Los hu¨¦rfanos de feminicidios en Rep¨²blica Dominicana no tienen quien les cuide
Una investigaci¨®n muestra el abandono de los ni?os que pierden a sus madres: separados de sus hermanos y revictimizados en la escuela. La patria potestad sigue siendo una lucha pendiente del movimiento feminista
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Hace un poco m¨¢s de diez a?os que Ezequiel G¨®mez decidi¨® llevar una pistola cargada a casa de su mujer, Milquella Figuereo, de entonces 36 a?os, y asesinarla brutalmente a pocas cuadras de su hogar, al oeste de Santo Domingo. No le import¨® que ella suplicara que no lo hiciera y mucho menos disparar frente a los dos hijos que ten¨ªan en com¨²n. Solo ten¨ªan 6 y 4 a?os y lo vieron todo. Mientras Figuereo era atendida sin ¨¦xito en el hospital, G¨®mez se dio a la fuga y, hasta el d¨ªa de hoy no ha sido detenido. As¨ª, de la noche a la ma?ana, Kelvin Manuel y J¨²nior Alberto pasaron a ser hu¨¦rfanos. Cambian las fechas, las armas y los nombres de los perpetradores y las v¨ªctimas, pero los hu¨¦rfanos por feminicidios son muchos. Demasiados. Solo el ¨²ltimo a?o en Rep¨²blica Dominicana, estos asesinatos machistas dejaron sin madre al menos a 64 ni?os y ni?as. Fueron 70 en 2022. Y 358 en el ¨²ltimo lustro. ¡°La violencia contra la mujer no solo la sufren ellas, sino sus hijos¡±, lamenta Yanira Fondeur, presidenta de la Fundaci¨®n Vida sin Violencia, la organizaci¨®n que recolecta estos datos de la prensa. En la p¨¢gina oficial de la Procuradur¨ªa, las cifras m¨¢s recientes son las de 2022.
Lo que s¨ª que convirti¨® la historia de Kelvin y J¨²nior en una completamente diferente a la de los dem¨¢s hu¨¦rfanos fue la presencia de Altagracia Valdez Cordero, la prima de Figuereo y, hoy madre adoptiva de los adolescentes de 14 y 16 a?os. Valdez empez¨® a pagarles una mensualidad a los abuelos maternos de los ni?os, quienes se hicieron cargo. Nunca pens¨® en vivir con ellos, pero la conversaci¨®n sobre el asesinato de su madre se volvi¨® un tema recurrente en la casa nueva y era demasiado doloroso para el duelo de los menores. ¡°Hubo un d¨ªa en que fui a visitarlos y el m¨¢s chiquito se me agarr¨® a las piernas y me gritaba con los ojos: por favor, no te vayas¡±, cuenta por tel¨¦fono esta mujer que tambi¨¦n perdi¨® a su madre repentinamente a los siete a?os, por un infarto de coraz¨®n.
Esa misma noche, J¨²nior se mud¨® a su casa. Meses despu¨¦s lleg¨® Kelvin, y poco despu¨¦s empezaron a tramitar, primero la tutela y despu¨¦s la adopci¨®n definitiva. ¡°Hoy son unos adolescentes como cualquier otro, que quieren estar todo el d¨ªa en las redes, que tienes que decirles que estudien¡ pero son mis muchachitos lindos. Y no ha sido nada f¨¢cil¡±, dice.
Ha sido una subida en cuesta para ambas partes. Para ellos, la vida dio un giro de 180 grados. Las pesadillas en las que volv¨ªa una y otra vez la escena del crimen, las miradas en la escuela, la casa y las normas nuevas¡ Y para Valdez, igual. ¡°Yo me he dedicado por a?os a ser terapeuta especializada en abuso de menores y hu¨¦rfanos por feminicidio, pero nunca me toc¨® criarlos. Cuando veo a madres por las calles con sus hijos, me entran ganas de arrodillarme frente a ellas. ?Qu¨¦ tarea tan dif¨ªcil esta de ser mam¨¢!¡±, dice a carcajadas. Es incre¨ªble que la risa no se le haya borrado a una mujer que ha visto tanto, que ha consolado tanto dolor. ¡°Para m¨ª fue un trabajo muy dif¨ªcil. Toda mi vida cambi¨®¡±, reconoce.
Pero ellos, cuenta, tuvieron suerte. Suerte de que ella misma pudiera asumir la adopci¨®n de ambos hermanos y tambi¨¦n el acompa?amiento psicol¨®gico. Claramente son la excepci¨®n a la norma dominicana. Seg¨²n un estudio cualitativo que solicit¨® la ONG Vida sin violencia, lo com¨²n es que la vuelta a la ¡°normalidad¡± de los m¨¢s peque?os sea un aut¨¦ntico viacrucis. Tahira Vargas Garc¨ªa analiz¨® 17 casos de feminicidio ocurridos en 2022, que dejaron 45 ni?os sin madre.
