Los desaf¨ªos de Milei
La clave del triunfo electoral est¨¢ en la fractura de la representaci¨®n no peronista
Ser¨ªa un error permitir que la fascinaci¨®n que produce el movimiento de las piezas disimule las alteraciones estructurales del tablero. Porque en la pol¨ªtica argentina lo que est¨¢ mutando es el tablero. El triunfo del ministro de Econom¨ªa, Sergio Massa, deja en segundo plano un fen¨®meno principal: la coalici¨®n peronista Uni¨®n por la Patria, a la que ¨¦l representa, ha efectuado una de las peores elecciones de su historia. Massa obtuvo 9.645.983 votos. Una haza?a si se compara esa cifra con la de las primarias, cuando hab¨ªa conseguido 3 millones de votos menos. Pero una muy mala elecci¨®n si se la refiere a la que la misma fuerza obtuvo en los comicios de 2019, cuando triunf¨® el actual presidente Alberto Fern¨¢ndez, quien hab¨ªa sacado 3,3 millones de votos m¨¢s que los cosechados por Massa este domingo.
La clave del triunfo, entonces, est¨¢ en otro lado. Est¨¢ en la fractura de la representaci¨®n no peronista. En ese campo hubo m¨¢s de 14 millones de votos, lo que equivale al 54% de la elecci¨®n. Pero distribuidos en dos candidaturas: la del ultraderechista Javier Milei, de La Liberad Avanza, que sac¨® 30% de los votos; y la de Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, que ara?¨® el 24%. Bullrich expresa una coalici¨®n que atrae a ciudadanos de derecha, identificados sobre todo con el liderazgo de Mauricio Macri, y a vertientes de centro y de centroizquierda, que se identifican con el viejo radicalismo o con el liderazgo de Elisa Carri¨®.
Esta fragmentaci¨®n del campo del no peronismo expresa una modificaci¨®n importante del campo de juego. En esta ¨¢rea est¨¢ la crisis. ?A qu¨¦ se debe? Un factor preponderante es el desenlace muy gris de la gesti¨®n de Macri, vapuleado por ese malestar profundo que ocasiona la inflaci¨®n cuando se la combina con ca¨ªda en el nivel de la actividad econ¨®mica. Muchos votantes ven al per¨ªodo 2015-2019, el del Gobierno de Macri, como un cap¨ªtulo m¨¢s de un largo estancamiento. Esa experiencia hace que para muchos electores Juntos por el Cambio ya no signifique cambio alguno, y sea parte de una inercia que debe ser interrumpida. Este problema, que es el central, est¨¢ agravado por otras razones. Una de ellas es el eclipse kirchnerista. La confluencia de gente con sensibilidades muy diversas bajo del paraguas de Juntos por el Cambio estuvo motivada por el temor a que Cristina Kirchner, en el apogeo de su reinado, all¨¢ por 2012, establezca una dictadura de corte bolivariano. Conjurado ese peligro por la debilidad del kirchnerismo, las razones del contrato se vuelven m¨¢s borrosas.
El gran desaf¨ªo de Milei para la segunda vuelta que librar¨¢ con Massa el 19 de noviembre es encontrar una bandera que reconcilie lo que estaba unido. Es decir, reponer la oposici¨®n del peronismo identificado como populismo kirchnerista. Es lo que comenz¨® a ensayar en su discurso de clausura del acto electoral. Es la l¨ªnea argumental b¨¢sica: recordar los rasgos m¨¢s desagradables del oficialismo, sobre todo los asociados a su extravagante nivel de corrupci¨®n. Sin embargo, esa campa?a antikirchnerista acaso sea insuficiente. No s¨®lo porque con gran arte publicitario Massa logr¨® ocultar bastante a la dirigencia kirchnerista, empezando por Cristina Kirchner que desapareci¨® de la escena. Tambi¨¦n porque la estigmatizaci¨®n moral del adversario no alcanzar¨ªa a neutralizar la caracterizaci¨®n que le dedicar¨¢ el candidato del Gobierno.
Massa lanzar¨¢ una campa?a modelada sobre la batalla que Lula da Silva libr¨® contra Jair Bolsonaro. Cuenta para ello con un conjunto de asesores brasile?os destacados en Buenos Aires por el propio presidente de Brasil. A la cabeza de todos est¨¢ el experto en marketing Otavio Antunes, un experto en preparar estrategias contra postulantes de derecha. Trabaj¨® no s¨®lo para Lula, sino tambi¨¦n para el colombiano Gustavo Petro y para el boliviano Evo Morales. En todos los casos la bandera principal ser¨¢ democracia versus fascismo.
Habr¨¢ que ver si Milei sabe conjurar el atractivo que esa disposici¨®n de los grupos ejerce sobre los votantes de Pro que no se identifican con el liderazgo de Macri o con los votantes del radicalismo y tambi¨¦n con los de Juan Schiaretti, un peronista disidente, gobernador de la provincia de C¨®rdoba, que con planteos moderados sac¨® 1.784.000 votos, el doble de lo que hab¨ªa recogido en las primarias. Dicho de otro modo: habr¨¢ que ver si el economicista Milei consigue emitir un mensaje democr¨¢tico y pluralista que lo oriente hacia el centro. Ser¨ªa recorrer un largo trecho conceptual. Massa ya lo recorri¨®: es el dirigente que, en su condici¨®n de peronista de centro-derecha, con mayor plasticidad puede hablar a sectores de clase media moderada, que pueden temer el extremismo de Milei.
El candidato de La Libertad Avanza deber¨¢ intentar tambi¨¦n otra metamorfosis. Hasta ahora aparece como un l¨ªder doctrinario, que cita teoremas y libros para justificar sus propuestas. Alguien m¨¢s parecido a un reformador social que al presidente de un pa¨ªs. ?Aprender¨¢ a referirse a propuestas concretas? ?Lograr¨¢ que la sociedad, que en general est¨¢ padeciendo las mortificaciones de una econom¨ªa que, proyectada hacia fin de a?o, ya alcanzar¨¢ el 200% de inflaci¨®n? ?O facilitar¨¢ el retrato que el peronismo hace de ¨¦l? Es decir: el de un l¨ªder predatorio, que en su idolatr¨ªa de las fuerzas del mercado no tiene inhibici¨®n alguna para hundir a los vulnerables en la miseria. Milei sabe que ah¨ª hay un problema. Por eso el domingo aclar¨®: ¡°No vengo a eliminar derechos, sino a eliminar privilegios¡±. Se sabr¨¢ dentro de poco si es capaz de resolverlo.
En todas estas inc¨®gnitas est¨¢ cifrado en gran enigma: si en Argentina se concretar¨¢ un reemplazo en la representaci¨®n de la clase media no peronista, desde el liderazgo de los dirigentes de Juntos por el Cambio, con Macri en el centro, al liderazgo de Milei. Mientras se resuelve ese acertijo, habr¨¢ fragmentaci¨®n. Es el signo de estos tiempos en Am¨¦rica Latina. Es el gran riesgo: que la democracia genere desapego no por la concentraci¨®n del poder en manos de un caudillo, sino por una pulverizaci¨®n que la vuelve ineficaz.
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