La grieta de Viena en el consenso de la guerra contra las drogas
La discusi¨®n sobre el narcotr¨¢fico se ha alejado del punto de prohibici¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas, aunque a¨²n no queda claro es si se consolidar¨¢ el cambio o si el p¨¦ndulo terminar¨¢ por volver a su posici¨®n original
La semana pasada, como cada a?o desde hace casi siete d¨¦cadas, tuvo lugar la sesi¨®n de la Comisi¨®n de Estupefacientes (CND) en la sede de la ONU de Viena. En este espacio, representantes de 53 estados miembros se re¨²nen a examinar y adoptar una serie de decisiones y resoluciones que marcan la pol¨ªtica mundial sobre drogas. La CND se caracteriza por el conocido ¡°consenso de Viena¡±: los pa¨ªses miembros llevan todo este tiempo acordando las resoluciones por consenso. Una manera de operar que no solo ralentiza los cambios en esta materia, sino que impide responder efectivamente a los nuevos desaf¨ªos y ha permitido que ciertos pa¨ªses bloqueen o veten resoluciones, t¨¦rminos o enfoques considerados reformistas.
Este a?o, adem¨¢s de la sesi¨®n regular, se llev¨® a cabo un segmento ministerial de alto nivel para revisar, a mitad de periodo, el progreso de los compromisos adquiridos en la Declaraci¨®n Ministerial de 2019. Como era de esperarse, esta revisi¨®n no fue exhaustiva, detallada ni cr¨ªtica. A pesar de reconocer que el ¡°problema mundial de las drogas¡± contin¨²a y que los mercados de drogas se est¨¢n expandiendo, diversificando e intensificando, no se anunciaron grandes cambios en el camino a seguir. En resumen, el h¨¢mster sigue corriendo dentro de su rueda.
Pero este 2024 ha visto cuatro hitos que, puestos en conjunto, marcan una posible grieta en el consenso de la guerra contra las drogas a trav¨¦s de esta sesi¨®n en la CND.
El primero lleg¨® con la presencia e intervenci¨®n del secretario de Estado, Antony Blinken, durante ese encuentro inicial de alto nivel. Blinken centr¨® su intervenci¨®n en las drogas sint¨¦ticas, combinando el tono conservador caracter¨ªstico de este espacio con indicios de una perspectiva m¨¢s receptiva al cambio. Por un lado, solicit¨® mayor fiscalizaci¨®n de los precursores qu¨ªmicos que son usados de manera il¨ªcita para producir las drogas sint¨¦ticas y anunci¨® una inversi¨®n de aproximadamente 170 millones de d¨®lares para combatir las amenazas de las drogas sint¨¦ticas en todo el mundo, posicion¨¢ndolas como el nuevo enemigo a combatir. Algo que sugiere que est¨¢ en marcha una nueva versi¨®n de la guerra contra las drogas en el continente americano.
Por otro lado, mencion¨® que, por primera vez, su pa¨ªs est¨¢ priorizando la reducci¨®n de la demanda sobre la oferta, e inst¨® a un mayor esfuerzo para reducir las muertes por sobredosis se?alando que hay creciente evidencia sobre c¨®mo la reducci¨®n de da?os, el tratamiento y la prevenci¨®n pueden salvar vidas. Adem¨¢s, desvelando la posible verdadera raz¨®n de su presencia, solicit¨® a los pa¨ªses presentes respaldar la adopci¨®n de una resoluci¨®n patrocinada por EE. UU. que promueve estas medidas. Es decir, hay m¨¢s corresponsabilidad y un esfuerzo por abordar el consumo de drogas desde enfoques de salud p¨²blica.
El segundo momento lleg¨® con otra figura: Volker T¨¹rk. Por primera vez, un Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos hace presencia en este recinto. Algo llamativo, dado que las pol¨ªticas de drogas y los derechos humanos est¨¢n intr¨ªnsecamente relacionados. Sin embargo, existe una marcada divisi¨®n entre estos dos ¨¢mbitos, representados respectivamente por las sedes de la ONU en Ginebra y Viena. A?o tras a?o, por ejemplo, la vienesa Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) publica anualmente su informe, que tiende a pasar por alto los efectos negativos de las pol¨ªticas de drogas punitivas, represivas y estigmatizadoras, implementadas en varios pa¨ªses, que incluyen imposici¨®n de la pena de muerte, detenciones arbitrarias, asesinatos extrajudiciales y el aumento de la poblaci¨®n carcelaria, como m¨¦todo para lograr un ¡°mundo libre de drogas¡±.
Entonces, la presencia e intervenci¨®n del Alto Comisionado, haciendo un llamado a poner en marcha un enfoque transformador en las pol¨ªticas de drogas, es un hito. Sin embargo, tambi¨¦n plantea la pregunta de c¨®mo se va a capitalizar este momento para lograr que Ginebra, as¨ª como otras oficinas de Naciones Unidas, tengan un papel m¨¢s destacado en la configuraci¨®n de la pol¨ªtica mundial sobre drogas.