Si bien la investigadora cuenta que cada caso ¡°es un mundo¡±, hay factores comunes. El primero, el vac¨ªo del Estado. Aunque existe un plan estatal de acompa?amiento psicol¨®gico y una manutenci¨®n por cada ni?o hu¨¦rfano por feminicidio, la realidad suele parecerse muy poco a la del papel. ¡°La mayor¨ªa de casos que conozco por mi trabajo han sido muy burocr¨¢ticos¡±, lamenta Valdez. ¡°Todos acaban dando tumbos de una casa a otra y con situaciones m¨¢s precarias¡±. Durante la presentaci¨®n del informe, Nilda Silverio, trabajadora social del programa Sup¨¦rate, que vela por los derechos de los menores en esta situaci¨®n, asegur¨® que en los primeros 24 d¨ªas de enero, hab¨ªan realizado 15 visitas domiciliarias. ¡°Lo dif¨ªcil es la escasez de recursos econ¨®micos que hay. Muchas veces, tenemos que sacar de nuestros bolsillos lo que tenemos en nuestras carteras para dej¨¢rselo a esas familias que no tienen qu¨¦ comer. Hay recursos pero llegan quiz¨¢s a otras manos¡±, asegur¨®.
Otro de los resultados que llaman la atenci¨®n de Vargas es que, en los casos de familias numerosas, las de acogida suelen separar a los menores en diferentes casas. ¡°Bastante es el trauma de los ni?os como para que encima tengan que vivirlo por separado¡±, cuenta. ¡°Tambi¨¦n sucede que muchas veces las v¨ªctimas intu¨ªan que las iban a matar y hablan con sus hijos antes para pedirles que, en caso de que las asesinaran, se hagan cargo de sus hermanos. La presi¨®n que tienen encima es impresionante¡±. Valdez intent¨® que Kelvin y J¨²nior siguieran socializando con sus otros tres hermanos (hijos de otro padre), pero fue imposible. ¡°Para ellos, mis ni?os son el resultado de su mam¨¢ y el asesino. Los juzgaron mucho sin tener ninguna culpa¡±.
Este se?alamiento es tambi¨¦n muy com¨²n, seg¨²n las investigaciones de Vargas, que apuntan a que la escuela est¨¢ lejos de ser un espacio seguro para estos ni?os y adolescentes. ¡°Es muy dif¨ªcil darse cuenta de que se vuelven lugares de revictimizaci¨®n en los que los se?alan como hijos de los asesinos o que los pap¨¢s de sus amigos les proh¨ªben jugar con ellos¡±, cuenta Vargas. Si bien no existen estudios que muestren la correlaci¨®n entre abandono escolar y orfandad por feminicidios en Rep¨²blica Dominicana, Vargas lamenta que es un resultado com¨²n. ¡°A veces, los castigan por mal comportamiento y los expulsan, pero lo ¨²nico que necesitan estos ni?os es atenci¨®n psicol¨®gica¡±. Y Fondeur a?ade: ¡°No uno o dos d¨ªas. Necesitan de un acompa?amiento seguido que arrope a estos peque?os y los acompa?e con la ira, la frustraci¨®n o la tristeza tan fuerte. Viven procesos muy fuertes y aunque el ministerio de la Mujer est¨¦ haciendo grandes esfuerzos, son insuficientes¡±.
Patria potestad, otra asignatura pendiente
En Rep¨²blica Dominicana, cuando se comete un feminicidio [que no est¨¢ tipificado en el C¨®digo Penal, ni en el nuevo proyecto de renovaci¨®n], la autoridad parental o patria potestad del asesino puede ser suspendida o terminada por orden judicial, pero a trav¨¦s de una demanda que debe presentar el ni?o o la persona a cargo de su cuidado. Es decir, el Estado no entiende autom¨¢ticamente que quien asesina a su pareja no puede ser buen padre, como s¨ª sucede en Argentina, Per¨², Espa?a y varios Estados mexicanos. En la isla, toca iniciar un proceso judicial, con todo lo que eso implica: burocracia, tiempo y dinero.
¡°En general, en los casos de violencia de g¨¦nero, es muy com¨²n la creencia de los jueces y juezas de que debe preservar la relaci¨®n entre hijos y los padres agresores, al entender que el fen¨®meno de violencia de la pareja se encuentra divorciado del v¨ªnculo de filiaci¨®n¡±, explica Patricia Santana Nina, abogada especialista en g¨¦nero, derecho constitucional y judicial. Las luchas feministas, reconoce Santana, tienen muchas batallas por delante en el pa¨ªs caribe?o; esta es una. ¡°Preservar la autoridad parental del feminicida es parte del continuum de violencia de ge?nero¡±.
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