La muerte de unas jirafas importadas de Sud¨¢frica reabre el debate sobre el papel de los zool¨®gicos en Brasil
El BioParque de R¨ªo de Janeiro compr¨® 18 jirafas, pero la muerte de cuatro de ellas destap¨® lo que la polic¨ªa considera un caso evidente de tr¨¢fico internacional de animales salvajes
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El BioParque de R¨ªo de Janeiro, como se conoce al antiguo zool¨®gico de la ciudad, es un peque?o recinto donde conviven m¨¢s de mil animales de 140 especies diferentes. Entre ellas no est¨¢n las jirafas, a pesar de que la parte dedicada a la fauna africana tiene especial protagonismo. Detr¨¢s de esta ausencia se esconde una tr¨¢gica historia que incluye cuatro muertes y una red internacional de tr¨¢fico de animales, y que contrasta con la imagen de sostenibilidad y respeto a los animales que intenta proyectar este espacio.
El destartalado zoo que generaciones de cariocas recordaban por sus tristes jaulas y sus animales solitarios se metamorfose¨® en el renovado BioParque hace dos a?os. Dej¨® de ser administrado por el Ayuntamiento y pas¨® a manos de una empresa privada (el grupo Cataratas): dijo adi¨®s a las rejas y jaulas tradicionales, en la l¨ªnea de otros zoos en todo el mundo, y se moderniz¨® con barreras naturales y espacios m¨¢s amplios para la fauna. Pero esa nueva filosof¨ªa no pasaba por renunciar a las grandes estrellas de la sabana africana. En noviembre de 2021, el BioParque cerr¨® una operaci¨®n para importar 18 jirafas desde Sud¨¢frica.
Tras un largo vuelo de m¨¢s de diez horas encerradas en cajas, fueron trasladadas al safari Portobello, en un resort de Mangaratiba, una ciudad tur¨ªstica a 100 km al sur de R¨ªo, donde pasar¨ªan la cuarentena antes de su emplazamiento definitivo en el zoo. Ah¨ª empez¨® el verdadero viacrucis de los animales. Las jirafas fueron separadas en grupos de tres y encerradas en recintos cubiertos de apenas 30 metros cuadrados, donde no llegaba la luz del sol. Tras un mes en esas condiciones, seis de las jirafas lograron escapar. Fueron reconducidas al recinto, de forma bastante violenta, y tres murieron en las horas siguientes por ¡°miopat¨ªa por captura¡±, seg¨²n reconoce el BioParque en una nota remitida a este diario. Se trata del estr¨¦s extremo provocado por la inmovilizaci¨®n. El informe policial cita hematomas, lesiones pulmonares y co¨¢gulos cardiacos. Los animales fueron r¨¢pidamente enterrados, sin respetar el procedimiento legal correspondiente. El caso empez¨® a levantar sospechas y fue cuando la polic¨ªa destap¨® todo.
Todas las jirafas eran menores de dos a?os y fueron retiradas de la naturaleza, seg¨²n consta en el informe de la Polic¨ªa Federal al que tuvo acceso EL PA?S. El BioParque lo niega y asegura que proced¨ªan de ¡°una hacienda de manejo sostenible aprobada por los ¨®rganos oficiales del Gobierno de Sud¨¢frica¡±. Para que las jirafas llegaran a Brasil hizo falta la complicidad de funcionarios p¨²blicos de Medio Ambiente que, seg¨²n la investigaci¨®n, hicieron la vista gorda ante las irregularidades del proceso. El extenso informe policial concluye de forma demoledora: ¡°Se trata del mayor caso de tr¨¢fico de animales silvestres de la historia de Brasil, donde el mayor bien jur¨ªdico tutelado es la vida y el bienestar del animal, que fue y contin¨²a siendo violado, puesto que el resto de animales arrancados de su vida libre en la naturaleza africana contin¨²an aprisionados¡±.
