La poeta que oy¨® hablar a los glaciares
Nancy Campbell reconstruye en ¡®La biblioteca de hielo¡¯ la relaci¨®n del ser humano con el misterio de lo glacial
Pas¨® fr¨ªo de ni?a. Demasiado fr¨ªo. Creci¨® en Scottish Borders, una regi¨®n escocesa que limita con Edimburgo. Recuerda fascinada la manera en que todo parec¨ªa detenerse cuando nevaba. Se obsesion¨® pronto con el clima. Con c¨®mo las cosas parec¨ªan estar fastidi¨¢ndose. ¡°Fui una especie de Greta Thunberg sin ning¨²n tipo de repercusi¨®n en el instituto¡±, dice. Nancy Campbell (42 a?os) trabajaba para un tratante de libros en Londres cuando recibi¨® el correo electr¨®nico que le cambi¨® la vida. No lo dud¨®, hizo las maletas y cogi¨® un vuelo a Groenlandia. En concreto, a la peque?a isla de Upernavik. Acababan de invitarla a trabajar en el refugio del artista del museo. Lleg¨® como una reconocida poeta, all¨ª se convirti¨® en una estudiosa del hielo y sus huellas.
Se emociona cuando habla de ciertas cosas. No puede creerse que el mundo se est¨¦ acabando y que no seamos m¨¢s conscientes de que lo est¨¢ haciendo. Dice que el del hielo ¡°es un lenguaje¡± que conserva datos objetivos de todas las edades de la Tierra. Dice que el hielo puede leerse como se lee un libro pero que ¡°hay que leer r¨¢pido porque no estar¨¢ ah¨ª para siempre¡±. De aquella estancia en Upernavik se trajo consigo el germen de La biblioteca de hielo (?tico de los Libros), fascinante ensayo sobre la relaci¨®n del ser humano con lo glaciar ¡ªdesde los primeros e ingenuos intentos de tomar notas de todo tipo de experimentos sin congelarse hasta deportes que consisten en encerar superficies heladas¡ª que es a la vez una cr¨®nica de aquella estancia y de su obsesi¨®n.
¡°El ser humano sabe hoy muchas cosas sobre el hielo, pero en ciertos aspectos, sigue siendo tan infinito como un agujero negro. Lo que s¨ª tenemos claro es que es una manera de estudiar la salud del planeta¡±, dice. Fue con la intenci¨®n de tratar de entender esa relaci¨®n, la relaci¨®n entre aquello que el hielo conserva ¡ªtoda esa informaci¨®n de otras ¨¦pocas tan necesaria para entender el presente y tratar de anticipar el desastre futuro¡ª y lo que la manera en que lo hace dice de la Tierra, y se instal¨® en la caba?a de Upernavik, pero su alma de poeta se top¨® con otra cosa al llegar. ¡°El paisaje cambiaba cada d¨ªa, de alguna forma, interpela a quien lo ve, le est¨¢ hablando sin necesidad de detenerse a estudiarlo¡±, dice.
El hielo, aquello que de ni?a le fascinaba porque permanec¨ªa, ¡°est¨¢ desapareciendo, ?y qu¨¦ nos dice eso de nosotros?¡±. ¡°Es curioso c¨®mo ahora vemos el hielo como una presencia amenazante cuando hasta hace no demasiado ¡ªy desde tiempos pret¨¦ritos, la primera investigaci¨®n documentada en el libro data del siglo XVII¡ª era simplemente algo hermos¨ªsimo, un misterio de una belleza inconcebible¡±, asegura. Campbell, que ha pasado dos semanas rodeada de volcanes en otra residencia de artistas, la Faber de La Garrotxa (Girona), no puede evitar desear volver todo el tiempo a Upernavik. ¡°Es un lugar magn¨¦tico¡±, dice. Todo lo que tiene que ver con el hielo lo es, dice tambi¨¦n. De ah¨ª el auge de la literatura que habla de cosas heladas estos d¨ªas, de ah¨ª y de nuestra consciencia, despreocupada, del fin.
¡°Todo all¨ª arriba se est¨¢ apagando poco a poco¡±, insiste. Es decir, el fin de cierto paisaje est¨¢ acabando con costumbres ancestrales en un lugar como Upernavik. ¡°La caza y la pesca se complican cuando no hay superficies heladas. No es solo que los animales se vean desplazados de su h¨¢bitat, es que los humanos que viven all¨ª tambi¨¦n tienen que dedicarse a otras cosas, y eso hace que est¨¦n en peligro incluso las canciones populares¡±, cuenta. Pensar de qu¨¦ manera puede transformar en poemas esa p¨¦rdida es lo que ha hecho estos d¨ªas en Olot. ¡°Lo que all¨ª vi me impact¨® tanto que no dejo de darle vueltas, es como si de alguna forma siguiera a¨²n all¨ª, por eso en parte no necesito volver, aunque me atraiga la idea de hacerlo¡±, a?ade.
Hay en La biblioteca de hielo, adem¨¢s de un apasionante inventario desordenado ¡ªen realidad, con un orden propio que obedece tanto a lo que la narradora, ella misma, descubre, y la manera en que lo hace, como al hist¨®rico de la proeza en cuesti¨®n¡ª, detalles sobre la vida en el ?rtico ¡ªpor ejemplo, que las puertas de las casas no tienen cerraduras¡ª y sobre los artistas que, antes que ella, se han interesado por esta regi¨®n y, sobre todo, por el paisaje helado. ¡°No s¨¦ qu¨¦ nos atrae de ¨¦l. Para m¨ª, creo que es el misterio. Aunque podr¨ªa tener que ver tambi¨¦n su capacidad para detener el tiempo. Es como si pusiera la vida en mute. Como si la enmudeciera. ?Y no necesita eso el artista para crear?¡±, se pregunta.
Hay en el libro una historia sobre ella siendo ni?a y una de esas bolas de nieve que agitas para ver c¨®mo nieva dentro. Recuerda Campbell que ella solo tuvo una que ten¨ªa dentro una caba?a y un bosque de pinos. En alg¨²n momento creci¨® y sus padres se deshicieron de sus juguetes, y el padre invent¨® una historia sobre el camino que hab¨ªan recorrido para llegar a un lugar. Ella imagin¨® a su mu?eco favorito, un Pierrot, en mitad de una inmensa nada blanca, moteada de copos de nieve como los que ca¨ªan en el interior de aquella bola de nieve. Y lo imagin¨®, a¨²n no sabe por qu¨¦, feliz. ¡°Lo que me desconcierta de esta historia es que el payaso triste pareciera alegrarse de quedar atrapado dentro de una bola de nieve¡±. Desde entonces se pregunta si no habr¨¢ sido ese su objetivo. A¨²n no ha dado con la respuesta.
La biblioteca de hielo. Nancy Campbell. Traducci¨®n de Lorenzo F. D¨ªaz. ?tico de los Libros, 2020. 288 p¨¢ginas. 17,90 euros.
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