La guerra, Milei y los miedos del futuro: ?poner remiendo de pa?o nuevo en vestido viejo?
El ¡®Homo sapiens¡¯ acabar¨¢ descubriendo la vieja sabidur¨ªa de que la verdad nunca est¨¢ en los extremismos, sino en el medio, en el equilibrio de las balanzas
Que vivimos en un momento de metamorfosis global es innegable. Basta dar un vistazo cada ma?ana a la prensa mundial o bucear en las aguas turbias de las redes para entender que la sociedad de hoy est¨¢ confusa. Que lo que aparece como nuevo es a veces lo m¨¢s viejo. Y al rev¨¦s. Baste un bot¨®n de muestra en la pol¨ªtica, donde el lenguaje anda m¨¢s enredado que nunca. ?Qu¨¦ significa hoy ser de derechas o de izquierdas? ?C¨®mo explicar que la palabra, que deber¨ªa ser sagrada, de la libertad, tengamos que leerla en la boca de los nost¨¢lgicos de nuevos holocaustos? ?Que sean los movimientos m¨¢s violentos, los menos escrupulosos con la verdad, quienes abogan por la absoluta libertad de expresi¨®n en las redes?
?C¨®mo entender lo que en este mismo momento est¨¢ pasando, por ejemplo, en Argentina con la exaltaci¨®n grotesca del ya famoso: ¡°?Viva la libertad, carajo!¡±. ?Libertad para qu¨¦ y para qui¨¦nes? ?O en Alemania donde los viejos demonios del Holocausto forcejean por resucitar con el rechazo a los inmigrantes? ?Mejor arrojarlos al mar? ?O en Israel, que era ejemplo de una sociedad democr¨¢tica, donde se detectan tentaciones de escalofriantes soluciones finales con los palestinos?
Hasta en pa¨ªses como aqu¨ª en Brasil, donde el oscurantismo de Bolsonaro fue felizmente derrotado por el pragm¨¢tico exsindicalista, Lula da Silva, empiezan a aparecer tentaciones de querer, como denuncian los evangelios cristianos, ¡°poner remiendo de pa?o nuevo en vestido viejo¡±. Y es que el peligro que acecha al pragm¨¢tico l¨ªder de la izquierda brasile?a es querer resucitar, soluciones que en sus pasados gobiernos abrieron caminos nuevos de libertad, pero que hoy se han quedado viejos y peligrosos.
El dilema de Brasil es que, como est¨¢ ocurriendo en otros pa¨ªses, la pol¨ªtica que ayer parec¨ªa progresista y libertadora, hoy es vista como superada porque, para bien o para mal, la vieja democracia y su lenguaje han entrado en crisis y lo que se pretende como sustitutivo es querer, para seguir el adagio evang¨¦lico, ¡°colocar vino nuevo en odres viejos¡±.
Los pol¨ªticos de hoy que no han renunciado a los valores que hab¨ªan derrotado las pol¨ªticas de la barbarie del pasado, deben entender, que hasta las mejores soluciones de entonces, han envejecido y existe un forcejeo por dar vida a algo nuevo, que los lobos de la moderna barbarie se aprovechan para, bajo el manto de defender la libertad, acabar asesin¨¢ndola.
Es lo que el psicoanalista brasile?o Paolo Sternick llama en su columna en el diario O Globo: ¡°La trama de la desatenci¨®n¡±. Seg¨²n ¨¦l, ¡°el mundo de hoy global est¨¢ viviendo en este momento la ausencia de foco y de desatenci¨®n de tantas cuestiones cruciales de una sociedad que provoca en los sujetos desorientados el sentimiento de desamparo y orfandad¡±. Y concluye recordando que ¡°la historia ya ha mostrado cu¨¢l es el riesgo pol¨ªtico de ese escenario virtual¡±.
Lo dif¨ªcil hoy, en este momento de desasosiego pol¨ªtico y moral, es encontrar una nueva sem¨¢ntica, palabras nuevas para entender la metamorfosis que est¨¢ en acto. Quiz¨¢, volver al viejo adagio b¨ªblico de no querer ¡°echar el vino nuevo en odres viejos¡±. Y es lo que en parte estamos haciendo. O mejor, estamos queriendo camuflar con palabras consideradas nuevas lo m¨¢s rancio del pasado.
?Qu¨¦ hacer? Se preguntar¨¢ el esc¨¦ptico que confiesa no creer ya en nada, para dar vida a algo que responda a las exigencias de las nuevas generaciones, sobre las que recae el peso de ser enga?adas y envenenadas con nuevos sofismas ?C¨®mo va a reaccionar la generaci¨®n que se encuentra hoy atrapada en medio de una traves¨ªa sin saber a donde va a echar las anclas mientras teme tropezarse con lobos disfrazados con piel de oveja?
Quiz¨¢ porque ya he hecho varias traves¨ªas tr¨¢gicas, pol¨ªticas y religiosas en mi vida, me siento hoy m¨¢s preocupado con la nueva generaci¨®n que corre el riesgo de ser envenenada por los sofismas de los nuevos profetas de la nada, o peor, de la vuelta al pasado bajo el sofisma de la b¨²squeda de una libertad y de un liberalismo que m¨¢s que desatar los viejos nudos de la iniquidad amenazan con una tr¨¢gica reca¨ªda humanista bajo la complicidad de un lenguaje mal llamado inclusivo.
No. No va a ser, por poner solo un ejemplo, ense?ando en las escuelas que adem¨¢s de los cl¨¢sicos masculino y femenino, en vez de todos y todas, hay que decir y escribir todes, vamos a escapar de la tormenta oscurantista que nos acecha. Ni las revoluciones sociales y sangrientas del pasado, ni las estil¨ªsticas sutilezas del lenguaje inclusivo, nos van a salvar de nuestras angustias ni alejar nuestros miedos sobre el futuro.
?Todo perdido entonces? No, al rev¨¦s. En medio a la tormenta que amenaza a la humanidad que da se?ales de sentirse naufraga y hu¨¦rfana es justamente cuando, como ocurri¨® en el pasado, el Homo sapiens acabar¨¢ descubriendo la vieja sabidur¨ªa de que la verdad nunca est¨¢ en los extremismos, sino en el medio, en el equilibrio de las balanzas, siempre a la b¨²squeda de lo nuevo sin confundirlo con los harapos de un pasado que no existe, o que si existe es solo en la fantas¨ªa de los nost¨¢lgicos de las tragedias. De aquellos pesimistas tan empedernidos como el portero de mi casa de Madrid que cuando yo le dec¨ªa: ¡°Vaya d¨ªa maravillosos de sol¡±, cambiaba de cara y me respond¨ªa: ¡°S¨ª, pero espere y ver¨¢¡±.
Quienes no renuncian a recrear una sociedad menos injusta, menos desigual, sin miedos a nuevos holocaustos y con oportunidades para todos, no deben olvidar la realidad de la Historia. Si el grito de la Revoluci¨®n Francesa de ¡°libertad, igualdad y fraternidad¡± reson¨® un d¨ªa en el mundo como un canto feliz, la izquierda cl¨¢sica al mismo tiempo no puede resbalar hoy en falsas ilusiones y promesas imposibles como el querer conjugar ¡°libertad con igualdad¡±. Los espejismos van bien para los malabaristas, no para la dura realidad de la existencia.
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