam¨¢¡± porque ella la hab¨ªa criado. ¡°Los gemelos empezaron a aceptar ayer temprano que mamita est¨¢ en el cielo. Pero en la noche, cambiaron y se ponen bravos con el tema: ¡®No, no, mi mam¨¢ no est¨¢ en el cielo. Mi mam¨¢ ahora viene¡¯, dijo uno de ellos¡±, relata.
Los Andrade Asprilla, la familia de docentes
Hay cuatro cajas f¨²nebres en el velorio de la casa familiar de los Andrade Asprilla. Ana Victoria y Eileen Marcela eran dos hermanas de Quibd¨®, que hace a?os trabajaban como docentes en Antioquia. Hebssy Daniela y Yeilen Daniel eran sus hijos, respectivamente. Los cuatro viajaban tras haber pasado las fiestas decembrinas en Quibd¨®. Pese a la muerte de sus padres hace unos a?os, las hermanas ven¨ªan a visitar al hermano que quedaba en la casa.
Hay una multitud de personas en la acera. ¡°El Barrio Jard¨ªn vela a sus hijos¡±, se lee en un cartel que tambi¨¦n incluye a Jhon Jairo Murillo, un hermano de crianza que ofrec¨ªa servicios de transporte y que llevaba a la familia hasta Medell¨ªn. Hay un ambiente de celebraci¨®n de la vida, con una sopa de queso que se cocina para todos y la reproducci¨®n a todo volumen de Amigo, de Tito Rojas. ¡°Nos volveremos a ver¡±, se escucha una y otra vez en la canci¨®n del salero. El perro de la familia se pasea pese a las numerosas lastimaduras que sufri¨® en el derrumbe. ¡°Nos alegr¨® mucho que lo encontraran porque es como una parte de las cuatro personas que murieron¡±, dice Julia Asprilla S¨¢nchez, t¨ªa de las hermanas.
Tanto Ana Victoria como Marcela eran conocidas por siempre llenar su casa cuando estaban en Quibd¨®. Organizaban tardes de bingo, cartas y unas fiestas en las que cada invitado deb¨ªa traer un licor distinto. Hebssy Daniela, de 11 a?os, amaba los juegos del celular con el que pasaba gran parte de su tiempo libre. Yeilen Daniel, de casi dos a?os, adoraba un carrito que le regalaron y que est¨¢ encima de su caja f¨²nebre.
¡°Yo no lloro. Soy creyente y ya asimil¨¦ que la separaci¨®n corporal es un ¡®hasta pronto¡¯. Hay que aceptar que se cumpli¨® su ciclo¡±, comenta Julia, que tiene 64 a?os y tambi¨¦n fue maestra.
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