En busca del sue?o perdido
?Por qu¨¦ so?amos? ?Para qu¨¦? El neurobi¨®logo brasile?o Sidarta Ribeiro se enfrenta a estas preguntas en ¡®El or¨¢culo de la noche¡¯, un ensayo que resume los avances de una nueva disciplina: la ciencia on¨ªrica. Su libro forma parte de una creciente atenci¨®n editorial al mundo del descanso nocturno en estos tiempos en que la pandemia ha acentuado el insomnio y la distracci¨®n tecnol¨®gica
Los sue?os son como las estrellas, cuando los observamos, vemos un mundo antiguo. Adem¨¢s, son tan delicados que parecen no soportar nuestra mirada y el observador enseguida se transforma en observado. Pero ?qu¨¦ es un sue?o?, ?por qu¨¦ so?amos?, ?para qu¨¦ so?amos? Las preguntas se multiplican. ?C¨®mo extraer el sentido simb¨®lico de los sue?os? Y, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, ?d¨®nde hemos de buscar ese sentido?, ?en la vigilia o en el propio sue?o?
Para la filosof¨ªa de las upanisad, la vida es un viaje a trav¨¦s de diversos estados de conciencia. El sue?o, la vigilia y el sue?o profundo. El primero nos inspira, en el segundo situamos el significado, el tercero nos borra y borra las cosas. Cada uno tiene sus reglas, y sus cuitas. Hay un cuarto estado, es el modo en el que la mente india concibe la realidad. Se llama moksa: liberaci¨®n. Para la mentalidad actual la situaci¨®n es bien distinta. Esa diferencia se expresa en las lenguas modernas, que oponen el sue?o a la realidad. ¡°?Esto no es un sue?o, es real!¡±, decimos cuando algo nos sorprende (una pandemia, una escena surrealista, una goleada). Pero los sue?os pueden ser m¨¢s reales que la realidad misma. Lo vemos en las enfermedades mentales, que comparten con los sue?os las alucinaciones, los delirios y cierta ¡°flexibilizaci¨®n de la l¨®gica¡± (o de la identidad). Desde un punto de vista cualitativo, las alucinaciones que provocan la ayahuasca, la esquizofrenia o los sue?os difieren poco. Las dos primeras tienen un mayor grado de intensidad y viveza, son mejores narraciones (y m¨¢s dolorosas) que la ¨²ltima, si se trata del sue?o anodino del burgu¨¦s.
Los cient¨ªficos nacidos en culturas con un pasado ind¨ªgena todav¨ªa vivo tienen una actitud m¨¢s abierta hacia innovaciones retroprogresivas que los del mundo anglosaj¨®n (educados en el voluntarismo, el puritanismo, y devotos de un determinismo que deja poco espacio a la inspiraci¨®n). El neurocient¨ªfico brasile?o Sidarta Ribeiro es un buen ejemplo de esa mentalidad cient¨ªfica abierta y desprejuiciada. En su libro El or¨¢culo de la noche conviven las narrativas on¨ªricas y esa otra narraci¨®n que llamamos neurociencia. Un tema fascinante y evanescente que rastrea los avances de una nueva disciplina: la ciencia on¨ªrica.
Para la Inquisici¨®n, la revelaci¨®n on¨ªrica era blasfema. El racionalismo la deslegitim¨® como fuente de conocimiento
En el siglo XVI, la cristiandad consideraba la revelaci¨®n on¨ªrica como fuente de blasfemia y la Inquisici¨®n se ocup¨® de aplacarla. La decadencia del sue?o como fuente leg¨ªtima de conocimiento fue ratificada por el racionalismo. Karl Popper sosten¨ªa que era imposible una ciencia del sue?o porque el sue?o era irrefutable, y para que algo sea cient¨ªfico tiene que ser refutable. Un buen ejemplo de esa actitud retr¨®grada lo tenemos en cient¨ªficos influyentes como Daniel Den?nett, que se niega a aceptar la existencia de los sue?os. Dennett considera que el sue?o es un fen¨®meno de la vigilia, una r¨¢pida reelaboraci¨®n realizada por el cerebro despierto. Pero las evidencias cient¨ªficas en la ¨²ltima d¨¦cada han puesto en jaque esa opini¨®n.
