Dora Mar¨ªa T¨¦llez: ¡°Es el momento en que hay que actuar por Nicaragua otra vez¡±
La Comandante Dos de la revoluci¨®n sandinista, hoy una feroz cr¨ªtica del r¨¦gimen Ortega-Murillo, habla con EL PA?S desde el exilio sobre su vida despu¨¦s de la c¨¢rcel y la lucha contra el autoritarismo en Centroam¨¦rica
En 1973, con 18 a?os, Dora Mar¨ªa T¨¦llez abandon¨® sus estudios de Medicina para unirse a la lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza. Cabalgando la ola revolucionaria a finales de los setenta, ascendi¨® a la cima de la estructura de mando de la guerrilla, dirigiendo a los cuadros del Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN). En 1978 ya era conocida como la Comandante Dos de las fuerzas insurrectas ¡°terceristas¡± ¡ª el frente popular de la llamada ¡°tercera v¨ªa¡ª y fue una de los tres comandantes sandinistas que dirigieron el famoso asalto al Palacio Nacional de Nicaragua, en la llamada Operaci¨®n Chanchera.
Encabezados por T¨¦llez, Ed¨¦n Pastora y Hugo Torres, los combatientes sandinistas, disfrazados de miembros de la Guardia Nacional, entraron al Palacio durante una sesi¨®n del Congreso y tomaron como rehenes a unos 2.000 funcionarios con la esperanza de canjearlos por prisioneros. Ese ataque audaz, casi suicida, marc¨® un hito en la revoluci¨®n: revel¨® la fragilidad de Somoza y desencaden¨® una rebeli¨®n popular que derrocar¨ªa a la dictadura menos de un a?o despu¨¦s.
¡°El plan parec¨ªa una locura demasiado simple¡±, escribi¨® Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en una cr¨®nica sobre el asalto. Tan loco y tan simple, de hecho, que funcion¨®, gracias en gran parte a T¨¦llez, quien, a sus 22 a?os, se encarg¨® de negociar con Somoza. El dictador cedi¨®, liber¨® a 59 presos pol¨ªticos y entreg¨® 500.000 d¨®lares en efectivo a los rebeldes. En los meses siguientes, T¨¦llez dirigi¨® los comandos sandinistas que batallaron, manzana por manzana, para tomar la ciudad de Le¨®n. Dora Mar¨ªa T¨¦llez, observ¨® Garc¨ªa M¨¢rquez, era ¡°una muchacha muy bella, t¨ªmida y absorta, con una inteligencia y un buen juicio que le habr¨ªan servido para cualquier cosa grande en la vida¡±.
El a?o previo al asalto del Palacio Nacional, T¨¦llez se encontraba en el Frente Guerrillero del Norte Carlos Fonseca Amador, cerca de la frontera con Honduras. All¨ª conoci¨® a un hombre que la perseguir¨ªa de por vida: un hombre con el que luchar¨ªa codo con codo por a?os, a lo largo de la revoluci¨®n y de la guerra contrainsurgente que la sucedi¨®; un hombre con el que dirigir¨ªa el pa¨ªs durante la d¨¦cada del Gobierno sandinista de los ochenta, cuando T¨¦llez ocup¨® el cargo de ministra de Salud, reduciendo a la mitad la tasa de mortalidad infantil y ganando para el pa¨ªs un premio de la Unesco por sus excepcionales avances en salud p¨²blica (a pesar de las sanciones estadounidenses y la guerra de los Contras); un hombre cuyas campa?as presidenciales apoyar¨ªa una y otra vez, incluso despu¨¦s de separarse del FSLN en 1995; y un hombre que, unos 45 a?os m¨¢s tarde, se convertir¨ªa en su carcelero, y en el nuevo dictador de Nicaragua: Daniel Ortega Saavedra.
A mediados de los noventa, T¨¦llez, junto con el escritor nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez y otros exguerrilleros, abandon¨® el FSLN y form¨® el disidente Movimiento Renovador Sandinista (MRS, ahora conocido como Unamos). El MRS pas¨® a?os tratando de desbancar a Ortega, a quien T¨¦llez y muchos nicarag¨¹enses llegaron a considerar un megal¨®mano proempresarial que hab¨ªa traicionado la revoluci¨®n en aras del poder y del beneficio familiar.
