Escuela de guardianes: m¨¢s de mil j¨®venes para resguardar la ¡®Capilla Sixtina¡¯ de la Amazonia
El activista e influencer Pipe Q-ida ha reunido en San Jos¨¦ del Guaviare, Colombia, a j¨®venes para que se eduquen y se conviertan en protectores de Chiribiquete, un parque natural de m¨¢s de cuatro millones de hect¨¢reas que resguarda tesoros ancestrales
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Aunque Felipe Henao presenci¨® con gozo desde ni?o la deslumbrante y abigarrada naturaleza que circundaba su casa, en la puerta norte de la Amazon¨ªa colombiana, solo vino a enterarse de que ese inmenso y magn¨ªfico patio trasero en donde hab¨ªan transcurrido sus juegos infantiles era la frontera de una verdadera reliquia universal.
Era junio de 2018 y, por las radios del pueblo El Calamar, Guaviare, de no m¨¢s de 9.000 habitantes, solo pod¨ªa distinguirse entre la sofocante humedad una ¨²nica alharaca: la noticia de que la Unesco hab¨ªa declarado el Parque Nacional Serran¨ªa de Chiribiquete como patrimonio mixto de la humanidad. El parque ubicado entre los departamentos de Guaviare y Caquet¨¢, con el anuncio, pasaba adem¨¢s de tener casi 1,5 millones de hect¨¢reas a convertirse en un vasto terreno de cerca de 4,3. Y ah¨ª estaba ¨¦l, Pipe, como le conoc¨ªan sus amigos, el hijo de una generaci¨®n de colonos que vinieron del interior de Colombia alentados por el auge ganadero que arrasar¨ªa miles de hect¨¢reas de bosque del Amazonas, presenciando c¨®mo hasta los linderos de su pueblo se extend¨ªa ahora una tierra que ser¨ªa celebrada en el mundo entero como una reliquia ancestral y natural.
?Pero qu¨¦ era Chiribiquete? ?C¨®mo es que nadie, ni ¨¦l, alumno siempre curioso, sab¨ªa de la importancia de esta tierra? No era el nombre de un loro, ni de un ¨¢rbol, ni de un pueblo ind¨ªgena como muchos de los j¨®venes del pueblo cre¨ªan. Como lo describe el libro Chiribiquete: la maloka c¨®smica de los hombres jaguar, de Carlos Casta?o, el antrop¨®logo que descubri¨® este tesoro en mitad de la selva, esta era una tierra sagrada, de peregrinaci¨®n cham¨¢nica, el sitio arqueol¨®gico con evidencia humana m¨¢s antigua de Colombia, la tierra del jaguar, con mayor densidad de felinos en el pa¨ªs, un territorio inaccesible en donde paredes de piedras ostentaban cuadros de 100 metros de altura llenos de figuras, manos, espirales y escenas pintadas en ocre narrando las historias y los rituales del pasado. Ante el maravilloso descubrimiento del tesoro que ten¨ªan enfrente, Pipe, que desde sus 11 a?os hab¨ªa hecho activismo para cuidar la selva, se dio cuenta de que ten¨ªa una nueva e importante misi¨®n.
¡°Pensar que siete guardaparques -los asignados inicialmente por el Gobierno-, de los cuales cuatro hacen solo trabajos administrativos en el pueblo iban a poder proteger y cuidar un territorio de m¨¢s de cuatro millones de hect¨¢reas era una ilusi¨®n, era adem¨¢s una condena al fracaso de proteger el parque. Por eso nos acercamos a la instituci¨®n correspondiente, Parques Nacionales, para que nos formaran a nosotros. Qu¨¦ mejores guardianes que los que ¨¦ramos hijos de esas tierras. Pero ah¨ª no tuvimos respuesta, entonces decidimos nosotros, los j¨®venes, formarnos y convertirnos, sin aval de nadie, m¨¢s que de la comunidad, en los ¡®Guardianes de Chiribiquete¡¯¡±, explica Pipe, que ahora usa el poder de las redes sociales para expandir su trabajo, donde se hace llamar Pipe Q-ida. ¡°Quer¨ªamos ser la voz del territorio, del jaguar, promover la educaci¨®n ambiental. Porque esto, adem¨¢s de protegerlo con justicia y leyes, necesita de la educaci¨®n de sus pueblos. De nada sirve que en las ciudades les ense?en de los peligros de la deforestaci¨®n si aqu¨ª, en la selva, nadie sabe que eso tiene consecuencias. As¨ª como nos ense?aron en otras d¨¦cadas a acabar con la Amazonia para vivir, hoy debemos ense?ar a cuidar la Amazonia para sobrevivir¡±, explica el joven, que ahora tiene 28 a?os.
Pipe Q-ida y sus amigos, entre los que est¨¢n Andrea Rodr¨ªguez, William Tribales, Jhon Edwin, Jefferson Hilari¨®n crearon la ¡®Escuela de Guardianes de Chiribiquete¡¯, un programa de nueve sesiones que se imparte en los colegios de toda la zona. Hoy ya son m¨¢s de 1,000 j¨®venes en todo el territorio los que han pasado por los cursos en donde se ense?a la relevancia del Amazonas o las bondades ambientales de mantener virgen Chiribiquete, que es de donde se desprende, por ejemplo, el 60% del agua superficial del r¨ªo Amazonas. Pero adem¨¢s, se les entrena en activismo, tratados y acuerdos internacionales, liderazgo, y en una herramienta esencial, la comunicaci¨®n, fundamental para captar la atenci¨®n de m¨¢s j¨®venes. ¡°Nos llaman los influencers de la selva¡±, dice con gracia y con una elocuencia casi radial Pipe que, a fuerza de usar las redes sociales para sus programas educativos, siente que el destino de ser ganadero, cultivar coca o palma, ya no es el ¨²nico futuro que se le dibuja a los j¨®venes de esta zona amaz¨®nica. ¡°Ahora ven que hay una posibilidad de vivir protegiendo su mayor arraigo, el territorio, y, adem¨¢s, ser reconocidos por eso¡±, dice.
