El perd¨®n seg¨²n Ali Smith, ?o era Hannah Arendt?
La novela ¡®Verano¡¯, de pr¨®xima publicaci¨®n en N¨®rdica Libros, cierra el cuarteto estacional que la escritora escocesa Ali Smith ha dedicado a los problemas m¨¢s acuciantes de nuestros tiempos. ¡®Babelia¡¯ adelanta en exclusiva sus primeras p¨¢ginas.
Todo el mundo dijo: ?y?
Como en ?y qu¨¦? Como en encogerse de hombros, o ?y qu¨¦ esperas que haga al respecto?, o me importa una mierda, o lo apruebo, me parece bien.
Vale, no lo dijo todo el mundo. Hablo coloquialmente, en plan frase hecha, como en todo el mundo hace esto o aquello. Lo que quiero decir es que entonces, en aquella ¨¦poca en concreto, ese tono despectivo fue un claro indicador, una especie de tintura de tornasol. En aquel entonces se puso de moda actuar como si nada importara. Tambi¨¦n se puso de moda insistir en que aquellos a quienes les importaba, o que dec¨ªan que les importaba, eran unos pringados, o que solo pretend¨ªan quedar bien.
Es como si hubiese pasado hace una eternidad.
Pero no; solo hace unos meses que empezaron a arrestar o a amenazar con la deportaci¨®n a personas que hab¨ªan vivido toda su vida o gran parte de su vida en este pa¨ªs: ?y?
Que un Gobierno cerr¨® su propio Parlamento porque no pod¨ªa conseguir el resultado que quer¨ªa: ?y?
Que muchas personas votaron a pol¨ªticos que les ment¨ªan descaradamente: ?y?
Que un continente ard¨ªa y otro se derret¨ªa: ?y?
Que los poderosos de todo el mundo empezaron a excluir a personas por su religi¨®n, su etnia, su sexualidad o su oposici¨®n intelectual o pol¨ªtica: ?y?
Pero no. Es verdad. No todo el mundo lo dijo.
Ni por asomo.
Millones de personas no lo dijeron.
Millones y millones, en todo el pa¨ªs y en todo el mundo, vieron las mentiras, vieron c¨®mo se maltrataba a las personas y al planeta, y lo expresaron en manifestaciones, en protestas, escribiendo, votando, hablando, mediante el activismo, en la radio, en la televisi¨®n, en las redes sociales, tuit tras tuit, p¨¢gina tras p¨¢gina.
Y las personas que conoc¨ªan el poder de ese ?y? respondieron en la radio, en la televisi¨®n, en las redes sociales, tuit tras tuit, p¨¢gina tras p¨¢gina: ?y?
A lo que voy es que podr¨ªa pasarme la vida entera enumerando, y hablando, y demostrando con citas y gr¨¢ficos y ejemplos y estad¨ªsticas lo que la historia prueba claramente que ocurre si nos mostramos indiferentes y cu¨¢les son las consecuencias del fomento pol¨ªtico de la indiferencia, algo que quienquiera que desee refutarlo rechazar¨¢ al momento con un contundente e incisivo
?y?
Y.
En cambio he aqu¨ª algo que vi una vez.
Es una imagen de una pel¨ªcula filmada en el Reino Unido har¨¢ unos setenta a?os, poco despu¨¦s del fin de la Segunda Guerra Mundial.
La rod¨® en Londres una joven artista que hab¨ªa llegado a la ciudad desde Italia cuando Londres era uno de tantos sitios que en aquella ¨¦poca, hace una eternidad, estaban en proceso de reconstrucci¨®n, despu¨¦s de que decenas de millones de personas de todas las edades de todo el mundo hubiesen muerto antes de lo debido.
Es la imagen de un hombre que lleva dos maletas. Es un hombre delgado, joven, uno de esos hombres distra¨ªdos e inseguros, elegante con su sombrero y su americana, de pies ligeros pero tambi¨¦n abrumado; es evidente que algo le pesar¨ªa aunque no llevase dos maletas. Serio, flaco, ensimismado, concentrado, aparece recortado en el cielo porque hace equilibrios en una estrecha cornisa de ladrillo en lo alto de un edificio, avanza bailando una danza alegre y fren¨¦tica con los destrozados edificios londinenses al fondo; no: en realidad esos tejados est¨¢n debajo de ¨¦l.
?C¨®mo puede ir tan r¨¢pido sin caerse por el borde del edificio?
?C¨®mo puede bailar de una forma tan desenfrenada y tambi¨¦n gr¨¢cil, tan apremiante y despreocupada a un tiempo?
?C¨®mo puede columpiar esas maletas en el aire y seguir manteniendo el equilibrio? ?C¨®mo puede moverse tan deprisa al borde del vac¨ªo?
?Por qu¨¦ lo arriesga todo?
No tendr¨ªa sentido mostraros un fotograma o una fotograf¨ªa. Se trata de una imagen en movimiento.
Durante varios segundos interpreta una danza alocada y alegre en la cuerda floja, en lo alto de la ciudad, avanzando apresuradamente por la sinuosa senda de una cornisa que tiene la anchura de un ¨²nico ladrillo.
Y:
Si he de ser yo la hero¨ªna de mi propia vida, dice la madre de Sacha.
Y luego dice: Sacha, ?de d¨®nde es esta frase? ?De qu¨¦ libro?
Sacha desayuna en la sala mientras lee en su m¨®vil. El televisor est¨¢ encendido a un volumen mucho m¨¢s alto del debido y su madre grita para hacerse o¨ªr.
No lo s¨¦, dice Sacha. Lo dice con un tono de voz normal, por lo que es muy probable que su madre no la haya o¨ªdo. Tampoco es que eso cambie nada.
