La desaparici¨®n de Melanie Cuchimba: Colombia prende las alertas frente al aumento del reclutamiento forzado de ni?as y ni?os
Claudia y Miguel llevan 41 d¨ªas sin ver a su hija, de 13 a?os, v¨ªctima de reclutamiento por parte de un grupo guerrillero en el municipio de La Plata, Huila. La Defensor¨ªa del Pueblo ha denunciado 190 casos en lo que va del a?o
¡°?Nosotros somos buenos padres, cierto?¡±, me pregunta Claudia Londo?o mordi¨¦ndose las u?as, con el rostro de su hija de 13 a?os y las letras de ¡°SE BUSCA¡± estampadas en la camiseta blanca que lleva puesta. Al lado, Miguel Cuchimba porta la misma prenda, pero en color lila, con la imagen de Melanie Scarlet Cuchimba Londo?o, la hija que ambos vieron por ¨²ltima vez hace 41 d¨ªas en La Plata, un pueblo c¨¢lido de Huila rodeado por monta?as en las fronteras del Cauca, al sur de Colombia. El pasado 6 de septiembre, los dos se quedaron con un ¨²ltimo recuerdo de la ni?a. La mam¨¢ le hizo el desayuno y la despidi¨® con la bendici¨®n cuando sali¨® para el colegio. El pap¨¢ la llev¨® en una motocicleta al Instituto Educativo T¨¦cnico Agr¨ªcola (IETA), le dio un abrazo y la vio entrar. Cinco horas despu¨¦s, el personal de la instituci¨®n le anunci¨® a la familia la desaparici¨®n de la estudiante. Un mes despu¨¦s, Naciones Unidas denunci¨® que Melanie, y otras siete ni?as en La Plata, fueron llevadas durante el mes de septiembre a la guerra: reclutadas para las filas de grupos armados guerrilleros. Puntualmente, para las filas del Estado Mayor Central.
¡°Estas ni?as tienen derecho a disfrutar de su ni?ez, a estar con sus familias¡±, dijo entonces la representante del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU en Colombia, quien mencion¨® el nombre de Melanie y otras ni?as. ¡°Pido a los actores armados liberarlas sanas y salvas¡±, a?adi¨®. Hasta este mi¨¦rcoles, Melanie sigue en manos de los armados.
El reclutamiento forzado infantil, un crimen de guerra en la legislaci¨®n nacional e internacional, ha sido un drama del conflicto colombiano desde hace varias d¨¦cadas, pero ha vuelto a repuntar de forma dram¨¢tica en el suroccidente del pa¨ªs, especialmente en el departamento del Cauca y sus municipios aleda?os, donde se ha agudizado la presencia de las disidencias guerrilleras. Seg¨²n datos de la Defensor¨ªa del Pueblo, entre enero y agosto se han registrado 190 casos de reclutamiento forzado en el pa¨ªs¡ªm¨¢s del 70% en esa zona del pa¨ªs¡ª.
En 2023, la Defensor¨ªa registr¨® una cifra dram¨¢tica de 302 casos a nivel nacional. Este aumento, el a?o pasado y este, contrasta dram¨¢ticamente con el 2021, cuando la Defensor¨ªa registr¨® 64 casos. En 2022, la cifra empez¨® a subir, con 168 casos registrados. La defensora del Pueblo, Iris Marin, considera que hay un subregistro del 30%, as¨ª que en todo caso son m¨¢s los ni?os y ni?as reclutados como Melanie.
¡°A las 11:30 llamaron a decirme que Melanie no hab¨ªa entrado a clases¡±, relata su mam¨¢, Claudia Londo?o, sobre el ¨²ltimo d¨ªa en que vio a su hija. Inmediatamente se fue al colegio para saber qu¨¦ hab¨ªa pasado. Despu¨¦s de varias conversaciones con estudiantes, unas compa?eras de su hija, que cursaba primero de bachillerato, le dijeron que Melanie se hab¨ªa ido de la mano con su amiga Leidy Lemeche, de 12 a?os, a las 7 de la ma?ana. Ambas ni?as se hab¨ªan escabullido sin dificultad del IETA, una instituci¨®n p¨²blica rural de 700 estudiantes que tiene un ¨¢rea de 320 hect¨¢reas con un solo vigilante en la puerta principal. ¡°Hemos pedido que se refuerce la seguridad¡±, cuenta Jimmy Hern¨¢ndez, rector de la instituci¨®n. A?ade que sabe de al menos otros cuatro intentos de las guerrillas por reclutar menores de la instituci¨®n.
