Latinoam¨¦rica se sube a la utop¨ªa del urbanismo feminista
Las ciudades del continente americano son machistas. La planificaci¨®n territorial con perspectiva de g¨¦nero son su remedio
EL PA?S ofrece en abierto la secci¨®n Am¨¦rica Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscr¨ªbete aqu¨ª.
Imagine: Est¨¢ usted caminando por la vereda de una ciudad cualquiera una tarde de verano. Sobre su cuero cabelludo incide un rayo solar. El term¨®metro marca m¨¢s de 30 grados. Busca el lado sombr¨ªo de la v¨ªa, pero cada ¨¢rbol est¨¢ a 200 metros. Su temperatura corporal aumenta al empujar durante m¨¢s de un kil¨®metro un carrito de beb¨¦ de unos diez kilos. No hay rampas, as¨ª que en cada esquina se esfuerza por bajar y subir sin golpear el cuerpo fr¨¢gil de la criatura que transporta. Debe evitar ser embestido al cruzar las anchas calles que privilegian el tr¨¢fico. Llega a la parada de autob¨²s. Espera entre 10 y 20 minutos. Cuando llega, est¨¢ repleto. Tiene 30 segundos para subir el cochecito por las empinadas escaleras. Desabrocha al cr¨ªo, lo alza en brazos con una mano y con la otra intenta plegar el cochecito para subirlo. Una vez arriba, libera una mano en busca del boleto. Abre las piernas para no perder el equilibrio porque el veh¨ªculo retoma la marcha y la inercia lo empuja violentamente hacia atr¨¢s. Logra pagar y desplazarse por el pasillo del transporte hasta un asiento que un sensible pasajero le cede. Las circunstancias se repiten en cada parada. Habr¨¢ varias porque debe llegar a tiempo a la cita con el pediatra, hacer las compras para la cena, pasar por la farmacia y regresar a su hogar antes de que est¨¦ demasiado oscuro y se apodere de usted un temor irrefrenable a sufrir un asalto o una violaci¨®n en cualquiera de los rincones oscuros y desolados de su recorrido.
La secuencia podr¨ªa resultar inveros¨ªmil para un ciudadano, pero familiar para una ciudadana. Escenas semejantes son descritas por la doctora en filosof¨ªa Leslie Kern en el libro Ciudad Feminista (2019) subtitulado La lucha por el espacio en un mundo dise?ado por hombres. Es el patr¨®n que une a muchas urbes modernas nacidas a fines del siglo XIX proyectadas bajo el paradigma patriarcal y capitalista. ¡°Toda la planificaci¨®n urbana parte de un conjunto de presupuestos acerca del habitante urbano ¡®t¨ªpico¡¯: sus viajes diarios, sus planes, sus necesidades, sus deseos y sus valores. Qu¨¦ sorpresa: ese ciudadano es var¨®n. Es marido, padre y sost¨¦n de familia; no tiene discapacidades; es heterosexual, blanco y cisg¨¦nero¡±, sentencia Kern en su escrito. Esta profesora de geograf¨ªa, medio ambiente y directora de estudios sobre mujeres y g¨¦nero en la universidad de Mount Allison de Sackville, en Canad¨¢, subraya lo que varios estudios demuestran: que el trazado de los viajes de las mujeres es m¨¢s complejo que el de los hombres porque, simplemente, se ocupan de m¨¢s cosas. Por eso, sus trayectos son poligonales. Los masculinos, en cambio, pendulares. De casa al trabajo y del trabajo a casa. Una l¨®gica meramente productiva.
Las mujeres caminan y usan el autob¨²s m¨¢s que los varones, que acaparan el uso del autom¨®vil. Muchas veces, cuando ellas no est¨¢n en casa limpiando, cocinando o cuidando de la familia, est¨¢n haciendo recados con varias paradas. A pesar de que en Am¨¦rica Latina y el Caribe m¨¢s del 50% de quienes usan el transporte p¨²blico son mujeres, los recorridos de ese servicio est¨¢n regidos por el desplazamiento pendular masculino. As¨ª lo muestra un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo de 2016 citado en el Manual para la planificaci¨®n y dise?o urbano con perspectiva de g¨¦nero del Banco Mundial. Este trabajo apunta, adem¨¢s, que por sus trazados poligonales y la inseguridad a la que se exponen, las mujeres gastan m¨¢s tiempo y dinero en trasladarse, lo que agrava su situaci¨®n econ¨®mica. El diagn¨®stico sobre g¨¦nero y movilidad es el mismo en casi todo el mundo: la divisi¨®n sexual del trabajo deja huellas de desigualdad en el mapa.
