Latinoam¨¦rica unida puede pedir justicia clim¨¢tica
Ante el liderazgo regional en procesos multilaterales y el inicio de nuevos gobiernos como el de la cient¨ªfica Claudia Sheinbaum en M¨¦xico, es momento de construir una estrategia regional para afrontar dilemas de acci¨®n colectiva, como los riesgos clim¨¢ticos y el financiamiento
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Para las personas que habitamos el subcontinente de Am¨¦rica Latina y el Caribe, no cabe la menor duda de que el cambio clim¨¢tico est¨¢ afectando ya a un sinn¨²mero de comunidades desde M¨¦xico hasta la Patagonia. Es tambi¨¦n evidente que, al ser nuestra regi¨®n la m¨¢s desigual del planeta, en la medida que el 10% de la poblaci¨®n m¨¢s rica tiene ingresos 12 veces mayores que el 10% m¨¢s pobre, hay un porcentaje importante de nuestras poblaciones que son altamente vulnerables a los efectos adversos del cambio clim¨¢tico, muchas de las cuales no tienen la capacidad de adaptarse y est¨¢n en franca desventaja frente a los impactos que se avecinan en a?os y d¨¦cadas por venir.
?Y est¨¢ pasando algo al respecto? S¨ª, de hecho, los gobiernos y las comunidades latinoamericanas y caribe?as han ido fortaleciendo sus servicios y pol¨ªticas clim¨¢ticas en los ¨²ltimos a?os. Por ejemplo, la mitad de los pa¨ªses de la regi¨®n han elaborado y presentado ante Naciones Unidas sus respectivos planes y comunicaciones nacionales de adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico. Asimismo, la gran mayor¨ªa de pa¨ªses en la regi¨®n cuenta con compromisos clim¨¢ticos con esfuerzos de reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero y de adaptaci¨®n a los impactos antes mencionados aunque, por supuesto, unos son m¨¢s ambiciosos y alineados con la ciencia que otros.
M¨¢s a¨²n, como hemos mencionado en ocasiones anteriores, Colombia y Brasil se han puesto a la cabeza de las negociaciones clim¨¢ticas y de biodiversidad como presidentes entrantes de las Cumbres de Diversidad Biol¨®gica y de Cambio Clim¨¢tico, en 2024 y 2025, respectivamente, lo cual es relevante a la luz de que Am¨¦rica Latina cuenta con 40% de la biodiversidad mundial y 12% de la superficie total cultivable. Brasil tambi¨¦n ha asumido la presidencia del Grupo de los 20 este a?o, y ha incluido entre sus prioridades estrat¨¦gicas la lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad, el desarrollo sostenible y la reforma de la gobernanza mundial.
Am¨¦rica Latina y el Caribe hacen estos esfuerzos para reducir los impactos del cambio clim¨¢tico y sostener un liderazgo proactivo y, sin embargo, es la regi¨®n que menos financiamiento clim¨¢tico recibe (Asia 36 %, ?frica 29 %, Am¨¦rica Latina y el Caribe 10 %). Del total de financiamiento clim¨¢tico que los pa¨ªses desarrollados dicen proveer al conjunto del mundo en desarrollo, 55% son pr¨¦stamos que contin¨²an perpetuando ciclos de endeudamiento y s¨®lo 28% responde a adaptaci¨®n, es decir 32.400 millones de d¨®lares sobre 115.900 millones. Esto para nuestra regi¨®n exacerba el hecho de que en 2020 la deuda p¨²blica super¨® el 70% del PIB regional, tendencia que no ha dejado de incrementar desde la crisis financiera mundial y, el financiamiento clim¨¢tico, que deber¨ªa apoyar a nuestros pa¨ªses a tener mejores prospecciones de desarrollo y de atender esta crisis, en realidad est¨¢ profundizando la insostenibilidad de los esquemas de deuda.
Mientras tanto, las necesidades de adaptaci¨®n y sus costos se siguen incrementando, en tanto la ambici¨®n clim¨¢tica de mitigaci¨®n es insuficiente. La brecha de financiamiento para adaptaci¨®n conforme a las necesidades de los pa¨ªses en desarrollo se encuentra entre 194.000 y 366.000 millones de d¨®lares anuales, y los costos y necesidades de adaptaci¨®n son entre 10 y 18 veces superiores a los flujos actuales. Al tiempo que la necesidad media anual de adaptaci¨®n de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe es ¡ªal menos¡ª de 51.000 mil millones de d¨®lares para 2030. La Cepal ha calculado que para cumplir con sus compromisos clim¨¢ticos, los pa¨ªses de la regi¨®n requieren una inversi¨®n de entre 3,7 % y 4,9 % del PIB regional por a?o hasta 2030. Dado que a 2020 el financiamiento est¨¢ dado por el 0,5 % del PIB regional, cerrar la brecha de financiamiento clim¨¢tico requiere aumentar la movilizaci¨®n entre 7 y 10 veces.
Am¨¦rica Latina y el Caribe ha logrado, en contadas ocasiones, tener una voz com¨²n para defender sus necesidades y prioridades en foros internacionales. Sin embargo, el p¨¦ndulo pol¨ªtico hacia la izquierda y la derecha, y las afinidades personales de presidentes y ministros en muchos casos han prevalecido frente a un escenario que a?o tras a?o se recrudece: mayores impactos y menor acceso a financiamiento adecuado y justo.
Es de suma importancia traer a la l¨®gica del realismo pol¨ªtico, la cruda realidad de que la vulnerabilidad socioecon¨®mica y clim¨¢tica no conoce de derechas e izquierdas. La justicia clim¨¢tica que hoy reclaman las poblaciones m¨¢s vulnerables -que ya est¨¢n siendo desplazadas- y las generaciones m¨¢s j¨®venes que heredar¨¢n los resultados de nuestra acci¨®n -o de nuestra inacci¨®n-, hoy se unen a las luchas hist¨®ricas de los pueblos originarios de nuestra Am¨¦rica por el saqueo de sus recursos, y redundan en una ¡°estructura contempor¨¢nea del despojo¡±, como afirmaba Galeano, que no opera como articulador de posiciones pol¨ªticas.
Ante el liderazgo regional en procesos multilaterales y el inicio de nuevas gestiones gubernamentales, entre ellas la de la cient¨ªfica Claudia Sheinbaum, que tiene una obligaci¨®n clara de ejercer un nuevo papel protag¨®nico y progresista en M¨¦xico, es momento de construir una visi¨®n y una estrategia regional com¨²n para afrontar dilemas de acci¨®n colectiva, como los riesgos clim¨¢ticos transfronterizos, y el financiamiento insuficiente. Las construcciones conjuntas pueden ayudar a remediar el incremento del malestar social y econ¨®mico con el ansiado desarrollo que se ha hecho esperar para un conjunto mayoritario de las comunidades, a lo que se a?ade la recurrencia del olvido.
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