Guiada por las estudiantes, Claudia Londo?o camin¨® unos 15 minutos monta?a arriba y encontr¨® algo que le congel¨® las entra?as: la maleta de su hija estaba abierta entre los matorrales, con los cuadernos y el buzo de la sudadera del colegio dentro. ¡°Yo sab¨ªa que eso no era nada bueno¡±, se?ala la madre. Con el morral de colores al hombro, Londo?o se devolvi¨® a casa y junto a Cuchimba esper¨® a Melanie. Ambos trataron de convencerse de que regresar¨ªa al final de la jornada escolar. ¡°Quer¨ªamos pensar que se hab¨ªa volado de clases con la amiguita y que iba a volver como si nada¡±, se?ala Cuchimba.
Pero esa peque?a esperanza se vino abajo r¨¢pidamente ese mismo viernes. La familia de Leidy, la amiga de Melanie que tambi¨¦n desapareci¨®, consigui¨® y comparti¨® con Cuchimba unos pantallazos de una conversaci¨®n de WhatsApp entre las dos ni?as y un hombre desconocido. En esta no hay detalles de c¨®mo se conocieron los tres, o qu¨¦ tipo de relaci¨®n ten¨ªan, pero el hombre les indic¨® que se quitaran el saco del uniforme de deportes antes de esperar a una moto que las recoger¨ªa. Para los padres de Melanie, el mensaje ambiguo era claro: en ese momento entendieron que su hija, y su amiga, fueron raptadas por las guerrillas.
¡°No era la primera vez que pasaba. Muchos ni?os desaparec¨ªan y los padres no dec¨ªan nada por miedo¡±, recalca Cuchimba desde su casa en la Plata, un pueblo colindante con veredas de paredes pintadas por las disidencias de las FARC, en las que la semana pasada dos polic¨ªas fueron asesinados en un enfrentamiento con los subversivos. Ante la duda de d¨®nde est¨¢n, o si se fueron por voluntad propia, Naciones Unidas ha aclarado varias veces que cuando se trata de menores de edad no existe el reclutamiento voluntario: es un reclutamiento forzado si los adultos seducen a los peque?os con dinero, amor o poder, porque siempre es un delito reclutar ni?os para la guerra.
¡°La distinci¨®n entre el reclutamiento ¡®voluntario¡¯ y el reclutamiento forzado carece de sentido, ya que, incluso en el caso de que los ni?os se sumen ¡®voluntariamente¡¯, se trata de un desesperado intento por sobrevivir¡±, ha dicho claramente Naciones Unidas. Los padres de Melanie solo piensan en rescatar a su hija de la guerra, as¨ª no entiendan c¨®mo fue el camino de la insurgencia hacia ella.
Al pasar los d¨ªas, las dudas sobre la actividad de las ni?as eran cada vez menores. La familia de Leidy recibi¨® una foto de su hija, de 12 a?os, con un traje oscuro de mangas camufladas. Las conversaciones y todas las pistas de los movimientos de las dos menores fueron entregadas a la seccional de Investigaci¨®n Criminal de la Polic¨ªa Nacional.
Por otro lado, los padres de Melanie decidieron ir a caminar por caser¨ªos del Cauca para encontrar a su hija. Antes de eso borraron de sus tel¨¦fonos todo lo relacionado con el caso: tem¨ªan que alg¨²n guerrillero en el Cauca pudiese confiscar y revisar los aparatos, y as¨ª enterarse de todas las pistas. ¡°Nos ¨ªbamos los dos a pegar carteles en las veredas donde hab¨ªamos escuchado que ellos estaban y le pregunt¨¢bamos a la gente¡±, se?ala el padre de familia.
Londo?o no tem¨ªa recorrer los cercos de la guerra con tal de volver a ver a la ni?a. ¡°Solo pensaba en encontrarla y pedirle a los que la tuvieran que nos la devolvieran¡±, resalta la madre. Los dos padres est¨¢n desempleados y dedicados por completo a recuperar a su hija. No est¨¢n juntos, pero vendieron lo poco que ten¨ªan para emprender su b¨²squeda, y ahora ambos viven en casa de la abuela paterna de Melanie. ¡°La plata no importa, pero mi hija s¨ª¡±, argumenta Londo?o, quien tiene sus cosas arrumadas en el dep¨®sito de la casa.
Mientras que la familia de Leidy Meleche lleva por su cuenta una b¨²squeda mucho m¨¢s discreta, la familia Cuchimba Londo?o convirti¨® el rostro de su hija en afiches, camisetas, pendones y letreros repartidos por todo el pueblo. Las ¨²ltimas fotos de su hija inundan las calles, su nombre se escuchaba todos los d¨ªas en las emisoras locales, su cara es s¨ªmbolo de oraciones en la iglesia y los n¨²meros de contacto de la familia est¨¢n al alcance de todos los lugare?os. ¡°Ya nos estafaron una vez¡±, lamenta Jazm¨ªn Cuchimba, t¨ªa de la ni?a.
