Cuba, el precipicio y el cambio pendiente
El aumento de los precios, la inestabilidad, la microcorrupci¨®n y el hartazgo marcan una etapa en la que los cubanos empiezan a aprender que mediante el voto, o la abstenci¨®n, pueden lanzar mensajes pol¨ªticos
Llevamos meses sin vernos y nada m¨¢s encontrarnos, L¨¢zaro dispara una de sus cargas de profundidad: ¡°Estaba en las catacumbas, que es donde mejor se puede estar hoy en Cuba¡±.
Le digo, hombre, la cosa est¨¢ mal, pero no te pases, y me responde poniendo cara de ¡°ahorita te cuento¡±. Como adelanto, suelta: ¡°Mira gallego, cuando te fuiste en verano el d¨®lar estaba a 100 pesos cubanos, hoy en la calle se cambia a 175 y ha llegado a estar a 200. Estamos jodidos¡±.
Quedamos en la Plaza Vieja, uno de sus lugares preferidos de La Habana restaurada tanto por la historia que atesora como por el ambiente urbano y popular que la rodea. Surgida en la segunda mitad del siglo XVI, despu¨¦s de que la primitiva plaza de Armas fuera ocupada por el Castillo de la Real Fuerza, en sus inicios se llam¨® Plaza Nueva y fue concebida como espacio para albergar el mercado y las fiestas p¨²blicas.
¡°A diferencia de la mayor¨ªa de las plazas coloniales, no tuvo nunca ni iglesia ni cabildo, su funci¨®n era otra¡±, cuenta L¨¢zaro, siempre al¨¦rgico a la fe y al poder. ¡°La Plaza Vieja siempre fue medio anarquistoide¡±, bromea. Nos sentamos en la agradable terraza del Caf¨¦ Bohemia, uno de los negocios privados que se instalaron aqu¨ª poco antes de comenzar el deshielo con Estados Unidos en la etapa de Barack Obama.
En aquellos a?os la ciudad se llen¨® de turistas norteamericanos y de restaurantes, bares y casas de hospedajes, y entonces era casi imposible conseguir mesa en los paladares del Centro Hist¨®rico, todo estaba repleto. Despu¨¦s vino el desaguisado de Donald Trump, que ech¨® para atr¨¢s el acercamiento y recrudeci¨® las medidas de asfixia contra Cuba, y m¨¢s tarde aterriz¨® la pandemia, y La Habana Vieja se qued¨® vac¨ªa.
Hoy unos ni?os juegan al lado de la fuente y algunos turistas despistados pasean por la zona, pero son pocos, pues la principal industria cubana no acaba de remontar. L¨¢zaro, que es un rat¨®n de Google, consulta en su tel¨¦fono: en 2022 la previsi¨®n oficial es que visiten la isla 1,7 millones de viajeros, apenas un 37% de los 4,5 millones de viajeros recibidos en 2019, mientras que los competidores de Cuba en el ¨¢rea (fundamentalmente Rep¨²blica Dominicana, y Canc¨²n y la Riviera Maya, en M¨¦xico) ya est¨¢n trabajando con normalidad.
Me ense?a la cervecer¨ªa estatal que queda al lado de Caf¨¦ Bohemia, antes abarrotada. Lleva varios meses cerrada por reformas. Enfrente est¨¢ la cafeter¨ªa
El Escorial, tambi¨¦n estatal, donde se vend¨ªa para llevar el mejor caf¨¦ molido de La Habana. ¡°Ay, mi hijo, eso era hace a?os. Aqu¨ª ni hay ni va a haber, y mejor no me hagas hablar que me voy a complicar¡±, responde una camarera cuando le preguntas.
Sentados en Caf¨¦ Bohemia, comienza L¨¢zaro con el ¡°ahorita te cuento¡±, que ¨¦l llama tambi¨¦n el ¡°lamento obrero¡±. Propone olvidarnos de los apagones de hasta 12 horas diarias (fuera de La Habana), del transporte p¨²blico que no funciona, de las colas para todo, de la situaci¨®n cr¨ªtica con los medicamentos, etc. ¡°Vamos a hablar solo de ¡®jama¡¯, de la comida, de c¨®mo llenar el plato¡±. Pasa cerca de nosotros en ese momento Irma la Dulce, pintoresca mujer afrocubana que hace trencitas y mo?itos a los turistas cuando los pilla por banda, todo un personaje en la Plaza Vieja.
-¡±?Irma, la cosa ha mejorado algo?¡±
-¡±Ni?o, t¨² est¨¢s mal. C¨¢mbiate los espejuelos esos. Estamos al borde del precipicio y a punto de dar un paso al frente. Aqu¨ª no sirve nada¡±. Sigue: ¡°Lo que hace unos meses costaba 200 pesos, ahora vale 300. El cart¨®n de huevos ya pasa de 1.800, una bolsa de pollo [dos kilogramos, aproximadamente] 1.600, un litro de aceite 700 y el kilo de leche en polvo, que no se encuentra, puede pasar de 2.000 pesos. Ya me dir¨¢¡±.
L¨¢zaro la interrumpe y me mira: ¡°Tienes que poner que el salario medio en Cuba son 3.800 pesos y que un jurista, un arquitecto o un m¨¦dico no llega a 5.500¡å.
