El club de rugby argentino que apuesta por la diversidad sexual para transformar el deporte
Es el primero en su tipo en Am¨¦rica Latina. Busca vencer la homofobia y generar un cambio a partir de la formaci¨®n de atletas en derechos humanos
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Es un domingo de vitalidad luminosa en el Parque Manuel Belgrano. Por la puerta de ingreso se anuncian ciclistas, futbolistas y tenistas, que llegan para disfrutar de un d¨ªa precioso en uno de los grandes centros deportivos de Buenos Aires.
Detr¨¢s de unos galpones y despu¨¦s de las parrillas que en unas horas estar¨¢n humeantes y llenas de asado, se ven de lejos los tres postes en forma de H de una cancha de rugby. El entrenador da instrucciones a un grupo de 20 jugadores, que comienzan con una entrada en calor. La escena se podr¨ªa repetir en cualquiera de los 574 clubes registrados por Uni¨®n Argentina de Rugby (UAR).
Pero ¨¦ste tiene una particularidad que lo hace ¨²nico. Sus jugadores llevan una camiseta rosa, pantal¨®n azul y medias con los colores de la bandera LGBT. Los deportistas que est¨¢n corriendo ahora detr¨¢s de una pelota ovalada forman parte de Ciervos Pampas Rugby Club, el primer club de rugby de diversidad sexual de Latinoam¨¦rica. ¡°Un espacio libre de homofobia, comprometido con los derechos humanos de la comunidad LGBTI+¡±, se definen.
Naci¨® hace diez a?os con la idea de convertirse en un espacio seguro para el colectivo gay y hace un lustro se convirti¨® en un club de rugby, que hoy tiene unos 40 integrantes. ¡°A partir de la creaci¨®n comienzan a surgir muchas demandas vinculadas con el deporte, que todos sabemos es m¨¢s que la actividad f¨ªsica. Y otras al desarrollo de espacios no hegem¨®nicos. Vivimos tres momentos: el de la contenci¨®n, el de la inclusi¨®n y luego empezamos a hacer pol¨ªtica, en el sentido de reivindicar los cambios de nuestra propuesta deportiva. En definitiva estamos hablando de que el deporte tiene que ser un derecho para todos y no un privilegio de algunos¡±, dijo Caio Varela, presidente del club.
La iniciativa naci¨® en reuniones de la Asociaci¨®n Deportiva Amateur por la Inclusi¨®n, donde se practican varias disciplinas. Hay quienes propusieron f¨²tbol y otros expresaron su deseo de ¡°agarrar la pelota con las manos¡±. Con el impulso de algunos que hab¨ªan practicado rugby, el club se fue forjando y sumando a novios y amigos de los primeros creadores. Cuando lleg¨® la hora de ponerle nombre, surgi¨® Pampas por una referencia al paisaje de llanuras del centro de Buenos Aires. Una cuesti¨®n de registro intelectual los oblig¨® a agregar la palabra Ciervo.
¡°El ciervo empuja con sus astas y encontramos algo simb¨®lico ah¨ª. Tambi¨¦n solemos vincularlo con Bambi. Hay algo medio marica en el ciervo. Y eso nos gusta¡±, dice Varela, con una sonrisa.
Con el tiempo lleg¨® la convocatoria abierta porque el rugby necesita, al menos, 15 jugadores para entrar a una cancha y otros tantos para completar un entrenamiento. Al tiempo jugaron su primer partido. Y al otro tiempo se sumaron a un torneo organizado por la UAR. La sola presencia de Ciervos Pampas era un desaf¨ªo a ciertas normas que nadie discut¨ªa en ese deporte.
¡°Ese discurso que es dado como verdad dice que ten¨¦s que ser heterosexual, con una determinada postura del cuerpo, con ciertas frases, con ideario de var¨®n¡ Hay un mont¨®n de compa?eros gays, bisexuales y no binarios que no tienen lugar en los clubes tradicionales. ?Para qu¨¦ van a ir ah¨ª? Hay un ideario impuesto por el rugby hegem¨®nico que es violento, machista, clasista...¡±, agrega Varela.
De esa manera, el estar en la cancha con su identidad, con su bandera multicolor y con su nombre, signific¨® una peque?a revoluci¨®n en el mundo del rugby argentino. Un cambio que no s¨®lo se ejercita adentro del campo sino tambi¨¦n en instancias de formaci¨®n que ofrece el club, como la Escuela de G¨¦nero, Deporte y Derechos Humanos. Y un protocolo claro sobre situaciones de acoso y violencia sexual.
Muchas de las situaciones violentas y propias del rugby tradicional y machista surgen en los partidos de Ciervos Pampas con otros clubes que no son diversos. Ah¨ª en el c¨¦sped, en la competencia de un deporte de contacto, afloran los odios y los dichos hirientes de los rivales, que ellos intentan no responder.
