¡°Los hinchas no valemos un peso para los due?os de los equipos¡±: la orfandad de los seguidores de Alianza Petrolera
Pese a su historia y fanaticada, el club del puerto petrolero decidi¨® migrar a Valledupar, la capital del Cesar. Un hincha cuenta su duelo
¡°?Descender o perder una final contra tu cl¨¢sico rival?¡±, es la pregunta que siempre surge entre seguidores del f¨²tbol. La respuesta nunca se da con total convencimiento. Son pesadillas que cualquiera preferir¨ªa evitar. No obstante, otorgan un margen de maniobra para recuperarse. Ascender o levantarse despu¨¦s de una derrota hist¨®rica ¡ªaunque cuesta¡ª es posible. Los fan¨¢ticos de Alianza Petrolera aceptar¨ªan sin pensarlo cualquiera de las dos opciones a cambio de la realidad que viven. El pasado 16 de enero, un escueto comunicado publicado en las redes sociales confirm¨® su mayor temor: luego de 33 a?os oficiando como local en el puerto petrolero de Barrancabermeja, sobre el torrentoso r¨ªo Magdalena, el club se muda 460 kil¨®metros al norte, a Valledupar, ciudad que nunca ha contado con un equipo en primera divisi¨®n.
La noticia llevaba una semana circulando. Para cuando se confirm¨®, Andr¨¦s Sampayo, de 41 a?os, cre¨ªa que hab¨ªa superado el duelo. Bast¨® una pregunta de Julieta, su hija de 5 a?os, para darse cuenta de que no, que a¨²n est¨¢ intranquilo y que las horas dedicadas durante el fin de semana a desahogarse en su cuenta de X no fueron suficientes. ¡°Papi, ?Millonarios tambi¨¦n va a desaparecer como Alianza?¡±, le dijo la ni?a, que se proclam¨® seguidora del equipo azul de Bogot¨¢ desde hace dos a?os.
Sentado y vestido con la camiseta oro y negra en la biblioteca de su apartamento bogotano, admite que la curiosidad de su hija le rompi¨® algo. ¡°Cr¨¦ame que el dolor es fuerte. Pesa, pesa mucho. La situaci¨®n no es f¨¢cil y me duele. Me duele tambi¨¦n por mi pap¨¢, lo he visto cabizbajo¡± y cruza los brazos. Su padre, Miguel Sampayo, gerenci¨® El Alianza entre 2004 y 2006, cuando todav¨ªa pertenec¨ªa a la segunda divisi¨®n. Eso fortaleci¨® el amor que Andr¨¦s sent¨ªa hacia el club, al que ha apoyado la mayor¨ªa de su vida desde afuera de Barrancabermeja. ¡°Recuerdo que el problema siempre era la plata, no hab¨ªa c¨®mo pagar la n¨®mina. Para disminuir gastos, vio que en otros pa¨ªses lo hac¨ªan, y firm¨® un convenio con un equipo de primera para que les prestaran jugadores sin costo¡±.
El ascenso de Alianza lleg¨® a?os despu¨¦s gracias a ese modelo. Miguel lo puso a rodar con Once Caldas, flamante campe¨®n de la Copa Libertadores en esa ¨¦poca, y en las siguientes administraciones se llev¨® a cabo una iniciativa similar, pero con el apoyo de Atl¨¦tico Nacional. En 2012, Alianza finaliz¨® su estad¨ªa de dos d¨¦cadas en la B. Solo hab¨ªa estado cerca de subir a primera con su subcampeonato en 2002, cuando un pol¨¦mico penalti en la final inclin¨® la balanza para el hoy extinto Centauros de Villavicencio. Con esa excepci¨®n, el club estuvo m¨¢s cerca de desaparecer que de pelear el campeonato. Andr¨¦s evoca, nost¨¢lgico, episodios de esos a?os. Viajes de m¨¢s de 24 horas por carretera, con su hermano menor encargado por su pap¨¢ de ser el delegado del equipo o las veces que el entrenador del equipo de f¨²tbol de su colegio asumi¨® como interino la direcci¨®n t¨¦cnica de Alianza.