Hero¨ªna de mi propia vida, su madre recorre la sala de punta a punta, repiti¨¦ndolo una y otra vez. Hero¨ªna de mi propia vida y luego algo sobre un reemplazo. ?De d¨®nde es?
Como si importara.
Sacha niega con la cabeza sin negar lo suficiente para que se note.
Su madre no tiene ni idea.
Y un buen ejemplo es lo que ocurri¨® anoche con la cita que Sacha encontr¨® en Internet para el trabajo sobre el perd¨®n que Merchiston les hab¨ªa puesto para la clase de hoy. Para se?alar que hab¨ªa pasado una semana desde el Brexit, les dijo que escribieran una redacci¨®n sobre el tema del ?Perd¨®n?. Sacha desconf¨ªa profundamente del perd¨®n. El acto de decir te perdono es como decir eres menos que yo y te gano en superioridad moral.
Pero es el tipo de sinceridad que hace que Merchiston, a quien toda la clase sabe exactamente c¨®mo responder para conseguir la nota deseada, te ponga un notable en lugar de un sobresaliente.
Por lo que anoche, porque ten¨ªa que entregar el trabajo hoy, Sacha consult¨® algunas citas en Internet.
Como dijo devotamente una escritora del siglo pasado, el perd¨®n es la ¨²nica forma de revertir el irreversible flujo de la historia.
Su madre hab¨ªa entrado en su cuarto sin llamar y ley¨® la pantalla por encima del hombro de Sacha.
Es buena esa cita, me gusta, dijo su madre.
A m¨ª tambi¨¦n, dijo Sacha.
?Es devotamente la palabra correcta?, dijo su madre. Suena m¨¢s filos¨®fico que devoto. ?Es un autor devoto? ?Qui¨¦n lo escribi¨®?
S¨ª, es un escritor devoto, dijo Sacha aunque no ten¨ªa ni idea, no sab¨ªa de qui¨¦n era la frase y hab¨ªa escrito la palabra devotamente porque le gustaba c¨®mo sonaba. Pero ahora, con su madre ah¨ª pegada agobi¨¢ndola a preguntas, entr¨® en Startpage y escribi¨® las palabras irreversible, flujo, historia. Apareci¨® la cita.
Suena a nombre europeo, dijo Sacha.
Ah. Es Arendt, Hannah Arendt, dijo su madre. Me gustar¨ªa leer lo que Arendt dice sobre el perd¨®n, me gustar¨ªa much¨ªsimo.
Ir¨®nico, pens¨® Sacha, dado que no parec¨ªa que su padre y su madre fuesen a perdonarse en un futuro cercano.
Aunque no s¨¦ si la definir¨ªa como devota, dijo su madre. ?No da la fuente original? Mira. Pues no. Es terrible.
La fuente es Brainyquote, dijo Sacha. Es donde he encontrado la cita.
No puedes poner Brainyquote como fuente bibliogr¨¢fica, dijo su madre.
S¨ª que puedo, dijo Sacha.
Necesitas buscar una referencia, dijo su madre. Si no, no sabr¨¢s de d¨®nde viene lo que dijo Hannah Arendt.
Sacha volvi¨® la pantalla hacia su madre. Brainyquote. Quotepark. Quotehd. Azquotes. Facebook. Goodreads. Picturequotes. Quotefancy. Askideas. Birthdaywishes.expert, dijo. Estos son todos los sitios que salen cuando escribes partes de la cita. Son las fuentes principales. Hay montones de p¨¢ginas web que citan lo que dijo Arendt.
No, esas p¨¢ginas web solo dicen que la est¨¢n citando, eso no basta, dijo su madre. El contexto. Importa.
Ya, pero a m¨ª no me hace falta.
Pues s¨ª que te hace falta, dijo su madre. Comprueba si alguno de esos sitios menciona la fuente primaria de la frase.
Internet es una fuente primaria, dijo Sacha.
Su madre se fue.
Todo se mantuvo en silencio durante diez minutos.
Sacha volvi¨® a respirar con normalidad.
Entonces su madre, que claramente hab¨ªa estado consultando Brainyquote Quotepark y dem¨¢s en el port¨¢til de la cocina, grit¨® escalera arriba, como si Brainyquote Quotepark y dem¨¢s le hubieran estado insultando personalmente:
Ninguno de esos sitios web, ni uno solo, menciona la fuente primaria, Sach. No puedo encontrar en qu¨¦ libro escribi¨® Arendt esa frase. No deber¨ªas usar la cita. No puedes.
Bien, gracias, grit¨® a su vez Sacha desde el dormitorio.
Luego sigui¨® con lo que estaba haciendo, como si su madre no hubiese dicho nada.
Puede que ni siquiera lo dijese Arendt, grit¨® su madre, que ahora hab¨ªa subido hasta la mitad de la escalera.
Gritaba como si nadie pudiese o¨ªrla.
No es fidedigno, grit¨® su madre.
?Y qui¨¦n necesita que los deberes escolares sean fidedignos?, dijo Sacha.
Yo, dijo su madre. Y t¨². Y todos los seres humanos que usan referencias.
Preocuparse por cosas as¨ª es lo que hac¨ªa la generaci¨®n de su madre para no tener que preocuparse por los hechos reales que pasaban en el mundo. Sin embargo, por si su madre ten¨ªa algo de raz¨®n¡
?Y si escribo al final del trabajo que Internet dice que la cita es de Hannah¡ hum?, dijo Sacha.
Verano
Traducci¨®n de Magdalena Palmer.
N¨®rdica, 2021.
19,50 euros.
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