En 2018, una rebeli¨®n civil liderada por estudiantes estall¨® por todo el pa¨ªs. La represi¨®n fue dura y brutal y, esta vez, los rebeldes perdieron. El conflicto fue el m¨¢s mort¨ªfero desde la guerra de los Contra, con al menos 355 personas muertas, m¨¢s de 2.000 heridas y miles m¨¢s encarceladas, desaparecidas o exiliadas.
En 2021, T¨¦llez fue una de las decenas de disidentes detenidos y condenados a la c¨¢rcel por ¡°cr¨ªmenes contra la naci¨®n¡± en una farsa judicial ordenada por Ortega y su esposa, Rosario Murillo. Tras sobrevivir 606 d¨ªas de aislamiento en las mazmorras de la c¨¢rcel de El Chipote, T¨¦llez fue sacada de su celda en febrero de 2023, metida en un avi¨®n, desterrada a Estados Unidos, y despojada de su nacionalidad junto con otros 221 presos pol¨ªticos, entre ellos su pareja.
Hoy, Dora Mar¨ªa T¨¦llez es historiadora, doctora honoris causa de La Sorbona e investigadora visitante en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, donde estudia la historia de Nicaragua y escribe sus memorias. A pesar de su vocaci¨®n, asegura que no piensa mucho en el pasado. Con 68 a?os, su ¨¢nimo est¨¢ firmemente anclado en el presente: ¡°Estamos atrapados otra vez en una dictadura que es igual a la de los Somoza, pues es una dictadura familiar de ambiciones din¨¢sticas hasta el fin de los siglos, amen¡ Este es un momento en que hay que actuar por Nicaragua otra vez¡±, afirma en una entrevista con EL PA?S.
Pregunta. ?C¨®mo ha sido su vida en el exilio desde que fue expulsada de Nicaragua?
Respuesta. El exilio es siempre dif¨ªcil. Primero, este no es simplemente un exilio, es un destierro. Fuimos sacados de la c¨¢rcel hacia Estados Unidos. Fue un destierro, y el destierro es a¨²n peor. Una de las experiencias m¨¢s dif¨ªciles en el exilio es que uno rechaza establecerse. Y adem¨¢s, no es f¨¢cil porque es otro pa¨ªs, otra cultura, y en el caso de los Estados Unidos, otra lengua. Nosotros est¨¢bamos aqu¨ª s¨®lo con lo que vinimos, los 222, solo con nuestros pasaportes. Es algo complicado, y yo no lo he tenido tan complejo. Ten¨ªa mi familia en Georgia, as¨ª que esa parte del tr¨¢nsito fue un poco m¨¢s liviana. He tenido la suerte de tener trabajo, de poder hacer de alguna manera lo que quiero hacer y tener cierta estabilidad en esa materia, pero es siempre muy dif¨ªcil, y la mayor¨ªa de la gente tiene unas condiciones bastante graves, con bastante inestabilidad. Luego est¨¢n todas las consecuencias de la c¨¢rcel. En mi caso, el aislamiento, que provoca consecuencias indudablemente emocionales, psicol¨®gicas, f¨ªsicas¡ y sobre todo, el cansancio; hay un cansancio acumulado muy importante en la c¨¢rcel, que hay que irlo desvaneciendo poco a poco y llenando los huecos de informaci¨®n que uno tiene por estar en aislamiento tanto tiempo, poni¨¦ndote al d¨ªa. O sea, es un costo cotidiano, en su mayor¨ªa bastante elevado, en realidad.
P. Los sandinistas aseguran que el r¨¦gimen cuenta con un enorme apoyo popular, en gran parte porque ha logrado reducir la pobreza -aunque Nicaragua siga siendo el segundo pa¨ªs m¨¢s pobre del hemisferio-. ?Cu¨¢l es su respuesta a estas afirmaciones?
R. Si el r¨¦gimen tuviera la popularidad que ellos dicen tener, no hubieran tenido ning¨²n temor en ir a unas elecciones limpias en 2021. Daniel Ortega lleg¨® al extremo del miedo echando presos a todos los precandidatos posibles y eliminando a todos los partidos pol¨ªticos. Eso es lo que te evidencia un enorme terror a llegar al momento del voto con una agrupaci¨®n opositora, con un candidato o candidata opositor. Le tuvo miedo. Es decir, si tuvieran la popularidad que dicen, pues no tendr¨ªan ning¨²n temor a ir a una elecci¨®n limpia, porque ganar¨ªan. Pero Daniel Ortega no gana elecciones, Daniel Ortega se roba elecciones.
