Dos ficciones disfrazadas
El escritor mexicano habla de los libros ¡®Todo puede ser¡¯ de Vicente Undurraga y de ¡®Tu enfermedad ser¨¢ mi maestra¡¯ de Cristian Geisse, ambos escritores chilenos
Como he escrito en las entregas anteriores, una literatura del ¡°es¡± y no del ¡°fue¡±, del acontecer y no del recuerdo que nace al mundo agotado, adem¨¢s de oponerse a la prisa y aceptar el pacto que envuelve al goce est¨¦tico, debe jugar con la forma.
Ese juego, el de la forma, que, como tambi¨¦n se dijo, debe desarmar y rearmar de modos inesperados aquello que se cuenta al lector, puede incluso ser, a veces, un trampantojo, el resultado de un camuflaje o un disfraz ¡ªalgo que, como pocos, supieron Borges, Josefina Vicens, Levrero o Emma Reyes¡ª: la correspondencia que guarda unas memorias, las memorias que guardan una novela, la novela que guarda un ensayo, el ensayo que guarda varios relatos.
Esto¡ esto ?qu¨¦ es?
De alg¨²n modo, al asumir la posibilidad del disfraz y el camuflaje, algunos escritores y escritoras hacen frente, por fin y sin temor, que es lo mismo que de manera decidida y feliz, a los l¨ªmites de su propia escritura y, por lo tanto, a los l¨ªmites mismos del lenguaje, llevando, adem¨¢s, esos l¨ªmites ante el lector o llevando, m¨¢s bien, al lector hasta sus propios l¨ªmites: qu¨¦ mejor noticia para aquel que se enfrenta a una p¨¢gina que descubrirse, de repente, frente a un acontecimiento que no estaba entre sus previsiones y que, quiz¨¢s, aunque no parece formar parte de la historia, tambi¨¦n es la historia. Y es que s¨®lo entonces transmutan las preguntas que el lector pod¨ªa estarse haciendo: ¡°pero esto¡ esto ?sucedi¨®? Peor a¨²n¡ esto¡ esto ?qu¨¦ es?¡±.
Hace poco, de hecho, en tanto lector, esto que apenas he descrito aqu¨ª, me sucedi¨® a m¨ª mismo, mientras le¨ªa, primero, Todo puede ser, de Vicente Undurraga, y, despu¨¦s, mientras le¨ªa Tu enfermedad ser¨¢ mi maestra, de Cristian Geisse, escritores chilenos, casualmente ¡ªo no¡ª, ambos. Y es que, aunque el hermoso, inteligente y, sobre todo, divertid¨ªsimo libro de Undurraga se me present¨® ¡ªy as¨ª entr¨¦ yo en ¨¦l¡ª como un ensayo sobre el lenguaje, concretamente, sobre los verbos, y, a¨²n m¨¢s espec¨ªficamente, sobre una veintena de verbos, muy pronto me descubr¨ª extraviado dentro de la fiesta de disfraces en la que reci¨¦n hab¨ªa entrado, pues lo que Undurraga hace es guardar, dentro de sus textos, unas memorias que tambi¨¦n son vi?etas que, en el fondo, tambi¨¦n son relatos.
¡°Con el cigarro supe no recaer. O no supe recaer, para decirlo acorde al predicamento. Dej¨¦ de fumar de un d¨ªa para otro hace once a?os despu¨¦s de haber fumado durante quince, desde los trece, una cajetilla al d¨ªa. Y cualquier fumador sabe que una cajetilla al d¨ªa es siempre en realidad una cajetilla y media. O dos. De eso se trata. De m¨¢s, m¨¢s, m¨¢s. Quiz¨¢ por qu¨¦ se impuso en mi la prudencia pulmonar, tampoco es que me arrepienta de haberlo dejado, pero cuando escucho que alg¨²n familiar o amigo lo menciona como un triunfo de mi voluntad, secretamente farfullo que no, que todo contrario, que se trata de una derrota, de una reca¨ªda a cuya altura no supe estar¡±, escribe, por ejemplo, cuando escribe sobre el verbo ¡°recaer¡±.
El otro ejemplo chileno
Con Tu enfermedad ser¨¢ mi maestro, el estupendo libro de Geisse, me pas¨® exactamente lo contrario de lo que me pas¨® con en el de Undurraga, aunque, en este caso, contra pron¨®stico, eso que me pas¨® viene a ser lo mismo, adem¨¢s de lo opuesto: convencido de que estaba entrando en una novela sobre el Alzheimer, me di cuenta, de pronto, durante la lectura, de que hab¨ªa entrado en diario sobre el deterioro de una mujer pero tambi¨¦n en un almanaque de la pandemia de la covid 19 que, sin embargo, guardaba dentro un ensayo sobre los confines de la consciencia y las fronteras entre la realidad y la ficci¨®n, adem¨¢s de una carta a la madre enferma que, en realidad, es una carta del Geisse escritor al Geisse lector, as¨ª como un espacio en donde el ensue?o pretende ser cotidianidad y la cotidianidad se presume ensue?o.
¡°El mundo en el que habitaron el doctor N ¡ªmi t¨ªo Fernando¡ª, el Chuma y las miles de personas que fueron entubadas fue una vida paralela alimentada por su mundo interior. Estaban drogados, sus cerebros funcionaban de una manera an¨®mala, muchas de sus funciones corticales estaban adormecidas, quiz¨¢ apagadas. Lo que vivieron no fue real, pero fue real. Fue un viaje a otro mundo. Un mundo dentro de este mundo. Un mundo dentro de ellos mismos, sobre todo marcado por el miedo y la presencia de una inminente muerte¡±.
De pronto, al escribir sobre los libros de Undurraga y de Geisse, que adem¨¢s de lo ya dicho es un manual de la conducta humana y una especie de matrioska de instant¨¢neas que guardan alucinaciones que guardan instant¨¢neas que guardan alucinaciones, al pensar, pues en el trabajo de ambos chilenos y en aquello de la forma y la literatura del ¡°es¡± y no del ¡°fue¡±, me acuerdo de una sentencia de Brodsky.
Esta es la sentencia de Brodsky que recuerdo ¡ªy a la que el lector de esta newsletter deber¨¢ dar sentido entre todo este palabrer¨ªo¡ª: ¡°la primera etapa de un poeta es aprender a ser ¨¦l mismo, y la segunda etapa es aprender a no serlo¡±.
Coordenadas
Todo puede ser fue publicado por H&O Editores, as¨ª como por Mundana ediciones. Tu enfermedad ser¨¢ mi maestro se encuentra en edici¨®n de Random House.
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