La carga de los cuidados
El peso est¨¢ en las tareas de cuidado. En ning¨²n pa¨ªs existe igualdad en su distribuci¨®n. Seg¨²n un informe de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), esas labores no remuneradas constituyen el principal obst¨¢culo para la participaci¨®n de las mujeres en los mercados de trabajo. No tienen tiempo para conseguir ingresos porque trabajan gratis en sus casas para sus familias. En 2018, seg¨²n ese estudio ¡ªel ¨²ltimo disponible¡ª esa era la realidad de 606 millones de mujeres en el mundo en edad laboral. Los varones excluidos del mercado, en cambio, eran 41 millones y sus razones eran ¡°estar estudiando, enfermo o discapacitado¡±.
Esa sobrecarga puede medirse con reloj. Incluso entre las que perciben ingresos, las mujeres dedican 4 horas y 25 minutos diarios al trabajo no remunerado mientras que los varones emplean apenas 1 hora y 23 minutos. Estas (y otras) desigualdades de g¨¦nero se reflejan tambi¨¦n en el espacio. De eso se ocupa el urbanismo feminista.
Para la doctora en Ciencias Sociales Natalia Czytajlo, especializada en h¨¢bitat, g¨¦nero y ciudad e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Cient¨ªficas y T¨¦cnicas de Argentina (CONICET), las ciudades ¡°no siempre est¨¢n pensadas para mejorar la vida de las personas¡±. Seg¨²n la arquitecta tucumana, la agenda urbana es la de la producci¨®n y no la de la calidad de vida de las personas, en la que ¡°prevalece una perspectiva racionalista, con l¨ªneas rectas donde no se priorizan los espacios de encuentro y predomina el autom¨®vil¡±. Czytajlo hace sus investigaciones con esa perspectiva difundida en Estados Unidos y el norte de Europa en la d¨¦cada de los 60, que tuvo como referente a la periodista y activista Jane Jacobs, autora de Muerte y vida de la grandes ciudades (1961).
Esa mixtura no casual. ¡°Las disciplinas m¨¢s espaciales como la geograf¨ªa, la arquitectura y el urbanismo son las m¨¢s tard¨ªas en incorporar estos indicadores porque la sociolog¨ªa, por ejemplo, cuenta con herramientas espec¨ªficas como la del uso del tiempo, que desarrolla la espa?ola Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n, que permiten probar que el uso del tiempo es desigual¡±, explica la investigadora. ¡°Esas herramientas empiezan a permear el campo del conocimiento de la geograf¨ªa, del urbanismo porque se comienza a trabajar la idea de que la ciudad es un objeto de estudio interdisciplinar en el que las mujeres han sido omitidas, por lo que no pod¨ªa ser estudiada solo por arquitectos¡±.
En Am¨¦rica Latina, esta perspectiva est¨¢ presionando desde la teor¨ªa un cambio en la pr¨¢ctica. Las investigadoras esperan que los datos y conocimientos que producen generen cambios en el corto plazo en las pol¨ªticas p¨²blicas que asumen los gobiernos. Por ejemplo, la Red Mujer y H¨¢bitat re¨²ne los esfuerzos de 13 pa¨ªses de la regi¨®n. Y Czytajlo participa en dos proyectos que est¨¢n mostrando resultados como la Red contra el acoso callejero, que crea espacios de resguardo inmediato y trayectos seguros para las mujeres en la localidad tucumana de Taf¨ª Viejo, y el mapeo de las zonas m¨¢s vulnerables que requirieron atenci¨®n urgente durante la ¨²ltima pandemia por la covid19.