P. ?Todav¨ªa existen fuentes de resistencia dentro del pa¨ªs, a pesar de la represi¨®n?
R. La resistencia es como los r¨ªos: hay momentos que los r¨ªos tienen un curso subterr¨¢neo y en alg¨²n momento salen a la superficie y emergen con todo su caudal. Este es un momento en Nicaragua en que este r¨ªo, que va siempre avanzando pero va subterr¨¢neo, va a volver a emerger a la superficie, porque no hay remedio; el r¨¦gimen no ha podido restablecer su equilibrio de fuerzas, no ha podido restablecer sus bases de poder y ahora se erosiona parte de la fuente de su poder: el sistema judicial, los empleados p¨²blicos¡ Es decir, cada semana vos ten¨¦s nuevos anuncios de purgas dentro del r¨¦gimen de Ortega-Murillo y adem¨¢s est¨¢ en medio de todo el asunto de la sucesi¨®n de Daniel Ortega. Hay que recordar siempre que tiene una dictadura de una familia. No es una dictadura de partido ni es una dictadura militar, propiamente dicha. Es una dictadura de una familia, que controla los aparatos del poder. Ellos se han fundamentado en el sistema judicial, la polic¨ªa, los empleados p¨²blicos, el propio Frente Sandinista, el Ej¨¦rcito. Hay una crisis interna que se percibe dentro de todas estas estructuras, un poder creciente de Rosario Murillo, que es decisivo ahora dentro de la familia Ortega-Murillo.
P. ?Ortega y Murillo tienen alguna ideolog¨ªa o convicci¨®n pol¨ªtica?
R. No. Para Daniel Ortega y Rosario Murillo su ¨²nica ideolog¨ªa es el poder pol¨ªtico. Ellos est¨¢n ah¨ª para sostenerse en el poder. Y, pues, hacen cualquier cosa que necesiten hacer para ello. Es decir, ellos contribuyeron a la penalizaci¨®n del aborto terap¨¦utico de manera decisiva en la Asamblea Nacional. Se lanzaron contra el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y cuando lleg¨® al poder Daniel Ortega se comi¨® el Tratado de Libre Comercio con toda tranquilidad. Es decir, pueden hacer una cosa y la contraria 24 horas despu¨¦s. No son ni de derecha, ni de izquierda, ni de centro, ni de nada. Son simple y llanamente orteguistas. Es decir, su ideolog¨ªa es mantener el poder.
P. ?C¨®mo describir¨ªa los matices del panorama pol¨ªtico de la oposici¨®n?
R. Hay distintas oposiciones. Hay sectores opositores que dicen que no te puedes ir a unas elecciones con Ortega-Murillo en el poder. Hay otros sectores que dicen que ni siquiera hay que pensar en ninguna elecci¨®n y hay que sacar Ortega y Murillo, pero no explican c¨®mo. Hay otros que dicen que s¨ª, hay que trabajar para ir a unas elecciones limpias, libres y competitivas y la oposici¨®n tiene que prepararse para eso. Hay quienes piensan que tienen que hacer predominar su proyecto de derecha, o de centro derecha, o del extremismo. Hay quienes piensan que es importante un proyecto de unidad nacional, en donde est¨¦n representadas todas las corrientes pol¨ªticas de Nicaragua. Este es un momento en que la oposici¨®n est¨¢ buscando un camino. Hay que enfrentar al adversario en el terreno que existe, no en el terreno hipot¨¦tico que yo quiero.
P. ?Las sanciones de Estados Unidos han tenido alg¨²n impacto?
R. Si no tuvieran impacto, Ortega no se quejar¨ªa de ellas. Y de eso se quejan, de las sanciones. A m¨ª me acusaron, en el juicio, de pedir sanciones contra el Estado de Nicaragua. Pero no, yo no he pedido sanciones contra el Estado de Nicaragua. Ped¨ª sanciones contra la familia Ortega-Murillo. Y que yo sepa, el Estado de Nicaragua es una Rep¨²blica, no una monarqu¨ªa. Si fuera una monarqu¨ªa y Daniel Ortega fuera el rey y yo pidiera sanciones contra Daniel Ortega, eso ser¨ªan sanciones contra el Estado. En efecto, las sanciones le causan un da?o, le causan un perjuicio, y ese perjuicio es econ¨®mico.
