Seguridad sostenible, la alternativa a la mano dura de la que empieza a hablar Latinoam¨¦rica
La nueva ola de Gobiernos progresistas busca humanizar la Fuerza P¨²blica en un continente muy acostumbrado a la militarizaci¨®n. Esto pasa por priorizar la prevenci¨®n de conflictos y mejorar la fiscalizaci¨®n del abuso de autoridad
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Hace tres a?os que Nelson Gonzalo Iturriaga, chileno de 46 a?os, perdi¨® su ojo izquierdo en una protesta. Era jueves y hac¨ªa calor. Encendi¨® la televisi¨®n para seguir las noticias del estallido social que, como una olla a presi¨®n, explot¨® con la subida del precio del metro el 18 de octubre, y quiso unirse. Horas m¨¢s tarde, ¡°cientos de militares y carabineros se bajaron de las tanquetas y dispararon a mansalva, sin raz¨®n de nada¡±. Lo siguiente que recuerda es estar herido en un hospital. ¡°Era la segunda protesta a la que iba en mi vida¡±, cuenta por tel¨¦fono, ¡°pero me sent¨ª el enemigo. Ellos no me protegieron entonces ni me protegen ahora. ?C¨®mo voy a confiar en las autoridades?¡±.
El estallido social en Chile dej¨® 347 lesiones oculares y m¨¢s de 12.500 tratamientos de urgencia. En Colombia, el paro por el descontento con el Gobierno de Iv¨¢n Duque, que se extendi¨® de abril a diciembre de 2021, registr¨® 39 homicidios y 2.110 casos de violencia f¨ªsica cometidos presuntamente por miembros de la Fuerza P¨²blica. En 2020, seg¨²n el Foro Brasile?o de Seguridad P¨²blica, la polic¨ªa mat¨® a 6.416 personas en todo el pa¨ªs. El 78,9% de sus v¨ªctimas eran negros. En un af¨¢n por acabar con las pandillas de El Salvador, el operativo militar emprendido por el Gobierno de Nayib Bukele ha arrestado a decenas de miles de personas en un pa¨ªs de 6,5 millones de habitantes. Es raro el latinoamericano que no conozca el abuso de la autoridad o lo haya temido.
Los casos de corrupci¨®n y el uso desproporcionado de la fuerza en las Fuerzas Armadas no son una excepci¨®n en la regi¨®n. Y eso ha desembocado en un deterioro de la confianza que tiene en ellas la ciudadan¨ªa, sobre todo la m¨¢s joven. Seg¨²n el Bar¨®metro de las Am¨¦ricas, el 18,5% de los ciudadanos del continente cree poco o ¡°nada en absoluto¡± en ellas. Este porcentaje de recelo creci¨® un 4% en la ¨²ltima d¨¦cada. Aunque en 2010, ya uno de cada diez latinos no confiaba ¡°nada en absoluto¡± en estas instituciones. Los indicadores y el pulso social tras las manifestaciones han puesto en la agenda de varios Gobiernos progresistas de la regi¨®n un concepto que une dos ideas, hasta ahora, antag¨®nicas: la seguridad humana.
El t¨¦rmino est¨¢ a¨²n en construcci¨®n, pero no es nuevo. Para Catalina Ni?o, coordinadora de proyectos de la Fundaci¨®n Friedrich Ebert Stiftung, las claves pasan por fortalecer las actividades de prevenci¨®n, buscar una nueva mirada de la polic¨ªa al ciudadano y una gran lupa que apunte a los cuerpos de seguridad y fiscalice los abusos cometidos por ellos. ¡°Nos hemos acostumbrado a ver a las autoridades apenas con fines punitivos, sobre todo en barrios m¨¢s vulnerables. Nadie ve a un polic¨ªa patrullando normalmente. Y es raro que el ciudadano sienta alivio o protecci¨®n al verlo, al contrario: se asusta¡±, explica por tel¨¦fono la especialista en reformas en materia de seguridad en Am¨¦rica Latina. ¡°Generan todo lo contrario a lo que deber¨ªan. Y la impunidad es tan grande que la gente tiene la sensaci¨®n de que no existe la justicia¡±.
Quienes m¨¢s se asustan son los m¨¢s vulnerables: las personas que m¨¢s tienen que perder. ¡°Es imprescindible abordar este asunto teniendo en cuenta la interseccionalidad¡±, explica Marcos Robledo, ex subsecretario de Defensa de Chile y asesor de la Red latinoamericana de seguridad incluyente y sostenible. ¡°En la regi¨®n existe una fuerte cultura hacia la militarizaci¨®n y al policiamiento autoritario y los m¨¢s perjudicados siempre son poblaci¨®n migrante, ind¨ªgena y afro¡±. Los conflictos, la inseguridad, las instituciones d¨¦biles y el acceso limitado a la justicia contin¨²an suponiendo una grave amenaza. Es por ello que la seguridad humana es una de los pilares del 16¡ã objetivo de desarrollo sostenible, que promueve el estado de derecho.
