La justicia no resuelve las decenas de desapariciones de Cartago: ¡°Vine a Bogot¨¢ a ver si el fiscal espabila¡±
Los familiares de 26 j¨®venes desaparecidos en el ¨²ltimo a?o en ese municipio del Valle del Cauca exigen a las autoridades celeridad en los procesos judiciales
Entre m¨¢s duro sonaban los pitos, m¨¢s duro gritaba Juan Pablo Rend¨®n. Cuando sent¨ªa que no pod¨ªa contener las l¨¢grimas, le pasaba el parlante a Lina G¨®mez. Cuando ella se desmoronaba, se lo pasaba a Jackeline. Y as¨ª segu¨ªan, hasta que todos clamaban por justicia ante los ojos curiosos ¡ª o rabiosos ¡ª de taxistas, motociclistas y transe¨²ntes que pasaban por la avenida de La Esperanza, frente al b¨²nker de la Fiscal¨ªa General de la Naci¨®n. En plena hora pico, en la mitad de una v¨ªa que conecta el oriente con el occidente de Bogot¨¢, se atravesaban padres y madres de j¨®venes recientemente desaparecidos en Cartago, Valle del Cauca. Cada uno sosten¨ªa un cartel con la foto de su hijo y leyendas como ¡°desaparecido¡±, ¡°no m¨¢s impunidad¡±, ¡°queremos la verdad¡±. Solo hab¨ªa un cartel diferente, que en lugar de una fotograf¨ªa ten¨ªa un 26: el n¨²mero de desapariciones que, denuncian, han ocurrido solo en ¨²ltimo a?o en un municipio con poco m¨¢s de 140.000 habitantes. Salen por ellos, y por muchos m¨¢s.
Juan Pablo se sabe la historia de cada uno de esos 26 j¨®venes, las v¨ªctimas m¨¢s recientes. Se?ala una foto y cuenta en detalle cu¨¢ndo y c¨®mo desapareci¨®, si su cuerpo fue hallado o no. Cada historia es m¨¢s espantosa que la anterior. ¡°A ella la empalaron, a ¨¦l lo tiraron a un r¨ªo, ¨¦l lleva ocho meses desaparecido, a ellos se los llevaron juntos¡±, explica sobre cada rostro. A muchos los conoc¨ªa porque Cartago es un municipio peque?o, pero adem¨¢s, desde que su hija Daniela Santiago D¨ªaz fue asesinada junto a su novio Nicol¨¢s Aristiz¨¢bal, en junio de 2023, ¨¦l y Lina, la madre de Nicol¨¢s, se han convertido en una suerte de detectives. Sus misiones: obtener justicia para sus hijos y que la juventud cartag¨¹e?a est¨¦ a salvo. Esas misiones les han costado, a ellos y a la mayor¨ªa de padres y madres que se han unido con los mismos fines. Al menos una decena ha tenido que huir, desplazados, de Cartago.
Entre ellas est¨¢ Jackeline Gazo. Su hijo Daniel Esteban Gazo est¨¢ desaparecido desde el 25 de septiembre de 2021, cuando ten¨ªa 20 a?os. Es uno de los tantos que llevan la cifra a m¨¢s de 26 v¨ªctimas. Jackeline recuerda que el miedo la consumi¨® hasta que conoci¨® la Asociaci¨®n de Madres de Cartago, en 2023, y sac¨® fuerzas para empezar a indagar por el paradero de su hijo. Fue entonces que empez¨® a recibir amenazas, en las que le advert¨ªan que ¡°estaba hablando mucho¡±. Tiene otra hija y, para protegerla, huy¨®. ¡°Vine a Bogot¨¢ para ver si as¨ª logro despabilar al fiscal de Pereira [la capital m¨¢s cercana a Cartago] que no le responde ni a la abogada¡±.
En el exilio se encontr¨® con Lina, quien encabeza la asociaci¨®n y se ha vuelto un referente de las buscadoras en Cartago. El caso de Nicol¨¢s y Daniela tuvo una importante visibilidad medi¨¢tica en su momento, pero Lina sostiene que eso no se ha traducido en justicia. Ella y Juan Pablo cuentan que ellos han empujado el proceso penal de los j¨®venes, que contrataron maquinar¨ªa de excavaci¨®n y se echaron al hombro la b¨²squeda de los cuerpos en una laguna. All¨ª los encontraron, amarrados de manos y pies, ella con signos de violencia sexual y una piedra de 30 kilos encima.
Contra el olvido y la estigmatizaci¨®n
Sobre los j¨®venes asesinados y desaparecidos ha reca¨ªdo algo que para sus padres puede ser m¨¢s doloroso que la misma impunidad: el prejuicio. Sin ense?arle pruebas de ello, distintos funcionarios les han sugerido a varios padres que sus hijos ten¨ªan nexos con bandas criminales y que por eso los hab¨ªan asesinado. Por ejemplo, Jackeline cuenta que el fiscal del caso le asegur¨® que Daniel Esteban fabricaba la droga conocida como tusi. Los padres se duelen en que la hip¨®tesis para explicar los cr¨ªmenes es que un joven asesinado o desaparecido seguramente estaba en actividades ilegales.
