Espejo y vigencia de Truffaut
El C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid programa una retrospectiva integral del director de ¡®Los 400 golpes¡¯, cuya influencia se puede rastrear en cineastas muy distintos
El cineasta Javier Rebollo se compr¨® en VHS Los 400 golpes en El Corte Ingl¨¦s con un dinero que le dio su abuela, en una edici¨®n en cuya portada recuerda que se le¨ªa: ¡°Una pel¨ªcula basada probablemente en la vida del autor¡±. Y le sucedi¨® lo que a tantos al verla. ¡°Es la peli que me hace descubrir que quiero hacer cine¡±, recuerda el director de El muerto y ser feliz (2012). Rebollo present¨® hace dos s¨¢bados una proyecci¨®n de la ¨®pera prima de Fran?ois Truffaut en el Cine Estudio del C¨ªrculo de Bellas Artes (CBA), en Madrid, que a lo largo de cuatro meses programar¨¢ una retrospectiva integral del cineasta que incluir¨¢ sus 21 largometrajes y dos de sus cortos, una oportunidad para revisar la obra de un artista que fusion¨® la vida y el cine aunque siempre prefiri¨® el segundo porque cre¨ªa que ¡°las pel¨ªculas son m¨¢s armoniosas¡±.
Manuel As¨ªn, coordinador del ?rea de Cine del CBA y programador del ciclo, que no responde a ninguna efem¨¦ride sino a la disponibilidad de nuevas copias remasterizadas de las pel¨ªculas, entiende que la retrospectiva es una oportunidad para descubrir o repensar a un cineasta tan reconocido como discutido en ciertos ¨¢mbitos, y que ha sido objeto de ¡°muchos malentendidos¡±. El principal, coinciden As¨ªn y Jon¨¢s Trueba ¡ªcomo Rebollo, otro truffautiano militante¡ª, el de atribuirle una deriva hacia el mismo ¡°conservadurismo¡± formal que ¨¦l hab¨ªa denostado como cr¨ªtico en Cahiers du Cin¨¦ma. ¡°Se le ve¨ªa incluso como un cineasta burgu¨¦s, cuando fue el m¨¢s humilde de todos. Se dijo y se sigue diciendo que acab¨® haciendo el tipo de pel¨ªculas que ¨¦l mismo criticaba cuando era un joven airado... pero es una de esas ideas-frases que funcionan aun sin ser ciertas ni tener una verdadera base. En realidad, Truffaut siempre fue fiel a s¨ª mismo. Su cine est¨¢ lleno de amor a los personajes, a la ciudad, a los libros y los ni?os y las mujeres¡±, opina Trueba, que a finales de abril present¨® la pel¨ªcula que abri¨® el ciclo, Las dos inglesas y el amor (1971), de todas las de Truffaut, la que m¨¢s le ha marcado.
As¨ªn abunda en ese desprestigio alimentado desde ciertos ¨¢mbitos de la cr¨ªtica, tambi¨¦n en su pa¨ªs. ¡°Es un cineasta cuya valoraci¨®n a menudo reposa sobre ideas recibidas y sobre un conocimiento parcial de su obra. Se le considera m¨¢s conservador, desde un punto de vista ideol¨®gico pero tambi¨¦n del tipo de cine que acab¨® por practicar¡±, explica, que las otras tres figuras que el programador considera se?eras de la Nouvelle Vague: Jean-Luc Godard, Jacques Rivette y ?ric Rohmer, que ¡°acabaron por asumir, cada uno a su modo, lugares al margen de lo que pod¨ªa considerarse el sistema, la corriente central del cine¡±, mientras que ¡°la aspiraci¨®n de Truffaut fue ocupar un lugar m¨¢s central¡±.
Javier Rebollo: ¡°Truffaut, como Hitchcock, pensaba que una buena pel¨ªcula era la que llenaba las salas. Siempre hay que hacer que lo popular conviva con lo autoral¡±
La clave, apunta As¨ªn, ¡°puede estar en la experiencia que vivieron los cuatro del cine como gran arte popular del siglo XX. Los otros asumen la p¨¦rdida de ese cine como arte popular, pero ¨¦l no quiso renunciar a la idea de que el cine pod¨ªa ser para todos¡±. Una postura que choca con la brecha abierta precisamente desde los a?os sesenta entre el cine que busca al p¨²blico y el cine de autor, y que no ha parado de agrandarse. Rebollo incide en esa idea. ¡°Truffaut, como Hitchcock, pensaba que una buena pel¨ªcula era la que llenaba las salas¡±, y que ¡°siempre hay que hacer que lo popular conviva con lo autoral, como [Arnaud] Desplechin, como [Pier Paolo] Pasolini, como Aki Kaurism?ki, como quiero hacer yo¡±, apunta el director. ¡°Es cierto que no era un cineasta visionario¡±, admite Trueba. ¡°incluso ya en su tiempo parec¨ªa desfasado. Cuando Mayo del 68, ¨¦l estaba haciendo pel¨ªculas como Besos robados, El peque?o salvaje, poco despu¨¦s Las dos inglesas y el amor... pel¨ªculas al margen de ese tiempo politizado. Pero creo que son pel¨ªculas que resisten muy bien el tiempo porque ya entonces eran de otro tiempo¡±.
