El peronismo, en busca de nuevas canciones para enfrentar a Milei
Con Cristina Kirchner presidiendo el partido, un sector queriendo girar hacia el centro y un Kicillof en busca de romper los l¨ªmites estrechos del kirchnerismo duro, el futuro del peronismo es incierto
¡°Peor que la traici¨®n es la derrota¡±, dice una de las frases folcl¨®ricas de un movimiento que exuda folclore por todos sus poros. Su orgullo reside en gran medida en la imposibilidad de ser definido, lo cual ha creado toda una cultura ir¨®nica alrededor de la pregunta: ?qu¨¦ es el peronismo? Y si la derrota es lo peor que le puede pasar, lo cierto es que desde mediados de los a?os 2000 el peronismo viene sufriendo varias y duras. La de 2015 a manos de Mauricio Macri fue procesada ideol¨®gicamente como un triunfo del ¡°poder econ¨®mico concentrado¡± en la l¨®gica ¡°pueblo/antipueblo¡± -lo que est¨¢ dentro de sus marcos interpretativos de la realidad-. Pero la ca¨ªda frente a Javier Milei en 2023 hizo saltar todas las claves de inteligibilidad: Milei gan¨® en regiones antiperonistas, como Macri, pero tambi¨¦n en regiones peronistas. Un ¡°objeto pol¨ªtico no identificado¡±, como el libertario de extrema derecha de cabello revuelto y completamente ajeno al sistema pol¨ªtico, no solo le ¡°rob¨®¡± votos al peronismo, sino que termin¨® de poner en crisis su propia identidad.
Hoy el peronismo carga con la cruz de la fallida gesti¨®n de Alberto Fern¨¢ndez/Cristina Kirchner, una inesperada oportunidad de regreso al Gobierno, en 2019, que termin¨® en un fracaso catastr¨®fico. ¡°Nos pas¨® un tren por encima¡±, resum¨ªa una influencer peronista.
El movimiento, que logr¨® una amplia hegemon¨ªa con N¨¦stor y Cristina Kirchner entre 2003 y 2015, vive hoy una crisis existencial -m¨¢s profunda a¨²n que la vivida en 1983, tras su derrota electoral a manos de Ra¨²l Alfons¨ªn, en el regreso de la democracia-. El peronismo fue definido por Carlos Vladimiro Corach -uno de los hombres fuertes del decenio de Carlos Menem (1989-1999)- por su capacidad de adaptarse al clima de la ¨¦poca. Por eso a lo largo de la historia conocimos diversos peronismos: keynesiano, neoliberal, posneoliberal con tintes socialdem¨®cratas. Incluso en los a?os 70 habitaban en su seno los simpatizantes de Mao y Fidel Castro y anticomunistas rabiosos.
Pero si Menem se adapt¨® al clima de ¨¦poca y se hizo un neoliberal entusiasta, y N¨¦stor Kirchner se adapt¨® al suyo y se insert¨® en el giro a la izquierda latinoamericano, ?por d¨®nde pasar¨ªa hoy una renovaci¨®n program¨¢tica? El gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, dijo que el peronismo deb¨ªa cantar nuevas canciones. Pero las letras a¨²n no aparecen.
Algunos creen que el movimiento debe alejarse del progresismo cultural que encarn¨® el kirchnerismo -que propici¨® la aprobaci¨®n del matrimonio igualitario, la ley trans y el aborto- y volver a un desarrollismo tradicional; otros que debe mantener su perfil progresista y desde all¨ª resistir la embestida del gobierno de Milei. Tambi¨¦n hay una discusi¨®n sobre su proyecto econ¨®mico luego del fracaso del Gobierno de Alberto Fern¨¢ndez en controlar la inflaci¨®n, que abri¨® paso a su derrota electoral.
La crisis de identidad lleg¨® al punto de que algunos comenzaron a ver con buenos ojos a la vicepresidenta Victoria Villarruel, una nacionalista de extrema derecha, pero nacionalista al fin, distanciada de Milei. Cristina Kirchner se vio impelida a intervenir y pidi¨® ¡°una pericia psiqui¨¢trica para quienes dicen que Villarruel es peronista¡±. La propia Villaruel se reuni¨® en Madrid con la expresidenta Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez de Per¨®n, hist¨®ricamente asociada al peronismo de derecha, quien vive hace d¨¦cadas en el ostracismo y de la cual el peronismo prefiere no escuchar ni hablar.
El propio Milei reivindica al peronista Carlos Menem como ¡°el mejor presidente de la historia¡±, junto con los liberales del siglo XIX, mientras las huestes mile¨ªstas quieren derrumbar el emblem¨¢tico edificio del Ministerio de Desarrollo Social, que tiene un mural de Eva Per¨®n que se iluminaba en las noches. Tambi¨¦n hay varios apellidos Menem en el nuevo oficialismo ¡°libertario¡±, como el del presidente de la C¨¢mara de Diputados, Mart¨ªn Menem; o el de Eduardo ¡°Lule¡± Menem, mano derecha de Karina Milei, hermana del presidente y llamada por ¨¦l El Jefe.