El problema es transversal. El entramado de las ciudades modernas excluye a las mujeres de los ejes fundamentales del urbanismo, como lo son el espacio p¨²blico, los equipamientos urbanos y los espacios verdes. E, incluso, los hacen lugares de riesgo. ¡°Hay un mont¨®n de trabajos que muestran problemas espec¨ªficos, como la violencia y la percepci¨®n de inseguridad. En Argentina, por ejemplo, reci¨¦n en 2019 se tipifica como delito el acoso callejero. Antes exist¨ªa la violencia intrafamiliar o dom¨¦stica contra las mujeres, pero la violencia en el espacio p¨²blico no era reconocida penalmente¡±, aclara Czytajlo.
En cuanto al equipamiento urbano, no existe mucha perspectiva feminista, aunque hay algunas excepciones. ¡°La experiencia de Bogot¨¢ es paradigm¨¢tica. Emprendieron un proceso de institucionalizaci¨®n de la agenda de los cuidados e incluyeron la participaci¨®n de los movimientos de mujeres en las pol¨ªticas p¨²blicas¡±, cuenta Czytajlo. As¨ª se crearon espacios que cuidan a quienes cuidan. En estos equipamientos, bautizados como las Manzanas de Cuidado, las mujeres pueden descansar, estudiar, distenderse o recibir atenci¨®n psicol¨®gica y jur¨ªdica, lo que beneficia especialmente a las v¨ªctimas de violencia. ¡°Hay otras iniciativas valiosas en Chile y Argentina que buscan identificar qu¨¦ equipamientos urbanos son necesarios para atender los cuidados y qu¨¦ demandas hay al respecto. No solo en relaci¨®n a menores, sino en una poblaci¨®n cada vez m¨¢s envejecida. Porque en alg¨²n momento todas nos convertimos en cuidadoras o en sujetos de cuidados. Seamos o no madres¡±, apunta la urbanista argentina.
La inclusi¨®n tiene cara de mujer
Una ciudad feminista es una ciudad inclusiva en general. Calles con aceras m¨¢s anchas en las que se reduce la movilidad del autom¨®vil, m¨¢s arboles, bancos para descansar, bebederos de agua, cestos de basura en las esquinas, rampas, iluminaci¨®n, espacios abiertos y de socializaci¨®n. Facilitar la vida urbana de las cuidadoras es facilitar la vida de quienes son cuidados: ancianos, personas con discapacidad, beb¨¦s y ni?os. Para Czytajlo, el objetivo es la salud y el problema, el sistema.
Las ciudades modernas son inc¨®modas tambi¨¦n para las nuevas masculinidades. Las zonas industriales no contemplan espacios de cuidados para los hijos peque?os de los trabajadores o sus familiares con necesidades especiales y suelen carecer de espacios verdes biodiversos.
La feminizaci¨®n de las ciudades necesita, a la vez, de una transformaci¨®n ecol¨®gica. Se trata de defender una idea de ciudad que favorezca la reproducci¨®n de la vida en todas sus formas y la sostenga con una calidad de vida digna. ¡°Se necesita mayor inversi¨®n en nuevas tecnolog¨ªas y formas de producci¨®n amigables con la naturaleza y la vida¡±, asegura la urbanista, que integra la l¨ªnea de investigaci¨®n urbanismo, arquitecturas y dise?o feministas coordinada por la reconocida arquitecta argentina Ana Fal¨², asesora en g¨¦nero en ONU H¨¢bitat.
Una ciudad feminista, sostiene Kern en su libro, ¡°debe ser una ciudad en la que se desmantelen las barreras ¡ªf¨ªsicas y sociales¡ª, donde todos los cuerpos sean bienvenidos y tengan lugar¡±. Con foco en el cuidado, ¡°pero no porque las mujeres deban seguir siendo sus principales responsables, sino porque la ciudad es capaz de distribuir el trabajo de cuidado de forma m¨¢s pareja¡±.
?C¨®mo iniciar el cambio? La escala m¨¢s factible, para Czytajlo, es el barrio. ¡°Ah¨ª es posible pensar de otro modo, con el accionar comunitario y sus necesidades reconocidas¡±. Ahora deje de imaginar y observe ?Es su ciudad una ciudad feminista?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.