Artibonito, de regi¨®n agr¨ªcola a nuevo valle del crimen en Hait¨ª
El ataque armado que dej¨® la semana pasada decenas de muertos en la comunidad de Pont-Sond¨¦ agrava la violencia en una zona donde la inseguridad ha desplazado a miles y ha dejado cientos de v¨ªctimas
La madrugada del 3 de octubre de 2024, la comunidad de Pont-Sond¨¦, ubicada en la quinta secci¨®n de Saint-Marc en el departamento central del Artibonito, fue escenario de una masacre. Un grupo armado, identificado como la pandilla Gran Grif, de Savien, atac¨® a la poblaci¨®n civil, dejando a su paso una estela de muerte y destrucci¨®n. Seg¨²n cifras proporcionadas por el Ministerio de Defensa haitiano, al menos 54 personas perdieron la vida en el ataque, mientras que otras tantas resultaron gravemente heridas. Naciones Unidas, sin embargo, situ¨® el n¨²mero de fallecidos en 70, entre ellos tres beb¨¦s.
Este violento episodio no fue inesperado en un pa¨ªs que lleva a?os sumido en la violencia de las pandillas. La noche anterior, Luckson ?lan, l¨ªder de Gran Grif, hab¨ªa advertido de su intenci¨®n de tomar represalias contra la comunidad. La raz¨®n de esta brutal agresi¨®n, seg¨²n Bertide Horace, una figura destacada de la regi¨®n, fue ¡°la negativa de un grupo de conductores a pagar las exorbitantes tarifas impuestas por los bandidos en un peaje ilegal en Carrefour P¨¨ye¡±. Los autobuses deb¨ªan pagar 2.500 gourdes (unos 19 d¨®lares) y las motocicletas 500 gourdes (menos de 4) para circular por las rutas controladas por la pandilla. La resistencia de los conductores provoc¨® la ira de ?lan, quien cumpli¨® su promesa de castigar a la comunidad.
Pont-Sond¨¦, una localidad rural en el bajo Artibonito, se ha convertido en uno de los principales puntos de conflicto entre las pandillas armadas y la poblaci¨®n civil en Hait¨ª. La zona, hist¨®ricamente agr¨ªcola y conocida por su producci¨®n de arroz, ha sido un blanco f¨¢cil para los grupos criminales que, aprovechando la ausencia de fuerzas de seguridad, imponen su ley mediante la violencia y el saqueo.
Una comunidad atrapada entre la violencia y el abandono
El ataque a Pont-Sond¨¦ comenz¨® a las tres de la madrugada, cuando los miembros de la pandilla ingresaron al pueblo sin encontrar resistencia. Los pocos agentes de la polic¨ªa local presentes no pudieron hacer nada para detener el avance de los ¡°bandidos¡±, quienes dispararon indiscriminadamente contra los habitantes dejando un rastro de sangre y decenas de v¨ªctimas a su paso.
Los sobrevivientes, muchos de ellos con heridas graves, fueron trasladados de emergencia al hospital Saint-Nicolas de Saint-Marc. Las escenas de caos y desesperaci¨®n describen a una comunidad que intenta recuperarse del impacto de la tragedia, mientras sus habitantes gritan pidiendo auxilio.
Este no es el primer episodio de violencia extrema que vive la regi¨®n. Seg¨²n informes de organizaciones locales y de la ONU, el departamento del Artibonite ha sido escenario de repetidos ataques por parte de pandillas desde al menos 2022. En ese a?o, el jefe de la pandilla Lika, Widzer Estimable, muri¨® durante un enfrentamiento con la polic¨ªa, desencadenando una serie de represalias violentas por parte de sus seguidores. Desde entonces, las pandillas han consolidado su control sobre el bajo Artibonito, obligando a miles de campesinos a abandonar sus tierras y desatando una crisis humanitaria en la regi¨®n.
