San Ignacio, el hospital que funciona a metros de un cerro en llamas
En un campus universitario desolado por la emergencia ambiental de Bogot¨¢, miles de m¨¦dicos y estudiantes de Medicina contin¨²an con sus labores
Miguel Garc¨ªa lleva hora y media sentado en una banca. Lo acompa?a su nieto. Al frente de ellos est¨¢ el hospital San Ignacio, en el campus de la Pontificia Universidad Javeriana. Esperan abnegados a un familiar que est¨¢ adentro, en alguna de las nueve plantas del edificio con fachada de ladrillo, mientras ¡°le practican unos ex¨¢menes¡±. Al levantar su tapabocas para hablar, Miguel deja ver el sudor acumulado en su bigote. ¡°Llegu¨¦ y estaba peor. Me sent¨ªa ahogado¡±, dice. Se refiere al calor, el humo y la ceniza provocados por el incendio que consume una porci¨®n de los cerros orientales de Bogot¨¢ desde el pasado lunes. ¡°Arde ver, arden los ojos¡±, se queja. Uno de los incendios, el m¨¢s fuerte, est¨¢ unos 600 metros ladera arriba.
Es jueves al mediod¨ªa y hay mucha menos gente de lo usual. Cerca de 18.000 estudiantes est¨¢n en sus hogares despu¨¦s de que el rector de la Javeriana, el jesuita Luis Fernando M¨²nera, ordenara que las clases se dicten virtualmente ¡°con el prop¨®sito de cuidar la salud de toda la comunidad¡±. Inicialmente, la medida solo aplicar¨ªa el jueves, pero posteriormente la extendi¨® para viernes y s¨¢bado. La ausencia de gente se confirma con el poco tr¨¢fico sobre la carrera s¨¦ptima, una de las principales v¨ªas de la ciudad, que colinda con la instituci¨®n educativa. Hay poco ruido. La humareda que baja desde el cerro El Cable, sin embargo, impide que el ambiente sea apacible.
Las ventanas de la ¨²ltima planta del hospital ¡ªcerradas por recomendaci¨®n de la Unidad de Neumolog¨ªa¡ª dejan identificar en la monta?a dos focos de humo y uno de llamas. En ese momento no se ven los helic¨®pteros que han ayudado a mitigar las llamas, rociando cientos de galones de agua. La situaci¨®n es bastante m¨¢s tranquila que el d¨ªa anterior, mi¨¦rcoles, cuando el fuego afect¨® el suministro de energ¨ªa del hospital. Si bien nunca corri¨® riesgo la prestaci¨®n de servicios vitales a los pacientes, la m¨¦dica Gabriela Par¨ªs cuenta que por un corto periodo se activ¨® un plan de contingencia para atender manualmente algunos procesos, como la formulaci¨®n de medicamentos. Durante casi la mitad de su turno de seis horas, no tuvo acceso a la plataforma digital que utilizan para este y otros asuntos. ¡°Afortunadamente fue poco lo que alcanzamos a hacer sobre papel. La luz no tard¨® en volver y pudimos seguir funcionando de forma normal¡±, se?ala.
El uso de tapabocas, que parec¨ªa superado con el fin de la pandemia, volvi¨® al hospital. Algunos miembros del personal m¨¦dico, f¨¢ciles de ubicar por sus uniformes de colores, retiran brevemente sus N95 para recobrar aliento mientras se desplazan por las escaleras. El edificio es antiguo, de 1946, pero ha logrado mantenerse vigente. Es el lugar de rotaciones para los estudiantes de la facultad de Medicina, considerada una de las mejores del pa¨ªs, y alberga anualmente 300 proyectos de investigaci¨®n.
Una de sus principales investigadoras es la neum¨®loga Alejandra Ca?as, directora del Departamento de Medicina Interna. Lleva 25 a?os en Bogot¨¢, tras mudarse desde su natal Pereira, en el Eje Cafetero. Vive en Chapinero, la misma localidad del hospital, y admite que nunca hab¨ªa presenciado un incendio como el de estos d¨ªas. ¡°Esta foto la tom¨¦ en mi apartamento. Mire c¨®mo estaba el cerro, mucho peor que hoy¡±, afirma mientras muestra la pantalla de su celular. En la imagen se aprecian largas llamas y una estela de humo sin final. Resalta en los riesgos que esta emergencia puede generar en personas que tienen enfermedades pulmonares. ¡°La incineraci¨®n de la monta?a lleva mucho material particulado. Despu¨¦s de la piel, lo m¨¢s expuesto son las v¨ªas respiratorias¡±, a?ade.
Reinaldo Grueso es el director cient¨ªfico del hospital desde hace seis a?os. Dice que es javeriano ¡ªcomo se conoce a los egresados de la Universidad Javeriana¡ª a morir y transmite tranquilidad, aunque en su oficina se percibe el olor a quemado. En su criterio ha sido clave la coordinaci¨®n que la Administraci¨®n distrital ha tenido con los distintos centros hospitalarios. El alcalde Carlos Fernando Gal¨¢n, quien lleva menos de un mes en el cargo, declar¨® la alerta en ciertos sectores de la ciudad y, buscando evitar un empeoramiento en la calidad del aire, extendi¨® la restricci¨®n de movilidad para carros. ¡°Recibimos reportes y boletines de ellos [la Alcald¨ªa] constantemente. Trabajamos de manera articulada¡±, asevera.
El primer piso del hospital est¨¢ destinado para el servicio de urgencias. Moverse de un lado a otro requiere pr¨¢ctica. En los pasillos ¡ªque a ratos parecen un laberinto¡ª coinciden enfermeras, camilleros, estudiantes, m¨¦dicos, acompa?antes y pacientes, algunos en camilla o silla de ruedas. Por las ventanas se alcanza a colar el sol, pero no permiten ver qu¨¦ ocurre afuera. En una peque?a sala esquinera, Adriana Le¨®n, enfermera de gesti¨®n, admite que le incomoda el olor y que siente curiosidad por saber si las llamas fueron controladas. ¡°Hoy camin¨¦ desde la estaci¨®n de Transmilenio, en la avenida Caracas, hasta aqu¨ª y hab¨ªa demasiado humo¡±, comenta. Al igual que la doctora Ca?as, aporta una fotograf¨ªa de su tel¨¦fono como evidencia.
Acompa?¨¢ndola est¨¢ Rafael Castellanos, especialista en Urgencias. Insiste en que al San Ignacio no ha llegado nadie directamente afectado por los incendios. ¡°Lo m¨¢s cercano que recibimos fueron dos personas que se cayeron de un ¨¢rbol por querer ver a la distancia c¨®mo avanzaba el fuego¡±. Destaca que el sistema de aire del hospital est¨¢ dise?ado ¡°para sacar el aire, en vez de meterlo¡±, lo que contribuye a disminuir los peligros de los pacientes con enfermedades respiratorias.
El incendio puede perturbar el funcionamiento del aeropuerto El Dorado, el segundo terminal a¨¦reo que m¨¢s pasajeros mueve en Suram¨¦rica; semiparalizar la educaci¨®n en decenas de colegios y universidades, y llevar a medidas de emergencia. Pero, salvo la obligatoriedad de las mascarillas, la din¨¢mica en el hospital San Ignacio es la de siempre.
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