Caminos de paz
Inspirados por los peregrinos que durante siglos han recorrido el Camino de Santiago para alcanzar una meta espiritual, proponemos una pr¨¢ctica y un proceso paulatino para sentar las bases de una paz sostenible
Caminar y escuchar atentamente, como peregrinos falibles, deseosos de corregir errores de fe, permite descubrimientos. Por ejemplo, se descubre que el perd¨®n ha sido sobrevalorado por la cultura oficial y hasta por las autoridades. Los magistrados de la Jurisdicci¨®n Especial de Paz (JEP) se sorprendieron frente a la resistencia a perdonar por los vecinos de una localidad de Bogot¨¢ notoriamente golpeada por la guerra y llamado, como acto de fe, Sumapaz. Anticipar el perd¨®n de las v¨ªctimas hacia sus victimarios como primer paso de la justicia restaurativa obliga a las personas violentadas a asumir una carga ¨¦tica y emocional m¨¢s, en vez de despojarse del sufrimiento al expresar su rencor. Absolver los maltratos inhumanos es humanamente imposible, y requerirlo agrava el da?o en vez de mitigarlo. Sin embargo, los campesinos de Sumapaz aclaran que ese paso inadmisible de disculpar no veda el de colaborar. La diferencia ilumin¨® el camino de la JEP. Escucharon atentamente y se dejaron guiar.
?C¨®mo llega uno a querer colaborar con personas que no se conozcan? Pues, al caminar junto con otros peregrinos y depender de los saberes y la hospitalidad de los moradores desconocidos en zonas que han sido poco atractivas o dif¨ªciles de conocer. M¨¢s que un espacio, el camino es una actividad, verbo antes que sustantivo. Denota movimiento en vez de meta. Uno hace, por ejemplo, el Camino de Santiago. El peregrinaje se valoriza no tanto por su destino ¡ªprogramado y predecible¡ª sino por los descubrimientos que ocurren sobre la marcha. Ser caminante es emprender una aventura espiritual, partir en ¡°una noche oscura del alma¡±, seg¨²n San Juan de la Cruz, para hacer un salto mortal por un mundo invisibilizado por los pecados e inseguro. Abochornado y perplejo, el peregrino dura muchos d¨ªas en su largo y azaroso trayecto, cansado y adolorido, antes de despejar dudas y disfrutar la iluminaci¨®n. Caminar es perseverar, practicar, reanudar la aventura de sanaci¨®n d¨ªa tras d¨ªa.
Inspirados por los peregrinos que durante siglos han recorrido el Camino de Santiago para alcanzar una meta espiritual, nos proponemos hacer los Caminos de paz. Ser¨¢ una pr¨¢ctica y un proceso paulatino que logre sentar las bases para una paz sostenible. Tanto en Colombia como en otros pa¨ªses violentados por tanta guerra y miseria, la paz ha sido malinterpretada como meta, objetivo, finalidad, cuando se deber¨ªa resignificar como actividad continua y vital. La tarea no se acaba con los acuerdos, ni con las reparaciones convencionales ¡ªlas monetarias que jam¨¢s dar¨¢n abasto, las legales que dependen de la implementaci¨®n a veces renuente y hasta incumplida, o las simb¨®licas, raramente eficaces cuando son montar monumentos y poner placas¨D. Estas medidas convencionales ser¨¢n necesarias, pero son insuficientes, curitas que cubren la llaga que no llega a cicatrizar. Sirven a veces para no mirar a los golpeados, para no herir la vista de los conciudadanos m¨¢s afortunados que dan el asunto de paz por terminado. Lograr la paz duradera es virar la visi¨®n poco acostumbrada a ver los territorios vedados por la violencia y adquirir la voluntad de colaborar y aportar.