El valle de Artibonito, con m¨¢s de 28.000 hect¨¢reas dedicadas al cultivo de arroz, se ha visto gravemente afectado por la criminalidad. Seg¨²n el Programa Mundial de Alimentos, al menos 5.000 hect¨¢reas de tierras agr¨ªcolas fueron abandonadas en 2023 debido a la violencia, lo que ha contribuido a una disminuci¨®n en la producci¨®n de alimentos y a una creciente inseguridad alimentaria en la zona.
Adem¨¢s de los ataques contra los campesinos, las pandillas han impuesto su ley mediante el secuestro, el robo de ganado y los abusos sexuales. La Plataforma de Mujeres Organizadas para el Desarrollo de Artibonite (Plafoda) report¨® m¨¢s de 1.370 casos de violaciones entre abril de 2023 y marzo de 2024, evidenciando el nivel de vulnerabilidad de las comunidades rurales en el departamento.
Resistencia popular
En medio del terror, algunos ciudadanos han intentado organizarse para resistir. En comunas como Liancourt y Petite-Rivi¨¨re, los habitantes formaron brigadas de autodefensa en 2022, con la esperanza de frenar el avance de las pandillas. Armados con machetes y bidones de gasolina, los j¨®venes locales se turnaban para vigilar las entradas a sus pueblos. Sin embargo, la falta de recursos y apoyo externo debilit¨® r¨¢pidamente estos esfuerzos, permitiendo que los grupos armados retomaran el control.
A pesar de los llamados desesperados de l¨ªderes comunitarios, como el educador Abner Joseph y la feminista Christianne Marie-Jeanne, las autoridades gubernamentales han mostrado una alarmante inacci¨®n frente a la creciente crisis. Joseph acus¨® a los l¨ªderes pol¨ªticos y a ciertos actores del sector privado de complicidad con las pandillas, afirmando que sus intereses comerciales han contribuido a la destrucci¨®n de la producci¨®n nacional.
El Gobierno haitiano, por su parte, se ha limitado a enviar fuerzas policiales en operaciones temporales que han mostrado ser ineficaces. El comisionado gubernamental Fran?ois Venson, afirm¨® que la Unidad Departamental de Mantenimiento del Orden (UDMO) y la Unidad Temporal Anti-Pandillas (UTAG) hab¨ªan retomado el control de la situaci¨®n en Pont-Sond¨¦ tras el ataque. Sin embargo, el despliegue de las fuerzas policiales lleg¨® demasiado tarde, y el temor persiste entre los habitantes de la regi¨®n.
El ataque a Pont-Sond¨¦ es solo un reflejo m¨¢s de la grave crisis que atraviesa Hait¨ª, donde el crimen organizado ha tomado el control de vastas regiones del pa¨ªs, ante la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. ¡°En el caso de Artibonite, la situaci¨®n se agrava por la importancia econ¨®mica de la regi¨®n, que alguna vez fue el coraz¨®n agr¨ªcola del pa¨ªs¡±, indic¨® el polit¨®logo haitiano Jean Jacques Joseph.
Las pandillas no solo han destruido la vida de los campesinos, sino que tambi¨¦n han asfixiado las instituciones locales. ¡°Escuelas, hospitales y oficinas del Gobierno han dejado de funcionar en comunas como Petite-Rivi¨¨re, donde el mercado p¨²blico y las infraestructuras b¨¢sicas ahora est¨¢n bajo control de los bandidos¡±, reiter¨® Joseph. La comunidad de Pont-Sond¨¦, al igual que otras zonas del Artibonito, enfrenta un futuro incierto, marcado por el dolor de la p¨¦rdida y el temor a nuevos ataques.
El panorama de violencia y desolaci¨®n que se vive en el bajo Artibonito es un recordatorio tr¨¢gico del impacto devastador de la inseguridad en Hait¨ª. ¡°Sin una intervenci¨®n efectiva del Gobierno y la comunidad internacional, la regi¨®n podr¨ªa seguir hundi¨¦ndose en el caos, dejando a su poblaci¨®n a merced de las pandillas que ahora dominan el valle del crimen¡±, arroj¨® con preocupaci¨®n el escritor y polit¨®logo Lyonel Trouillot.
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