¡°Es muy divertido cuando jugamos con otros equipos porque usamos colores muy vistosos. Lo primero que ven los rivales es una marea de putos con camisetas rosa, aunque en nuestro equipo hay chicos que son heterosexuales. En alg¨²n momento, cuando nos convierten un try (un punto), nosotros nos damos aliento diciendo: ¡®?Vamos putos! ?Vamos chicas!¡¯ Es una forma de aceptar lo que estamos haciendo con el deporte y desde una mirada pol¨ªtica. Y tambi¨¦n les decimos a los rivales que el problema es de ellos si se sienten inc¨®modos. Ah¨ª juega el prejuicio de la otra persona¡±, dijo Jonathan Fonseca, capit¨¢n del equipo, quien descubri¨® al club en una Marcha del Orgullo.
Desde el club, la directiva a los jugadores es no responder a esa violencia. ¡°S¨ª hubo un partido en el que realizamos una denuncia por un ataque homof¨®bico puntual ante la URBA (Uni¨®n de Rugby de Buenos Aires). El ¨¢rbitro no registr¨® esa situaci¨®n de violencia ni las tarjetas amarillas y rojas¡±, ampli¨® Varela.
Juan Agust¨ªn Grabher conoce bien c¨®mo son los clubes tradicionales de rugby. Comenz¨® a jugar a los 14 a?os y estuvo m¨¢s de cinco en el Club Almafuerte de Ciudad Evita en la provincia de Buenos Aires. Cuenta que al principio no se daba cuenta de ciertas actitudes y comentarios; s¨®lo con la distancia logr¨® perspectiva y pudo comparar las experiencias en aquel club y en Ciervos Pampas, que hoy integra.
¡°Eran situaciones de micromachismo. Por ejemplo, tomar al rugby femenino como algo menor y despreciar su trabajo. Un mal pase, para ellos, era un ¡®pase de nena¡¯. Te dec¨ªan que corras como hombre o que al rival le ¨ªbamos a romper el culo. En ese momento lo naturalizaba bastante. Cuando te met¨¦s en la cuesti¨®n militante, te das cuenta de que hay diversas posibilidades de ser deportista. Y que quiz¨¢s un pase de mujer puede ser un buen pase¡±, dijo Grabher.
La idea de inclusi¨®n establece una relaci¨®n de poder entre quienes incluyen y aquellos que son incluidos. El jugador de Ciervos Pampas -y todo el club- habla de un cambio radical. ¡°Queremos transformar el deporte. No me refiero a cambiar las reglas sino a que las cosas sean distintas. Ni elitista, ni mis¨®gino, ni homof¨®bico ni transf¨®bico. El deporte tiene que ser un disfrute y un derecho. Es por lo que venimos trabajando desde Ciervos¡±, agreg¨®.
Los bautismos en los clubes de rugby son una tradici¨®n, aunque hay directivas de la UAR y de las uniones de rugby de prohibirlos. Esos ritos no son otra cosa que hechos de violencia, humillaci¨®n y abusos disfrazados de ¡°costumbres¡± que tienen como destinatarios a los nuevos jugadores. Grabher recuerda que en su antiguo club, en la categor¨ªa Menores de 19 a?os, el rito era tocarle el culo a todos sus compa?eros despu¨¦s de un partido. ¡°Est¨¢s haciendo algo en contra de tu voluntad. Es violent¨ªsimo y no es lo m¨¢s grave que sucedi¨® comparado con otras situaciones¡±, recuerda.
Ciervos Pampas rompe con esa pr¨¢ctica con otro tipo de bienvenida; un peque?o gesto de hermandad tan sencillo como cari?oso. ¡°Nosotros seguimos haciendo el bautismo. ?Sab¨¦s en qu¨¦ consiste? Un abrazo colectivo al que juega por primera vez. Lo hacemos porque sabemos que te pasan 500 cosas por la cabeza cuando entr¨¢s a la cancha con las medias con los colores de la bandera LGBT. Y est¨¢s ocupando un lugar en el que hist¨®ricamente te dijeron que no pod¨ªas estar. Hay un mont¨®n de gente que quiere transformar el deporte¡±, define Varela.
Cuando el entrenamiento termina, los jugadores de Ciervos Pampas se re¨²nen debajo de un ¨¢rbol. El presidente cuenta que buscan ampliar los horizontes e incluir nuevos deportes. Alguien comienza a prender fuego y cocinan unas hamburguesas para el tercer tiempo, la tradici¨®n del rugby en la que los rivales se re¨²nen para compartir una comida y una bebida. Hay una sinfon¨ªa de entrecasa en esas charlas, en las risas y en el comentario de alguien sobre el recital de anoche de Lali Esp¨®sito, la cantante pop y nuevo ¨ªcono gay. Vuelve la imagen del abrazo, del amor como bandera y motor de cambio.
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