Cuchimba ahora es en un padre conocido por la Polic¨ªa, el Ej¨¦rcito, el Instituto Colombiano de Bienestar familiar, la Fiscal¨ªa y hasta la Cruz Roja internacional y La Organizaci¨®n de Naciones Unidas. En sus redes sociales, cuenta los d¨ªas desde las desaparici¨®n de su hija.
No son los ¨²nicos
Los Cuchima Londo?o no son la ¨²nica familia afectada, pero s¨ª son los m¨¢s abiertos en los esfuerzos por encontrar a su ni?a. Diana Cruz, la madre de Leidy Meleche es una mujer callada que asegura que su hija ten¨ªa un car¨¢cter dif¨ªcil y responde con monos¨ªlabos sobre la desaparici¨®n. ¡°Uno no le dec¨ªa nada porque se pon¨ªa a pelear¡±, dice la madre. Lo poco que cuenta la mujer es que la busc¨® entre sus familiares y asegura que no ha tenido noticias de su paradero. ¡°Yo fui al Cabuyal (vereda cercana) donde un primo de ella a ver si estaba all¨¢, pero no. No sabemos d¨®nde est¨¢¡± dice.
Cruz recalca que ha asistido a las dos velatones que los Cuchimba Londo?o han convocado por lo sucedido con las ni?as y a?ade que su hija le dej¨® una carta de despedida, pero no cuenta sobre su contenido. ¡°La carta dec¨ªa me voy, me voy. No me acuerdo bien, la tiene la Polic¨ªa¡±, relata la madre. Por unos segundos se asoma la emoci¨®n en su rostro, y se limpia un ojo antes de que una l¨¢grima pueda caer. Casi no habla mientras muestra las pertenencias que Leidy dej¨® en el closet. La cama de la ni?a ya no est¨¢ en la habitaci¨®n.
A unos 10 minutos del hogar de los Lemeche, Nancy Candela lamenta la huida de su hija de 14 a?os, el pasado 16 de septiembre. Ella s¨ª tuvo claro que Mauren Ulchur Candela se fue para engrosar las filas de las disidencias de las FARC, porque sol¨ªa amenazarla con eso cuando peleaban. ¡°Dec¨ªa que se quer¨ªa ir para all¨¢ para ganar plata¡±, cuenta la madre con los ojos vac¨ªos, en una casa de ladrillos sin pintar y techos de zinc. Candela, oriunda de una vereda del Cauca llamada Palomas, sabe que la guerra no deja nada bueno. ¡°En donde yo viv¨ªa, los muchachos aparec¨ªan tirados en bolsas. All¨¢ solo aprenden a matar¡±, asegura Candela, que ha entregado el destino de su hija a Dios y a la Virgen.
A pesar de los consejos de su madre, Mauren se fue al frente detr¨¢s de las promesas de dinero. En la ¨²nica conversaci¨®n que tuvieron luego de su huida, la menor le dijo a Candela que de pronto iba a volver en tres a?os. Desde entonces, la madre sue?a con su hija, la ve en uniforme camuflado y cargando un fusil. No duerme esperando noticias y le env¨ªa a diario mensajes a sus redes sociales con oraciones y palabras de afecto que nadie responde. Le sorprende que la ambici¨®n de su hija, que se comparaba con sus amigos y familiares, fuera suficiente para nublar su futuro. ¡°El sue?o de ella era tener un Iphone y yo no se lo pod¨ªa dar¡±, indica, mientras observa a la madre de Melanie con una mirada c¨®mplice. Las dos mujeres se quedan calladas por un momento con los ojos en la nada.
Por ahora, Los Cuchimba Londo?o siguen esperando a Melanie en la casa. Tienen viva la esperanza, pues hace pocos d¨ªas recibieron informaci¨®n de alguien que les describi¨® con bastante detalle a su hija y dijo haber estado con ella en un campamento del frente Hernando Gonz¨¢lez Acosta, de las disidencias de las FARC. Los detalles de su testimonio no se pueden revelar por razones de seguridad, pero los Cuchimba Londo?o se sienten cada vez m¨¢s cerca de ver a Melanie. ¡°Yo creo que me la van a devolver o que ella va a aparecer¡±, asegura la madre.
Aunque ambos no paran de hacer planes, por momentos se callan y se pierden en la tristeza de la ausencia. Los dos se congelan en el tiempo con los ojos muertos como un par de almas en pena que van perdiendo la raz¨®n. Al final del d¨ªa, frente a un altar religioso con la foto de su hija, a Londo?o le tiemblan las piernas y me pregunta con una mirada t¨ªmida: ¡°?Nosotros somos buenos padres, cierto?¡±. Sin duda.
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