Las protestas incomodaron al presidente
Aunque las marchas del mi¨¦rcoles pasado no fueron tan nutridas o heterog¨¦neas como para sugerir un cambio robusto y presionar al Congreso a oponerse a las reformas del Gobierno, lograron su cometido
Luego de la jornada de protestas opositoras del mi¨¦rcoles semana pasada, el jefe de Estado de Colombia se mostr¨® inc¨®modo, iracundo y con ganas de tener la ¨²ltima palabra. El presidente Gustavo Petro dedic¨® gran parte de su d¨ªa laboral del 7 de marzo a cuestionar el n¨²mero de asistentes a las protestas, a tildar a sus l¨ªderes y a sus participantes de privilegiados e indolentes ante las necesidades sociales, a debatir a sus opositores y a sacar pecho por los logros de su Gobierno. Las protestas lo incomodaron por una simple raz¨®n. Hoy por hoy el Gobierno no es due?o ni de la calle ni de la narrativa, los dos elementos sobre los cuales se fundamentar¨¢n las elecciones de 2026.
En Colombia siempre ha habido protestas en contra del Gobierno, pero, como en ¨¦pocas recientes casi siempre los gobiernos han sido de centroderecha, Petro siempre estaba del lado de los manifestantes. De hecho, fueron las manifestaciones de 2019 y de 2021 en contra del Gobierno de Iv¨¢n Duque las que catapultaron la candidatura de Petro e hicieron realidad que por primera vez la izquierda capturara el poder. Sin embargo, desde que es presidente, el Gobierno ha tenido que enfrentar tres episodios de protesta que lo han descolocado.
Las primeras protestas planeadas por el Centro Democr¨¢tico contra el Gobierno ocurrieron en septiembre de 2022, cuando Petro apenas llevaba unas semanas en el cargo. Las segundas fueron convocadas por ACORE, la organizaci¨®n de militares retirados, y el Centro Democr¨¢tico en mayo de 2023. Y la tercera, que ocurri¨® la semana pasada, fue liderada nuevamente por los partidos de oposici¨®n el Centro Democr¨¢tico y Cambio Radical.
Seg¨²n el reporte de las autoridades, la semana pasada se presentaron manifestaciones en al menos 18 ciudades. Incluyeron la toma pac¨ªfica de los principales parques, avenidas y plazas de Bogot¨¢, Cali, Medell¨ªn, Barranquilla y Bucaramanga, donde participaron aproximadamente 52.000 personas, 15.000 de ellas en la capital. Es de destacar que ni se reportaron actos de violencia ni las fuerzas de autoridad policial hicieron notar su presencia por medio de gases lacrim¨®genos ¨Dcomo frecuentemente lo hacen¨D.
Es positivo que los colombianos se expresen pac¨ªficamente y que las autoridades los respeten. As¨ª deber¨ªa ser y lamentablemente as¨ª no ha sido siempre, como los eventos de la manifestaci¨®n del 8 de marzo mostraron nuevamente.
El hecho es que, si bien la movilizaci¨®n de la oposici¨®n fue bien nutrida, no cambia el panorama pol¨ªtico. Aunque fue m¨¢s heterog¨¦nea que las anteriores gracias a la participaci¨®n de los camioneros, que buscan evitar a toda costa que el Gobierno aumente el precio del ACPM, a¨²n falta mucho para darle un rev¨¦s significativo al Ejecutivo.
Lo que la marcha demuestra es que la tendencia de convocatoria y alcance de la oposici¨®n est¨¢ en aumento y tiene entre sus objetivos hacia 2026 quitarle el elemento que m¨¢s validaci¨®n le da al Gobierno, y es que representa las calles.
Es por eso que como primera medida el presidente cuestiona la legitimidad y el alcance de las protestas, y pone en duda la asistencia masiva de ciudadanos y critica la cobertura medi¨¢tica que, seg¨²n ¨¦l, distorsiona la verdad. Porque si las marchas son de verdad y est¨¢n creciendo, entonces lo que dicen las encuestas es verdad y ¨¦l tendr¨ªa que redirigir el barco para mejor gobernar.
C¨®mo segunda medida, el Gobierno buscar¨¢ convocar a sus propias marchas, con todo el despliegue estatal (y contractual) que eso conlleva. Buscar¨¢ as¨ª demostrar con plazas llenas que su movimiento s¨ª es pueblo y que su poder se mantiene a pesar de las malas encuestas y de las a¨²n peores noticias en temas de econom¨ªa y seguridad.
La campa?a electoral hacia 2026 ya comenz¨®. Es evidente por la actitud del presidente y de la oposici¨®n. Es una batalla que tendr¨¢ dos frentes, la narrativa digital y las calles. Es una batalla que ha librado Petro toda su vida; para la oposici¨®n, aunque las narrativas digitales s¨ª son sus instrumentos fundamentales, las calles le han costado trabajo.
Si la oposici¨®n quiere crecer hacia 2026, tendr¨¢ que volverse m¨¢s diversa y heterog¨¦nea en sus mensajes, sus demandas y, por qu¨¦ no, sus representantes pol¨ªticos. Las protestas corren el riesgo de pasar del anonimato al desprestigio si buscan impulsar las candidaturas de los mismos grupos pol¨ªticos que salieron en 2018 y 2022.
Por ahora, es claro que las manifestaciones han incomodado al presidente. Eso para la oposici¨®n es una victoria.
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