Boludeces argentinas
Humilla que te maneje un tonto. Una cosa es un malvado inteligente, otra es un malvado poderoso, pero la subsistencia de un malvado que no es inteligente ni poderoso s¨®lo depende de la sumisi¨®n de sus s¨²bditos
Argentinos, ?de verdad se volvieron tarados?
Sol¨ªamos creernos un pueblo inteligente, educado, capaz de entender y no dejarse enga?ar. Se dir¨ªa que ya no lo somos.
Porque, si no, no hay forma de explicar que nos traguemos una tras otra, sin chistar, las boludeces de un fabulador serial de poca monta. Ya sabemos que insulta a troche y moche, que nos quiere dejar ¡°el culo como un mandril¡±, que todos somos ¡°ratas despreciables¡±, que un socialista es un ¡°excremento humano¡±. Ya sabemos que eso crea un clima de violencia innecesario, brutal, que se agrega al clima de violencia creado por su insistencia en arruinarle la vida a millones de personas, cada vez m¨¢s pobres, cada vez menos alimentadas. Pero, adem¨¢s, no para de decir estupideces, y nadie le contesta o se le r¨ªe. Aqu¨ª van solo tres ejemplos.
La primera boludez ya es uno de sus cl¨¢sicos: el presidente argentino repite, cada vez que puede, que ¡°hace 120 a?os la Argentina era la primera potencia mundial¡±. No hay manera de sostener esa invenci¨®n. A principios del siglo XX Argentina ten¨ªa un Producto Interno Bruto per capita entre los diez m¨¢s altos del mundo porque unos pocos terratenientes se hab¨ªan hecho riqu¨ªsimos exportando carne y trigo, y la poblaci¨®n por la que hab¨ªa que dividir para las estad¨ªsticas esos ingresos era muy escasa. Pero la gran mayor¨ªa era pobre. Ya sabemos: la estad¨ªstica es esa disciplina que dice que todos los seres humanos tenemos una teta y un test¨ªculo ¨Cy el PIB per capita es su expresi¨®n m¨¢s perversa¨C. En aquellos a?os Inglaterra todav¨ªa controlaba buena parte del mundo, Estados Unidos se convert¨ªa en la gran potencia industrial, Alemania unificada se sent¨ªa tan poderosa que se lanz¨® a la guerra contra todos; la Argentina iba muy por detr¨¢s de esos tres y Francia y Rusia y China y Turqu¨ªa y varios m¨¢s. Era, ya entonces, una gran promesa mentirosa. Ahora, en boca del presidente, es s¨®lo una mentira retroactiva.
La segunda boludez es habitual: el presidente argentino y muchos de los suyos repiten, cada vez que pueden, que ¡°el mal manejo de la pandemia mat¨®, en Argentina, a 100.000 personas que no tendr¨ªan que haberse muerto¡± y que, por lo tanto, ¡°aquel gobierno es culpable de un terrible genocidio, peor que el de Videla¡±. Me tom¨¦ el trabajo ¨Cmuy menor¨C de buscar los datos reales y hacer cuentas. Comparada con los otros pa¨ªses grandes de Am¨¦rica Latina, la Argentina lo hizo medianamente bien: Per¨² tuvo 6.170 muertos por mill¨®n de habitantes; Brasil, 3.110; Chile, 3.050; Argentina, 2.765; Colombia, 2.730; M¨¦xico, 2.640. Salvo Per¨², que fue un aut¨¦ntico desastre, los dem¨¢s sufrieron cifras parecidas, y las argentinas est¨¢n entre las m¨¢s bajas. O sea que no hubo ning¨²n ¡°suplemento de muertes¡±, por supuesto que ning¨²n genocidio, pero el se?or presidente lo escupe una y otra vez, impunemente.
