La genuina competitividad de los agricultores de las Am¨¦ricas

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Las crisis simult¨¢neas a las que nos enfrentamos llevaron a la agricultura y la seguridad alimentaria al tope de la agenda global. Las guerras, las se?ales inequ¨ªvocas de un estancamiento de la econom¨ªa mundial y la mayor intensidad y frecuencia de los eventos clim¨¢ticos extremos afectan de manera significativa la geopol¨ªtica de los alimentos.

Con la econom¨ªa global y el comercio internacional mostrando bajos ritmos de expansi¨®n y la persistencia en el mundo desarrollado de pol¨ªticas monetarias contractivas, Am¨¦rica Latina y el Caribe inicia el a?o proyectando una desaceleraci¨®n en su tasa de crecimiento econ¨®mico respecto a 2023 a un magro 1,5%, porcentaje que podr¨ªa ser a¨²n menor en caso de una agudizaci¨®n de shocks externos.

En el contexto de un mundo cada vez m¨¢s complejo, las protestas de agricultores europeos sacudieron en las ¨²ltimas semanas regiones del Viejo Continente, provocando que la Comisi¨®n Europea paralizara en lo inmediato la aplicaci¨®n de una norma para reducir l¨ªmites en el uso de agroqu¨ªmicos.

La Uni¨®n Europea (UE), que adopta como mecanismo de est¨ªmulo al sector la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC), cuyos objetivos y programas se renuevan quinquenalmente, incorpor¨® a la PAC 2023-2027 distintas metas de sostenibilidad -como el programa ¡°De la Granja a la Mesa¡±, que forma parte del Pacto Verde- y ha destinado 386.600 millones de euros para garantizar su ejecuci¨®n. Un 72% de estos recursos est¨¢n destinados a pagos directos a los agricultores.

El descontento de los agricultores europeos, que demandan m¨¢s ayudas a trav¨¦s de subsidios y otras medidas de apoyo, apunt¨® tambi¨¦n como un riesgo una avalancha de importaciones de alimentos baratos en caso de que se concluya el acuerdo comercial con el Mercosur. Ese pacto birregional, ya demorado, parece condenado a no ver jam¨¢s la luz.

Este conjunto de hechos destaca un punto que no puede ser minimizado: la competitividad genuina de los productores agropecuarios del continente americano, en especial los de Am¨¦rica Latina y el Caribe, regi¨®n que pr¨¢cticamente sin subvenciones asume la responsabilidad de garantizar la seguridad alimentaria global, constituy¨¦ndose en el mayor exportador neto de alimentos del mundo.

Considerando a las Am¨¦ricas, uno de cada cuatro productos agropecuarios que se comercian a nivel global se origina en el continente, que representa m¨¢s del 28% de las exportaciones totales de productos agropecuarios en general y la misma proporci¨®n en productos alimentarios.

Esa competitividad, que parece ensancharse de cara al futuro, es fruto de una construcci¨®n de d¨¦cadas. La regi¨®n dispone de una riqueza natural que contribuye al eficiente ecosistema que caracteriza su producci¨®n agroalimentaria. A esos recursos (tierra, agua, biodiversidad) se suma una historia de pol¨ªticas que no sustentan al sector a trav¨¦s de ayudas financieras pero que han sido exitosas por su perspectiva de largo plazo orientadas a los mercados internacionales y que se combinan con un sector privado con capacidades productivas y empresariales excepcionales, creativo y tenaz.

De la interacci¨®n colaborativa entre estas esferas conectadas a la ciencia, la tecnolog¨ªa y la innovaci¨®n ha germinado un potente sector productivo. Pol¨ªticas sectoriales, mejoramiento de semillas y variedades, tierras en barbecho, desarrollo de institucionalidad para la vigilancia sanitaria, maquinaria adecuada, nuevas formas de asociaci¨®n e innovaci¨®n en las formas de producci¨®n, incluyendo la expansi¨®n de Agtechs para la digitalizaci¨®n de la agricultura, son algunas de las herramientas que impulsaron el desarrollo del sector agroalimentario de Am¨¦rica Latina y el Caribe.

All¨ª est¨¢n las exitosas experiencias constituidas en ejemplos de equilibrios entre productividad y sustentabilidad, como la siembra directa, los sistemas agrosilvopastoriles, el mejoramiento de los pastizales naturales, la creciente trazabilidad de las cadenas productivas, la ganader¨ªa sustentable, la extensi¨®n de la bioeconom¨ªa y la diseminaci¨®n de buenas pr¨¢cticas, que generan soluciones efectivas y viables y pavimentan la construcci¨®n de esa competitividad incuestionable.

El sector agropecuario tiene un papel insustituible en la vida econ¨®mica y social de nuestros pa¨ªses, que asumen, junto a la tarea de alimentar al mundo de manera sostenible, la necesidad de impulsar a la agricultura familiar como un basti¨®n para la consolidaci¨®n de la paz social en la regi¨®n. Nuestros productores agropecuarios y nuestros agricultores familiares constituyen la columna vertebral de la ruralidad en el continente.

Si los desaf¨ªos de la agenda global son impulsar el crecimiento, crear empleos de calidad, combatir la pobreza y la inequidad, apuntalar la resiliencia ante el cambio clim¨¢tico, proteger el agua, la biodiversidad, la salud y la nutrici¨®n y mitigar las causas que generan las migraciones, es inevitable pensar al desarrollo agropecuario bajo una visi¨®n sist¨¦mica y sostenible ¨Ccon los agricultores de las Am¨¦ricas como protagonistas principales- como parte de las soluciones y no de los problemas.