Un santuario de 25.000 orqu¨ªdeas para salvarlas de la extinci¨®n
Daniel Piedrah¨ªta conserva ejemplares de 5.000 especies de Indonesia a Costa Rica. Busca protegerlas y hasta clonarlas para que Colombia ¡°se enamore de su biodiversidad¡±
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Las hay que huelen a chocolate. Otras diminutas que crecen detr¨¢s de las hojas para que no las arrastre la lluvia. Tambi¨¦n hay unas que empujan al insecto polinizador al interior para que se le peguen los polinios. Las Masdevallia Highland Monarch tienen los p¨¦talos m¨¢s duros que el cuero aunque parezcan de terciopelo y las Anguloa parecen arropar a un lobo dentro. Hay otras que son tan min¨²sculas que toca apreciarlas con lupa y tambi¨¦n las hay que se encienden de noche. Las orqu¨ªdeas son las reinas de las flores y las m¨¢s temidas de cuidar. Pero hay un universo desconocido que las hace a¨²n m¨¢s especiales. La historia de cada una de las entre 25.000 y 35.000 especies que decoran el mundo obsesionaron tanto a Daniel Piedrah¨ªta (62 a?os, Medell¨ªn) que decidi¨® honrarlas en un santuario que atesora 5.000 de estas en el jard¨ªn de su casa en La Ceja, Antioquia. ¡°Me enloquec¨ª por ellas¡±, reconoce.
Este tecn¨®logo agropecuario lleg¨® a las orqu¨ªdeas gracias a su anterior mayor hobby: la observaci¨®n de aves. ¡°Las aves son de sangre caliente y dejan de volar al mediod¨ªa¡±, explica. ¡°Uno queda entonces sin nada que hacer en los bosques. Pero recuerdo un olor impresionante. Un d¨ªa, fui a buscar qu¨¦ era y result¨® que sal¨ªa de una orqu¨ªdea¡±. Ah¨ª empez¨® todo. Comenzaron las exposiciones, el estudio, el inter¨¦s en la particularidad de cada una¡ ¡°Empec¨¦ con tal frenes¨ª que no pude parar de comprarlas y estudiarlas¡±, recuerda. Poco a poco, la sala de su casa se qued¨® peque?a para semejante muestra -se las tra¨ªa de 50 en 50 de las exposiciones- as¨ª que decidi¨® aclimatar un espacio para juntarlas todas.
Hoy, 18 a?os despu¨¦s de ese d¨ªa de observaci¨®n de aves, tiene 25.000 ejemplares de un mil¨ªmetro ¡ªde 5.000 especies diferentes¡ª a m¨¢s de cinco metros en un santuario ¨²nico en Colombia. A cada maceta le llega la cantidad de luz y humedad exacta y tiene un sitio espec¨ªfico al que Piedrah¨ªta podr¨ªa llegar con los ojos cerrados.
Se pasea entre las hileras de orqu¨ªdeas con soltura y con actitud de padre orgulloso. ¡°Venga para ac¨¢, que le cuento un cuento de esta belleza¡±, dice antes de nombrar a la perfecci¨®n el nombre cient¨ªfico de una hermosa flor blanca, Angraecum. ¡°La descubri¨® Darwin y hay 60 tipos de esta, que es de Madagascar. Le dicen la mariposa nocturna, porque en las noches es fosforita¡±, explica. Se ilumina para atraer a su polinizador, que tambi¨¦n es nocturno. ¡°Las flores no se mueven ni pueden invitar a cine, pero est¨¢n programadas para tener estrategias para reproducirse. Y como cada orqu¨ªdea tiene un polinizador distinto, es como si hubiera 25.000 maneras de ligar. S¨®lo muere la flor que no fue pre?ada; mueren s¨®lo si son v¨ªrgenes¡±, narra.
Un ojo inexperto se perder¨ªa la mitad de los detalles que caza al vuelo este apasionado paisa. Para muchos ser¨ªa f¨¢cil pasar por delante de una de estas plantas y pensar que ni siquiera entran dentro de esta familia. Pero todas, hasta las que toca divisar con lupa, cumplen con los criterios que la definen: tres s¨¦palos, dos p¨¦talos y un labelo. ¡°Ojal¨¢ no me d¨¦ por obsesionarme con ninguna otra cosa m¨¢s¡±, bromea. ¡°Porque ya lo s¨¦ casi todo de estas. Imag¨ªnese empezar de cero¡±.