La tercera boludez es casi un estreno: hace unos d¨ªas comunic¨® que eso de la superpoblaci¨®n son ¡°estupideces de zurdos asesinos¡±. Frente a un auditorio sonriente de empresarios tecnol¨®gicos anunci¨® que ¡°a todos nos gustar¨ªa vivir en M¨®naco¡± y que M¨®naco tiene una densidad de 36.000 habitantes por kil¨®metro cuadrado ¨Cfalso, tiene 38.000 habitantes en dos kil¨®metros cuadrados, 19.000 en cada uno¨C, pero eso no importa, como tampoco importa que M¨®naco sea una piedra llena de edificios, el paisito m¨¢s urbano del mundo. Ni que haya dicho que la Argentina tiene 3 millones de kil¨®metros cuadrados cuando tiene 2,78 ¨Cporque la diferencia es solo la superficie total del Reino Unido¨C. Lo impresionante fue que ese baile de cifras le permiti¨® decir que lo de la superpoblaci¨®n era una estupidez porque s¨®lo en la Argentina, si tuviera la densidad de M¨®naco, cabr¨ªan 108.000 millones de personas. ¡°Trece veces y media la poblaci¨®n total del planeta. O sea que todos esos aborteros que andan asesinando gente lo hacen porque son unos ignorantes o unos hijos de puta¡¡±.
Su visi¨®n es magn¨ªfica: 108.000 millones de personas ¨C100.000 millones m¨¢s que toda la humanidad¨C amontonados en millones de edificios de varios pisos amontonados en cada metro de tres millones de kil¨®metros cuadrados, sin agua ni plantas ni espacios libres ni lugar para producir comida ni para evacuarla ni nada de nada, inundados por su propia mierda. La imagen no es siquiera apocal¨ªptica de puro inveros¨ªmil, pero nadie en la distinguida concurrencia ¨Cni en la prensa subsiguiente¨C tuvo la vista o los ovarios necesarios para decirle que dec¨ªa boludeces, que alguien que propone eso tiene la cabeza muy vac¨ªa o muy torcida.
Los ejemplos podr¨ªan multiplicarse por docenas, pero no tenemos tanto tiempo para la tonter¨ªa. Muchos podr¨¢n decirme que por qu¨¦ preocuparnos por esas cosas cuando ese mismo se?or est¨¢ reventando la educaci¨®n y la salud p¨²blicas, el sustento de los jubilados, la comida de tantos, las vidas de millones ¨Cy yo estar¨ªa de acuerdo¨C. Pero a¨²n as¨ª hay algo que me parece intolerable en tolerar a un jefe de Estado que se jacta de saber de n¨²meros y no para de falsearlos o tropezar con ellos, que se jacta de no saber de nada m¨¢s y lo demuestra con cuidado d¨ªa tras d¨ªa.
Humilla que te maneje un tonto. Una cosa es un malvado inteligente, uno que arma tremendos planes maquiav¨¦licos para quedarse con todo; otra cosa es un malvado poderoso, uno que maneja tantos soldados, tantos bancos, que nadie le puede resistir. Per¨®n o Videla ten¨ªan sus argumentos. Pero la subsistencia de un malvado que no es inteligente ni poderoso s¨®lo depende de la sumisi¨®n de sus s¨²bditos. Es, por lo tanto, culpa de esos mismos s¨²bditos: nuestra culpa.
Argentinos, yo s¨¦ que la gran mayor¨ªa de ustedes arde de bronca por lo que han hecho los gobiernos anteriores; yo tambi¨¦n. Pero eso no deber¨ªa convertirnos en tarados incapaces de reaccionar ante un se?or que ¨Cadem¨¢s de arruinar tantas vidas¨C dice estupidez tras estupidez, mentira tras mentira. Yo recuerdo que no ¨¦ramos as¨ª: que hubo tiempos en que una sola boludez de estas habr¨ªa bastado para ridiculizar a un gobernante, para perderle cualquier tipo de respeto. Quiero creer que ese pa¨ªs exist¨ªa, que no ha muerto, que est¨¢ en alguna parte y pronto va a volver a estar en su lugar. Ojal¨¢. Realmente lo necesitamos.
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