La tarea, sin embargo, es mucho m¨¢s compleja de lo que se puede ya intuir por la vastedad de la manigua. Seg¨²n un art¨ªculo de la Fundaci¨®n para la Conservaci¨®n y Desarrollo Sostenible (FCDS), la explotaci¨®n ganadera del piedemonte Amaz¨®nico se acentu¨® despu¨¦s de 2015, tras la firma de los acuerdos de paz que llevaron a la desmovilizaci¨®n de los grupos armados que hac¨ªan que estos fueran territorios inestables y peligrosos. En cierto modo, su salida abri¨® la puerta de los territorios para ser explotados, adem¨¢s de la reconversi¨®n, de manos del Estado, de muchos cultivadores ilegales de coca en ganaderos. En solo cuatro a?os, asegura la organizaci¨®n, la ganader¨ªa aument¨® un 77% en la zona.
Enfrentarse a estos viejos sistemas econ¨®micos apalancados por grandes poderes pol¨ªticos no le hacen la tarea f¨¢cil a los j¨®venes activistas. ¡°Somos voluntarios que estamos dispuestos a poner nuestro conocimiento, tiempo o mano de obra al servicio de ayudar a cuidar la selva. Y por eso, nos enfrentamos a todo, desde proteger nuestra vida, siempre amenazada por insistir en seguir trabajando en el cuidado de la selva, hasta la frustraci¨®n de no tener el dinero para salvar los ecosistemas que vemos en riesgo, pasando por nuestras propias luchas internas contra nuestros sue?os econ¨®micos. Yo tengo 28 a?os, deber¨ªa tener una casa y he cambiado esa casa por un sue?o comunitario¡±, explica Pipe Q-ida.
Desde su experiencia en las aulas, su intercambio con investigadores que llegan de todo el mundo, y con la selva misma, la Escuela de Guardianes de Chiribiquete reconoce cinco riesgos inminentes para el parque nacional. El m¨¢s preocupante parece ser la apropiaci¨®n ilegal de tierras que, por ley, nadie deber¨ªa poseer, pero sobre las que hay ya pugnas por t¨ªtulos ilegales que otorgan un derecho de posesi¨®n. ¡°El problema es que el que se apropia, deforesta, luego mete ganado o coca y luego busca una fuente de agua para entrar turismo¡±, sentencia tajantemente Pipe, que se ha enfocado en propagar en sus programas educativos los altos costos para la humanidad de esta apropiaci¨®n ilegal. ¡°Necesitamos convocar a guardianes de Chiribiquete en todas partes del mundo, porque este parque es tan grande, es tan relevante, es tan complejo, que no lo pueden cuidar solo los colombianos. El deber es de la humanidad¡±.
Para hacerle frente al tema de la deforestaci¨®n, que solo en el ¨²ltimo a?o alcanz¨® las 20.000 hect¨¢reas, Pipe y su s¨¦quito de entusiastas guardianes hacen, para la graduaci¨®n de su programa, una jornada de reforestaci¨®n de ¨¢reas afectadas que la misma comunidad elige. Gracias a donaciones, reciben arbolitos de moriche, abarco, cedro, cabo de hacha, especies nativas que pueden ayudar a restaurar el equilibrio de la selva. ¡°Nuestro sue?o ahora es comprar una tierrita para tener nuestro propio vivero en donde crecer especies end¨¦micas y en donde podamos recibir expertos y profesores de todo el mundo que nos vengan a ense?ar m¨¢s herramientas para proteger este para¨ªso que, para que se lo imaginen, es como la pel¨ªcula ¡®Avatar¡¯, lleno de esas mesetas verticales que parecen flotar en el cielo y que se llaman tepuyes, as¨ª, pero en la vida real¡±, explica el activista.
Pero si es dif¨ªcil su lucha contra los ganaderos, que a su vez no quieren ser estigmatizados como malas personas por hacer lo que han hecho toda la vida, igual de retadora ha resultado la labor de mantener el turismo nacional y, sobre todo, extranjero alejados del parque. El parque Nacional Serran¨ªa de Chribiquete no se puede visitar, est¨¢ resguardado de toda visita humana y, sin embargo, al pueblo El Calamar, una de las puertas de este resguardo, no para de llegar gente que quiere conocer lo que los expertos han bautizado como la Capilla Sixtina de la ancestralidad. Para ellos, los tentados a conocer estas tierras, Pipe tiene un mensaje muy contundente: ¡°Este es un para¨ªso que de verdad invito a que NO conozcan. Chiribiquete no se visita, solo se respira, porque su poder est¨¢ en el aire. Vengan a San Jos¨¦ del Guaviare que hay todo lo que hay en Chiribiquete, pero en una escala menor: pinturas rupestres, comunidades ind¨ªgenas, tepuyes, selva, felinos, r¨ªos, cascadas, y con acceso al p¨²blico. Pero el parque es el parque y hay que dejarlo as¨ª si queremos que otras generaciones lo respiren¡±.
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