El viraje de la JEP se dio en 2021, durante la quinta y ¨²ltima sesi¨®n ese a?o de Pre-Textos, un programa de interpretaci¨®n a trav¨¦s de la creaci¨®n, en la que participaban tanto los magistrados como los campesinos. En la primera sesi¨®n, hab¨ªamos abordado un ensayo sobre la justicia transicional y todos hicimos preguntas al texto. Los doctores de derecho escucharon buenas preguntas de parte de los campesinos; y los campesinos se dieron cuenta de que los doctores tambi¨¦n ten¨ªan dudas. La complicidad horizontal se fue desarrollando, a trav¨¦s de actividades creativas, hasta generar la inspiraci¨®n de emprender Caminos de paz, para seguir conversando, conoci¨¦ndonos, colaborando. Entendimos que la paz se fragua sobre la marcha, que el camino es verbo y se hace al caminar. La paz no se establece de una vez por leyes y sanciones, sino que se gana a diario, como la nutrici¨®n se gana al comer. Son actividades vitales y precarias, renovables y potencialmente longevas, si no se acaban.
Caminos de paz, adem¨¢s, es una respuesta al auge del turismo en Colombia. (Mija¨ªl Bajt¨ªn coment¨® sagazmente que todo acto de habla es respuesta.) Los emprendedores de nuevas compa?¨ªas de turismo son, a menudo, excombatientes que hab¨ªan restringido los caminos durante a?os. Atraer a turistas que curioseen, quiz¨¢s con morbo, merece una alternativa peregrina, m¨¢s ¨¦tica e interesante a largo plazo, los Caminos de paz. Es un llamado a conocer los territorios y los pueblos para enamorarse del pa¨ªs y responsabilizarse por sus habitantes. Es estrechar lazos en vez de curiosear. Se trata de una pr¨¢ctica que se repite y se transmite, de caminantes que se lanzan a la aventura de conocer territorios hasta el momento ignorados. Los peregrinos dependen de los moradores quiz¨¢s renuentes a perdonar, pero disponibles a colaborar.
Los Caminos empezar¨¢n, probablemente, con el programa ¡°Restaur¨¢ndonos¡± de la JEP. Permite a los comparecientes reducir sus obligaciones con el trabajo de limpiar terrenos y sembrar ¨¢rboles, primero en Usme y Ciudad Bol¨ªvar. Agregar los caminos de paz ¡ª en los que participar¨¢n maestros capacitados en Pre-Textos para facilitar sesiones de interpretaci¨®n con sus estudiantes, moradores de la zona, junto con los comparecientes ocupados en mejorar el entorno ¡ª sembrar¨¢ colaboraciones duraderas. La Biblioteca Nacional toma nota y se prepara para acompa?ar. Posiblemente dar¨¢ los primeros pasos de los Caminos Antioquia, gracias al liderazgo de la Universidad EAFIT. Recorrer¨¢n tanto el ¨¢rea metropolitana de Medell¨ªn como las veredas alejadas del Departamento.
Espiritualmente encaminados por destacados gu¨ªas de la cultura ciudadana, Antanas Mockus de Bogot¨¢ y Sergio Fajardo de Medell¨ªn, daremos el ejemplo de conocer el territorio y quererlo como ciudadanos activos. La primera etapa ser¨¢ salir a escuchar problem¨¢ticas y propuestas. La segunda es hacer aportes de recursos y servicios, sea para colaborar en la construcci¨®n de escuelas, cl¨ªnicas, o centros culturales, o para desarrollar nuevas pr¨¢cticas laborales y educativas.
?Las rutas esperan! Tanto Colombia, como Per¨², Chile, M¨¦xico, Brasil, Argentina, Paraguay, entre otros, los pa¨ªses latinoamericanos siguen fragmentados entre zonas seguras metropolitanas ¡ª de poblaci¨®n mayormente blanca ¡ª y otras zonas de gentes afrodescendientes e ind¨ªgenas, ignoradas por las instituciones y carentes de servicios y recursos. Tomemos un bus urbano o el que se aleja a una vereda, para visitar un lugar todav¨ªa desconocido y peregrinar en grupos heterog¨¦neos (estudiantes, profesionales, l¨ªderes comunitarios, negociantes, industrialistas, funcionarios p¨²blicos, y otros) que compartan la disposici¨®n a escuchar y cooperar.
El a?o 2024 es crucial para sentar las bases sostenibles para la paz anhelada. Los Caminos de paz por Antioquia sugieren un desaf¨ªo: ?Cu¨¢l es la ruta que trazar¨¢ usted?
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