Rosa Parks no fue la primera en decir ¡®no¡¯
El libro ¡®A la sombra. Actores secundarios de la Historia¡¯ rescata la vida de 57 personajes cuyos m¨¦ritos quedaron aplastados por la fama de amigos, antagonistas, compa?eros o parejas
?Se puede entender el ¨¦xito pol¨ªtico de Felipe Gonz¨¢lez sin la figura de Alfonso Guerra? ?Habr¨ªa conquistado M¨¦xico Hern¨¢n Cort¨¦s sin Malinche? ?Pierre Curie habr¨ªa sido poco m¨¢s que un qu¨ªmico destacado sin su esposa, Marie? ?Juan Ram¨®n Jim¨¦nez habr¨ªa obtenido el Nobel sin Zenobia Camprub¨ª? A la sombra. Actores secundarios de la Historia (Editorial Alhulia), una obra coral firmada por 58 autores y editada por Milena Sanz, ofrece una respuesta contundente: no. Sin ellos, sostiene el ensayo, las biograf¨ªas de las figuras a las que apoyaron nunca habr¨ªan sido las mismas. Posiblemente, ni siquiera habr¨ªan logrado sus objetivos ni entrado en la historia.
FOTOGALER?A: Los actores secundarios de la historia que fueron borrados por la versi¨®n oficial
El valor del este libro es recordar la vida de personajes que se suelen mantener en segundo plano en los relatos oficiales ¨Dpero cuyas biograf¨ªas pueden ser incluso m¨¢s apasionantes que las de los protagonistas¨D y que determinaron acontecimientos hist¨®ricos, religiosos, descubrimientos u obras de arte y de la literatura universal. Sin embargo, apenas, o en escasa medida, son tenidos en cuenta en los libros de historia.
Escribe en el ep¨ªlogo Francisco Javier Mart¨ªn Herrero: ¡°No olvidemos que es un libro que recapitula vidas, realidades, un viaje fabuloso por la historia menos contada. Es esta obra, en definitiva, una reivindicaci¨®n. De aportar luz a la penumbra¡±. Y recuerda una cita de S¨¦neca que se?ala: ¡°Aun cuando tus contempor¨¢neos te silencien por envidia, otros vendr¨¢n que sin favor ni pasiones te har¨¢n justicia¡±.
As¨ª es el caso de Claudette Colvin, una chiquilla afroamericana aplastada por la figura de Rosa Parks. El 1 de diciembre de 1955, Parks se neg¨® a ceder su asiento en un autob¨²s de Montgomery (Alabama, Estados Unidos) a un blanco. Por ello, fue encarcelada y juzgada. Su valiente acci¨®n desat¨® una oleada de protestas en todo el pa¨ªs, que obligaron a cambiar o eliminar las leyes segregacionistas. Esta costurera de 42 a?os se convirti¨®, de esta manera, ¡°en la primera dama de los derechos civiles¡±. Sin embargo, no era cierto. Nueve meses antes, el 2 de marzo de 1955, Colvin, de solo 15 a?os, tom¨® un autob¨²s y se sent¨® igual que Parks, con unas amigas, en la parte central del veh¨ªculo. Cuatro blancos les reclamaron los asientos. Las compa?eras de la joven cedieron, ella no. Esper¨® la llegada de la polic¨ªa, que la sac¨® a rastras, la espos¨® y la encarcel¨® en una prisi¨®n para adultos. Fue condenada por ¡°agresi¨®n a los agentes de la autoridad a pena de c¨¢rcel condicional y al pago de una multa¡±.
Tras ello, la NAACP, asociaci¨®n de defensa de los derechos de los afroamericanos, inici¨® una batalla legal y medi¨¢tica contra las leyes racistas. Pero Colvin en esos d¨ªas qued¨® embarazada de un hombre blanco y ¡°ya no pod¨ªa convertirse en el s¨ªmbolo de la lucha por los derechos civiles de la comunidad afroamericana de Montgomery¡±. Rosa Parks fue elegida entonces como ¡°s¨ªmbolo de esos derechos civiles¡±. ¡°No se ha conseguido devolverle a Claudette Colvin el lugar que le corresponde en la historia de la lucha por los derechos en Estados Unidos. Siguen siendo muy numerosos los manuales, museos, monumentos o discursos que conmemoran a Rosa Parks o a Martin Luther King, pero se olvidan de Claudette¡°, se?ala M¨¦lissa S¨¢nchez Mansencaut. ¡°Tanto los l¨ªderes de la NAACP como Rosa Parks fueron largamente entrevistados sobre los eventos de 1955 y 1956, pero nunca mencionaron el papel clave de Claudette y de tantos otros afroamericanos que decidieron no obedecer las normas segregacionistas¡±. Los primeros que dijeron no.
