La rabia alimenta el reclutamiento de ni?os en las pandillas de Hait¨ª: ¡°Quien me hizo sufrir, sufrir¨¢¡±
Seg¨²n Unicef, entre el 30% y el 40% de los miembros de las bandas que controlan los barrios m¨¢s desfavorecidos de Puerto Pr¨ªncipe son menores cuya vida est¨¢ marcada por la violencia
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Por Martissant, un distrito al oeste de la capital haitiana, divaga un adolescente que no tiene qu¨¦ comer. ¡°Mi madrastra no me quer¨ªa, y no pudo ayudarme a terminar el s¨¦ptimo a?o escolar¡±, dice Fran?ois, a punto de cumplir los 18 a?os. Cansado de los malos tratos de la mujer, a los 10 a?os, este hijo de un mec¨¢nico y una comerciante de Puerto Pr¨ªncipe que fue asesinada cuando era m¨¢s peque?o decidi¨® escapar. Tres a?os despu¨¦s, la pandilla 5 Segonn -Cinco Segundos en lengua creole-, lo reclut¨®. ¡°No te preocupes, te tomo bajo mi protecci¨®n¡±, le dijo el jefe del grupo armado, Johnson Izo Andr¨¦, cuenta hoy el joven.
Am¨¦rica Futura lo encontr¨® en un local de la organizaci¨®n Corazones por el Cambio para los ni?os en situaci¨®n de calle de Hait¨ª (Occedh, en sus siglas en creole), que acoge a m¨¢s de 1.500 ni?os y ni?as entre los 8 y 18 a?os y que, como ¨¦l, fueron reclutados como miembros de las pandillas que controlan algunas zonas de la capital. El joven insiste en que tiene una historia que contar, una historia que se ha desarrollado en medio de ¡°disparos, sangre y de un duelo¡± y que todav¨ªa no ha podido superar.
Seg¨²n su relato, un amigo dispar¨® a uno de sus dos hermanos menores en la cabeza debido a un conflicto por su novia. ¡°El que mat¨® a mi hermano pagar¨¢; me vengar¨¦. Quien me hizo sufrir, tambi¨¦n sufrir¨¢¡±, contin¨²a Fran?ois con el ce?o fruncido. La rabia es una de las principales motivaciones que citan los menores que se unen a las pandillas. Muchas veces buscan vengar la muerte de seres queridos a los que han visto caer en manos de enemigos en un ambiente de violencia. Algunos de ellos se sienten desamparados y los l¨ªderes de las bandas suplen la figura parental.
Fran?ois admite haber participado en varios ataques, como uno en el centro de la ciudad junto a los soldados de Izo, donde destruyeron alrededor de seis establecimientos policiales. Tambi¨¦n en una invasi¨®n en Carrefour-Feuilles en 2023 con la pandilla de Grand-Ravin, que dej¨® a m¨¢s de 100.000 desplazados internos, y aproximadamente 800 metros cuadrados de viviendas destruidas. En ese ¨²ltimo ataque, fue detenido y acab¨® en la organizaci¨®n de Martissant donde tratan de ayudarlos a salir de las pandillas. Aunque no siempre funciona.
Mientras Fran?ois gu¨ªa la visita por las instalaciones, el sonido de ametralladoras resuena a lo lejos. ¡°?Soy un chim¨¨ (un bandido)!¡± , grita un joven delgado mientras sale de la oficina de una coordinadora de la organizaci¨®n. A menudo, los ni?os y adolescentes que forman parte de pandillas responsabilizan al Estado (o la ausencia de ¨¦ste) por sus dif¨ªciles circunstancias.
En el patio central del edificio, un grupo de ni?os juega bajo un sol abrasador. El lugar que alberga este proyecto financiado por la di¨¢spora haitiana tiene ahora las paredes descascaradas, pero alguna vez fue de un blanco inmaculado. All¨ª, los j¨®venes reciben apoyo psicosocial de esta organizaci¨®n, que ha estado activa en el barrio durante aproximadamente una d¨¦cada. ¡°A mi madre la asesinaron hace un a?o frente a m¨ª y mis hermanos. La violaron a ella, me violaron a m¨ª. Yo s¨¦ que tengo que vengarme. Cada vez que mato a alguien siento alivio por lo que le han hecho a mi mam¨¢¡±, dice una ni?a de 11 a?os que est¨¢ en el patio. Nuevamente la rabia.
La vulnerabilidad en la que viven muchos ni?os haitianos los convierte en el blanco ideal de las pandillas. Seg¨²n datos de Unicef, representan entre el 30% y el 40% de los miembros de las bandas. ¡°Los ni?os y las ni?as de Hait¨ª est¨¢n atrapados en un c¨ªrculo vicioso de sufrimiento: se ven obligados a alistarse en grupos armados por pura desesperaci¨®n, a causa de la violencia despiadada, la pobreza y el colapso de los sistemas que deber¨ªan protegerlos¡±, dijo la directora ejecutiva de esa organizaci¨®n, Catherine Russell, en un comunicado.
¡°Los ni?os son responsables de la mayor¨ªa de asesinatos¡±
Organizaciones locales que protegen a la ni?ez sugieren que las cifras de Unicef no son exactas por la falta de denuncias, y aunque no se atreven a dar n¨²meros, admiten una presencia significativa de menores en las bandas armadas de Puerto Pr¨ªncipe. ¡°Los ni?os y adolescentes son responsables de la mayor¨ªa de los asesinatos. La mayor¨ªa de los menores de edad han sido psicol¨®gicamente manipulados para llevar a cabo estos cr¨ªmenes. Los l¨ªderes no se ensucian las manos¡±, asegura Camille Emmanuel, del Comit¨¦ de Protecci¨®n Infantil Site Let¨¨n¨¨l, un grupo que ofrece apoyo psicosocial a unos 50 menores que est¨¢n involucrados en grupos armados en los barrios desfavorecidos de la capital.
