Reparaci¨®n para Luis Cecc¨®n, el polic¨ªa v¨ªctima de un ¡°vuelo de la muerte¡± en Argentina
A 44 a?os de su secuestro y asesinato durante la dictadura, el motivo de su baja ya no ser¨¢ ¡°abandono de servicio¡±, sino ¡°ausencia por desaparici¨®n forzada¡±
La ¨²ltima dictadura argentina (1976-1983) tambi¨¦n dej¨® v¨ªctimas en las filas de las Fuerzas Armadas y de seguridad. En la Polic¨ªa de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, hubo al menos 20 casos, entre quienes fueron secuestrados y sobrevivieron, quienes siguen desaparecidos y quienes aparecieron sepultados como NN. Este ¨²ltimo es el caso del suboficial Luis Francisco Cecc¨®n. En 1978, tres hombres de civil lo secuestraron de d¨ªa en una esquina de Pergamino, una ciudad del norte bonaerense, y su familia no lo vio m¨¢s. Tiempo despu¨¦s, en su legajo laboral quedar¨ªa escrito ¡°Baja por cesant¨ªa, por haber incurrido en abandono de servicio¡±. Pero este cabo de 31 a?os, padre de cuatro ni?os, no hab¨ªa huido. El verdadero motivo de su ausencia se ha escrito en su legajo 44 a?os despu¨¦s: desaparici¨®n forzada.
Salvo por su condici¨®n de polic¨ªa, los a?os setenta de Cecc¨®n se parecieron a los de muchos militantes de su generaci¨®n. Vivi¨® en un barrio muy pobre de Pergamino; particip¨® en un grupo cat¨®lico ligado al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo y la Opci¨®n por los pobres de la Iglesia cat¨®lica; y form¨® una familia numerosa con una joven llegada de la provincia de Corrientes: M¨¢xima Idalina Franco. En una foto de aquellos a?os, la pareja est¨¢ tomada de las manos en un parque. En otra, Cecc¨®n sonr¨ªe con su peque?o hijo Silvio sobre a los hombros, al lado de una casa precaria.
A Cecc¨®n lo ten¨ªan vigilado. Su actividad se hab¨ªa radicalizado hasta acercarse Montoneros [organizaci¨®n armada peronista]. El servicio de inteligencia de la Polic¨ªa sospechaba que era un militante infiltrado. En abril 1976, inmediatamente despu¨¦s del golpe de Estado, los militares lo detuvieron, interrogaron y liberaron. Su final llegar¨ªa en 1978, con el nuevo secuestro en Pergamino, el 16 de mayo, y un interrogatorio en la Brigada de Investigaciones de La Plata dos d¨ªas despu¨¦s. Esa fue su ¨²ltima huella.
Nancy Cecc¨®n, su hija, ten¨ªa entonces siete a?os: ¡°A mi madre (fallecida en 1993) le dec¨ªan que ¨¦l se hab¨ªa ido porque no le import¨¢bamos, o que se lo hab¨ªan llevado los montoneros. Solo recibi¨® desprecio, negaci¨®n y humillaci¨®n. Y con perversidad, le exig¨ªan que devolviera el arma reglamentaria, o la pagara¡±. Adem¨¢s de las armas, los represores reten¨ªan el salario de las v¨ªctimas. Los hijos de Cecc¨®n, de 11, 9, 7 y 5 a?os, quedaron en la miseria, sujetos a la ayuda de los vecinos y la iglesia. M¨¢xima tuvo que dejarlos para trabajar. ¡°Esto nos condicion¨® la vida. Fue muy doloroso¡±, dice Nancy.
Procesar la historia le llev¨® a?os: ¡°Fui buscando espacios donde contarla sin ser juzgada. Esto no era algo com¨²n: me costaba la parte de ¡®era polic¨ªa¡¯. De a poco me fui percibiendo hija de desaparecidos y uniendo a organizaciones de derechos humanos¡±, dice Nancy. ¡°Yo tuve un pap¨¢ hermoso, que ten¨ªa una presencia impresionante y jugaba conmigo. En los archivos de inteligencia lo acusan de hacer pintadas y panfletos militantes. Es un orgullo que sus asesinos me cuenten c¨®mo era ¨¦l: solidario. Tambi¨¦n escrib¨ªa, era artesano y constructor¡±. Su grupo barrial de Pergamino estaba haciendo casas para gente pobre con dinero recaudado en festivales solidarios.
