El matrimonio igualitario cubano y las puertas para la conquista de otros derechos en la isla
La boda de los arquitectos Abel Tablada y Ruslan Mu?oz es una de las primeras celebradas en Cuba entre parejas del mismo sexo y reviste un especial simbolismo
¡°Ha costado mucho llegar a esto, pero lo hemos logrado gracias a una lucha colectiva y al esfuerzo de generaciones de cubanos¡±, dicen con cara de felicidad y alivio los arquitectos Abel Tablada (50 a?os) y Ruslan Mu?oz (35), momentos despu¨¦s de estampar su firma en el documento notarial que, desde el pasado mi¨¦rcoles, los convierte en un matrimonio con todos los derechos legales en Cuba. Llegar a esta boda civil, una de las primeras celebradas en la isla entre dos hombres tras la aprobaci¨®n hace un mes del nuevo C¨®digo de las Familias, no ha sido cosa f¨¢cil en un pa¨ªs que durante d¨¦cadas reprimi¨® y margin¨® a los homosexuales. ¡°El pasado no se puede borrar, pero hoy es un momento de celebraci¨®n y de mirar adelante, esto es un avance importante que nos motiva a seguir luchando por otros derechos que hacen falta en Cuba¡±, asegura Abel, y sabe muy bien de lo que habla.
En los a?os sesenta, su t¨ªo Benjam¨ªn pas¨® m¨¢s de un a?o encerrado en los famosos campos de trabajo forzado de la Unidad Militar de Ayuda a la Producci¨®n, donde eran internados los j¨®venes que no entraban dentro de lo que se consideraba ¡°los par¨¢metros revolucionarios¡±, incluidos gais y religiosos. Fue una etapa negra, retratada en un libro desgarrador escrito por la madre de Abel, la psic¨®loga Carolina de la Torre, que termina con la carta que envi¨® Benjam¨ªn a una amiga antes de suicidarse: ¡°No ha llegado nuestro tiempo y m¨¢s sensato que esperar es morir¡±. Corr¨ªa el a?o 1968, y Benjam¨ªn ten¨ªa 24 a?os.
Ni Abel ni Ruslan olvidan lo que sufrieron muchos j¨®venes en aquella etapa, pero hoy quieren concentrarse en lo positivo. ¡°Por suerte¡±, dicen, ¡°hoy la realidad es bien distinta, ya no hay que esperar¡±. La mejor muestra de ello es que por fin en Cuba el matrimonio igualitario es un hecho y ellos han podido casarse con orgullo en un lugar tan especial como la Quinta de los Molinos, que fue villa de descanso de los capitanes generales de Cuba durante la colonia y despu¨¦s residencia del pr¨®cer independentista M¨¢ximo G¨®mez.
La ceremonia se celebra al aire libre, bajo una hermosa arboleda, en un ambiente ¨ªntimo y lleno de paz. Cuando entran los novios, suena la m¨²sica de Jos¨¦ Mar¨ªa Vitier hecha para Fresa y chocolate, la pel¨ªcula de Tom¨¢s Guti¨¦rrez Alea y Juan Carlos Tab¨ªo que en 1993 sacudi¨® a la isla por ser un canto a la tolerancia y una denuncia contra la homofobia en Cuba, y que sirvi¨® para que el pa¨ªs hiciera catarsis. La emoci¨®n se apodera del momento, familiares r¨ªen y lloran al mismo tiempo, los invitados aplauden y se percibe que no son simples aplausos, sino que cada uno de ellos encierra muchos sentimientos acumulados. Hasta el notario Rafael Rosell¨® Manzano, de 41 a?os, traga saliva y confiesa que es un honor poder unir en matrimonio a una pareja como Abel y Ruslan, porque es algo que siempre hab¨ªa defendido y deseado. ¡°La verdad, cre¨ª que iba a ser muy dif¨ªcil escalar esta monta?a¡±.
Cuando ambos firman los documentos, justo el d¨ªa de su tercer aniversario, cierran por un momento los ojos y se besan, pareciera que en ese momento de felicidad echan la vista atr¨¢s y piensan: ¡°Lo logramos, ya est¨¢¡±.
Cada uno lleg¨® a ese ¡°ya est¨¢¡± de forma distinta. ¡°Afortunadamente, mi experiencia no es igual a la de mi t¨ªo, pero tampoco a la de Ruslan. Nosotros somos de generaciones diferentes y hemos experimentado distintas circunstancias. No es lo mismo la Cuba que viv¨ª hace 25 a?os, cuando le coment¨¦ a mi pap¨¢ mi orientaci¨®n sexual y, a pesar de su reacci¨®n adelantada al tiempo que me quit¨® un gran peso de encima, sent¨ªa que para poder ser realmente yo no ten¨ªa otra opci¨®n que marcharme de mi pa¨ªs. La que vivi¨® Ruslan, sin embargo, fue una etapa de mayor tolerancia¡±, cuenta Abel, que durante a?os estudi¨® y trabaj¨® en B¨¦lgica (uno de los primeros pa¨ªses del mundo que aprob¨® el matrimonio igualitario) y despu¨¦s en Singapur (donde la relaci¨®n sexual entre dos hombres es un delito tipificado en el c¨®digo penal), y que hace tres a?os decidi¨® volver a su pa¨ªs.
