Nadie es m¨¢s de aqu¨ª que Miranda July
La cineasta, artista y escritora protagoniza una retrospectiva en el Festival Rizoma de Madrid, que tambi¨¦n estrena su tercera peli?cula como directora
En una escena del debut en el cine de la polifac¨¦tica Miranda July, T¨², yo y todos los dem¨¢s (2005), una comisaria de arte contempor¨¢neo pasa revista a distintas obras en una sala oscura. Las mejores formar¨¢n parte de una exposici¨®n sobre la aparente incompatibilidad entre la frialdad tecnol¨®gica y el calor humano. ¡°Lo que debemos preguntarnos es si la obra pudo hacerse en cualquier ¨¦poca o solo ahora¡±, indica a su joven asistente. La pantalla escupe una dur¨ªsima fotograf¨ªa: un cuerpo carcomido por el VIH. La ayudante se apresura a descartarla, pero su jefa la detiene: ¡°El correo electr¨®nico no existir¨ªa si no fuera por el sida. Miedo al contagio, miedo a los fluidos corporales¡±.
Revisar el trabajo de una directora como July, tan sometido al escarnio p¨²blico por su amaneramiento quirky, permite descubrir una dureza y una lucidez sobre el presente que en su d¨ªa tal vez quedaron eclipsadas por las excentricidades m¨¢s est¨¦riles de su responsable. Una obra del aqu¨ª y del ahora, como insinuaba la secuencia mencionada, sobre una sociedad que ya confund¨ªa la realidad con el simulacro, y que ya se ve¨ªa perturbada por la mezcla de lo presencial y lo virtual. A partir del martes, el Festival Rizoma de Madrid dedica una retrospectiva a esta directora, artista y escritora estadounidense de 46 a?os, que abarcar¨¢ desde las piezas de videoarte que realiz¨® entre 1996 y 2003 hasta su ¨²ltimo largometraje, C¨®mo sobrevivir en un mundo material (desafortunada traducci¨®n del original Kajillionaire), que el certamen preestrenar¨¢ antes de su llegada a las salas en diciembre.
La primera parte de su filmograf¨ªa, realizada alrededor del ¨²ltimo cambio de milenio, observa a personajes que se enfrentan a la injerencia de la tecnolog¨ªa en sus relaciones, en una ¨¦poca en la que la vida digital todav¨ªa parec¨ªa sonriente e inocua, y no el tent¨¢culo m¨¢s voraz del capitalismo de la vigilancia. Aun as¨ª, se empezaba a establecer una perturbadora distancia social, tanto literal como figurada, entre los habitantes de un mundo sint¨¦tico y en el que reinaba la indigencia emocional, lo que no imped¨ªa que siguieran buscando el contacto con el pr¨®jimo a toda costa. T¨², yo y todos los dem¨¢s era, en el fondo, el mar en el que desem?bocaban sus cortometrajes previos, de los que retom¨® situaciones, personajes y motivos que luego tambi¨¦n se asomar¨ªan a su primer libro de relatos, Nadie es m¨¢s de aqu¨ª que t¨² (Seix Barral).
El homenaje de Rizoma permite analizar sus primeros pasos en el cine, enmarcados en la escena lo-fi del Portland de los noventa, donde se instal¨® tras dejar la universidad, al preferir emprender el camino del autodidactismo. En Atlanta (1996), July interpreta a una joven nadadora ol¨ªmpica y tambi¨¦n a su madre, en un ejercicio burlesco que parece parodiar el naciente lenguaje de la telerrealidad. Ese desdoblamiento se reproduce en The Amateurist (1998), que reflejaba el enloquecimiento provocado por una tecnolog¨ªa anal¨®gica pero penetrante, y que parec¨ªa emparentada con la obra temprana de Cindy Sherman o Martha Wilson. En el fondo, July interpretaba fragmentos de su personalidad o estados de ¨¢nimo separados. De forma parecida, en el fanzine que cre¨® junto a Johanna Fateman, guitarrista de Le Tigre, la directora lleg¨® a publicar entrevistas con su autoestima, su inseguridad y su insomnio.
