Dentro de la campa?a de Mar¨ªa Corina y Edmundo: restricciones policiales, r¨ªos de gente y euforia por el cambio
Un d¨ªa por Venezuela con la l¨ªder de la oposici¨®n y el candidato al que le ha cedido todo su capital pol¨ªtico para tratar de vencer al chavismo en las elecciones presidenciales del 28 de julio
Sin promociones en los medios, sin una hora muy clara, sin un solo afiche en la calle, la oposici¨®n venezolana, de la mano de la dupla Mar¨ªa Corina Machado-Edmundo Gonz¨¢lez Urrutia, decidi¨® este s¨¢bado calibrar fuerzas en los centros urbanos grandes y convoc¨® a la poblaci¨®n a manifestarse en Valencia, la tercera ciudad del pa¨ªs, en este comienzo de campa?a electoral.
El asedio policial y las decisiones administrativas para entorpecer la concentraci¨®n en Valencia fueron, desde temprano, muy evidentes. Todos los accesos a la ciudad por v¨ªas expresas fueron bloqueados. En el recorrido desde Caracas por la autopista regional del centro, el tr¨¢fico fue detenido de forma unilateral en tres ocasiones, por m¨¢s de media hora cada vez, por efectivos de la Polic¨ªa Nacional Bolivariana. Prolong¨¢ndose la espera, Machado baj¨® de un autom¨®vil e increp¨® a los polic¨ªas por crear aquel descomunal atasco. ¡°Esto no puede seguir continuando, se?ores funcionarios, y ustedes lo saben. Este esfuerzo lo estamos haciendo por ustedes, tienen que tener claro lo que pasa en este pa¨ªs. Tenemos 15 d¨ªas para acabar con esta tragedia¡±.
Mientras los pasajeros de otros veh¨ªculos la saludaban, Machado continu¨® su camino a pie, y posteriormente tom¨® una moto, ofrecida por un voluntario de su partido, para asistir el compromiso. Cuatro horas tard¨® en llegar a Valencia desde Caracas, en un trayecto que habitualmente se toma dos. En mitad de la autopista, una se?ora persigui¨® a Machado para llorar sobre su hombro y presentarle a su hijo, un ni?o de nueve a?os con par¨¢lisis en las piernas. M¨¢s tarde, Jes¨²s Molina, que se gana la vida trabajando en una l¨ªnea de mototaxistas, la esperaba en una avenida principal: ¡°Este es el ¨²ltimo chance que tenemos en Venezuela. Uno no puede estar trabajando nada m¨¢s para que los de arriba engorden. Yo estoy cuadrado con Mar¨ªa Corina, aqu¨ª uno tiene que poder vivir de su trabajo. Si ella no puede, de aqu¨ª hay que irse, no se puede perder toda su vida productiva con esta gente (los chavistas)¡±.
Antiguo epicentro industrial del pa¨ªs, con protagonismo en su din¨¢mica interna, Valencia es una desigual ciudad, hoy descuidada en su aspecto, con un clima t¨®rrido y un entorno vegetal vistoso y muy intenso. Es la capital del estado Carabobo, importante plaza electoral en la cual el chavismo y la oposici¨®n han mantenido durante estos a?os una cierta paridad de fuerzas, con leve ventaja para los segundos.
Este s¨¢bado, los militantes, motorizados, simpatizantes y curiosos se apostaron temprano, dispersos y ruidosos, en los confines de la avenida Bol¨ªvar, esperando indicaciones y procurando informarse sobre la llegada de la l¨ªder y el candidato. Aquel plant¨®n dur¨® casi tres horas. El oficialismo hizo todo lo posible para paralizar movilizaci¨®n: la ciudad estaba tomada por la polic¨ªa estatal; el metro estaba cerrado; no hab¨ªa autobuses en las calles; y no se pudo montar una tarima para que los oradores hablaran, ni usar micr¨®fonos para dirigirse a los asistentes. La gente no ten¨ªa muy claro d¨®nde iba a aparecer la candidata.
¡°Estoy aqu¨ª porque quiero ver a mis dos hijos regresar a Venezuela, que podamos normalizar nuestras vidas, que se acabe el conflicto, ha sido muy duro verlos marchar tan jovenes de un pa¨ªs que qued¨® destruido¡±, dijo Elena Alc¨¢ntara, que trabaja una peluquer¨ªa. Los impedimentos inventariados obligaron a los organizadores a hacer una caravana. El objetivo final era llegar a la avenida Cede?o, amplia y en bajada, para apostarse en la zona con buenos espacios para fotografiar.
Machado, la l¨ªder de la oposici¨®n, y Gonz¨¢lez Urrutia, el candidato que se presenta en su nombre al haber sido ella inhabilitada, hicieron su aparici¨®n sobre el mediod¨ªa, empotrados en la parte alta de una camioneta Jeep, acompa?ados de la esposa y la hija del diplom¨¢tico de 74 a?os que se enfrenta a Maduro en las elecciones presidenciales del pr¨®ximo 28 de julio. Su carro, acompa?ado de dos m¨¢s, uno de los cuales era de periodistas en cobertura, eran los ¨²nicos integrantes de aquella caravana, que, en cambio, cruz¨® un r¨ªo humano desbordado, fren¨¦tico, sediento y desesperado.
¡°Yo estoy cansada de los chavistas. Es la misma gente, los mismos ministros, diciendo lo mismo todos los a?os. Se nos va la vida en excusas. Ya basta, Venezuela ha despertado. No podemos pasarnos toda la vida as¨ª¡±, afirm¨® Mar¨ªa Eugenia Dom¨ªnguez, que trabaja como dependiente en una tienda de ropa. La concentraci¨®n se fue expandiendo de forma exponencial, engordada por transe¨²ntes y vecinos. Abundaron las l¨¢grimas y las banderas. Se respiraba una euforia electrizante. Se entonaron varias melod¨ªas relativas al amor a Venezuela y la esperanza nacional. El llamado a votar era por Edmundo, pero las muestras de devoci¨®n p¨²blica corr¨ªan por la cuenta de Machado.
Los presentes coreaban la consigna ¡°libertad¡±. Algunos se atrev¨ªan con el c¨¢ntico ¡°este Gobierno va a caer¡±, frecuente en las concentraciones opositoras de estos a?os. Hab¨ªa personas de todas las clases sociales, todas las edades y todos los fenotipos. Los vecinos de los edificios presentes sal¨ªan de sus balcones a saludar. Trabajadores de tiendas, de panader¨ªas, de bodegas, taxistas, motorizados, padres con hijos en los hombros, parejas de reci¨¦n casados -que alg¨²n d¨ªa se divorciar¨¢n-, personas en silla de ruedas, familias, se?oras, ancianos, deportistas. Todos esperaban su turno para saludarla, para lanzarle un beso, para pedirle una foto, para tocarle la mano.
Abundaron los rosarios, las bendiciones, los pedidos en forma de ruego, las quejas por los problemas familiares, por la ruina personal, por el hambre, por la falta de trabajo, por la marcha de los hijos. Sobre las cuatro de la tarde, con el calor cediendo espacios y bajo amenaza de lluvia, la concentraci¨®n se empez¨® a disolver. No hab¨ªa micr¨®fono y Mar¨ªa Corina no pudo dirigirse a la multitud. Dio igual. Se fueron contentos de haberla visto.
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