En 2011, el cuerpo de Cecc¨®n fue identificado. Estaba en el cementerio de General Lavalle (en la costa de Buenos Aires). La reconstrucci¨®n del caso indica que fue arrojado al mar a finales de 1978, hallado en la playa y sepultado como NN; esto alarg¨® tres d¨¦cadas su condici¨®n de desaparecido y la angustia familiar. Los ¡°vuelos de la muerte¡± fueron una de las formas de ejecuci¨®n de cautivos ¨Caunque no la m¨¢s masiva¨C usadas por los genocidas. Por ejemplo, la monja francesa L¨¦onie Duquet y las madres de Plaza de Mayo Esther Balestrino y Azucena Villaflor tuvieron el mismo destino tras su secuestro.
La verdad hist¨®rica
El jueves pasado, los hijos de Cecc¨®n recibieron del Gobierno provincial el legajo de su padre ajustado a la verdad. ¡°Estoy muy movilizada. Es una rectificaci¨®n postergada y necesaria¡±, dice Nancy. Esta pol¨ªtica reparatoria surge del Ministerio de Seguridad, donde hay una Comisi¨®n de la Verdad Hist¨®rica. Su secretario es Alejandro Inch¨¢urregui, director de la oficina de Personas Desaparecidas del Ministerio e historiador de la Polic¨ªa Bonaerense. ¡°Simb¨®licamente, estos gestos del Estado son muy relevantes para las v¨ªctimas y sus allegados. Buena parte de la resistencia peronista [iniciada con el golpe a Juan Domingo Per¨®n, en 1955] estuvo compuesta por polic¨ªas o militares, que tambi¨¦n fueron detenidos, torturados y fusilados. Entonces no se discern¨ªa si las v¨ªctimas eran polic¨ªas, militares o civiles: eran peronistas. En cambio, para el periodo de la dictadura los portavoces de la memoria no tuvieron en cuenta a los miembros de fuerzas de seguridad o armadas v¨ªctimas de la represi¨®n ilegal, porque los asimilaron a los represores¡±, explica.
Aparte de Cecc¨®n, se corrigieron otros seis legajos donde la Polic¨ªa encubri¨® los delitos de lesa humanidad contra sus agentes con f¨®rmulas como ¡°abandono de cargo¡±. Como Atilio Calotti, secuestrado a los 17 a?os, desaparecido en los centros clandestinos de detenci¨®n y tortura Arana y Pozo de Quilmes, y luego preso en una c¨¢rcel legal. Hab¨ªa participado en pol¨ªtica en el colegio. Su hermana, su madre y la pareja de ¨¦sta, tambi¨¦n polic¨ªas, fueron echados tras el secuestro de Atilio por ser ¡°familiares de un subversivo¡±. Sus legajos se corrigieron tambi¨¦n.
Algunos polic¨ªas fueron forzados a firmar bajo tortura ¡°solicitudes¡± de baja con fecha previa a su detenci¨®n. Walter Docters fue secuestrado en una Escuela de Suboficiales, torturado y desaparecido en el mismo circuito que Calotti, blanqueado en una c¨¢rcel, y liberado en 1983. Algo similar sufri¨® Eduardo Torres, un polic¨ªa administrativo que hab¨ªa tenido militancia pol¨ªtica barrial; tras este infierno, pudo dejar el pa¨ªs reci¨¦n en 1979. La otra fuerza de seguridad provincial, el Servicio Penitenciario, tuvo diez desaparecidos; casi todos sobrevivieron, y uno de los legajos reparados fue el de Juan Miguel Scattolini, conocido como testigo en juicios por cr¨ªmenes de lesa humanidad (fallecido en 2021).
Inch¨¢urregui, que tras la dictadura fue uno de los fundadores del Equipo Argentino de Antropolog¨ªa Forense, agrega: ¡°Polic¨ªas y penitenciarios fueron torturados por sus pares, en general con mayor sa?a, por su pertenencia a la fuerza¡±. Y recuerda el caso brutal de dos hermanos, militantes del Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo (ERP), asesinados en La Plata: ¡°Uno fue ahorcado en la comisar¨ªa y el otro, arrojado desde el tercer piso del patio interno de la Jefatura de Polic¨ªa. En ambos casos se aleg¨® suicidio, en un claro mensaje filas adentro. Y la esposa de uno de ellos, tambi¨¦n secuestrada, fue ahorcada en el Pozo de Quilmes¡±.
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