En ocasiones, el reclutamiento forzado se da con ni?os que han perdido a sus padres en medio del caos que enfrenta el pa¨ªs desde 2021. Pero, a veces, los padres ven con impotencia c¨®mo sus hijos son reclutados. Un padre de cuatro hijos residente de Carrefour Feuilles, al oeste de Puerto Pr¨ªncipe, le relat¨® a Am¨¦rica Futura c¨®mo su hija 12 a?os y su hijo de 17 se unieron el a?o pasado a 5 Segonn, la pandilla de Izo, una de las m¨¢s poderosas de Hait¨ª, que domina principalmente la costa y Village de Dieu, un barrio marginal del sur de la capital. Esa banda se ha popularizado por videos de rap en las redes sociales.
Seg¨²n dice, se fueron buscando medios de subsistencia que ¨¦l no les pod¨ªa dar. Adem¨¢s, en marzo de 2024, la coalici¨®n de pandillas Viv ansanm destruy¨® su peque?o negocio informal de lavado de autos en el centro de la ciudad, empuj¨¢ndolo a¨²n m¨¢s hacia la precariedad. ¡°Me duele porque no tengo los recursos econ¨®micos para recuperar a mis hijos¡±, asegura el hombre desde un campamento de desplazados internos en Puerto Pr¨ªncipe. Aunque hace m¨¢s de un a?o y medio que no ve a sus hijos ni ha tenido noticias suyas, dice que al mayor lo han identificado sus hermanos con pa?oletas que tapan su cara en P¨¦tion Ville, en el centro de la capital.
En las pandillas, ¡°estos ni?os desempe?an roles como informantes, esp¨ªas, vigilantes, transportadores de armas y municiones a cambio de una compensaci¨®n econ¨®mica¡±, explica Camille Emmanuel. Seg¨²n cuenta, aunque les prometen pagos de entre 10 y 20 d¨®lares al mes, los l¨ªderes no suelen pagarlos. Simplemente los visten y los alimentan para conquistarlos.
¡°Los grupos armados utilizan a los ni?os para distintas tareas como cocinar, limpiar, hacer de ¡®esposas¡¯ o como vigilantes¡±, asegur¨® por su parte Russell, de Unicef, en el comunicado en el que define el problema como ¡°una tragedia que debe abordarse de inmediato¡±. Adem¨¢s, los miembros de las pandillas ¡°abusan sexualmente de las j¨®venes que est¨¢n dentro de sus filas¡±, seg¨²n le cont¨® a Am¨¦rica Futura Harold Barreau, de la Brigada de Protecci¨®n de Menores (BPM) de la Polic¨ªa Nacional de Hait¨ª. Algunos de ellos tambi¨¦n realizan tareas como la compra de drogas, participan en saqueos, establecen peajes y cometen cr¨ªmenes con la esperanza de ascender dentro de la pandilla.
¡°La vulnerabilidad los hace blanco para la explotaci¨®n¡±
¡°Pero lo que estos ni?os y ni?as tienen en com¨²n es que pierden su inocencia y se separan de sus comunidades¡±, a?ade la funcionaria de Unicef. La organizaci¨®n estima que m¨¢s de medio mill¨®n de ni?os y ni?as viven en zonas controladas por grupos armados en Hait¨ª, lo que los hace m¨¢s vulnerables a la violencia y al reclutamiento infantil.
En eso coincide Manel Barreau, comisario de polic¨ªa y responsable de la BPM. ¡°La vulnerabilidad socioecon¨®mica los hace f¨¢ciles de explotar¡±, se?ala. Y lamenta que las iniciativas para contener el reclutamiento de ni?os son insuficientes. Aunque la polic¨ªa ocasionalmente detiene a adolescentes miembros de grupos criminales, Jude Chery, presidente de la Asociaci¨®n de Voluntarios para la Reinserci¨®n de Detenidos en Hait¨ª, dice que, una vez que son liberados, no tienen ning¨²n tipo de acompa?amiento, por lo que ¡°el riesgo de reincidencia es significativo¡±.
¡°Estoy cansado de la situaci¨®n de este pa¨ªs, pero no he tenido otra opci¨®n¡±, dice Fran?ois que, de m¨¢s peque?o, so?aba con ser m¨¦dico. Seg¨²n cuenta, pertenecer a la pandilla le hace sentir miedo, pero tambi¨¦n adrenalina. ¡°El poder que me ha dado tener un arma no lo voy a tener en ning¨²n otro momento de la vida. Siento que la gente me respeta. Esto nunca estuvo en mis planes, fui forzado a estar ac¨¢¡±, a?ade mirando un dibujo de un arma que hizo ¨¦l mismo en el patio de actividades de Occedh cuando les pidieron ilustrar su presente. ¡°No le tengo miedo a la muerte, ?sabe?¡±, dice de repente, como si fuera un pensamiento recurrente. ¡°Si yo muero, al menos muero en mi pa¨ªs y lo har¨¦ por mi pa¨ªs. Por mis compatriotas y por las alas que nos han cortado¡±.
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