La lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo tiene futuro
Las mujeres que dedicaron su vida a la b¨²squeda de sus hijos y nietos v¨ªctimas de las dictadura argentina tienen m¨¢s de 90 a?os. Casi medio siglo despu¨¦s de la primera ronda de pa?uelos blancos frente a la Casa Rosada, preparan a sus sucesores
Cinco mujeres de m¨¢s de 90 a?os, con un pa?uelo blanco en la cabeza, dan vueltas a la Pir¨¢mide de Mayo frente a la Casa Rosada, la sede del Gobierno argentino. Es jueves y es la ronda 2.298 de las Madres de Plaza de Mayo. Ha pasado casi medio siglo desde la primera vez que, el 30 de abril de 1977, un grupo de mujeres se convirti¨® en el adversario m¨¢s inesperado de la dictadura argentina. En su mayor¨ªa eran amas de casa que buscaban por todos los sitios posibles a sus hijos desaparecidos. Algunas sospechaban que pod¨ªan haber sido abuelas y quer¨ªan encontrar tambi¨¦n a sus nietos nacidos en cautiverio. Los buscaban solas, hasta que un jueves decidieron unirse y reclamar juntas con la esperanza de ser recibidas por el dictador, Jorge Rafael Videla. Cuando un polic¨ªa les dijo que no pod¨ªan quedarse all¨ª y ten¨ªan que circular comenzaron a dar vueltas a la plaza. Volvieron, vuelven, cada semana. Cuando ya no est¨¦n, saben que otros seguir¨¢n sus huellas.
¡°Nuestra lucha va a seguir, la va a seguir el pueblo argentino¡±, asegura la presidenta de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Nacida en 1928, se cas¨® con 14 a?os y tuvo tres hijos: Jorge, Ra¨²l y Mar¨ªa Alejandra. Los dos varones fueron secuestrados y desaparecidos durante la dictadura y su marido, Humberto, falleci¨® en 1982, antes de que Argentina recuperase la democracia. Bonafini recuerda la soledad con la que buscaron a sus hijos los primeros a?os, pero el deseo de volver a abrazarlos siempre se impuso al miedo.
Ni siquiera se rindieron cuando tres de las Madres fundadoras -Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y Mary Ponce de Bianco- fueron secuestradas. ¡°Fue dur¨ªsimo cuando asesinaron a Azucena, a Esther y a Mary. Las secuestraron, las torturaron, las violaron y las arrojaron vivas al r¨ªo. Quedamos en el mayor desamparo, con una gran soledad y nadie quer¨ªa volver a la plaza, las familias nos dec¨ªan: ¡®No sigan m¨¢s, qu¨¦ est¨¢n haciendo, las van a matar a todas¡±, recuerda De Bonafini, ¡°Fuimos casa por casa para convencer a muchas madres de que volvieran y volver a empezar¡±.
Las ¡®locas de Plaza de Mayo¡¯, como las llamaban los militares, se convirtieron en un s¨ªmbolo mundial de resistencia a la dictadura argentina. Viajaron al extranjero para contar lo que suced¨ªa en su pa¨ªs. Presentaron denuncias ante organismos internacionales, como la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos que visit¨® el pa¨ªs en 1979. Cuando el pa¨ªs recuper¨® la democracia, en 1983, fueron el ariete para derribar la impunidad de los represores y gritar Nunca M¨¢s. Hasta la fecha, 1.058 personas han sido condenadas en Argentina por cr¨ªmenes de lesa humanidad perpetrados durante la dictadura y a¨²n resta juzgar a al menos otras 600. En cada juicio, los represores sentados en el banquillo de los acusados han tenido que enfrentarse a la mirada de estas mujeres a las que nunca han dado informaci¨®n sobre el paradero de sus seres queridos.
Las Abuelas de Plaza de Mayo que buscaban a sus nietos, hijos de sus hijos desaprecidos, golpearon a las puertas de la ciencia para encontrarlos y hallaron respuesta en la gen¨¦tica: el ADN permit¨ªa confirmar la filiaci¨®n. Con ese m¨¦todo se restituy¨® la identidad a Paula Eva Logares en 1984. Era la nieta 23 encontrada por Abuelas de Plaza de Mayo, pero fue la primera que supo qui¨¦nes eran sus padres a trav¨¦s de un an¨¢lisis gen¨¦tico. Los resultados determinaron que era hija de M¨®nica Sof¨ªa Grinspon y Ernesto Claudio Logares y no de los apropiadores que la criaron durante sus primeros ocho a?os de vida.