En el caso de Brasil, las favelas han sido v¨ªctimas hist¨®ricamente de la brutalidad policial y la propia violencia del narcotr¨¢fico. Luiz In¨¢cio Lula da Silva, el reci¨¦n electo presidente de Brasil, tambi¨¦n prometi¨® la configuraci¨®n de un ministerio de Seguridad, la reorganizaci¨®n del sistema penitenciario y mejorar la formaci¨®n de las Fuerzas Armadas. ¡°(De ganar), no ser¨¢ la polic¨ªa la que resuelva los problemas de la comunidad¡±, dijo en campa?a el izquierdista en el Complexo Alem?o. El pasado mes de julio, una operaci¨®n de la Polic¨ªa Militar acab¨® con la vida de 22 personas en esta favela.
¡°Qued¨¦ con el recelo de pasar al lado de los Carabineros¡±
Cuando ocurri¨® el estallido en Chile, Iturriaga era supervisor de obras. Despu¨¦s de las protestas, no tuvo m¨¢s remedio que reinventarse y ahora es due?o de una empresa de serigraf¨ªa. ¡°Qued¨¦ con el recelo de pasar al lado de ellos. Y s¨ª, me da angustia volver a estar involucrado en alguna manifestaci¨®n, pero no me arrepiento¡±. Para Alejandra Luneke, doctora en sociolog¨ªa y experta en inseguridad urbana, no hay nada m¨¢s prioritario que ¡°recuperar la confianza institucional¡±. ¡°Estamos avanzando hacia el urbanismo militarizado. La soluci¨®n para pasar menos miedo en las urbes no puede ser enrejar las calles. Los ciudadanos ya temen demasiado la criminalidad, la violencia callejera... Los organismos p¨²blicos de defensa no pueden ser parte tambi¨¦n de esa lista¡±, lament¨® en el IV Congreso de Seguridad Incluyente y Sostenible, organizado en Santiago de Chile a finales de octubre. En esta convenci¨®n, que convoc¨® a expertos en el ¨¢rea de todo el continente, se abordaron los desaf¨ªos pendientes y se reflexion¨® sobre si est¨¢ o no el continente en una nueva Guerra Fr¨ªa.
En Chile, la Polic¨ªa siempre form¨® parte del Ministerio del Interior, hasta que en la dictadura militar (1973-1990) se incluy¨® en el de Defensa. Dos d¨¦cadas despu¨¦s del fin del r¨¦gimen de Augusto Pinochet, volvi¨® a la cartera inicial, con reformas muy superficiales en su estructura. El estallido social hizo que se encendieran todas las alarmas y el Gobierno de Gabriel Boric cre¨® una comisi¨®n para la reforma del Cuerpo de Carabineros y de la Polic¨ªa de Investigaciones que caminara en direcci¨®n a la seguridad humana. ¡°El cambio de reglamento que entrar¨¢ en vigencia para el proceso 2023 da cuenta de la diversidad y transversalidad que requiere la instituci¨®n policial en Chile¡±, dijo la entonces jefa del gabinete, Izkia Siches.
Algo similar planea Colombia, aunque a¨²n est¨¢ pendiente el primer paso: sacar de las competencias de Defensa a la Polic¨ªa. ¡°Es pr¨¢cticamente el ¨²nico pa¨ªs de la regi¨®n que no lo ha hecho a¨²n¡±, dice Robledo. La transparencia de la Polic¨ªa Nacional, solventar el problema del hacinamiento penitenciario y hacer que las autoridades reconozcan al ciudadano como un portador de derechos son algunas de las prioridades en esta materia del Gobierno de Gustavo Petro. El presidente colombiano llevaba un apartado al respecto en su programa electoral en el que ya mencionaba m¨¢s de 10 veces el concepto ¡°seguridad humana¡± y lo subrayaba como uno de los ¡°grandes desaf¨ªos¡±: ¡°Transformaremos el enfoque de la seguridad basada en la construcci¨®n y eliminaci¨®n del enemigo interno para pasar a una seguridad humana basada en la igualdad, la protecci¨®n de la soberan¨ªa nacional, la seguridad ciudadana, el cuidado de la vida y la naturaleza, aspectos desarrollados a lo largo de este Programa. Avanzaremos en la desmilitarizaci¨®n de la vida social¡±, apuntaba en su programa. ¡°La ciudadan¨ªa ya est¨¢ cansada de los m¨¦todos tan represivos. Hasta ahora, la respuesta f¨¢cil de los Estados y que da votos, son las pol¨ªticas de mano dura¡±, a?ade Ni?o.
Los retos de la seguridad humana son tan may¨²sculos como la urgencia. Pero las reivindicaciones sociales y la brutal respuesta de la Fuerza P¨²blica hicieron que cada vez sea menos soportable para la ciudadan¨ªa aguantar las negligencias del uniforme. ¡°El pueblo est¨¢ mucho m¨¢s vigilante¡±, explica la colombiana. ¡°Este podr¨ªa ser un buen momento para reescribir la relaci¨®n entre ambos¡±.
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