Petro, el reconstituido y radicalizado revolucionario
Muchos creyeron que las elecciones regionales hab¨ªan marcado el fin anticipado del mandato del presidente, pero en pocos d¨ªas retom¨® la iniciativa e impuso al pa¨ªs su agenda pol¨ªtica
Muchos creyeron equivocadamente que las elecciones regionales del pasado 29 de octubre hab¨ªan marcado la derrota del presidente Petro y el fin anticipado de su mandato. Como quienes practican deportes extremos, en pocos d¨ªas logr¨® recuperarse, tomar la iniciativa, patear el tablero e imponerle al pa¨ªs su agenda pol¨ªtica.
Petro, cinco meses despu¨¦s de esa aparente derrota, est¨¢ hoy m¨¢s combativo y exaltado que en cualquier otro momento de su mandato, y ha lanzado una ofensiva pol¨ªtica que lo tiene en la primera l¨ªnea -literalmente-, combatiendo en varios frentes, pronunciando discursos acalorados, llenando plazas p¨²blicas y organizando las bases populares para enfrentar grandes desaf¨ªos, mientras busca superar la desfavorabilidad del 62% en las encuestas.
El primer frente de batalla se libra en el campo de la paz total, que vive su peor crisis, originada por el desaf¨ªo que ha significado el envalentonamiento del Estado Mayor Central, EMC, las disidencias de las extintas Farc lideradas por Iv¨¢n Mordisco, que utiliz¨® el cese al fuego como una oportunidad para fortalecerse militarmente y expandir su acci¨®n delincuencial y su capacidad de intimidaci¨®n a la poblaci¨®n civil en sus zonas de influencia.
El asesinato a sangre fr¨ªa, en Toribio, Cauca, de la lideresa ind¨ªgena Carmelina Yule, de 52 a?os, fue la gota que derram¨® la copa y oblig¨® al presidente a firmar un decreto mediante el cual suspendi¨®, el pasado 17 de marzo, el cese al fuego con esa organizaci¨®n ilegal en los departamentos de Nari?o, Cauca y Valle del Cauca, donde domina amplias zonas dedicadas al cultivo de hoja de coca.
La crisis es tan profunda que Petro, el pasado 20 de marzo, no se ahorr¨® calificativos contra Mordisco, a quien fustig¨® por no tener voluntad de paz y lo degrad¨® de revolucionario a traqueto, en una manifestaci¨®n en Tierralta, C¨®rdoba. Traqueto es un calificativo despectivo que se asocia a un escalaf¨®n menor en el bajo mundo del narcotr¨¢fico.
¡°Ahora est¨¢ matando dirigentes campesinos y asesinando al pueblo y habla de revoluci¨®n. ?Qu¨¦ revoluci¨®n ni qu¨¦ carajos! ?Diga la verdad!¡±, dijo Petro con autoridad.
Ese rompimiento con Mordisco tuvo una r¨¢pida respuesta del comandante guerrillero, quien lanz¨® una bomba pol¨ªtica de onda expansiva y graves da?os colaterales, y acus¨® al presidente de traidor. ¡°@petrogustavo me acusa de traqueto y de usar la memoria de Manuel Marulanda. Cuando lo apoyamos en campa?a no ¨¦ramos traquetos. Adem¨¢s de traicionarnos, traicion¨® al pueblo que lo respald¨® por su discurso progresista y de paz, hoy impulsa la guerra y el capitalismo¡±, dijo a trav¨¦s de su cuenta en X, antes Twitter.
Ese frente de batalla es la peor amenaza al logro de la paz total, que hasta el momento ha recibido toda clase de cr¨ªticas por el uso del cese al fuego por las organizaciones armadas ilegales para fortalecerse y expandir su poder territorial. La consecuencia del rompimiento del cese al fuego con el EMC puede traducirse en un incremento de la violencia. Recuperar las zonas dominadas por el EMC resulta un enorme reto militar para la fuerza p¨²blica.
Con el rompimiento con el EMC, la paz total va a necesitar madurez y alta pol¨ªtica para recomponerse, para as¨ª impedir que las cosas con el ELN crucen los mismos caminos y terminen en nada. Ese proceso, como es conocido, se ha dado en medio de todo tipo de sobresaltos, desencuentros y bastante desconfianza mutua.
