Petro le da todo el poder de la Presidencia de Colombia a Laura Sarabia
El presidente reitera que tiene fe ciega en su joven asesora y la impone por delante de pol¨ªticos m¨¢s experimentados
Los ministros arqueaban las cejas e intercambiaban miradas c¨®mplices cuando ve¨ªan a Laura Sarabia sacar del bolsillo su tel¨¦fono m¨®vil en los consejos semanales que manten¨ªan con el presidente. Ellos hab¨ªan tenido que dejarlos en la puerta para evitar filtraciones. Sarabia, no. Era una forma de medir la confianza que tiene Gustavo Petro en ella. A ra¨ªz de lo que ha ocurrido estos d¨ªas, se intuye que resulta infinita. Petro hab¨ªa decidido desde hace varias semanas que Sarabia se encargara del Dapre, el organismo que se ocupa de gestionar todo lo que representa la Presidencia de Colombia. No lo ha ejecutado hasta este lunes, pero la decisi¨®n era algo que conoc¨ªan todos los que caminan por los pasillos de la Casa de Nari?o, la residencia presidencial.
Oficialmente, ser¨¢ su n¨²mero dos, aunque en la pr¨¢ctica lo ha sido desde que hace a?o y medio Petro llegara al poder. El aterrizaje no ha sido sencillo, al presidente le han salido problemas verdaderos e imaginados por todas partes, lo que ha ralentizado la imposici¨®n de sus pol¨ªticas, su idea que tiene de pa¨ªs. Se ha impuesto tambi¨¦n el discurso de que gobierna desde el caos, que cae en la improvisaci¨®n, y hay algo de verdad en ello, aunque tambi¨¦n unas dosis de exageraci¨®n. La cabeza ordenada alrededor de todo ese monstruo administrativo-ejecutivo la ha representado desde el primer d¨ªa Sarabia, una persona meticulosa, estricta con los horarios, estructurada. Junto a Armando Benedetti, que entonces era su jefe, se ocup¨® de la complicada campa?a de Petro por toda Colombia, que implicaba tener en cuenta decenas de detalles de seguridad y organizaci¨®n. Lo hizo en pleno embarazo. Con ocho meses, desped¨ªa a Petro al pie de las escaleras del avi¨®n en Bogot¨¢ y lo recib¨ªa de noche, a veces de madrugada, cuando volv¨ªa de dar m¨ªtines en las regiones.
El actor principal era Benedetti, que dos a?os atr¨¢s, con buen olfato, hab¨ªa decidido juntarse a Petro. Lo ve¨ªa de presidente, cre¨ªa que Colombia ten¨ªa que pasar por ¨¦l, s¨ª o s¨ª. No se equivocaba. A su lado estaba Sarabia, que llevaba m¨¢s de cinco a?os ocup¨¢ndose de sus asuntos. Benedetti y Sarabia, aunque ahora no se muestren entusiastas el uno con el otro, fueron ¨ªntimos. Petro sab¨ªa que la experiencia de Benedetti en la pol¨ªtica era necesaria para llevarle al poder. Fueron tres las cabezas de esa campa?a, Petro, Benedetti y por a?adidura, Sarabia. Ah¨ª fue donde Petro la conoci¨® y la valor¨® como un activo que deb¨ªa tener a su lado. Ganadas las elecciones, la nombr¨® a ella su jefa de Gabinete, la coloc¨® en el despacho de al lado, y lo envi¨® a ¨¦l de embajador a Caracas, a restablecer las relaciones con el chavismo. Entre algunos personajes taimados que rodean la pol¨ªtica venezolana, era obvio que Benedetti iba a saber moverse bien. A ¨¦l, sin embargo, el encargo no le termin¨® de entusiasmar. Sent¨ªa que hab¨ªa hecho presidente a Petro y que se merec¨ªa un puesto mayor. Aqu¨ª arranca un momento de quiebre que casi acaba con la carrera de los dos, las de Benedetti y Sarabia.
?l le daba a instrucciones a ella desde la distancia, ella las recib¨ªa pero no terminaba de llevarlas a cabo. Poco a poco se fueron separando. Despu¨¦s se vieron envueltos en el caso de la ni?era de Sarabia, a quien su escolta personal someti¨® a un pol¨ªgrafo por el robo de un malet¨ªn con dinero. Ella dice que no sab¨ªa que eso se iba a hacer as¨ª. Despu¨¦s a la se?ora le interceptaron el tel¨¦fono y la persiguieron por la calle. Benedetti fue el encargado de que todo esto se hiciera p¨²blico en la revista Semana. El esc¨¢ndalo dur¨® unos diez d¨ªas, suficientes para espantar al pa¨ªs y tender un manto de sospecha sobre todo el Gobierno de Petro. El presidente los destituy¨® a los dos. La Fiscal¨ªa la investiga ahora mismo a ella por abuso de poder. Pero pronto Petro la recuper¨® y la coloc¨® en un puesto relevante, el Departamento de Prosperidad Social (DPS). No le importaron las acusaciones de la Fiscal¨ªa ni las cr¨ªticas de la oposici¨®n. A Benedetti tard¨® cinco meses m¨¢s en enviarlo a Roma, a la embajada ante la FAO, a pesar de que hab¨ªa dejado caer en algunas de sus declaraciones que pudo haber financiaci¨®n ilegal en la campa?a. A Petro le han dado igual todos estos asuntos y ha querido reconocer el trabajo que hicieron a su lado en campa?a.
El nombramiento de Sarabia, sin embargo, es de otro nivel. Manten¨ªa una relaci¨®n cordial con Carlos Ram¨®n Gonz¨¢lez, el hasta ahora director del Dapre. Ni una mala palabra, ni un mal gesto. Al rev¨¦s, hab¨ªa un esfuerzo de ambos por llevarse bien. Pero la colisi¨®n era evidente, luchaban por el mismo pedazo de poder. El equipo de Gonz¨¢lez, un veterano pol¨ªtico de la Alianza Verde, no quer¨ªa ver a Sarabia ni en pintura. Cre¨ªan que ella solapaba sus funciones. Era un pulso en toda regla. El d¨ªa que el Real Madrid despidi¨® a Jorge Valdano como director general por su enfrentamiento p¨²blico con el entrenador, que era Jos¨¦ Mourinho, le preguntaron si sent¨ªa que Florentino P¨¦rez, el presidente, hab¨ªa inclinado la balanza hacia uno de los dos. Valdano, pura elegancia, pura asunci¨®n de la derrota, una de las cosas que menos suelen reconocer las personas, dijo que era evidente que ¨¦l era el derrotado y el entrenador portugu¨¦s el vencedor. En este caso, tambi¨¦n es evidente que la que se ha impuesto es Sarabia. Por si quedaba alguna duda, concentra todo el poder presidencial. Petro y Sarabia son ahora la misma cosa.
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