Auguste Rodin est¨¢ considerado el padre de la escultura moderna. Obras como El pensador, El beso o el Busto de V¨ªctor Hugo forman parte del nuevo concepto del arte del siglo XX. Sin embargo, Rodin no existir¨ªa sin Camille Claudel, la mujer que ¡°domina el taller aristocr¨¢ticamente desde su silencioso e incesante trabajo, manchada del polvo que el cincel arroja a cada golpe de martillo¡±. Escultora como su marido, ¡°la cr¨ªtica m¨¢s favorable fue feroz, muy feroz con ella: no cab¨ªa imaginar ni aceptar que una mujer tuviera esa maestr¨ªa, esa capacidad de transmitir belleza, llegando a calificar su espiritualidad de masculina y, por tanto, imposible de venir de una mujer¡±. Rompen como pareja.
¡°Ella no quiere que ¨¦l la visite: no quiere que esp¨ªe sus obras, no quiere hablar con ¨¦l sobre su inspiraci¨®n, no quiere que los dem¨¢s piensen que ¨¦l y sus consejos son el motivo de su ¨¦xito, no quiere dar motivos para que lleguen afirmar que ¨¦l le hace sus obras. ?De hecho acusaron a Rodin de esculpir Clotho [obra de Claudel] en m¨¢rmol!¡±. ¡°Y mientras tanto, Rodin parece que ha perdido su energ¨ªa, su salud y su tino esculpiendo¡¡±. Nunca ser¨¢ el mismo.
La mujer de Siddharta
Yosodhara es la joven que el pr¨ªncipe de Siddharta elige como esposa. ¡°Una mujer que protagoniza una historia de amor y de abandono¡±. Porque a Yosodhara ¡°le toc¨® quedarse. Yasodhara es ella, la mujer que lo ilumina todo con su presencia, la mujer de Buda, la joven y hermosa mujer que el pr¨ªncipe Siddharta eligi¨® para casarse¡±, escribe Mariv¨ª Dom¨ªnguez. ¡°Todos hemos o¨ªdo hablar de Buda y, en mayor o menor medida, seguimos, creemos, admiramos sus ense?anzas y a todo el amor y sabidur¨ªa que vino a regalar al mundo¡±. Pero pocos saben que Siddharta la abandon¨®, sin ni tan siquiera decirle adi¨®s, mientras dorm¨ªa, la primera noche de vida de su hijo. ¡°Yasodhara se qued¨® para ense?arnos que no es necesario abandonar ni huir, que la verdad no est¨¢ ah¨ª fuera, sino detr¨¢s de todas las capas de dolor, verg¨¹enza y amargura. Yasodhara, una historia que viene a completar y a dar sentido al caminar de tantas mujeres que buscan sin saber el qu¨¦, que caminan heridas y desbordadas y que en alg¨²n momento han deseado huir o que vengan a rescatarlas¡±.
Dicen los 58 autores ¨Dacad¨¦micos, escritores, economistas, soci¨®logos¡¨D que han escrito la obra en beneficio de la asociaci¨®n So?ar Despierto, una entidad sin ¨¢nimo de lucro de apoyo a los menores en centros de acogida procedentes de ambientes marginales y familias desestructuradas: ni?os y j¨®venes cuyas vidas no tienen por qu¨¦ quedar en segundo plano como los protagonistas del ensayo. Ellos, con la ayuda de la sociedad, tienen derecho tambi¨¦n a ser actores de sus propias vidas. Como Malinche, Clara Schumann, Mar¨ªa Goyri, Zelda Sayre Fitzgerald, Felipe de Edimburgo o Alma Mar¨ªa Margaretha Schindler...
A la sombra. Actores secundarios de la Historia. Milena Sanz (ed.). Editorial Alhulia. 676 p¨¢ginas. 25 euros.
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