La construcci¨®n de la megac¨¢rcel de Noboa se complica por la protesta de una comunidad ind¨ªgena
Los comuneros de Bajada de Chanduy, un peque?o pueblo ancestral de la costa de Ecuador, reclaman como suyos los terrenos donde el presidente planeaba este presidio estilo Bukele pese a que son propiedad del Estado
Los comuneros de Bajada de Chanduy, un peque?o pueblo ancestral de la costa de Ecuador, miraban temerosos c¨®mo el tractor destru¨ªa los ¨¢rboles que han estado ah¨ª desde siempre. Sus rostros se estremecieron con el sonido de la pala gigante cuando arrancaba las ra¨ªces de los ¨¢rboles destruidos. Bastaron unos minutos para que el paisaje verde cambiara. El tractor destruy¨® todo alrededor de unos ceibos gigantes, que para tener ese tama?o, deben estar por cumplir 100 a?os. ¡°En un ratito nos est¨¢n cambiando la vida¡±, dice ahora, d¨ªas despu¨¦s, Bernardo Cabrera, uno de los comuneros. No pod¨ªan creerlo, en medio de un bosque que han protegido durante a?os, el Gobierno de Daniel Noboa ha planeado construir una c¨¢rcel para los presos m¨¢s peligrosos de las bandas criminales que tienen atemorizado al pa¨ªs.
Los comuneros son los cuidadores de un extenso bosque seco que atraviesa varias provincias, entre ellas Santa Elena, donde est¨¢n asentados desde hace cientos de a?os y se identifican como ind¨ªgenas huancavilcas. Para asegurar aquello, la Constituci¨®n ecuatoriana les otorg¨® derechos sobre esos territorios, con la misi¨®n de que conserven los recursos naturales que se hallen en esas tierras, que no pueden venderse, ni embargarse.
Entre mayo y junio, los comuneros notaron la presencia de militares que llegaron a hacer mediciones en el terreno donde hoy se est¨¢ desbrozando el bosque. Pero ninguna autoridad dio informaci¨®n de lo que pasaba. El Servicio de Atenci¨®n Integral de Personas Privadas de Libertad, SNAI, declar¨® como reservada toda la informaci¨®n de la construcci¨®n de la nueva c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad, anunciada por Noboa a inicios del a?o, al estilo de la que Nayib Bukele levant¨® en El Salvador. El proceso de adjudicaci¨®n ni siquiera pas¨® por la competencia de varias empresas para pugnar por construir el proyecto. La instituci¨®n invit¨® directamente a una sola compa?¨ªa, Puentes y Calzadas Infraestructuras S.L., subsidiaria de una empresa p¨²blica China, para que participe el 7 de junio. Dos semanas despu¨¦s suscribieron el contrato por 52,2 millones de d¨®lares para construir la c¨¢rcel en un plazo de 300 d¨ªas.
Los comuneros de Bajada de Chanduy no esperaban que el presidente llegara a la comuna vecina, Juntas del Pac¨ªfico, para poner la primera piedra de la nueva c¨¢rcel, un gesto que formaba parte de su pol¨ªtica de seguridad. Encendi¨® la sirena de construcci¨®n y dos retroexcavadoras de fondo hac¨ªan como que empezaban a trabajar. Pero el lugar donde estaba el mandatario era una cancha de f¨²tbol, no era el terreno asignado para la construcci¨®n de la c¨¢rcel. El verdadero lugar donde se levantar¨¢ el recinto penitenciario est¨¢ a casi 10 kil¨®metros, en medio del bosque y en una tierra reclamada por Donald Cabrera, un habitante de la comuna Bajada de Chanduy. ¡°El Gobierno no reconoce estas tierras como ancestrales, y ha dicho que son del Estado porque las embarg¨® a deudores de la banca quebrada a finales de los noventa¡±, explica Donald. Este peri¨®dico solicit¨® informaci¨®n al SNAI y al Ministerio de Ambiente, encargado de entregar los permisos de construcci¨®n por el impacto ambiental en una ¨¢rea protegida. Ninguna de las dos instituciones respondieron al pedido.
