La pol¨ªtica y la teor¨ªa del caos
Para los nuevos apologetas del supuesto caos o destrucci¨®n creativa, las reformas son una claudicaci¨®n o, lo que es peor, una traici¨®n. Lo ¨²nico verdaderamente revolucionario es la destrucci¨®n
El caos tiene un gran poder de fascinaci¨®n en pol¨ªtica. El mito por el cual del caos y de la destrucci¨®n puede surgir algo nuevo ¡ªy superador¡ª est¨¢ s¨®lidamente anclado en nuestra cultura y relatos milenarios, como el del Ave F¨¦nix. Le disputa el centro de lo creativo y lo atractivo al aburrido, previsible orden, que muestra signos de decadencia y obsolescencia. Un orden establecido que hoy est¨¢ en entredicho por sus limitaciones, cuando no fracasos.
En ese anhelo, la teor¨ªa del caos (utilizado en matem¨¢tica, f¨ªsica y otras ciencias como biolog¨ªa, meteorolog¨ªa y econom¨ªa) se usa desde hace algunos a?os para explicar algunos fen¨®menos sociales y pol¨ªticos, y tambi¨¦n para dar sentido a realidades cada vez m¨¢s complejas, din¨¢micas, en evoluci¨®n y con eventos que nos resultan incomprensibles e inesperables bajo los viejos paradigmas.
En concreto, la teor¨ªa del caos plantea que, desde el desorden y descontrol, incluso el que surge de conflictos a escala, puede haber un reordenamiento de la situaci¨®n social. En geopol¨ªtica, muchas veces se interpretan algunas decisiones desde el ¡°caos constructivo¡± teniendo en cuenta su supuesta virtud transformadora: del desorden puede emerger un nuevo orden, una reconfiguraci¨®n del poder que resulte favorable a uno de los agentes. Un conflicto, incluso violento, puede llegar a dar frutos para alguna de las partes interesadas. Y este beneficio puede ser tanto por la v¨ªa del resultado como por el miedo que infunde en los involucrados, y el desv¨ªo de la atenci¨®n y los recursos del adversario.
Este enfoque tiene algunos rasgos interesantes para comprender lo que ocurre con las nuevas derechas. Tomando a los valores como un ordenador de la vida social, un profundo cuestionamiento de estos puede llevar al desorden, y, en ¨²ltima instancia, a una sensaci¨®n de caos que favorezca los cambios que proponen y ambicionan m¨¢s o menos expl¨ªcitamente.
Uno de los pilares de estas estrategias ha sido el cuestionamiento de normas de convivencia, de reglas de juego y de l¨ªmites en el di¨¢logo p¨²blico. Estas acciones, enmarcadas en la batalla cultural que se proponen librar, y la importancia que puede adquirir la iniciativa individual hacen de la teor¨ªa del caos una herramienta interesante de la que aprender y reconfigurar la realidad a su voluntad. Giuliano da Empoli en el ensayo Los ingenieros del caos explica c¨®mo estos neopopulistas modernos aprovechan ?que el poder pol¨ªtico est¨¢ inconsciente, sumiso y oportunista ante la revoluci¨®n tecnol¨®gica? para usar -en algunos casos con complicidad descarada- el poder de las plataformas tecnol¨®gicas para desbordar el marco institucional alimentando la polarizaci¨®n en su beneficio. El cocktail de polarizaci¨®n, desinformaci¨®n y bulos es usado como brebaje embriagador por parte de estos tah¨²res del caos.
?Qu¨¦ relaci¨®n hay entre estas nuevas derechas, la fascinaci¨®n por el caos o la destrucci¨®n redentora, y la pulsi¨®n aut¨®crata? ?Existe esta relaci¨®n? Stephen Greenblatt es un catedr¨¢tico de Harvard, y es uno de los m¨¢ximos expertos mundiales en Shakespeare. En 2019 escribi¨®: El tirano: Shakespeare y la pol¨ªtica. El libro gira en torno a las preguntas que Shakespeare se plante¨® una y otra vez en sus dramas: ?C¨®mo es posible que un pa¨ªs entero caiga en manos de un tirano? Greenblatt traza una diferencia entre las caracter¨ªsticas que le permiten a un tirano ocupar el poder y aquellas necesarias para gobernar, muchas veces antag¨®nicas con las primeras. Indica que, para llegar al manejo del poder son imprescindibles ?la determinaci¨®n, la capacidad de intrigar, de enga?ar hasta tus propios aliados y un narcisismo obsceno; pero una vez en la cima esas cualidades son incompatibles para un buen gobierno y ¡ªpor eso¡ª los tiranos tienden a desmoronarse m¨¢s pronto que tarde?. Este fen¨®meno es tambi¨¦n conocido como el s¨ªndrome de Hubris.
A partir de las figuras de Macbeth, el rey Lear, Coriolano, Julio C¨¦sar y, sobre todo, Ricardo III, Greenblatt traza el retrato del tirano shakespeareano: ¡°Narcisista, arrogante, col¨¦rico, dominante, de una masculinidad agresiva, con un hondo desprecio hacia las leyes porque se interponen en su camino y movidos por inquietudes psicosexuales diversas (la necesidad de mostrar su virilidad, el temor a la impotencia, la ansiedad a no ser considerado suficientemente poderoso, etc.)¡±. Hablamos de Shakespeare y de la tiran¨ªa en la historia, s¨ª; pero su actualidad es sobrecogedora.
El coqueteo con la pulsi¨®n aut¨®crata ¡ªy su poder de destrucci¨®n a trav¨¦s del caos, del desorden creativo¡ª tiene predicadores poderosos. Donald Trump reiter¨®, de forma audaz y relativizadora, que ser¨ªa ¡°un dictador, pero solo el primer d¨ªa¡±. Y en su primer mandato ya apunt¨® al ¡°estado profundo¡± como su principal enemigo. Y Javier Milei afirm¨®, tambi¨¦n en otra entrevista reciente: ¡°Amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye el Estado desde adentro. Es como estar infiltrado en las filas enemigas. La reforma del Estado la tiene que hacer alguien que odie el Estado¡±.
Para estos nuevos apologetas del supuesto caos o destrucci¨®n creativa, las reformas son una claudicaci¨®n o, lo que es peor, una traici¨®n. Lo ¨²nico verdaderamente revolucionario ¡ªen su visi¨®n mesi¨¢nica y redentorista¡ª es la destrucci¨®n. Pero todas las autocracias empiezan con destrucci¨®n. Las democracias construyen, reforman o evolucionan. Comprender el irresistible encanto del fuego simb¨®lico ¡ªo a veces real como en el golpe de estado del 6 de enero de 2021 en Estados Unidos o del 8 de enero de 2023 en Brasil¡ª es una tarea compleja.
La fascinaci¨®n por el caos, de los nuevos jokers de la pol¨ªtica es reveladora: ¡°Introduce un poco de anarqu¨ªa, altera el orden establecido y todo se volver¨¢ caos. Soy un agente del caos¡±, proclamaba Joker. Fue un ¨¦xito de taquilla. Se viene Joker 2.
Siga toda la informaci¨®n de El PA?S Am¨¦rica en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.