Silvia Labayr¨², sobreviviente de la dictadura argentina: ¡°Se viol¨® a las mujeres de forma sistem¨¢tica¡±
Esta argentina celebra la condena a 20 a?os de c¨¢rcel del exoficial de inteligencia que la forz¨® a ser su esclava sexual y de su esposa y conf¨ªa en que otras v¨ªctimas se animen a denunciar
La argentina Silvia Labayr¨² ten¨ªa 20 a?os y estaba embarazada de cinco meses cuando fue secuestrada y enviada a la Escuela Superior de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA), el mayor centro clandestino de detenci¨®n de la dictadura argentina. En sus primeras semanas all¨ª fue encapuchada, amenazada, golpeada. Dio a luz en cautiverio a una beb¨¦ que le sacaron de las manos y poco despu¨¦s el capit¨¢n de fragata Jorge Tigre Acosta le dijo que deb¨ªa tener relaciones sexuales con alg¨²n oficial como prueba de su ¡°recuperaci¨®n¡±. A 45 a?os de haber sobrevivido a aquel infierno, la Justicia argentina conden¨® este viernes al hombre que la viol¨®, el exoficial de inteligencia Alberto Gonz¨¢lez, a 20 a?os de c¨¢rcel. Acosta, jefe directo de Gonz¨¢lez en el grupo de tareas de la ESMA e instigador de este crimen y de otros contra otras dos prisioneras, fue condenado a 24 a?os. Las condenas contra ambos represores se suman a otras previas a perpetua, que cumplen en la c¨¢rcel.
Labayr¨², residente en Espa?a desde que se exili¨® all¨ª en 1978, recibi¨® el veredicto acompa?ada por su hijo y amigos cercanos en un restaurante gallego. ¡°Aunque pueda parecer una paradoja estar comiendo bogavante con albari?o en Estaca de Bares era un final por todo lo alto para m¨ª, quer¨ªa estar en una situaci¨®n de m¨¢xima felicidad¡±, cuenta por videoconferencia un par de horas despu¨¦s de haber escuchado la lectura del fallo a trav¨¦s de su computadora. Lo dice casi al final de la entrevista. Al principio, al responder sobre su reacci¨®n a la sentencia, habla primero de alegr¨ªa y luego se corrige: ¡°No s¨¦ si es esa la palabra. Estoy satisfecha¡±. Ten¨ªa dudas ¡ª ¡°porque a veces no hay correlato entre la condena social y la Justicia¡±¡ª, pero han quedado atr¨¢s: ¡°Me parece bien que sea una condena fuerte¡±.
Sus ojos celestes se agrandan para subrayar que la mayor gratificaci¨®n es ¡°que haya habido una visibilizaci¨®n de que en la ESMA, como en otros campos de detenci¨®n, se viol¨® a las mujeres de forma sistem¨¢tica¡±. Recuerda que la periodista Miriam Lewin, que tambi¨¦n estuvo detenida en la ESMA, ya detall¨® en su libro Putas y guerrilleras que la violencia sexual era parte del ¡°plan de arrasamiento de las prisioneras¡±. ¡°Hubo muchas mujeres violadas como yo en la ESMA que por miedo o por otras razones no lo denunciaron. Esta sentencia me complace porque tal vez permita que otras mujeres piensen que es posible denunciar y se animen a hacerlo si saben que van a ser tratadas con respeto por la justicia¡±.
Complicidad civil
Las denunciantes pidieron que las audiencias del juicio fueran privadas por el car¨¢cter ¨ªntimo de los hechos denunciados y el dolor para relatarlos. Sin embargo, Labayr¨² cree que despu¨¦s de la condena es necesario hacerlo p¨²blico ¡°para dar cuenta de la complicidad de ciertos sectores de la sociedad¡± con la dictadura.
¡°Gonzalez no solo se satisfizo con violarme. Quiso que fuera su esclava sexual tambi¨¦n para su esposa. No solo me llev¨® a hoteles alojamiento por horas sino tambi¨¦n a su casa, donde fui sometida para satisfacer las fantas¨ªas sexuales de la parejita. Esta se?ora sab¨ªa que yo era una secuestrada. La hija de la pareja ten¨ªa uno o dos a?os y esto ocurri¨® cinco o seis veces. Era esclava de sus deseos y caprichos y fue tan traum¨¢tico que no llegu¨¦ a contarlo a mis personas m¨¢s cercanas. Tard¨¦ mucho en darme cuenta de que hab¨ªa sido violada tambi¨¦n por ella¡±, revela.
Labayr¨² habla de forma pausada, pero con voz firme. La denuncia por delitos sexuales que realiz¨® en 2014 contra Gonz¨¢lez y Acosta tard¨® seis a?os en llegar al juicio que concluy¨® el viernes, despu¨¦s de diez meses de audiencias. En ellas describi¨® de memoria el escenario donde fue vejada: ¡°Hice una descripci¨®n minuciosa de la casa porque me llev¨® con los ojos abiertos. La primera vez estaba convencida de que me iban a asesinar porque me hab¨ªan dejado ver el edificio¡±.
¡°Delincuentes comunes¡±
¡°Estos se?ores adem¨¢s de aniquilar a militantes y a no militantes usaron el aparato del Estado para violar, apropiarse de nuestros ni?os y de bienes y propiedades. Se convirtieron en un grupo de delincuentes comunes que violaban, robaban y secuestraban y parte de la sociedad los aupaba, los conoc¨ªa o hac¨ªa la vista gorda¡±, asegura.
Cuando la liberaron, en 1978, se vio rodeada por un manto de sospecha. ¡°En un campo donde han sido arrojadas al mar unas 4.800 personas y sobrevivimos 200, hab¨ªa hacia nosotros un prejuicio y un se?alamiento: ¡®Algo habr¨¢s hecho¡¯¡±. Esa imagen comenz¨® a cambiar con los juicios, cuando salieron a la luz m¨¢s y m¨¢s casos de lo que fue un plan sistem¨¢tico de represi¨®n, pero reconoce que a¨²n hoy queda un poso imborrable: ¡°El sobreviviente es siempre una persona inc¨®moda, molesta, sospechosa, porque sabemos cosas sobre la condici¨®n humana que es mejor no saber, sabemos qu¨¦ ocurre con el alma en una situaci¨®n de terror extremo¡±. Para Labayr¨², la memoria del horror ¡°es una memoria solitaria, porque dif¨ªcilmente se pueden compartir esas vivencias con otras personas¡±.
Superar los tormentos sufridos le llev¨® muchos a?os de terapia y la ayuda de amigos y familiares. En su caso, como le dijo al presidente espa?ol, Pedro S¨¢nchez, en su reciente visita a la exESMA, la ayud¨® tambi¨¦n ¡°haber salido del infierno para llegar al Madrid de la Transici¨®n¡±. ¡°Fue la mejor terapia reparadora que pude tener. Llegu¨¦ en el momento justo al lugar justo¡±, destaca. Se qued¨® a vivir all¨ª y rehizo su vida, pero nunca ha dejado de dar testimonio del r¨¦gimen de terror que gobern¨® Argentina entre 1976 y 1983. La Justicia acaba de confirmar que se cometieron violaciones y otros delitos sexuales en ese gran centro de torturas. Labayr¨² conf¨ªa en que ahora m¨¢s v¨ªctimas se animen a hablar.
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