¡°Por los noventas, un par de temporadas, los resultados eran muy malos. Alguien consider¨® prudente delegar al entrenador del colegio y entonces hay un mes de mi etapa en bachillerato en la que jugu¨¦ muchas veces contra ellos, contra los tipos que iba a ver al estadio. Nos met¨ªan 20 goles, pero con que les meti¨¦ramos uno ya era motivo de orgullo¡±, y agrega que los enfrentamientos acabaron por la barrida de un futbolista que lesion¨® a uno de sus compa?eros.
Andr¨¦s naci¨® en 1982 sin saber lo que era tener en la ciudad un equipo profesional del deporte m¨¢s popular de Colombia. Pens¨® que su pap¨¢ le estaba jugando una broma cuando le cont¨® que hab¨ªa gente interesada en crear un club y que si la cosa iba bien pod¨ªa llegar a jugar frente a equipos que ve¨ªan por televisi¨®n. Intent¨® volverse hincha del Atl¨¦tico Bucaramanga, el equipo de la capital del departamento, las veces que fue a verlo al estadio Alfonso L¨®pez, a casi tres horas de Barrancabermeja, pero no lo rememora como una experiencia grata. ¡°La gente le tiraba muchas cosas a los jugadores. A veces ten¨ªa miedo de que algo me cayera si estaba cerca a la cancha. Yo s¨¦ que son procesos de formaci¨®n de hinchada diferentes, pero aqu¨ª en Barrancabermeja siempre ha sido muy tranquilo. Usted mira los ¨²ltimos diez a?os y el Daniel Villa Zapata [el estadio de la ciudad] era la ¨²nica plaza de primera en la que conviv¨ªan sin problemas locales y visitantes¡±.
Alianza subi¨® de categor¨ªa en el exilio. El Villa Zapata estaba siendo remodelado y el equipo anduvo por Envigado, Popay¨¢n y Floridablanca. Eso s¨ª, conserv¨® su nombre y sus colores. Estaba claro que era temporal. De vuelta en casa, en 2015, los barranque?os finalmente disfrutaron de ver en primera divisi¨®n a su equipo. Ocho a?os en los que emergieron ¨ªdolos como el portero guatemalteco Ricardo J¨¦rez y alcanzaron a ilusionarse con levantar la liga. Su ¨²ltima presentaci¨®n destacable fue en el torneo apertura de 2023, bajo la batuta Hubert Bodhert, cuando clasificaron a los cuadrangulares finales y quedaron segundos de su grupo.
Uno de los estantes de la biblioteca de Andr¨¦s est¨¢ destinado solo para libros de deporte, especialmente f¨²tbol. En los d¨ªas del dolor por la partida de Alianza, varios reposan en su escritorio, con marcas de que los ha estado leyendo. Tiene la biblia del futbolero, El f¨²tbol a sol y sombra de Eduardo Galeano, y otros menos comerciales, como F¨²tbol contra el enemigo de Sim¨®n Kuper, que estudia el impacto del juego en la sociedad y la pol¨ªtica. ¡°Lo sent¨ªamos como un equipo de barrio. Alianza viene de una forma colectiva de participaci¨®n entre fuerzas privadas de la ciudad, comerciantes, obreros y funcionarios p¨²blicos. Se asemeja a c¨®mo se fundaron equipos ingleses o argentinos. Hubo apropiaci¨®n de territorio y la gente busc¨® una especie de s¨ªmbolo de pertenencia¡±, se?ala.