La comuna Bajada de Chanduy tiene 21.000 hect¨¢reas que est¨¢n dividas entre todos sus habitantes. Los 7.000 habitantes se dedican a la agricultura y ganader¨ªa para la supervivencia. Y las tierras son utilizadas para eso y el principal objetivo es conservarlas. La parcela que ahora reclama la familia Cabrera nunca ha sido intervenida. ¡°Es tierra virgen que no hemos tocado porque est¨¢ el bosque y una vertiente de agua muy cerca¡±, dice Donald, mientras observa como la m¨¢quina pesada intenta aplanar la monta?a que antes estaba llena de ¨¢rboles. ¡°Aqu¨ª no hay agua, ni red de alcantarillado. ?Qu¨¦ van a hacer con las aguas servidas?¡±, se pregunta otra habitante. La escasa explicaci¨®n que le han dado a los comuneros es que esas tierras fueron entregadas al banco por una persona que las dej¨® de garant¨ªa para obtener un cr¨¦dito. Cuando el banco quebr¨® en la crisis de finales de los noventa, el Estado, que en ese entonces entreg¨® fondos p¨²blicos para que los bancos no quebraran, tom¨® las tierras que estaban en prenda. As¨ª llegaron a manos del SNAI para construir la c¨¢rcel en la provincia de Santa Elena, donde Noboa inici¨® su carrera pol¨ªtica hace tres a?os, inscribiendo su candidatura como asamble¨ªsta para representar a esa provincia. Pero muchos tienen dudas de sus intereses por esa regi¨®n. En Santa Elena, tambi¨¦n est¨¢ Oloncito, donde hace dos meses, la esposa del mandatario intent¨® construir un resort de lujo, tomando una zona de manglar que pertenece a una ¨¢rea protegida, y que el Ministerio de Ambiente entreg¨® en medio de irregularidades, que no han sido investigadas. Aunque destruyeron una parte del manglar, la presi¨®n de la comunidad afectada consigui¨® detener el proyecto. Ahora es el turno de las comunas Juntas del Pac¨ªfico y Bajada de Chanduy donde ha iniciado la construcci¨®n de la c¨¢rcel.
¡°Toda mi vida he crecido en estas monta?as, pastoreando el ganado de mi familia. Esto era el potrero natural de nuestras vacas, de nuestros caballos, ahora todo est¨¢ desapareciendo de la noche a la ma?ana¡±, dice Donald. La preocupaci¨®n de los comuneros de construir una c¨¢rcel en medio de un bosque no es solo el impacto ambiental, tambi¨¦n es social. Aqu¨ª no conocen de delitos. En un pa¨ªs convulsionado por la violencia, estos son uno de los pocos reductos de paz. Las peque?as casas de ladrillo y cemento tienen las puertas abiertas, para que circule el aire natural, que a veces arrastra el polvo de las calles de tierra que est¨¢n sin asfaltar. La gente saca una silla en el portal y conversa entre vecinos. Una imagen que se ha perdido en muchos otros lugares. Hay pocos veh¨ªculos y no son necesarios porque la peque?a poblaci¨®n apenas tiene calles en las que la gente prefiere caminar.
En el portal de la casa de Esteban Neira, un agricultor de 74 a?os que ha vivido desde siempre en Juntas del Pac¨ªfico, la flor del achiote est¨¢ desperdigada en el piso sobre unos sacos de yute. Se necesitar¨¢n unas horas de mucho sol para que la flor se seque y deje intactos los peque?os granos de color rojo que se usa como base de la comida ecuatoriana. Con un palo plano de madera, golpea la flor y las pepitas de achiote se quedan en el saco. Lo hace todo con calma. El tiempo va m¨¢s despacio en este pueblo donde todo gira alrededor de la siembra y el ganado. ¡°La vida nos est¨¢ cambiando. Ya no podremos vivir as¨ª con calma, tendremos que cerrar las puertas, encerrarnos y mirar desde la ventana de las casas y preguntar antes de abrir la puerta¡±, dice Esteban.
Su temor es lo que traer¨¢ el nuevo vecino de la comuna, cuando trasladen a los presos m¨¢s peligrosos a cumplir su condena. M¨¢s militares, armas, presencia de personas desconocidas que visitar¨¢n a los presos o de las bandas delictivas para ayudarlos a fugarse. En el peor de los escenarios, podr¨ªan repetirse los incendios, tiroteos y gritos de las masacres que han ocurrido en varias c¨¢rceles del pa¨ªs donde est¨¢n los cabecillas de las organizaciones delictivas, los mismos que Noboa quiere encerrar en medio del bosque. Pero a los comuneros les preocupa el nuevo hu¨¦sped, aunque para algunos, despu¨¦s de una lista de ofertas de obras p¨²blicas, la balanza se inclina por aceptar a la mega c¨¢rcel. Como Camilo Salinas, el tendero del pueblo, que mira con ilusi¨®n la inversi¨®n que puede llegar a ese lugar olvidado. ¡°Nos dijeron que van a darnos un centro de salud, van a mejorar las v¨ªas de acceso a la comuna, a agrandar la escuela, y eso va a hacer bueno para el pueblo¡±. La principal expectativa es el empleo que la construcci¨®n de la c¨¢rcel ya ha generado entre las poblaciones aleda?as. Desde La Libertad que est¨¢ a m¨¢s de una de Juntas del Pac¨ªfico, lleg¨® con su curriculum Ilario Mite de 63 a?os, un carpintero de construcciones. ¡°El empleo es muy escaso en mi ciudad. La econom¨ªa est¨¢ muy mal, y si me escogen en este trabajo, me garantiza un ingreso seguro por un tiempo¡±, a?ade.