Ahora soy yo el que le paro: oye, estamos volviendo al monotema de siempre, eso ya lo sabe todo el mundo, ponme tres ejemplos de otro tipo que sirvan para reflejar c¨®mo est¨¢ la cosa.
¡°Voy pa ti¡±, dice. ¡°Imag¨ªnate t¨² que hace poco las iglesias cubanas estuvieron a punto de quedarse sin hostias para las misas porque el Estado fue incapaz de suministrarle a las monjas que las elaboran unos cuantos sacos de harina¡±. Esa es una. ¡°Otra: da un concierto en la Casa de la M¨²sica de Galiano, un grupo de salsa que se llama El Ni?o y la Verdad y, al terminar, cuando iban a cantar una canci¨®n nueva sobre la necesidad de que se produzcan cambios en Cuba, va el jefe del local y les quita el audio, y despu¨¦s le censuran diversas presentaciones en televisi¨®n¡±.
?Y la tercera? ¡°Es de esta misma semana: como desde hace dos a?os el desabastecimiento es total, lo que ha fomentado el mercado negro, las colas y el acaparamiento, a alguien se le ocurri¨® crear un llamado cuerpo de Lucha Contra los Coleros (LCC). Pues resulta que el Gobierno acaba de informar de que el LCC ha sido desmantelado porque empeoraba la corrupci¨®n, y que ahora la distribuci¨®n regulada de lo poco que hay se har¨¢ de otro modo¡±.
Cuenta una m¨¢s, que le duele especialmente, pues tiene un sobrino arquitecto, adem¨¢s de su amor por la ciudad. Desde que hace poco m¨¢s de un a?o se autoriz¨® en Cuba la creaci¨®n de micro, peque?as y medianas empresas privadas (mipymes), ya han sido aprobadas cerca de 6.000. ¡°Una de cada cuatro son del sector de la construcci¨®n. Pero resulta que el Gobierno no permite a los arquitectos e ingenieros constituirse en mipymes por el miedo a que haya un ¨¦xodo de profesionales del sector estatal al privado. Hay una carta con la firma de 700 arquitectos que demandan el ejercicio privado de su especialidad, con el argumento irrebatible de que, por el bien de la ciudad, es indispensable su trabajo en la fase de proyecto. Pero hasta el momento nadie les ha hecho caso. Ellos han advertido que, si sigue la trabaz¨®n, el ¨¦xodo no va a ser de las empresas estatales a las mipymes, sino que se van a marchar del pa¨ªs¡±. Lo dice, y me aconseja: ¡°Investiga¡±.
L¨¢zaro se ha envalentonado y llama de nuevo a Irma la Dulce. ¡°?Chica, t¨² fuiste a votar en las elecciones municipales del domingo?¡±. Irma lo mira como si se hubiera vuelto loco y niega con la cabeza.
Entramos ahora en uno de los temas importantes que quer¨ªa tratar mi amigo. Los comicios, celebrados el pasado 27 de noviembre para elegir a 12.427, supusieron un ¡°notable varapalo¡± al Gobierno en medio de la actual crisis que vive el pa¨ªs, considera L¨¢zaro. La abstenci¨®n fue del 31,5%, y los votos nulos y blancos m¨¢s del 10%, ¡°es decir, que cuatro de cada 10 cubanos se mantuvieron al margen de la convocatoria oficial o la rechazaron¡±. Un resultado sin precedentes en Cuba, donde los ¨ªndices de participaci¨®n eran del 95% en la ¨¦poca de Fidel Castro, lo que a su juicio da idea ¡°del creciente desapego popular¡±.
Va m¨¢s all¨¢, y expone los datos de la capital, donde la abstenci¨®n fue del 45% y los votos nulos y blancos casi un 7%. ¡°No hay mucho m¨¢s que decir, lo sucedido solo tiene una lectura que el Gobierno no puede disimular, y que deber¨ªa tener en cuenta por su bien¡±. En la Plaza Vieja, Irma la Dulce no se calla. ¡°?Pero qu¨¦ t¨² esperas, bonito, si es que la gente ya se cans¨®¡±. L¨¢zaro recuerda el refer¨¦ndum convocado en septiembre para aprobar el nuevo c¨®digo de las familias, que abri¨® las puertas al matrimonio igualitario en Cuba. El 25% de la poblaci¨®n se abstuvo y el 32% voto en contra de la ley auspiciada por las autoridades. ¡°?C¨®mo es posible que esa misma ley fuera aprobada por unanimidad en el Parlamento? ?Los 600 diputados del Parlamento de verdad representan las diversas sensibilidades que existen en la sociedad?¡±, se pregunta L¨¢zaro, que cree que los cubanos empiezan a aprender que mediante el voto, o la abstenci¨®n, pueden lanzar mensajes pol¨ªticos, y eso hasta ahora no ocurr¨ªa.
Le digo que basta, por hoy es bastante, y pedimos un buen ron cubano en Caf¨¦ Bohemia. La Plaza Vieja, aunque vac¨ªa, se ve hermosa. Irma la Dulce nos gui?a un ojo, agarra sus b¨¢rtulos y se marcha a hacer trencitas.
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