Cu¨¦ntenos su historia de amor
Hasta las mejores y m¨¢s tiernas historias carecen, en el mundo de las redes, de credibilidad
El diario de mayor difusi¨®n de Brasil, O Globo, acaba de hacer a sus lectores una emblem¨¢tica petici¨®n: que les cuente una historia de amor para publicarla. El coloso de la comunicaci¨®n escrita y televisiva no deja de saber que ya fracasaron en el pasado todas las tentativas de ofrecer a los lectores ¡°noticias positivas¡± en vez de desgracias. Y es sabido de todos que las experiencias del pasado en el mundo de peri¨®dicos con noticias solo buenas, incluso distribuidos gratis en las calles, acabaron fracasando. Se dec¨ªa entonces con iron¨ªa que a los lectores lo que les gusta ¡°es la sangre¡±.
Es posible que O Globo, que a m¨ª me llega a¨²n en papel y gratis casi al amanecer en una peque?a ciudad del interior de R¨ªo, haya intuido que mientras los peri¨®dicos van perdiendo lectores. Adem¨¢s, las redes sociales, cargadas de noticias llamadas negativas, acumulan millones de seguidores.
Los peri¨®dicos, y no solo los de papel sino tambi¨¦n los digitales, est¨¢n perdiendo terreno frente a las nuevas tecnolog¨ªas y m¨¢s ahora a partir de la inteligencia artificial. Y a pesar de todas las garant¨ªas que ofrecen de credulidad y calidad, est¨¢n viendo que las redes le est¨¢n ocupando su territorio. Es una realidad que no me atrevo a adjetivar.
O Globo ha dado gran relieve, hasta gr¨¢fico en su edici¨®n del mi¨¦rcoles pasado, a la llamada a sus lectores: ¡°Cuente su historia de amor¡±. Pide a sus lectores que les cuente, sin preocuparse de que sea ninguna obra literaria, un texto entre 2.000 y 5.000 caracteres, sobre cualquier historia de amor. Puede ser ¡°amor rom¨¢ntico, largo o fugaz, de un matrimonio largo o que ya acab¨®. Historia de un hermano o amigo¡ Y hasta de su animal preferido¡±. El diario pide a los lectores que escriban su historia de amor con el mayor n¨²mero posible de detalles.
El diario brasile?o ofrece a los lectores todas las facilidades: ¡°No necesita ser escritor. Estamos aqu¨ª para ayudarle¡±. Lo importante, dice, ¡°es que el relato tenga un contenido con emoci¨®n genuina¡±. La historia ser¨¢ publicada en la edici¨®n impresa y digital.
Es posible que a muchos la petici¨®n de O Globo le resulte hasta infantil. ?A estas alturas hay que hablar de amor cuando el mundo se revuelca en interrogaciones que abordan hasta el peligro de su existencia ?Con el fantasma a la vista de una posible guerra mundial, de crisis clim¨¢ticas y epidemias? ?Hablar de amor cuando el pilar que sosten¨ªa a la modernidad de los valores de la democracia se est¨¢ desmoronando para dar paso a los nuevos ogros pol¨ªticos del descalabro mundial?
Aunque parezca una paradoja, la iniciativa encierra un drama que s¨ª es real: el desasosiego generacional que est¨¢ creando la avalancha de novedades en el mundo de la comunicaci¨®n global, algo totalmente in¨¦dito en la historia de la humanidad. Hoy todos, hasta los analfabetos pueden ser escritores, periodistas, comunicadores, imitadores, artistas con solo un pu?ado de instrumentos en sus manos. Y en vano las autoridades mundiales se despepitan en congresos mundiales para ver c¨®mo evitar ese nuevo demonio surgido en las venas de la comunicaci¨®n como el de las fake news.
?Qui¨¦n se atreve al abrir el m¨®vil a apostar que lo que est¨¢ leyendo es cierto o falso o hasta d¨®nde es verdad o inventado? S¨ª, hasta las mejores y las m¨¢s tiernas historias de amor, hasta las noticias que podr¨ªan ser un consuelo en el desierto de tantos dramas y tantos cr¨ªmenes, carecen, en ese calder¨®n de las redes, de credibilidad.
Dif¨ªcil para quien lleva medio siglo trabajando en este oficio del periodismo, entender la c¨¢ndida iniciativa de O Globo, de pedir a sus lectores que les escriban sus peque?as o grandes ¡°historias de amor¡±. Todos sabemos, sin necesidad de Freud, de la porci¨®n de masoquismo que el ser humano lleva en su seno. Sabemos que la noticia de una cat¨¢strofe o un gran esc¨¢ndalo pol¨ªtico tendr¨¢n siempre mucha mayor atracci¨®n en los lectores que un poema.
?Por qu¨¦ entonces, y justamente en este momento hist¨®rico un diario pide y suplica a sus lectores y con urgencia que les cuente sus peque?as o grandes historias de amor?
Cierto, no vale descalificar la iniciativa. Y dado el plantel de grandes periodistas, j¨®venes y veteranos, de analistas pol¨ªticos de su plantilla solo es posible imaginar que han llegado a la conclusi¨®n que si no todos, una buena parte de los lectores, est¨¢ cansada de leer cada ma?ana, tanto horror, tantos cr¨ªmenes familiares, tantas cat¨¢strofes naturales junto al aumento de graves trastornos ps¨ªquicos.
Quiz¨¢ un motivo para que un gran peri¨®dico llegue al l¨ªmite de pedir a los lectores que escriban sus peque?as historias de amor, no como ejercicio literario sino como experiencia de vida y casi como terapia, lo sea el aumento que las publicaciones de hoy, de cualquier tipo, insistan en la tragedia del aumento de enfermedades relacionadas con nuestro cerebro y causadas por una especie de estr¨¦s universal que causa dolor y arrastra inexorablemente al consumo de drogas cada vez m¨¢s pesadas.
Sin que parezca iron¨ªa, quiz¨¢ O Globo, haya entendido que hasta una peque?a historia de amor, una caricia ps¨ªquica, pueda suplir y ensanchar en este per¨ªodo hist¨®rico los corazones del mundo mejor que las nuevas drogas bajo cuya invenci¨®n suele esconderse siempre el cruel capitalismo.
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