El arte de la noche puede penetrar en el arte del d¨ªa. Los sue?os son capaces de combinar con ¨¦xito ideas cient¨ªficas. ¡°El yo subliminal sabe discernir y adivinar, tiene tacto y delicadeza y triunfa donde el yo consciente ha fracasado¡±. Matem¨¢ticos como Poincar¨¦ (al que pertenece la cita) o Ramanujan (que recib¨ªa en sue?os f¨®rmulas matem¨¢ticas de la diosa Laksmi), qu¨ªmicos como Mendeleev, naturalistas como Wallace o fil¨®sofos como Descartes lo experimentaron. Pero al margen de estas excepciones, el sue?o pas¨® a considerarse un p¨¢lido reflejo de lo que ocurre en la vigilia. Freud trat¨® de rehabilitar los sue?os como ¡°v¨ªa regia¡± para explorar las profundidades de la mente, pero fue vilipendiado por la autoridad cient¨ªfica. La idea de que los s¨ªntomas corporales pod¨ªan proceder de meros pensamientos (y no de lesiones cerebrales) no era aceptable para los neur¨®logos, y mucho menos la idea de que los pensamientos pueden cambiar el cerebro.
Miedo a la mente
Seg¨²n la mayor¨ªa de los indicios, la esquizofrenia tiene un origen gen¨¦tico. Es decir, se encuentra asociada a experiencias pasadas que dejaron su rastro en la mente. Recuerdos que deb¨ªan ser bloqueados vuelven cuando no tendr¨ªan que hacerlo, lo que aterroriza al paciente, que revive espectros del pasado. La psiquiatr¨ªa moderna se ha centrado en bloquear esos recuerdos con inhibidores de dopamina y serotonina. Para el mundo antiguo estos delirios eran signos sagrados, presagios o gu¨ªas, experiencias de contacto con el mundo sutil que hay tras los bastidores de la existencia. La civilizaci¨®n cient¨ªfica fue reduciendo esos di¨¢logos a narraciones m¨¢s elementales, con el prop¨®sito de intervenir en ellas desde fuera, con el objeto de cortar la conversaci¨®n. Nadie lo ha expresado mejor que Foucault: ¡°El conocimiento no est¨¢ hecho para comprender, est¨¢ hecho para zanjar¡±. Los locos o las personas psic¨®ticas, que antes ard¨ªan en las hogueras, hoy se encierran o se atiborran de inhibidores de dopamina. Un signo inequ¨ªvoco del miedo a la propia mente. El trabajo que antes hac¨ªa la Inquisici¨®n ahora lo hace el Estado, que asume la tarea de vigilar y castigar a esas personas en instituciones pagadas por los ciudadanos de orden.
A diferencia de la neurolog¨ªa, la psiquiatr¨ªa trata con trastornos mucho m¨¢s sutiles que no se revelan al examen neurol¨®gico. La investigaci¨®n moderna ha detectado dos grandes tendencias en los delirios, la psic¨®tica y la neur¨®tica. En ambos casos est¨¢ en juego la consideraci¨®n de la identidad personal. El neur¨®tico tiende a sublimar el yo; el psic¨®tico, a diluirlo. Salvaci¨®n del yo o liberaci¨®n del yo, un viejo dilema que ya plante¨® el budismo. Nuestro mundo es esencialmente neur¨®tico, y el antiguo e ind¨ªgena, psic¨®tico, aunque no faltan interferencias cruzadas entre ambos. En la medicina india tradicional, al esquizofr¨¦nico no se le saca de su estado por debajo (con depresores) sino por arriba, alentando su euforia. Los psic¨®ticos han levantado el velo, mientras que los neur¨®ticos viven enterrados en un mont¨®n de mantas. Ambos extremos claman por un equilibrio. Los primeros viven en un sue?o intenso; los segundos, en uno anodino.