El peronismo es, en palabras de Steven Levitsky, una ¡°des-organizaci¨®n organizada¡±, en la que el Partido Justicialista funciona como brazo electoral. Las ¡°profundas ra¨ªces sociales y organizacionales en las clases bajas y trabajadoras de la sociedad le han posibilitado sobrevivir en diversos contextos¡±, incluso durante su larga proscripci¨®n (1955-1973). Esas ra¨ªces son hoy m¨¢s d¨¦biles, si bien no se han cortado del todo. El imaginario peronista de una patria ¡°socialmente justa y econ¨®micamente soberana¡± choca contra la evidencia de provincias y municipios gobernados de manera ininterrumpida por el peronismo donde siguen faltando cloacas e infraestructuras b¨¢sicas y donde la promesa de justicia social fue cambiada por clientelismo pol¨ªtico; los sindicalistas ricos y con pr¨¢cticas gangsteriles conviven con gobernadores y alcaldes vinculados a diversas estructuras delictivas para mantenerse en el poder.
Aun as¨ª, el peronismo es el principal polo de oposici¨®n a Milei, como lo fue durante el gobierno de Macri y ya ha sabido reinventarse en el pasado. Al punto que, como nunca antes, ha incorporado o neutralizado de una u otra manera a casi todo lo que est¨¢ su izquierda, con la excepci¨®n de los trotskistas. Nuevas camadas de progresistas de clase media votaron por el peronismo en 2015, 2019 y 2023 para evitar ¡°que gane la derecha¡±, aunque los candidatos peronistas de esos a?os fueran intragables para ellos. Uno de ellos, Daniel Scioli, es hoy secretario de Estado de Milei y pide para ¨¦l el premio Nobel de Econom¨ªa.
Otra frase folcl¨®rica del peronismo dice que este es como los gatos: cuando parece que se pelean, en realidad se est¨¢n reproduciendo. Pero la afirmaci¨®n resulta hoy muy dudosa.
Si las peleas son reales, su capacidad para reproducirse es m¨¢s limitada. No solo hay gobernadores peronistas que pactaron con Milei para conseguir recursos para sus provincias (los nuevos Judas del movimiento) y existen fuertes tensiones entre peronistas kirchneristas y antikirchneristas; el propio kirchnerismo vive una crisis interna que resulta incomprensible -y deprimente- para sus adherentes. Nadie entiende c¨®mo las tensiones entre Cristina Kirchner y el gobernador Axel Kicillof escalaron como lo han hecho en estos meses. Primero la pelea fue entre Kicillof, hijo pol¨ªtico de Cristina, y M¨¢ximo Kirchner, su hijo biol¨®gico, y ahora la propia expresidenta considera que Kicillof la traicion¨®.
El gobernador no mostr¨® ning¨²n entusiasmo con decisi¨®n de Cristina Kirchner de presidir el Partido Justicialista: Kicillof, hijo de psicoanalistas y producto de la clase media intelectual porte?a, que ha llegado a reinar sorprendentemente sobre la populosa Provincia de Buenos Aires, no quiere terminar como Alberto Fern¨¢ndez, con su poder diluido y por ello ha mostrado signos de independencia que la exmandataria considera intolerables. Hoy Kicillof es una carta presidenciable del peronismo, incluso para peronistas tradicionales ¡°feos, sucios y malos¡±, como gustan presentarse, que hasta no hace tanto lo consideraban un imberbe neomarxista. Su reelecci¨®n como gobernador fortaleci¨® sus credenciales pol¨ªticas en la provincia donde el peronismo kirchnerista sigue siendo muy fuerte y Milei m¨¢s d¨¦bil que en el resto del pa¨ªs, sobre todo en el ¡°Conurbano¡± profundo.
Pero con Cristina Kirchner presidiendo el partido, un sector del peronismo queriendo girar hacia el centro y un Kicillof en busca de romper los l¨ªmites estrechos del kirchnerismo duro, el futuro del peronismo es incierto.
El guionista y humorista peronista Pedro Saborido escribi¨® que el peronismo puede ser un grupo de scouts, de trotskistas o de hippies. ¡°Puede comportarse como cualquiera de los tres. A veces est¨¢ ordenado, a veces discute y se divide y a veces parece que estuviera fumado¡±. Hoy lo ¨²nico que se sabe es que no es un grupo de scouts. El peronismo es un movimiento verticalista que funciona bien cuando hay un -o una- l¨ªder que traza el camino; que define las canciones que deben cantarse. Cristina no puede ser plenamente esa l¨ªder porque est¨¢ debilitada, y acosada por varias causas judiciales, pero es suficientemente fuerte para bloquear a otros. Y nadie sabe bien c¨®mo salir del laberinto.
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