Cansados de las dilaciones y el estigma, Jackeline, Lina, Juan Pablo y otras madres se rebuscaron los recursos para viajar a Bogot¨¢ y hacerse escuchar en la capital. Aterrizaron el mi¨¦rcoles pasado y su primera parada fue la Plaza de Bol¨ªvar, se pararon a exigir justicia en frente del Congreso. Duvalier S¨¢nchez, congresista verde de su departamento, los hizo ingresar, convers¨® con ellos y les prometi¨® abrir un espacio para discutir la crisis humanitaria de Cartago. Lina es esc¨¦ptica de esas promesas, ha perdido la fe. ¡°Tenemos hasta una medida cautelar de la CIDH¡±, apunta con desespero, en referencia a una decisi¨®n de diciembre pasado para el caso de Nicol¨¢s y Daniela. Nada ha sido suficiente. El proceso judicial sigue estancado, ella sigue desplazada. ¡°Yo no he hecho nada malo. ?Por qu¨¦ tengo que seguir escondi¨¦ndome?, se pregunta.
Las madres ya lo hab¨ªan intentado, hace un a?o, en otra manifestaci¨®n. Este peri¨®dico se comunic¨® con el Ministerio de Interior, una de las instituciones que se reuni¨® entonces con ellas. La entidad explic¨® que desde hace meses le pidi¨® a la Procuradur¨ªa que investigue a V¨ªctor ?lvarez, alcalde de Cartago cuando Nicol¨¢s y Daniela desaparecieron, por presuntas omisiones y revictimizaci¨®n a las familias, que han cuestionado duramente el actuar de ?lvarez porque, sin autorizaci¨®n de la Fiscal¨ªa, orden¨® tapar el cuerpo de agua donde fueron encontrados los cad¨¢veres. Explican que en ese lugar puede haber restos de otros desaparecidos. La Procuradur¨ªa abri¨® una indagaci¨®n en contra del exalcalde, que sigue en curso.
Una guerra reciclada
Juan Pablo le llama a Cartago ¡°el pueblo del silencio¡±. En este municipio hace a?os reina el miedo, primero impuesto por el extinto Cartel del Norte de Valle y luego por las bandas que lo reemplazaron, como Los Flacos. Ese grupo trabaja con La Cordillera, una estructura ilegal m¨¢s grande, fundada por antiguos integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia, que opera en el vecino Eje Cafetero y fue acusada por el ahora presidente Gustavo Petro de tener un plan para asesinarlo durante su campa?a. A la ecuaci¨®n se suma otro grupo, Nueva Generaci¨®n, que naci¨® como una escisi¨®n de Los Flacos, y que ha ido ganando poder en Cartago. Los dos se disputan las rentas de la econom¨ªa ilegal en una ciudad en la que tiene sede el Batall¨®n Vencedores del ej¨¦rcito.
Las decenas de desapariciones y homicidios producidas pro esa guerra han tra¨ªdo reminiscencias terror¨ªficas entre los cartag¨¹e?os. Adem¨¢s, los padres y madres explican que cada vez son m¨¢s las historias de ni?as menores de edad asesinadas, y sus cuerpos muestran se?ales de violencia sexual, como en las peores ¨¦pocas del paramilitarismo de los dosmil. ¡°Esos delincuentes tienen costumbres de violadores. Se enamoran de las ni?as, las raptan; cuando tienen novio, se los llevan a ambos y los matan¡±, describe Juan Pablo.
La Defensor¨ªa del Pueblo ha alertado al Ministerio del Interior sobre la crisis humanitaria desde agosto de 2022. En ese entonces, le remiti¨® una alerta temprana por el riesgo de vulneraci¨®n de los derechos humanos en Cartago y los vecinos Ansermanuevo y El ?guila, y la situaci¨®n no cesa. Pocos d¨ªas antes del cierre de esta nota, dos menores de edad desaparecieron. Para Lina, esas noticias son derrotas, porque se jur¨® que har¨ªa lo imposible porque ninguna otra mam¨¢ sintiera su angustia, esa que no la deja dormir.
Eso mismo le reclamaba con rabia a los funcionarios de la Fiscal¨ªa de Bogot¨¢ que, tras el bloqueo, a la v¨ªa salieron a atenderlas. Sin saberlo, le daban la raz¨®n a Juan Pablo cuando interpelaba a un conductor que le ped¨ªa que se quitara y lo dejara pasar. ¡°Hermano, es que esta es la ¨²nica forma para que nos escuchen. Pudo ser su hijo¡±, le expresaba, mientras una se?ora que esperaba un bus asent¨ªa a sus palabras.
Con recelo, esa tarde bogotana, todas las madres les repitieron a los funcionarios los hechos que se saben de memoria. Luego, como otras veces, hubo compromisos. Al d¨ªa siguiente, viernes, las mujeres se iban de Bogot¨¢. La mayor¨ªa, de vuelta a casas que no sienten que sean sus hogares, sino sus destierros. Unas pocas a Cartago, donde viven escondidas. Antes de irse, se unieron a una marcha en conmemoraci¨®n por el D¨ªa Internacional de las V¨ªctimas de Desaparici¨®n Forzada. ¡°Si me tienen que matar, que me maten¡±, asevera Lina. Jackeline apunta a que no solo las une el dolor, sino tambi¨¦n la fuerza inconmensurable de unas madres que no est¨¢n dispuestas a callar.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.