Para la activista del F¨®rum Animal Ana Paula Vasconcelos, que present¨® una demanda judicial cuando el caso salt¨® a la prensa local, el proceso estaba lleno de anomal¨ªas desde el principio. ¡°El proyecto de conservaci¨®n que alegaron no se sostiene. Ni siquiera sab¨ªan qu¨¦ subespecie eran, si ten¨ªan consanguinidad¡¡±, recuerda. Para facilitar la operaci¨®n ante las autoridades brasile?as, el BioParque incluso aleg¨® que ten¨ªa un convenio con la Giraffe Conservation Foundation, la organizaci¨®n de referencia en protecci¨®n de la especie, algo que esta entidad neg¨® tajantemente. Hay indicios de que las 18 jirafas iban a ser revendidas a otros zoos brasile?os. ¡°Nadie importa 18 jirafas para colocarlas en un solo zoo, son muchas, es algo fuera de lo com¨²n¡±, se?ala Vasconcelos. La operaci¨®n movi¨® seis millones de reales (1,2 millones de d¨®lares, 1,1 millones de euros).
La cuarta jirafa falleci¨® a mediados de julio. Seg¨²n los propietarios, la muerte fue provocada por ¡°acidez l¨¢ctica ruminal¡±, una enfermedad que se da por la ingesta excesiva de los carbohidratos que hay en granos como el ma¨ªz. La falta de una dieta equilibrada podr¨ªa estar detr¨¢s de la ¨²ltima baja. Ahora, el destino de las 14 jirafas que quedan vivas es incierto.
En los pr¨®ximos d¨ªas, el F¨®rum Animal presentar¨¢ un recurso para que el BioParque pierda su propiedad sobre ellas. De momento siguen en el resort de Mangaratiba, en un espacio algo mejorado, aunque con altos muros de protecci¨®n y escasa vegetaci¨®n. Los activistas quieren que se proh¨ªba su exhibici¨®n al p¨²blico, que no puedan ser comercializadas, y que, si es posible, se trasladen a uno de los santuarios en que los animales rescatados vuelven a vivir en semi-libertad. El problema es que en Brasil no hay ning¨²n espacio de estas caracter¨ªsticas para acoger a las jirafas, como s¨ª ocurre con el caso de los elefantes, por ejemplo. Es muy probable que los majestuosos animales acaben en un limbo.
Desde el BioParque aseguran que esta fue la ¨²nica ocasi¨®n en que se compraron animales del extranjero, pero resaltan que es una pr¨¢ctica com¨²n entre los zool¨®gicos del mundo entero. La Asociaci¨®n de Zool¨®gicos y Acuarios de Brasil (AZAB), que representa a 38 centros repartidos por todo el pa¨ªs, no quiso dar detalles de c¨®mo funcionan esas operaciones y hasta qu¨¦ punto son habituales. En una nota remitida a este diario se limit¨® a recordar que deben hacerse en conformidad a lo que establece la normativa nacional. Lo cierto es que desde 1983, la ley brasile?a impide la importaci¨®n de animales en peligro de extinci¨®n sustra¨ªdos de la naturaleza. Tan solo acepta la llegada de espec¨ªmenes ¡°reproducidos en cautividad¡± y con la documentaci¨®n que compruebe el origen legal de los animales.
Legalmente, las jirafas est¨¢n protegidas a nivel mundial desde hace relativamente poco tiempo. Desde los a?os 80, su poblaci¨®n cay¨® un 30% y en 2016 se contaban menos de 100.000 ejemplares. El recuento es de la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (UICN), que ese a?o incluy¨® a las jirafas en su Libro Rojo de especies en peligro, en la categor¨ªa de especie vulnerable. Tres a?os despu¨¦s, la Convenci¨®n sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en ingl¨¦s) incluy¨® a las jirafas en su anexo II, que permite su comercio internacional bajo estrictos permisos y siempre que no se atente contra la supervivencia de los animales.
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