Para Miguel ?lvarez-Fern¨¢ndez, artista sonoro y productor musical, ¡°si Godard nos da mucha cuenta de eso que llamamos la posmodernidad, Truffaut nos habla de la modernidad¡±, y ¡°no solo es vigente sino urgente¡±. ?lvarez-Fern¨¢ndez, director del programa de RNE Ars Sonora y colaborador habitual de Ni?o de Elche, ha sido convocado por As¨ªn para presentar El peque?o salvaje (1970), en la que el propio cineasta encarna al doctor Jean Itard, que en 1800 asumi¨® la educaci¨®n del ni?o feral Victor de Aveyron, un filme en el que a veces ¡°la voz no llega a ser lenguaje¡± y que ¡°nos habla de eso, de c¨®mo nos construimos mediante el lenguaje¡±, que es tambi¨¦n hablar, por ejemplo, ¡°de c¨®mo nos representamos en las redes sociales¡±.
En el humanismo de Truffaut sit¨²a ?lvarez-Fern¨¢ndez la vigencia de su obra, en su esfuerzo porque el cine sea ¡°un espejo que devuelve la mirada al espectador, como con esa mirada de L¨¦aud a c¨¢mara al final de Los 400 golpes¡±; en su intento por explorar ¡°la otredad¡±, por intentar ¡°entender al otro¡±, como hace el doctor Itard con el ni?o feral, ¡°algo que hoy nos hace tanta falta¡±. ¡°Truffaut abogaba por querer al cine y a tus semejantes. Si eso no es hoy un acto subversivo...¡±, a?ade. ¡°A m¨ª me sigue interpelando. A ver si no es que no ha llegado hasta hoy, sino que est¨¢ de vuelta, ahora que volvemos a las cosas m¨¢s esenciales: la otredad, el amor y qui¨¦nes somos¡±.
Infancia salvaje
Truffaut, que tuvo una infancia tempestuosa y fue un ni?o a su modo tambi¨¦n salvaje y literalmente salvado por el cine y un cin¨¦filo curtido en los cineclubs y los cines de barrio capaz de coger un avi¨®n para ver una proyecci¨®n, muri¨® cuando emerg¨ªa el v¨ªdeo dom¨¦stico y, con ¨¦l, empezaba a forjarse una nueva cinefilia forjada en los formatos del cine en casa, esos que ahora arrasan mientras languidecen las salas y se habla de si el cine nos salvar¨¢ o de si somos nosotros quienes debemos salvar los cines. En sus ¨²ltimos a?os, se convirti¨® ¡°en videoadicto¡±, recuerda Rebollo, y tambi¨¦n que era fan de Dallas. ¡°Creo que le encantar¨ªan las series, aunque me gusta pensar que rechazar¨ªa las plataformas porque son la muerte del cine y de los productores¡±, dice. ¡°Probablemente estar¨ªa rodando en 35mm, seguro, porque era un hombre del siglo XIX, y seguir¨ªa haciendo la misma pel¨ªcula, pero diferente, como Desplechin, como Tsai Ming-liang, como Hong Sang-soo, como Richard Linklater, esa gente que, como ¨¦l, no hace pel¨ªculas, sino que hace obra¡±. Es decir, ¡°que siempre hace la misma pel¨ªcula, pero diferente¡±.
Jon¨¢s Trueba, que coordin¨® en 2005 la edici¨®n espa?ola de la biograf¨ªa Fran?ois Truffaut, de Antoine de Bacque y Serge Toubiana (Plot), y cuyas pel¨ªculas conservan el aroma del cine del franc¨¦s, no tiene claro si quedan directores parecidos: ¡°Hoy no s¨¦ si hay cineastas como ¨¦l, que representan un compromiso moral con el cine y la vida. Mi padre [Fernando Trueba] siempre me contaba que para ¨¦l y muchos de su generaci¨®n era un faro y que su muerte los dej¨® un poco hu¨¦rfanos de un referente as¨ª¡±.