P. ?Hay algo que se puede aprender el movimiento anti-Ortega de la revoluci¨®n sandinista y sus secuelas?
R. Uno siempre tiene que aprender de la historia. Un primer aprendizaje es que este es un momento en el cual la lucha armada no tiene vigencia. Tiene que haber una lucha c¨ªvica. Segundo, este es un momento para aprender que hay que continuar una vocaci¨®n democr¨¢tica, no solamente entre el liderazgo opositor, sino en general en todo el pueblo nicarag¨¹ense. Tenemos como nicarag¨¹enses una cultura autoritaria e intolerante que pesa a¨²n en el movimiento opositor. Una de las lecciones tambi¨¦n de la revoluci¨®n sandinista es que la juventud tiene aportes decisivos que hacer. Parte del tema de enfrentar a la dictadura tiene que ver con lograr la unidad del pueblo nicarag¨¹ense. No lo puede seccionar por pedazo ¡ªestos s¨ª, estos no, aquellos no, estos me caen bien, estos me caen mal ¡ª porque el r¨¦gimen es el ¨²nico que gana en esas condiciones.
P. ?Qu¨¦ futuro, o qu¨¦ posibles futuros, cree que le esperan a Centroam¨¦rica?
P. Hay un proceso de remilitarizaci¨®n en Centroam¨¦rica. Los Ej¨¦rcitos han estado recibiendo mucho dinero. La polic¨ªa est¨¢ recibiendo mucho dinero. Todo para efectos de control social, que va de la mano de una clara tendencia autoritaria que recorre Centroam¨¦rica, con excepci¨®n de Guatemala. Ya no se trata de las dictaduras militares. Ahora son civiles en alianza con los militares. Hay una alianza entre los Gobiernos civiles y la estructura militar en Centroam¨¦rica para establecer reg¨ªmenes autoritarios. Y lo de las maras y las pandillas sirve como coartada. Esa es la verdad. Son coartadas para establecer el r¨¦gimen autoritario. Las maras y las pandillas se pueden enfrentar desde un Gobierno democr¨¢tico. No necesita una dictadura, un r¨¦gimen autoritario, o militarismo para enfrentar maras y pandillas.
P. En abril, Nicaragua present¨® una demanda ante la Corte Internacional de Justicia acusando a Alemania de facilitar el genocidio de los palestinos en Gaza. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le produjo?
R. La petici¨®n de Nicaragua en la Corte sobre la matanza en Gaza es un volado pedido por los rusos. No fue ninguna acci¨®n sincera de solidaridad con el pueblo palestino. En realidad, la familia Ortega-Murillo deber¨ªa estar ante la Corte Penal Internacional, acusada por cr¨ªmenes de lesa humanidad que est¨¢n absolutamente documentados. No est¨¢n defendiendo al pueblo palestino. Son unos genocidas que quieren ampararse en el pueblo palestino para pagar favores pol¨ªticos a Putin. No les importa en absoluto lo que pasa con otra gente, solamente les importa lo que ellos necesitan hacer para sostenerse en el poder, y para sostenerse en el poder necesitan una alianza con Putin.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s recuerda de los a?os de revoluci¨®n?
Pues, tengo muchos recuerdos. Estoy escribiendo mi memoria, y obviamente tengo que analizar esos a?os, revisar mi vida en esos a?os, hacer un balance. Pero recordar no es exactamente el oficio al que me dedico. Yo siento que este es un momento en que hay que actuar por Nicaragua otra vez, con el aprendizaje de los a?os, con las lecciones aprendidas, con la experiencia que uno tiene, teniendo conciencia de los cambios en las circunstancias pol¨ªticas y lo que el pa¨ªs requiere en este final del primer cuarto del siglo XXI, 45 despu¨¦s del triunfo de la revoluci¨®n sandinista. Ahora estamos atrapados otra vez en una dictadura que es igual a la de los Somoza, pues es una dictadura familiar de ambiciones din¨¢sticas hasta el fin de los siglos. Entonces, yo me veo a m¨ª misma actuando para aportar en enfrentar este tipo de desaf¨ªos que tiene ahora Nicaragua.
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