¡°Ha comenzado el fin¡±, dijo Petro
Petro le habl¨® al mundo en las Naciones Unidas y entre muchas cosas algo anticip¨®: ha comenzado el fin. ?O no?
Hist¨®ricamente (aunque puedo estar equivocado) el discurso que cada jefe de Estado hace en el gran atril del gigantesco y simb¨®lico sal¨®n del pleno de las Naciones Unidas en Nueva York es a la vez un llamado de acci¨®n a las naciones del mundo y un espacio que se usa para ventilar los problemas, retos e inquietudes que agobian a un pa¨ªs o, por lo menos, al gobierno de turno. Algunos aprovechan esa tribuna ¨Cque es m¨¢s bien una vitrina¨C de orden global para hacer golpes propagand¨ªsticos, como aquel que protagoniz¨® Hugo Ch¨¢vez comenzando su discurso con un ¡°aqu¨ª huele a azufre¡± haciendo alusi¨®n a la reciente presencia en el sal¨®n del presidente de los Estados Unidos, o para promover guerras, como lo hiciere el viernes pasado el primer ministro de Israel justificando mapa en mano las acciones militares que su pa¨ªs desarrolla en territorios ¨¢rabes.
Pues este a?o, en el marco de la gran vitrina de los presidentes del mundo, el presidente Gustavo Petro hizo una gran disertaci¨®n sobre la realidad planetaria. Habl¨® de los pa¨ªses que importan y los que no dentro del concierto mundial y plante¨®, en sus quince minutos de intervenci¨®n, que aquellos que tienen las llaves para detener guerras, para contener el cambio clim¨¢tico, para salvar la Amazon¨ªa, no lo hacen porque son sordos al clamor de los pueblos.
Enseguida, inici¨® una reflexi¨®n teol¨®gica necesaria: el pueblo de dios (lo pongo en min¨²scula a prop¨®sito) no son ni los jud¨ªos, ni los habitantes de los Estados Unidos (yo me habr¨ªa detenido tambi¨¦n en el pueblo musulm¨¢n), sino la humanidad entera. ?Y tiene raz¨®n! ?Acaso, sea cual sea su religi¨®n, Dios (este s¨ª con may¨²scula) no es el padre de todo lo que hay en la tierra? ?No es el creador?
El di¨¢logo filos¨®fico del presidente Petro luego deriv¨® hacia uno de sus temas favoritos: los ricos como culpables de todo. Y aunque en algunos puntos acierta, como aquel en que habla de la manera en que desde hace d¨¦cadas las empresas petroleras se han dedicado a ralentizar la evoluci¨®n hacia energ¨ªas limpias, luego deriva hacia otros de sus temas fetiche: los medios de comunicaci¨®n. Otra vez culpa a los medios de ocultar la verdad, negando algo que resulta innegable para millones y millones de pueblos en el mundo libre y es que los medios de comunicaci¨®n han sido claves para conseguir muchos cambios en el mundo, para evidenciar abominables hechos de corrupci¨®n y de enga?o, para desenmascarar a caudillos que en realidad eran aprendices de dictador o para destapar las repugnantes ca?er¨ªas de los para¨ªsos fiscales y las empresas de papel. Seguramente ¨¦l no ley¨® esos peri¨®dicos, ni vio esos noticieros.
El cierre fue apote¨®sico con el llamado al levantamiento de los pueblos en una gran ¡°Revoluci¨®n Mundial¡± (en may¨²sculas aparec¨ªa en el texto que ley¨® el presidente). Un llamado para que se desconozca el poder del capital y se busque la defensa de la vida. Algo razonable, pero de complicada ejecuci¨®n. ?C¨®mo va a funcionar eso? No lo dijo. ?Qui¨¦n va a administrar eso? Tampoco lo dijo. Por eso digo que fue un discurso filos¨®fico. Un impresionante ensayo sobre el malestar global, con aciertos y algunos descaches. Sin embargo, para quienes lo vieron u oyeron quedaron m¨¢s preguntas que respuestas, siendo tal vez las m¨¢s importantes: ?y Colombia para donde va? ?Acaba de anunciar una suerte de revoluci¨®n o levantamiento popular en su pa¨ªs? Petro le habl¨® al mundo y entre muchas cosas algo anticip¨®: ha comenzado el fin. ?O no?
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