El sue?o, que consolida los recuerdos, podr¨ªa ser un episodio de psicosis indispensable para la salud mental
La tesis de Ribeiro es que el sue?o podr¨ªa ser un episodio de psicosis indispensable para la salud mental. Los estudios de neuroimagen muestran una notable similitud entre el sue?o REM y la psicosis. Las fantas¨ªas on¨ªricas podr¨ªan tener relaci¨®n con los delirios esquizofr¨¦nicos y eso supon¨ªa un gran potencial terap¨¦utico: la ¡°v¨ªa regia¡± de Freud para acceder a las profundidades de la mente. Pero cuando se descubren los antipsic¨®ticos, f¨¢rmacos capaces de bloquear la dopamina del cerebro (muy ¨²til para los familiares de los enfermos), pierde inter¨¦s esa l¨ªnea de investigaci¨®n. Como en el caso de la ficci¨®n y la realidad, los dominios de la vigilia y el sue?o no parecen completamente separados. Hay estudios que sugieren que la psicosis puede ser resultado de la intrusi¨®n del sue?o en la vigilia. Lo interesante es que esas incursiones ocurren generalmente en el campo del lenguaje: ¡°La mayor¨ªa de los s¨ªntomas psic¨®ticos son auditivos, voces sarc¨¢sticas, acusadoras o imperativas, a veces incesantes, que suenan dentro de la cabeza¡±. Parece como si un antiguo yo esgrimiera reproches y reclamara deudas pendientes. La voz del padre de Lacan, aunque esas voces pueden ser m¨¢s antiguas. Julian Jaynes sostiene que los psic¨®ticos de hoy representan la persistencia, socialmente inaceptable, de una mentalidad antigua. Ser¨ªan f¨®siles vivientes de otra forma de conciencia. De un tiempo en que no era infrecuente escuchar voces. De ah¨ª el deseo del esquizofr¨¦nico de escapar al bosque o a la monta?a. Prefiere el riesgo de la naturaleza al malestar en la cultura.
Memoria renovada
El sue?o REM participa en la consolidaci¨®n de la memoria, cuya eficacia depende del olvido. Los sue?os hacen olvidar lo que no importa y dan relevancia a lo importante. La supresi¨®n de recuerdos no deseados es un hecho cerebral cuantificable (desactivaci¨®n del hipocampo y la am¨ªgdala). Investigaciones recientes sugieren que los recuerdos no son de fiar. Pierden las patas y ganan alas, reciben con gusto nuevos detalles y asociaciones, pasan por el filtro de la seducci¨®n, la censura o el deseo. Sabemos que los recuerdos no se fijan una vez vividos, sino que ofrecen diversas versiones cada vez que son reactivados. Una renovaci¨®n que depende del mismo proceso (regulaci¨®n de genes y producci¨®n de prote¨ªnas) que se activa durante el aprendizaje. Cada vez que rememoramos algo, lo reconstruimos. De ah¨ª que los recuerdos carezcan de lugar. El recuerdo es m¨¢s una actividad que un objeto. Y dado que se activan cuando dormimos, los sue?os los consolidan.
¡°El alma humana, cuando sue?a, desembarazada del cuerpo, es a la vez el teatro, los actores y el auditorio¡±. A la frase de Addison, Borges a?ade que es tambi¨¦n el autor de la pieza que se representa. Pero se trata de un autor desconocido, que ni uno mismo reconoce. Por eso hay tantos sue?os como los g¨¦neros literarios (sat¨ªricos, aleg¨®ricos y prof¨¦ticos, banales y mudos). Hay sue?os inventados por el sue?o y sue?os inventados por la vigilia. Pensar que los sue?os vienen de dentro (del interior del cerebro) es la opci¨®n moderna. La antigua fue pensar que carecen de lugar, que nos visitan y nos gu¨ªan entre bastidores (una idea antigua planteada por el budista Vasubandhu). En las capas m¨¢s profundas del inconsciente se almacenan incontables im¨¢genes y experiencias compartidas que pueden aflorar en cualquier momento. Un legado viviente al que Jung acced¨ªa mediante pacientes que sufr¨ªan intensas alteraciones emocionales. En ellas se ponen de manifiesto arquetipos e im¨¢genes primigenias de la psique, que gozan de energ¨ªa propia y considerable autonom¨ªa. Im¨¢genes capaces de dirigir el comportamiento e incluso adue?arse de la voluntad.