Esto nos lleva al tercer momento clave, quiz¨¢s el central: el quiebre del consenso de Viena. Por primera vez en la historia reciente, los Estados miembros recurrieron a votar y aprobar dos resoluciones: una sobre desarrollo alternativo (45 votos a favor) y otra sobre prevenci¨®n de sobredosis de drogas mediante enfoques de salud p¨²blica (38 votos a favor). Seg¨²n el Consorcio Internacional sobre Pol¨ªticas de Drogas (IDPC), aunque las negociaciones fueron largas y varios pa¨ªses que apoyaban las resoluciones no quer¨ªan ceder ante ciertas peticiones, los patrocinadores, como Tailandia y EE UU, abogaron hasta el final por adoptar las resoluciones por consenso. Otros, encabezados por Ir¨¢n y Rusia, que estaban obstaculizando las resoluciones, fueron quienes solicitaron la votaci¨®n.
La resoluci¨®n liderada por EE UU, conectada a la sugerencia de Blinken, gener¨® gran controversia al incluir el t¨¦rmino ¡°reducci¨®n de da?os¡±: un enfoque que busca minimizar los riesgos asociados con el uso de sustancias psicoactivas, priorizando los derechos humanos y la salud p¨²blica en lugar de la prohibici¨®n y criminalizaci¨®n. Curiosamente, un t¨¦rmino al que, en el pasado, EE UU tambi¨¦n se ha opuesto.
Ahora queda por ver qu¨¦ implicaciones tendr¨¢ este precedente en futuras sesiones y en el debate internacional sobre el control de drogas. Por ejemplo, si habr¨¢ cierta nostalgia por haber roto la esencia de estas sesiones y esta votaci¨®n fue solo una excepci¨®n, si pa¨ªses como Rusia, China e Ir¨¢n lo utilizar¨¢n a su favor para continuamente criticar la posici¨®n de EE UU y sus aliados por ¡°no estar comprometidos con un mundo libre de drogas¡±, o si la votaci¨®n se emplear¨¢ nuevamente para avanzar en pol¨ªticas de drogas m¨¢s progresistas. Lo que queda claro es que EE UU sigue teniendo un gran peso en estos espacios y, si no fuera el patrocinador de esa resoluci¨®n, el resultado posiblemente ser¨ªa otro.
El ¨²ltimo hito es el liderazgo que Colombia est¨¢ ejerciendo en este escenario, empujado por la embajadora del pa¨ªs, Laura Gil, en Viena. Aunque no siempre existe coherencia entre los discursos internacionales y las pol¨ªticas implementadas a nivel nacional y local, era justo y necesario que el pa¨ªs reconocido como uno de los mejores alumnos en la (fallida) lucha contra las drogas comenzara a posicionarse como una voz de cambio.
Durante el segmento de alto nivel, de manera virtual, el presidente Petro fue m¨¢s contundente que nunca en su discurso, calificando al sistema internacional de fiscalizaci¨®n como ¡°anacr¨®nico e indolente¡± y resaltando la necesidad de una ONU que no sea ¡°sorda ni ciega¡±. Adem¨¢s, el canciller Murillo, presente en la CND, intervino para leer la declaraci¨®n conjunta de 62 pa¨ªses, liderada por Colombia (algo impensables a?os atr¨¢s), que demanda una transformaci¨®n en la visi¨®n de la pol¨ªtica mundial de drogas. Y tanto el impulso de Colombia como los hitos anteriores son tambi¨¦n el resultado del arduo trabajo y la incidencia de diversas organizaciones de la sociedad civil.
Ante la decisi¨®n de Colombia de convertirse en una voz de cambio, tambi¨¦n surgen algunas preguntas: ?c¨®mo aprovechar¨¢ el pa¨ªs los ¨²ltimos dos a?os de este Gobierno, considerando que una opci¨®n es que el pr¨®ximo gobierno retome un enfoque pasivo y conservador en materia de drogas? ?C¨®mo se mantendr¨¢ y consolidar¨¢ el bloque de 62 pa¨ªses que buscan un cambio en esta ¨¢rea? Y, por ¨²ltimo, ?se aprovechar¨¢ de alguna manera el hecho de que EE UU ya no sit¨²a a la coca¨ªna en el centro de su discurso antidrogas?
Todos estos hitos juntos sugieren que, al menos en esta ocasi¨®n, el equilibrio se ha alejado del punto prohibicionista en el que se ha mantenido el sistema en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Lo que no sabemos a¨²n es si se consolidar¨¢ el cambio de direcci¨®n o si el p¨¦ndulo terminar¨¢ por volver a su posici¨®n original.
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