¡°No nos quedamos llorando, sino que salimos a encontrarnos con nuestras pares, a las que conoc¨ªamos por tener una doble b¨²squeda, la de nuestras hijas y la de los nietos nacidos en los centros clandestinos. Esa solidaridad est¨¢ presente hoy d¨ªa y no vamos a dejar de buscarlos mientras tengamos vida y lucidez. Hemos encontrado 130 nietos, pero faltan unos 300 que no sabemos d¨®nde est¨¢n¡±, dice la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
Esta mujer de 91 a?os se define como ¡°una mujer m¨¢s de Argentina, madre de cuatro hijos, docente y directora de escuela, que mientras tenga vida va a trabajar para reparar el da?o permanente que nos hizo la ¨²ltima dictadura c¨ªvico militar¡±. En 1977, los militares secuestraron a Laura, su hija mayor, que estaba embarazada. De Carlotto se jubil¨® de forma anticipada para buscarla y buscar tambi¨¦n a su nieto o nieta. Era un var¨®n y lo encontr¨®. Ten¨ªa 83 a?os y ¨¦l 36 cuando lo estrech¨® entre sus brazos por primera vez. Laura habr¨ªa cumplido ya 60 a?os si los militares no la hubiesen asesinado a los 24.
Carlotto dice que quedan vivas 12 Abuelas de Plaza de Mayo en todo el pa¨ªs, pero solo cuatro siguen activas: las dem¨¢s ¡°est¨¢n muy enfermitas¡±. No est¨¢ segura de cu¨¢ntas llegaron a ser, pero s¨ª recuerda que fueron muchas y que su b¨²squeda ya no depende s¨®lo de ellas: ¡°El d¨ªa que no exista una sola Abuela seguir¨¢n nuestros nietos, que saben trabajar y se han comprometido a buscar a sus hermanos¡±.
Uno de esos nietos es Guillermo Amarilla Molfino. Naci¨® en cautiverio en el predio militar de Campo de Mayo, donde funcion¨® uno de los grandes centros clandestinos de detenci¨®n durante la dictadura. Hoy, con 44 a?os, trabaja en el espacio de memoria en el que se transform¨® otro de ellos, la Escuela Superior de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA). En la Casa por la Identidad abierta all¨ª hay un mural con los rostros de m¨¢s de 70 Abuelas. Hay, tambi¨¦n, una fotograf¨ªa en la que se ve a Guillermo Amarilla Molfino con una enorme sonrisa abrazado a sus tres hermanos.
¡°Hab¨ªan pasado s¨®lo un par de d¨ªas desde que nos reencontramos¡±, recuerda frente a la imagen. ?l ten¨ªa 29 a?os y un an¨¢lisis gen¨¦tico acababa de confirmar sus sospechas: no era hijo de un oficial de inteligencia del Ej¨¦rcito y de su mujer sino de Guillermo Amarilla y Marcela Esther Molfino, integrantes de la organizaci¨®n guerrillera Montoneros secuestrados en 1979 y desaparecidos.
¡°La identidad es un derecho universal, pero no pasamos a ser una persona de un d¨ªa para el otro por una muestra gen¨¦tica. La identidad se construye estableciendo v¨ªnculos con familiares y sembrando recuerdos que van haciendo nuestra vida, como el encuentro con mis hermanos, con mis t¨ªos, t¨ªas, el nacimiento de mis sobrinos. Tengo ya 15 a?os de recuerdos¡±, reflexiona Amarilla Molfino.
El nieto 98 encontrado por Abuelas trabaja hoy como gu¨ªa para los estudiantes que visitan la ex ESMA y contribuye as¨ª a mantener viva la memoria de una de las p¨¢ginas m¨¢s oscuras de la historia argentina. En ese predio estuvieron detenidas cerca de 5.000 personas durante el r¨¦gimen militar, de las que s¨®lo un pu?ado sobrevivieron. Sus testimonios han sido claves para juzgar y condenar a los responsables del terrorismo de Estado.
A su vez, Amarilla Molfino participa tambi¨¦n en la b¨²squeda de los cerca de 300 nietos que a¨²n no conocen su verdadera identidad. ¡°Las Abuelas hicieron lo m¨¢s dif¨ªcil, nosotros ya tenemos el camino marcado, desde la ciencia, con el Banco Nacional de Datos Gen¨¦ticos, y desde la justicia, con sentencias dictadas como la del plan sistem¨¢tico de robo de beb¨¦s. El mayor desaf¨ªo que tenemos creo que es la lucha contra el tiempo. Hay Abuelas que a¨²n no encontraron a sus nietos y son personas que quiz¨¢s tienen t¨ªos, t¨ªas, primos, hermanos y a los que se les est¨¢ privando de conocer su propia historia¡±, lamenta.