Colombia es el pa¨ªs con m¨¢s orqu¨ªdeas del mundo; aqu¨ª est¨¢ un quinto de las que existen. El 77% de esta variedad las atesora la regi¨®n andina del pa¨ªs donde hay casi mil orqu¨ªdeas end¨¦micas. En ciertos rincones del pa¨ªs, un solo ¨¢rbol puede albergar m¨¢s especies de orqu¨ªdeas que un bosque entero de una naci¨®n con estaciones. Sin embargo, la deforestaci¨®n, la transformaci¨®n o destrucci¨®n de sus h¨¢bitats y el exterminio de sus polinizadores son las principales amenazas actuales.
Para Piedrah¨ªta, aunque tanto el Gobierno de Gustavo Petro como el activismo joven tratan de equilibrar la balanza, siente que los colombianos tienen una deuda pendiente con su biodiversidad. ¡°Aqu¨ª no sabemos lo que tenemos. Por el orden p¨²blico que ha habido aqu¨ª, nos falta much¨ªsimo por estudiar. Pero en un lugar en el mundo como Colombia hay 250 h¨¢bitats diferentes. ?Es incre¨ªble! Y sin embargo, en Estados Unidos, la Sociedad Estadounidense de la Orqu¨ªdea tiene 35.000 miembros, en Alemania son 10.000 y aqu¨ª no llegamos a 1.000. Cualquiera de estos pa¨ªses se morir¨ªa por tener lo que nosotros¡±, narra. En su peque?o invernadero tiene flores desde Costa Rica a Madagascar e Indonesia.
¡°Clonar es un proceso largo, pero ya empez¨®¡±
Ya que sus manos no pueden parar la modificaci¨®n de ecosistemas, ha centrado su activismo en lograr que los colombianos (y los turistas) se enamoren de estas plantas. Es por ello que hace una d¨¦cada que organiza paseos guiados al santuario por 140.000 pesos (unos 25 euros), da talleres educativos y mont¨® un canal de Youtube, Alma de bosque, que tiene m¨¢s de 125.000 suscriptores (y 330.000 seguidores en Instagram). ¡°Quer¨ªa encontrar una actividad que pudiera mantener econ¨®micamente mi afici¨®n sin tener que vender mis plantas. Porque no las vendo. Por nada en el mundo¡±, asegura firme. ¡°Yo tengo una gran responsabilidad de conservar, educar y reinsertar las especies extintas¡±.
Y puede que sea ese, el trabajo de clonar especies en peligro de extinci¨®n, la mayor de las resistencias de este proyecto. Hace unos a?os que un guatemalteco se acerc¨® a este rinc¨®n y vio la LykasteSkinneri Alba, o monja blanca, la flor insignia de Guatemala, a pesar de estar extinta en estado silvestre. ¡°?Yo pens¨¦ que no la ver¨ªa m¨¢s!¡±, le dijo el se?or. Pocos meses despu¨¦s ya hab¨ªa investigado todo sobre la clonaci¨®n de esta especie. ¡°Ya cosech¨¦ las semillas y est¨¢ en un proceso de laboratorio. Veremos las flores en cinco a?os y luego podremos reinsertarlas. Ya abrimos las puertas para hablar con las autoridades ambientales all¨¢. Quiero que Alma de bosque se abra a la ciencia, porque ese es el deber ser¡±. Como esta, hay otras cinco especies colombianas en camino. ¡°Son procesos muy largos, pero ya se empez¨®¡±.
Como padre orgulloso que es, le cuesta elegir hijo favorito. Pero se decanta por dos. La primera es la que descubri¨® ¨¦l y lleva su nombre Sobralia Piedrahitae, de tallo rojizo y con flores que no duran m¨¢s de cinco d¨ªas; y la segunda son en realidad un grupo de plantas premiadas con el First Class Certificate (FSC). Este es un certificado universal que valora de 0 a 100 puntos las plantas del mundo que m¨¢s se acercan a la perfecci¨®n. S¨®lo reciben esta etiqueta las que superan los 90, por color, tama?o o floraci¨®n. Si bien en Colombia hay 30 FSC, Piedrah¨ªta cuenta con nueve de ellas. ¡°Es que c¨®mo no voy a emocionarme si tengo el enorme privilegio de tener lo m¨¢s bonito de este pa¨ªs a unos pasos de mi casa¡±.
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