Nest of Tens (1999), cuyo desenlace tambi¨¦n evocaba los sistemas de control de la vida en com¨²n, conten¨ªa situaciones recurrentes en el cine de July: los encuentros inapropiados entre adultos y ni?os, de quienes la directora explor¨® la sexualidad en t¨¦rminos bastante freudianos. Mientras, Getting Stronger Every Day (2001) y Haysha Royko (2003) insertaban sombras de colores en paisajes cotidianos como figuras po¨¦ticas y ominosas, de manera similar a lo que July hizo en su cuento Haciendo el amor en 2003, donde narraba la enfermiza relaci¨®n sexual entre una adolescente y una mancha luminosa, que a?os m¨¢s tarde se reencarnar¨ªa en uno de los j¨®venes alumnos de la protagonista.
Tras el ¨¦xito de T¨², yo y todos los dem¨¢s, con la que gan¨® la C¨¢mara de Oro en Cannes, July se volvi¨® omnipresente, una esforzada mujer del Renacimiento que, cual ¨¦mula de Warhol, cre¨® un parque de esculturas para la Bienal de Venecia de 2009, public¨® una novela y varios discos de spoken word e impuls¨® un sinf¨ªn de proyectos participativos a trav¨¦s de newsletters y apps creadas para la ocasi¨®n. El relativo fracaso de El futuro (2011), fallido retrato de una pareja hipster con peinados id¨¦nticos pero voluntades asim¨¦tricas, que relataba una crisis de los 40 algo precoz y estaba narrado por un gato moribundo (el inefable Paw-Paw, al que July prest¨® su voz temblorosa y ovejuna), ralentiz¨® su dominaci¨®n mundial. A la vez, su tercer largo, el primero en casi una d¨¦cada, tiene puntos en com¨²n con ese desigual antecesor, y no solo por abordar ¡°esa oscuridad de la que no resulta apropiado hablar¡±, como rezaba el di¨¢logo con el que arrancaba El futuro.
Precarios inquilinos
Kajillionaire est¨¢ protagonizada por una familia de ladrones de poca monta que reside en un recinto industrial de Los ?ngeles a cambio de un alquiler irrisorio. Aunque ese hogar tiene un inconveniente: tres veces al d¨ªa, una espuma rosa se desliza por la pared que lo separa de la f¨¢brica vecina. Esa materia viscosa, que estos precarios inquilinos deben limpiar cada vez que suenan sus relojes sincronizados, se convierte en s¨ªmbolo de las inevitables molestias que uno debe acomodar en una vida que nunca es perfecta. Es tambi¨¦n el retrato de una joven inadaptada (Evan Rachel Wood), escondida tras una larga melena que oculta su rostro y un ch¨¢ndal oversize que disimula su cuerpo, entre una Diane Keaton no binaria y el desgarbo de una modelo de Demna Gvasalia. Esa entidad neutra, criada por dos monstruos ¡ªDebra Winger y Richard Jenkins, que dejan de lado el pathos habitual para encarnar a personajes mis¨¢ntropos¡ª, quedar¨¢ trastornada al conocer a una mujer desen?vuelta que se suma al tr¨ªo de impostores (Gina Rodriguez, de la serie Jane the Virgin), una doble en negativo que le ofrecer¨¢ la posibilidad de renacer. Marcada por una l¨®gica interna que nunca es cartesiana, la pel¨ªcula habla de la necesidad de conectar con los dem¨¢s, por muy dif¨ªcil que nos lo ponga el cosmos. Tambi¨¦n en eso es una pel¨ªcula digna del presente.
Retrospectiva Miranda July. Festival Rizoma. Madrid. Del 17 al 26 de noviembre.
C¨®mo sobrevivir en un mundo material. Miranda July. Se estrena el 18 de diciembre.
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