Adriana Metz es una de las mujeres que hereda la b¨²squeda. Ten¨ªa un a?o cuando los militares irrumpieron en su casa y se llevaron a su madre embarazada, Graciela Romero, y a su padre, Ra¨²l Metz. Unos vecinos se hicieron cargo de la beb¨¦ hasta que los abuelos paternos pudieron ir a buscarla. Desde la ciudad de Mar del Plata, donde vive, habla con admiraci¨®n de esas Abuelas que pelean para desbaratar el macabro plan que ide¨® la dictadura para robar ni?os y que nunca m¨¢s fuesen localizados: ¡°No contaban con que estas mujeres, a las que llamaban locas, los iban a buscar por Argentina y por todo el mundo¡±.
¡°A mi hermano hay toda una familia busc¨¢ndolo¡±, cuenta Metz. Las ausencias familiares se hicieron m¨¢s dolorosas a¨²n cuando dio a luz a sus hijos: ¡°Ah¨ª me di cuenta lo que significaba no haber tenido a mi mam¨¢ y al ver interactuar a mis dos hijos me di cuenta de lo mucho que necesitaba a mi hermano¡±. A lo largo de su vida le ha escrito cartas y ha tenido muchas conversaciones imaginarias con ¨¦l. ¡°A estas alturas el asado que pensaba compartir con ¨¦l quiz¨¢s podr¨ªa ser una comida sin sal¡±, bromea.
¡°Un d¨ªa en Buenos Aires me cruc¨¦ con Estela y le dije: ¡®Gracias, gracias por ense?arnos a buscar¡¯ y ella me contest¨®: ¡®Gracias por elegir aprender¡¯. Cuando ya no est¨¦n nosotros seguiremos buscando¡±, afirma Metz.
Las semillas de Memoria, Verdad y Justicia que plantaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo 45 a?os atr¨¢s han crecido y se han multiplicado por todo el pa¨ªs. La hist¨®rica movilizaci¨®n de 2017 contra el fallo judicial que otorgaba beneficios a los represores encarcelados agit¨® el pa?uelo de las Madres y las Abuelas como s¨ªmbolo y evidenci¨® el gran apoyo que tiene su lucha en la sociedad argentina.
La pandemia de la covid-19 alej¨® a estas luchadoras incansables de las calles, pero las vacunas permitieron que volvieran a salir. ¡°Estuve muy mal. Tuve mucho estr¨¦s, mucha angustia, llegu¨¦ a quedarme paral¨ªtica en silla de ruedas. Pero sal¨ª de ah¨ª y volv¨ª a caminar porque estoy rodeada de amor, amor, amor¡±, asegura Nora Corti?as, titular de Madres de Plaza de Mayo - L¨ªnea Fundadora.
Desde hace cinco meses, Corti?as, de 92 a?os, toma clases de canto y la semana pasada debut¨® junto a la folclorista y exministra de Cultura kirchnerista Teresa Parodi en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. ¡°M¨¢s all¨¢ del silencio, m¨¢s all¨¢ del olvido, los compa?eros nuestros, nuestros seres queridos, van contigo y conmigo. No contaban con eso, no han desaparecido, no pudieron con ellos, ni pudieron contigo¡±, cantaron junto a los universitarios presentes.
Esta mujer que en dictadura lo dej¨® todo para buscar a su hijo Gustavo, ha extendido su militancia tambi¨¦n a los nuevos desaf¨ªos de este siglo, como la defensa del medio ambiente y la igualdad de g¨¦neros, entre otros. ¡°Uno tiene la estatura del enemigo que ha decidido enfrentar, por eso el pico m¨¢s alto del mundo est¨¢ en Argentina y mide un metro cincuenta¡å, dice Gerardo Szalkowicz, autor del libro Norita: la Madre de todas las batallas. A su lado, Corti?as entrecierra los ojos y sonr¨ªe, apretando la foto de su hijo contra el pecho. ¡°Quedamos pocas Madres y todas tenemos m¨¢s de 90 a?os. Pero hay hermanos, hermanas, nietos, nietas, todos ustedes, les dejamos la posta para que sigan¡±, alienta.
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