Brasil rompe el tab¨² del suicidio entre polic¨ªas tras m¨¢s de mil muertes en seis a?os
Las fuerzas de seguridad empiezan a implantar, tras muchas resistencias, programas de salud mental cuando los suicidios se han convertido en la primera causa de muerte entre los agentes
Los polic¨ªas brasile?os est¨¢n entre los m¨¢s violentos del mundo. El a?o pasado acabaron con la vida de 6.400 personas. Suele decirse que la polic¨ªa que m¨¢s mata tambi¨¦n es la que m¨¢s muere, por el elevado n¨²mero de bajas fuera de servicio y en las violentas operaciones callejeras. Pero no es del todo cierto: la mayor¨ªa de los polic¨ªas no muere a manos de una banda de narcotraficantes en una favela o al intentar impedir un atraco. Desde el a?o pasado, la principal causa de muerte de los agentes de las fuerzas de seguridad en Brasil es el suicidio. Entre 2018 y 2023, m¨¢s de mil uniformados se quitaron la vida, uno cada dos d¨ªas.
Victoria estuvo a punto de entrar en esa estad¨ªstica. Trabaja hace m¨¢s de dos d¨¦cadas como polic¨ªa penal, vigila una c¨¢rcel en las afueras de R¨ªo de Janeiro. La exigente rutina le empez¨® a pasar factura pronto, abusando del alcohol para divertirse y del Rivotril, un medicamento antidepresivo, para dormir. Con la presi¨®n a?adida que lleg¨® con la pandemia, explot¨® del todo. ¡°Cinco de mis compa?eros se han suicidado en los ¨²ltimos a?os. Yo misma tambi¨¦n pens¨¦ en acabar con mi vida, llegu¨¦ a tomar medicamentos en dos ocasiones. Se me podr¨ªa haber ido de las manos, pero yo s¨®lo quer¨ªa acabar con el dolor que estaba sintiendo. Las mujeres suelen intentarlo con medicaci¨®n; los hombres, con las armas¡±.
Victoria, un nombre ficticio para proteger su identidad, lo cuenta bastante serena en una cafeter¨ªa de un hotel de la playa de Copacabana, lejos del lugar de trabajo que, como ella dice, la enferm¨®. El ambiente en las c¨¢rceles brasile?as, en general masificadas y con precarias condiciones de higiene y seguridad, no lo pone nada f¨¢cil. Hace un tiempo, en un mot¨ªn que dur¨® tres d¨ªas, hubo celdas en llamas y un compa?ero tomado como reh¨¦n con un machete en el cuello. ¡°Vuelves a trabajar con miedo de que eso pueda volver a pasar, es imposible no tener ansiedad¡±, comenta.
Los empleados de las fuerzas de seguridad saben perfectamente que se exponen a esos riesgos, pero hasta ahora a nadie parec¨ªa importarle excesivamente lo que pasaba por su cabeza, y eso que su tasa de suicidios, 30 casos por cada 100.000 habitantes, multiplica por cinco la de la poblaci¨®n en general. No se trata solo de estar sometido a situaciones de estr¨¦s l¨ªmite. La salud mental tambi¨¦n se resiente por la precariedad laboral (j¨®venes polic¨ªas reci¨¦n formados jug¨¢ndose la vida por menos del equivalente a 900 d¨®lares al mes), turnos agotadores, acoso laboral, unas jerarqu¨ªas asfixiantes y los problemas colaterales que todo eso genera en familiares y amigos.
En los ¨²ltimos seis a?os, en Brasil se suicidaron 821 profesionales de la seguridad p¨²blica en activo (sumando diferentes cuerpos: guardia municipal, polic¨ªa federal, polic¨ªa militar, civil, penal¡) y 226 que ya estaban retirados. Son datos de un reciente informe del Instituto de Investigaci¨®n y Prevenci¨®n del Suicidio (IPPES), que liderado por la investigadora Dayse Miranda, lleva a?os haciendo un minucioso trabajo en busca de unos datos que muchas veces la Administraci¨®n p¨²blica ni siquiera recopila. Hasta hace muy poco, la Polic¨ªa Militar del estado de Minas Gerais, por ejemplo, defin¨ªa este tipo de muertes como ¡°fen¨®meno inexistente¡± en sus filas.
A la presentaci¨®n del informe sobre el suicidio, a finales de septiembre en el centro de R¨ªo de Janeiro, acudieron decenas de polic¨ªas y gestores p¨²blicos ansiosos por hablar de un tema que les preocupa y que durante a?os ha estado escondido bajo la alfombra. En un clima que ten¨ªa algo de catarsis colectiva, la secretaria de Administraci¨®n Penal del Gobierno de R¨ªo, Mar¨ªa Rosa Lo Duca Nebel, se emocion¨® al recordar a dos agentes que se quitaron la vida este a?o sin que ella detectase a tiempo que algo iba mal, y lament¨® tener que gestionar c¨¢rceles con cinco polic¨ªas para 3.000 presos. ¡°?T¨² crees que esa persona va a estar bien de la cabeza?¡±, provoc¨®.