Para el Comit¨¦ Permanente de Derechos Humanos que da asistencia legal a los comuneros, el pliego de promesas es un chantaje de las autoridades que se aprovechan de la precariedad en la que viven las comunas donde no hay agua potable, ni sistema de alcantarillado, ni un centro de salud. ¡°Un d¨ªa antes de que venga el presidente Noboa, encerraron a toda la dirigencia en la casa comunal y con presencia militar. Ah¨ª les insistieron para que firmen un acta de compromiso en la que el Gobierno se compromet¨ªa a hacer obras p¨²blicas a cambio de que la comuna estuviera de acuerdo en la construcci¨®n de la c¨¢rcel. Eso no es un proceso de consulta¡±, explica Fernando Bastias del CDH.
La presi¨®n gubernamental ha sido m¨¢s fuerte en todas las instancias. Los comuneros pidieron una medida cautelar a la justicia, pero la jueza rechaz¨® la solicitud, sin llamar a una audiencia para conocer el reclamo de las partes y donde el ¨²nico que pudo presentar un amicus curiae fue la empresa constructora, ni siquiera el SNAI, como entidad a cargo, respondi¨®. Ahora cualquier tr¨¢mite legal puede tardar casi el mismo tiempo que demorar¨¢n en construir la c¨¢rcel. ¡°Es un proyecto que impacta los derechos a una comunidad ancestral, en un bosque protegido que tambi¨¦n tiene derechos seg¨²n nuestra Constituci¨®n y este territorio guarda restos arqueol¨®gicos que representan la cultura nacional¡±, dice Bastias, quien tambi¨¦n critica que el proyecto demostrar¨ªa el fracaso de la pol¨ªtica p¨²blica en seguridad. ¡°La c¨¢rcel no es necesaria. Los informes que realizaron la CIDH y Naciones Unidas despu¨¦s de su visita al pa¨ªs y analizar la crisis carcelaria, ninguno recomienda la construcci¨®n de una nueva c¨¢rcel. Esto es una pol¨ªtica medi¨¢tica, no t¨¦cnica¡±, afirma Bastias. Si bien el Gobierno de Noboa ha logrado contener la violencia entre los presos al interior de las c¨¢rceles, enfrenta sentencias judiciales por dejar sin alimentaci¨®n a cerca de 20 mil presos de 30 c¨¢rceles de Ecuador y organismos internacionales como Human Right Wacht ha llamado la atenci¨®n al mandatario, pidi¨¦ndole que los militares dejen de ocuparse de los presidios, tras las denuncias de violaci¨®n contra los derechos humanos.
Para el Gobierno, la nueva c¨¢rcel, a la que ha llamado Encuentro, ser¨¢ ¡°un ¨ªcono en la regi¨®n¡±. El presidente destac¨® en su discurso que los cinco pabellones, donde habitar¨¢n 800 presos, contar¨¢ con tecnolog¨ªa moderna e inteligencia artificial. Lo que le hace falta a todas las c¨¢rceles del pa¨ªs, a pesar de los constantes ofrecimientos de equiparlas. Su oferta era construir dos nuevas c¨¢rceles despu¨¦s de descartar las prisiones barcazas, por su alto costo. En una entrevista que concedi¨® al inicio de su mandato, asegur¨® que el proyecto de la nueva c¨¢rcel lo estaba haciendo la misma gente que contrat¨® Nayib Bukele para construir el Centro de Confinamiento del Terrorismo en El Salvador, con la que se ha hecho popular por su pol¨ªtica de mano dura, y que Noboa replica como parte de su estrategia para ser reelecto a la presidencia en 2025. ¡°Est¨¢ dise?ada para reclasificar y aislar a los delincuentes altamente peligrosos. Los cabecillas de las mafias estar¨¢n monitoreados en tiempo real¡±, dijo Noboa el d¨ªa de la ceremonia para el inicio de la obra.
Los comuneros, se han declarado en resistencia para rechazar la construcci¨®n del recinto penitenciario. ¡°Este es un derecho que nos asiste. Hemos sido posesionarios de nuestros antepasados desde antes de que se fundara la Rep¨²blica¡±, dice Donald Cabrera. No quieren la c¨¢rcel en sus tierras; Noboa tiene un problema que solucionar.
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