El otro frente de batalla abierto por el presidente es el pol¨ªtico, con el lanzamiento de su propuesta de realizar una Constituyente, que reforme la Constituci¨®n de 1991, que el M-19 ayud¨® a redactar con Antonio Navarro a la cabeza, y consolid¨® los acuerdos de paz suscritos durante el Gobierno del presidente Barco. Esa Constituci¨®n que moderniz¨® el pa¨ªs es un tratado de paz que hizo posible cinco procesos de reconciliaci¨®n, incluido el de las Farc en el mandato del presidente Santos, y con las AUC, en los ocho a?os de Uribe.
La Carta pol¨ªtica ha sido, adem¨¢s, el soporte de la paz total. Ese texto, fruto del m¨¢s exitoso acuerdo pol¨ªtico de la sociedad civil en un siglo, es el ¨¢rbol frondoso que el presidente quiere intervenir a trav¨¦s, inicialmente, de un proceso no ensayado hasta ahora en Colombia: los cabildos abiertos, en los que la sociedad civil organizada es la protagonista y no los partidos pol¨ªticos.
Los ¨²ltimos d¨ªas el pa¨ªs ha visto como el Petro moderado que prometi¨® en campa?a proteger la Constituci¨®n ha mutado al Petro radical, embravecido, decidido a profundizar la marcha revolucionaria desde los territorios, rodeado de los m¨¢s fieles activistas. Petro quiere ser amado por el pueblo, como Gait¨¢n, quien dijo ¡°no soy un hombre, soy un pueblo¡± y lucha por ser un l¨ªder universal, sin atadura alguna, ni contrapesos pol¨ªticos de envergadura.
Para ello, organiza e ideologiza al pueblo, y lo llena de generosos subsidios y obras deseadas por d¨¦cadas, y si llegado el caso se lo ordena el mandato popular, en los cabildos abiertos pretender¨¢ revivir la reelecci¨®n para continuar transformando a Colombia en una rep¨²blica m¨¢s democr¨¢tica y con sello socialista. Del Petro modelo 2022 solo queda la sonriente foto de campa?a.
A pesar del boom medi¨¢tico, su propuesta de Constituyente sigue sin entenderse. No se sabe a¨²n qu¨¦ papel jugar¨¢n los partidos pol¨ªticos, los gremios, los medios, las instituciones. Germ¨¢n Vargas Lleras se atrevi¨® a apoyar la idea y fue recibido a coscorrones. La idea, entonces, se hace cada vez m¨¢s difusa. Hasta ahora solo hay enunciados y confusi¨®n. Para el representante David Racero, por ejemplo, estamos en modo constituyente desde el estallido social.
Lo evidente es que el presidente seguir¨¢ trabajando para cumplir su objetivo, tratando de explicarle al pueblo y al mundo hacia d¨®nde va Colombia, en una coyuntura nunca antes vista. No estamos en la Colombia de la d¨¦cada del 90 cuando el narcotr¨¢fico sacudi¨® el pa¨ªs y Pablo Escobar pretendi¨®, mediante el terrorismo, sacrificar la democracia para prohibir la extradici¨®n; no estamos en el pa¨ªs de la s¨¦ptima papeleta y el movimiento estudiantil impulsando las grandes reformas; no es diciembre de 1990, cuando un acuerdo pol¨ªtico hizo posible la elecci¨®n de 70 constituyentes y el arribo, provenientes de los acuerdos de paz de la ¨¦poca, de cuatro adicionales.
Estamos en 2024, Petro es presidente, Mancuso est¨¢ hablando, Uribe se siente acorralado, la paz total est¨¢ en crisis, hay tres mesas paralelas de negociaci¨®n con grupos armados ilegales, y nadie entiende cu¨¢l es el camino para concretar la Constituyente petrista, ni qu¨¦ pa¨ªs saldr¨¢ de ese experimento. Lo evidente es que el presidente est¨¢ recorriendo el pa¨ªs, entregando obras, prometiendo vida y soliviantando a los sectores sociales para que entiendan que este es su momento decisivo y act¨²en en consecuencia.
El primer mandatario est¨¢ dispuesto a ganar todas sus batallas, tratando de reducirle espacio a la derecha, amenazando al Congreso y las Cortes, atacando los medios de comunicaci¨®n tradicionales, cada d¨ªa m¨¢s radicalizado e inserto en sus objetivos revolucionarios. La oposici¨®n de derecha resiste, nadie pierde de vista el 2026, y el pa¨ªs se polariza sin que en el horizonte se vea la oportunidad de un acuerdo pol¨ªtico que baje la temperatura al 7 de agosto de 2022, cuando todo era esperanza de cambio sereno y pac¨ªfico. D¨ªas de mayor ebullici¨®n social le esperan a Colombia y el caf¨¦ no calma los nervios.
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