Los psic¨®logos para los uniformados escasean. Los psiquiatras, a¨²n m¨¢s (en la Polic¨ªa Militar de R¨ªo no hay ni uno, aunque son 43.000 agentes en activo). Y eso que son los psiquiatras los que tienen la importante misi¨®n de definir cu¨¢ndo un agente no est¨¢ en condiciones de portar un arma en la calle. Muchos de los polic¨ªas que pasan por una crisis de p¨¢nico o una depresi¨®n no buscan ayuda por miedo a que les quiten lo que consideran pr¨¢cticamente una extensi¨®n de su cuerpo.
Pero las cosas est¨¢n cambiando poco a poco. El primer estudio detallado sobre esta problem¨¢tica en Brasil llega de la mano de un programa pionero creado por el IPPES con el apoyo del Ministerio P¨²blico del Trabajo (gracias al empe?o de sus dos procuradoras, Cynthia Maria Sim?es y Samira Torres). La coordinadora del programa de prevenci¨®n es una agente de la polic¨ªa civil, Meire Cristine Ferreira, algo que ha ayudado a disipar las reticencias entre el resto de polic¨ªas. Hace mucho tiempo lleg¨® a estar de baja dos a?os por s¨ªndrome del p¨¢nico. Desde entonces, se convirti¨® en una ¡°militante de la salud de los trabajadores¡±, resume.
Con ella llegan a las comisar¨ªas conferencias, talleres sobre gesti¨®n humanizada o cursos de manejo cl¨ªnico de comportamientos suicidas. Tambi¨¦n se ha firmado un convenio con un hospital privado para poder ofrecer consultas gratuitas. Muchos agentes dejaban de buscar ayuda por no poder pagarse una terapia privada o por el recelo de encontrarse con expresidiarios en los saturados centros p¨²blicos de atenci¨®n psicosocial.
El programa de prevenci¨®n lleva en marcha dos a?os en el estado de R¨ªo de Janeiro y la idea es replicarlo en todo Brasil. Convencer a las corporaciones no ha sido f¨¢cil. La Polic¨ªa Militar de R¨ªo, una de las m¨¢s violentas del pa¨ªs y con mayor tasa de suicidios, pas¨® a?os esquivando el asunto. Ha sido la ¨²ltima en sumarse al proyecto, hasta que ha sido imposible obviar el elefante en la sala.
Y es que el suicidio ha ido escalando posiciones hasta que en 2023 se coloc¨®, por primera vez, como la principal causa de muerte no natural de los polic¨ªas, seg¨²n datos del F¨®rum Brasile?o de Seguridad P¨²blica. El a?o pasado, 53 agentes de la polic¨ªa civil y militar perdieron la vida durante las operaciones en la calle. Otros 73 fallecieron fuera de su horario laboral, en otros trabajos con los que sacarse un dinero extra o reaccionando fatalmente a un atraco en un d¨ªa de descanso, por ejemplo. Pero nada supera ya al suicidio: 118 muertes el a?o pasado, un 26% m¨¢s que en 2022.
Para la agente penal Victoria, la masculinidad t¨®xica que lo sobrevuela todo y una pol¨ªtica p¨²blica dise?ada con una l¨®gica de guerra forman un c¨®ctel explosivo que se ceba con los propios agentes y ha aplazado el debate durante a?os. No es casualidad que todas las personas que aparecen en este reportaje sean mujeres. La polic¨ªa es una instituci¨®n muy masculina y el 86% de los suicidios son de hombres, pero las que est¨¢n empezando a romper el tab¨² son ellas. ¡°Es aquello del mito del h¨¦roe, no hay que mostrar sentimientos¡±, apunta Victoria sobre las reticencias de sus colegas a hablar del tema. ¡°Desde que el polic¨ªa entra en un curso para ser polic¨ªa ya se le explica que tiene que eliminar al delincuente, que es el enemigo. Al principio se pone el uniforme para ir a trabajar, pero luego empieza a no quit¨¢rselo nunca m¨¢s cuando vuelve a casa. Contin¨²a con esa carga pesada, es polic¨ªa las 24 horas¡±.
Esa filosof¨ªa de la represi¨®n y la mano dura implacable acaba teniendo efectos perniciosos tambi¨¦n en el entorno de los agentes, en muchas ocasiones entra en casa en forma de violencia de g¨¦nero. En los ¨²ltimos seis a?os, Brasil cuenta al menos 62 casos de polic¨ªas que se suicidaron poco despu¨¦s de haber asesinado a su esposa o a su expareja.
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