¡°Ni siquiera en B¨¦lgica era f¨¢cil sentirte verdaderamente libre. Todav¨ªa hay muchos prejuicios en todos lados, y no digamos en Cuba, aunque la realidad hoy no es la misma¡±, afirma. Ruslan, a una edad m¨¢s temprana, se abri¨® con su familia y sinti¨® menos verg¨¹enza que Abel en contarles su orientaci¨®n sexual. ¡°Cuando se lo dije a mis padres no se lo tomaron mal, pero al d¨ªa siguiente me llevaron al psic¨®logo. Al salir de la consulta, la doctora les dijo: ¡®No se preocupen, que el ni?o est¨¢ bien¡±, cuenta, y r¨ªen los dos.
La psic¨®loga a la que le llevaron era del Cenesex (Centro Nacional de Educaci¨®n Sexual), la instituci¨®n que dirige desde 1988 Mariela Castro ¡ªhija del exmandatario cubano Ra¨²l Castro¡ª y que ha jugado un importante papel en la aceptaci¨®n por la oficialidad y la sociedad de la diversidad sexual y la identidad de g¨¦nero en la isla. ¡°Ojal¨¢ hubiera habido un Cenesex en los a?os sesenta¡±, opina Abel.
En 63 a?os de revoluci¨®n, por suerte para Abel y Ruslan, la sociedad cubana se ha transformado bastante y hoy es mucho m¨¢s abierta en estos asuntos. La reciente aprobaci¨®n por refer¨¦ndum del nuevo C¨®digo de las Familias, no exento de pol¨¦mica, pero reconocido como una de las legislaciones en esta materia m¨¢s avanzadas a nivel internacional, concedi¨® no solo el derecho al matrimonio igualitario, sino tambi¨¦n a la adopci¨®n por parejas del mismo sexo, la ¡°gestaci¨®n solidaria¡± (sin mediaci¨®n de inter¨¦s econ¨®mico) o la responsabilidad parental en sustituci¨®n del concepto de la patria potestad, adem¨¢s de otros aspectos novedosos que conceden una mayor protecci¨®n a la infancia.
La campa?a oficial por el s¨ª fue omnipresente y el debate social intenso. M¨¢s all¨¢ del contenido concreto de la nueva ley, y de la esperada oposici¨®n de diversas confesiones religiosas, se lleg¨® a una in¨¦dita confrontaci¨®n pol¨ªtica que hizo que personas que estaban a favor de los derechos concedidos por el nuevo c¨®digo abogaran por votar en contra para expresar su rechazo al Gobierno. Tambi¨¦n, no pocos acusaron al poder de promover el nuevo c¨®digo con el inter¨¦s de dar una falsa imagen de libertad en un pa¨ªs con numerosos d¨¦ficits democr¨¢ticos. ¡°Hay muchas cosas que cambiar en Cuba y mucho que reclamar, pero ponerse en contra de algo que hace que la sociedad avance y que es lo m¨¢s positivo promovido en las ¨²ltimas d¨¦cadas es obstaculizar el propio camino hacia la conquista de otros derechos civiles¡±, considera la pareja sobre esta pol¨¦mica.
Ruslan y Abel no son una pareja cualquiera. Ambos son reconocidos doctores y profesores de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Tecnol¨®gica de La Habana y activos defensores de la legalizaci¨®n del ejercicio independiente de la profesi¨®n de arquitectos e ingenieros en la actividad de proyecto, que hasta ahora no es posible pese a la reciente autorizaci¨®n de m¨¢s de dos mil actividades econ¨®micas y de la aprobaci¨®n de m¨¢s de 5.400 nuevas peque?as y medianas empresas privadas. Explican que muchas de ellas est¨¢n dedicadas a la actividad de la construcci¨®n, pero que, ¡°parad¨®jicamente, el dise?o arquitect¨®nico e ingenieril, etapa imprescindible de la actividad constructiva¡±, no se autoriza si no es por empresas estatales.
¡°Es una de las muchas cosas que tienen que cambiar en Cuba¡±, dicen. Aseguran tener fe en que ¡°este derecho, reconocido en cualquier parte del mundo¡±, tambi¨¦n lo conseguir¨¢n alcanzar como han logrado enamorarse, ser respetados, generar empat¨ªa, poner los problemas del d¨ªa a d¨ªa de Cuba en un segundo plano y ser felices, luego de conocerse hace tres a?os por casualidad en la escalera de la facultad, unas escaleras que les cambiaron la vida.
Cae la tarde en la Quinta de los Molinos, y despu¨¦s de la emoci¨®n de la ceremonia bajo una luz dorada, Ruslan y Abel parten la tarta y los invitados se ponen a bailar fren¨¦ticamente al ritmo de la pegadiza m¨²sica cubana. ¡°Los molinos se mueven, hay que moverlos¡±, dice Ruslan, y en la arboleda de esta antigua residencia colonial se respira felicidad, que falta que hace.
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