El acompa?amento a un actor-personaje que Truffaut instaur¨® con Antoine Doinel se llegar¨ªa a filtrar en Hollywood, de Rocky a Harry Potter
Pero la universalidad de Truffaut se traduce en que su influencia, aunque sea con sordina, se puede rastrear en lugares muy distintos. ?lvarez-Fern¨¢ndez la detecta incluso en la cinefilia que despliega en su puesta en escena Quentin Tarantino. As¨ªn habla de franceses como Desplechin, Pascale Ferran, Mathieu Amalric o Serge Bozon, en cuya Madame Hyde (2017) ve una de las pocas pel¨ªculas recientes que, como La piel dura (1976), ¡°no plantean el tema de la ense?anza como conflicto, sino que muestran la escuela como si pudiera ser un lugar realmente de educaci¨®n, de transformaci¨®n¡±. A Tsai Ming-liang, como Linklater, se le atribuye una filiaci¨®n truffautiana por su afici¨®n a filmar al mismo actor-personaje a lo largo de los a?os, como hizo el franc¨¦s con su alter ego Antoine Doinel, al que Jean Pierre L¨¦aud encarn¨® a lo largo de dos d¨¦cadas y cinco pel¨ªculas. Y el propio Tsai reconoce al creador de Doinel como uno de sus maestros, aunque su cariz cr¨ªptico est¨¦ a menudo lejos de la elocuente transparencia de las narraciones de Truffaut. Pero ese acompa?ar a un actor-personaje a lo largo de su vida es algo que, desde Rocky ¡ªcuya primera entrega, subraya Rebollo, ¡°le encantaba a Truffaut¡±, y al que Sylvester Stallone interpret¨® en ocho pel¨ªculas, siete de ellas escritas por ¨¦l, entre 1976 y 2018¡ª se ha filtrado incluso a las grandes sagas de Hollywood. ?O acaso no es la serie de Harry Potter una versi¨®n mainstream, fantasiosa, de presupuesto hipervitaminado y con efectos especiales ¡ªsalvo para envejecer a los personajes¡ª del Boyhood (2014) de Linklater?
Secretos en cajones
Quedan, eso s¨ª, enigmas, claves diseminadas por una filmograf¨ªa repreta de rimas y c¨®digos secretos por desentra?ar. Serge Daney dej¨® dicho que hab¨ªa un Truffaut-Jekyll ¡°respetable¡±, ¡°ordenado¡± y que ¡°gusta a las familias¡±, el de Doinel, el de El peque?o salvaje, el amante de los libros y las pel¨ªculas, y un Truffaut-Hyde ¡°asocial, solitario, fr¨ªamente apasionado, fetichista¡± y ¡°perturbador¡±, que asoma en La habitaci¨®n verde (1978), pero que el cineasta mantuvo m¨¢s oculto. Un hombre ¡°lleno de misterio¡±, explica Rebollo, que cuando muri¨®, en 1984, ya hab¨ªa empezado a rodar una nueva entrega del ciclo Doinel, tan en secreto que ni en la versi¨®n revisada en 2001 de la monumental biograf¨ªa de Toubiana y De Baecque, se recogi¨® el episodio, que no se devel¨® hasta 2003. En 1988, Gilles Jacob public¨® su correspondencia, con la salvedad de las cartas de amor del impenitente seductor que fue el cineasta, que dej¨® dicho que seguir¨ªan bajo llave hasta 2005, y que a¨²n no se han publicado. ¡°Para conocer bien a Truffaut, habr¨ªa que entrar en su vida, y mucha sigue guardada en archivos, en cajones¡±, apunta Rebollo.
A la espera de que se desvelen esos enigmas pendientes, Truffaut sigue siendo la referencia de tantos y en Francia ha sido objeto de un tiempo a esta parte de una reevaluci¨®n, de la que As¨ªn pone como ejemplo la reedici¨®n en Bluray a finales del a?o pasado de ocho de sus pel¨ªculas en un cofre que incluye textos en que le reivindican cineastas como Olivier Assayas, Mathieu Amalric o Mia Hansen-L?ve.
Jon¨¢s Trueba: ¡°Tenemos que morir intentando conservar nuestra independencia de cineastas, en la encrucijada de nuestro tiempo, como ¨¦l hubiera hecho¡±
En Espa?a, Rebollo y Carlos Losilla planean la publicaci¨®n de la correspondencia ¨ªntegra y ampliada que el director y el cr¨ªtico mantuvieron y parte de la cual fue incluida en Fran?ois Truffaut. El deseo del cine, el volumen colectivo y monogr¨¢fico que coordin¨® el segundo y edit¨® en 2010 el Festival de San Sebasti¨¢n. Ese proyecto y el ciclo que le dedica el CBA son botones de muestra de que el inter¨¦s por el cineasta m¨¢s popular de la Nouvelle Vague se renueva, como la reciente reedici¨®n de Las pel¨ªculas de mi vida (Cult Books), en el que recopil¨® una selecci¨®n de las cr¨ªticas y los art¨ªculos sobre cine que escribi¨® entre 1954 y 1974. En ese libro, Truffaut, tan preocupado siempre por la educaci¨®n, por la transmisi¨®n del conocimiento, se miraba en sus maestros como los cineastas de hoy se miran en ¨¦l; como Rebollo revisa todav¨ªa ese VHS de Los 400 golpes que se supon¨ªa que caducaba en 1998 y que le empuj¨® a dedicarse al cine. ¡°Su deuda vital¡±, zanja Trueba, ¡°no era con la madre sino con el cine y los cineastas que le hab¨ªan educado y a los que defend¨ªa a muerte. Yo creo que a ¨¦l tambi¨¦n hay que defenderlo a muerte. Y que tenemos que morir intentando conservar nuestra independencia de cineastas, en la encrucijada de nuestro tiempo, como sin duda ¨¦l hubiera hecho¡±.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.