M¨²ltiples dificultades financieras llevaron a que los socios fundadores vendieran el equipo, que pas¨® por varias compa?¨ªas y grupos econ¨®micos ¡ªincluyendo a la Organizaci¨®n Ardila L¨¹lle, propietaria de Atl¨¦tico Nacional¡ª y termin¨® en manos del empresario Carlos Orlando Ferreira. Al pregunt¨¢rsele su opini¨®n sobre el due?o, Andr¨¦s se agarra el pelo. Se le ve molesto. Minutos m¨¢s tarde, mientras muestra las 13 camisetas que posee del equipo, le da rienda suelta a su descontento. ¡°Ferreira dice que nunca se le apoy¨®, pero mire esta y mire esta otra [mostrando las camisetas]. Todas tienen el logo del patrocinio de la Alcald¨ªa de Barrancabermeja o la Gobernaci¨®n de Santander¡±. Las guarda junto a una del Wolverhampton ingl¨¦s ¡ªtiene una colecci¨®n de clubes del mundo que usan los mismos colores¡ª y otra, tambi¨¦n oro y negro, del equipo que arm¨® con amigos durante sus a?os universitarios en Medell¨ªn.
Antes de irse a Valledupar, Alianza anunci¨® nuevos fichajes para la temporada que empez¨® este fin de semana y alcanz¨® a sacar a venta una edici¨®n especial de su camiseta. Pese a que se abri¨® una l¨ªnea para coordinar reembolsos, Andr¨¦s desisti¨® del dinero y pidi¨® que se la hagan llegar para conservarla de recuerdo. ¡°Uno deber¨ªa meterle m¨¢s cabeza a esto, pero es muy dif¨ªcil. Deportivamente quiero que les vaya mal, que pierdan todos los partidos¡±, responde sobre sus deseos para el naciente Alianza F¨²tbol Club, el producto del rebranding.
La hinchada protest¨® cuando tom¨® fuerza la versi¨®n del trasteo. Calles principales de Barrancabermeja fueron bloqueadas y la administraci¨®n local tuvo que calmar los ¨¢nimos, comprometi¨¦ndose a tomar acciones para prevenir la p¨¦rdida. El alcalde Jonathan V¨¢squez sugiri¨® incorporar un cobro adicional en el pago de servicios p¨²blicos, que posteriormente ir¨ªa a parar a las arcas del equipo. Pero ya era demasiado tarde. Ferreira, quien denunci¨® amenazas de muerte en su contra, justific¨® la mudanza con el apoyo que recibir¨¢ de la Alcald¨ªa de Valledupar y asegur¨® que ¡°en el ¨¢mbito empresarial la presentaci¨®n de propuestas requiere m¨¢s que buena voluntad¡±, en referencia a los esfuerzos de V¨¢squez.
Los encuentros con sus coterr¨¢neos en Bogot¨¢ para ver los partidos y los viajes a los estadios de Techo y El Camp¨ªn, en las fechas que Alianza visitaba la capital, ya no ser¨¢n parte de la vida de Andr¨¦s. El sentimiento de los hinchas, cuestiona, no deber¨ªa quedar en un segundo plano. ¡°Los due?os y dirigentes insisten en que su trabajo es administrar un negocio. Bajo esa l¨®gica, los hinchas somos los clientes, pero nos est¨¢n perdiendo. Los hinchas no valemos un peso para ellos¡±.
Alianza participar¨¢ en la edici¨®n de este a?o de la Copa Sudamericana, su primera presentaci¨®n en un certamen internacional. Lo har¨¢ en Valledupar, que fue el hogar del Valledupar F.C. entre noviembre de 2003 y junio de 2023. El club se fue a Soacha, municipio vecino de Bogot¨¢, pero la capital mundial del vallenato vuelve a ser sede del f¨²tbol profesional solo seis meses m¨¢s tarde. Con la ventaja de que ahora s¨ª hospedar¨¢ a la primera divisi¨®n. Est¨¢ por verse si el nuevo equipo, que perdi¨® en su debut por el torneo local ante Atl¨¦tico Nacional, emociona lo suficiente a los valduparenses. Su potencial dicha estar¨¢ directamente enlazada a la tristeza de miles de barranque?os como Andr¨¦s. ¡°El futbolero tiene que darse cuenta de que esto le puede pasar a cualquiera¡±, advierte.
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