La ciencia moderna, hasta hace muy poco, negaba la autoridad de los sue?os. La tendencia ahora es recuperar esa voz. Pero hay un riesgo. Cuando las t¨¦cnicas cham¨¢nicas se introducen en el laboratorio, se corre el riesgo de perder sus marcos simb¨®licos y rituales
Para las culturas antiguas el sue?o no significa irrealidad, sino un estado de conciencia particular del que se puede extraer conocimiento. La vigilia convive con el sue?o, pero no tiene m¨¢s realidad que este. Para los amerindios, los suf¨ªes o los budistas, los sue?os son el umbral de otro plano de realidad. Un ¨¢mbito que exist¨ªa antes de que naciera el so?ante y que lo sobrevivir¨¢. Todas estas tradiciones tienen un largo historial de conocimientos de plantas y hongos. Cada vez resulta m¨¢s evidente que la criminalizaci¨®n puritana de estas sustancias debe terminar y que las sustancias psicod¨¦licas pueden ayudar al tratamiento de enfermedades mentales. So?ar mejora la salud del cuerpo y la plasticidad neuronal. La mol¨¦cula de DMT o el t¨¦ de ayahuasca produce poderosas experiencias visuales y es muy utilizada con fines terap¨¦uticos en Brasil. Produce una purga ps¨ªquica que incluye una fuerte autocr¨ªtica y revivir actos del pasado. Los psicod¨¦licos serotonin¨¦rgicos como el LSD o la psilocibina son los que mejor emulan el estado on¨ªrico. Esta ¨²ltima reduce la depresi¨®n y la ansiedad cuando se administra en dos dosis durante las sesiones de psicoterapia. Est¨¢ probado que el MDMA, el principio activo del ¨¦xtasis, es una soluci¨®n efectiva para el estr¨¦s postraum¨¢tico. Cuando no est¨¢ contaminado con otras sustancias, produce una intensa liberaci¨®n de serotonina en el propio cerebro desatando ¡°estados de gracia¡±, un amor intenso por los dem¨¢s y una felicidad inmensa de existir. Estas dos mol¨¦culas est¨¢n muy cerca de ser aceptadas por la psiquiatr¨ªa tradicional.
La ciencia moderna, hasta hace muy poco, negaba la autoridad de los sue?os. La tendencia ahora es recuperar esa voz. Pero hay un riesgo. Cuando las t¨¦cnicas cham¨¢nicas se introducen en el laboratorio, se corre el riesgo de perder sus marcos simb¨®licos y rituales. Monjes y chamanes no entienden la necesidad de probar lo que les resulta evidente. Las ¨²ltimas investigaciones han confirmado el sue?o l¨²cido que, seg¨²n Ribeiro, ocurre de forma espont¨¢nea a todo el mundo al menos una vez en la vida y cuya frecuencia decrece tras la adolescencia. El tr¨¢fico entre ambos mundos es cada vez m¨¢s intenso. El tema es fascinante. Mirar hacia dentro puede ser tan revelador como mirar hacia fuera. Los sue?os tienen todav¨ªa mucho que decirnos.
La ciencia on¨ªrica en siete libros
'El or¨¢culo de la noche. Historia y ciencia de los sue?os'. Sidarta Ribeiro. Traducci¨®n de Mercedes Vaquero Granados. Debate
'?Por qu¨¦ no podemos dormir? Nuestra mente durante el sue?o y el insomnio'. Darian Leader. Traducci¨®n de Albino Santos Mosquera. Sexto Piso
'Por qu¨¦ dormimos. La nueva ciencia del sue?o'. Matthew Walker. Traducci¨®n de Olga Bego?a Merino y Pablo Romero. Capit¨¢n Swing
'Poder del sue?o'. Roger Caillois. Varios traductores. Atalanta
'Sue?os de un insomne. Experimentos con el tiempo'. Vlad¨ªmir Nabokov. Traducci¨®n de Valerie Miles y Aurelio Major. WunderKammer
'Noches sin noche y algunos d¨ªas sin d¨ªa'. Michel Leiris. Traducci¨®n de David M. Cop¨¦. Sexto Piso
'El mundo bajo los p¨¢rpados'. Jacobo Siruela. Atalanta
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