Amor supremo (e in¨¦dito): el disco desenterrado de John Coltrane
El rescate de una sesi¨®n de 1965 en la que el m¨²sico interpret¨® en directo ¡®A Love Supreme¡¯ es uno de los acontecimientos jazz¨ªsticos del a?o
Nadie sabe (o nadie recuerda) por qu¨¦ John Coltrane decidi¨® el 2 de octubre de 1965 interpretar en directo A Love Supreme, la suite espiritual en cuatro partes que hab¨ªa publicado ese mismo a?o y que est¨¢ considerada un cl¨¢sico del jazz desde el mismo d¨ªa en que vio la luz. Solo se ten¨ªa constancia de otras dos ocasiones en las que el saxofonista subi¨® al escenario esa m¨²sica trascendental. Aparentemente, Coltrane ...
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Nadie sabe (o nadie recuerda) por qu¨¦ John Coltrane decidi¨® el 2 de octubre de 1965 interpretar en directo A Love Supreme, la suite espiritual en cuatro partes que hab¨ªa publicado ese mismo a?o y que est¨¢ considerada un cl¨¢sico del jazz desde el mismo d¨ªa en que vio la luz. Solo se ten¨ªa constancia de otras dos ocasiones en las que el saxofonista subi¨® al escenario esa m¨²sica trascendental. Aparentemente, Coltrane la consideraba demasiado sagrada y comunitaria para interpretarla en un club, con sus murmullos distra¨ªdos y el tintinear de los hielos en las copas. Esa noche, ¨²ltimo s¨¢bado de su estancia de una semana en el club Penthouse, en Seat?tle, cambi¨® de idea. Y el concierto se grab¨®. Este viernes, 56 a?os despu¨¦s, la velada sali¨® a la superficie en un rescate discogr¨¢fico que es uno de los acontecimientos jazz¨ªsticos del a?o.
Nadie sabe (o nadie recuerda) por qu¨¦ Joe Brazil, el propietario de esas cinco cintas de siete pulgadas, las conserv¨® en su casa durante tanto tiempo sin decir nada. Lo hizo con sumo cuidado, seg¨²n explica en las notas del disco el ingeniero Kevin Reeves, encargado de su puesta a punto por el sello Impulse!, casa discogr¨¢fica del int¨¦rprete entre 1961 y su prematura muerte en 1967. Brazil, entusiasta m¨²sico que conoc¨ªa a Coltrane de sus d¨ªas en Detroit en los cincuenta, trabajaba en ?Seattle, en la aeron¨¢utica Boeing, y toc¨® como telonero aquella noche. Muri¨® en 2008, y tal vez eso explique que nunca compartiera la grabaci¨®n con el mundo: entonces no exist¨ªa la fiebre por peinar los archivos que ahora define casi exclusivamente la pol¨ªtica jazz¨ªstica de las grandes multinacionales (en este caso, Universal), m¨¢s empe?adas en predicar a los conversos y en mirar atr¨¢s que en buscar nuevos p¨²blicos. La viuda de Brazil, Virginia, comparti¨® hace unos a?os con el periodista y saxofonista Steve Griggs algunas cintas encontradas en la casa de ambos. Una de ellas dec¨ªa: ¡°John Coltrane A Love¡±.
Griggs, como cualquier aficionado al jazz, reconoci¨® al instante las cuatro notas iniciales de la obra maestra, que suenan tras una introducci¨®n de dos minutos. Y a partir de ah¨ª siguieron las sorpresas. Aquella noche, a la banda del disco en estudio (el cuarteto cl¨¢sico de Coltrane, con McCoy Tyner al piano, Jimmy Garrison en el contrabajo y el baterista Elvin Jones) se sumaron el saxofonista Pharoah Sanders, al que el l¨ªder, fascinado con su energ¨ªa, hab¨ªa incorporado en esa gira por la Costa Oeste; otro saxofonista, alto, el paname?o Carlos Ward, y el bajista Donald (Rafael) Garrett, que como Brazil, era un viejo amigo, en su caso, de Chicago. La extra?a alineaci¨®n a?ade inter¨¦s al rescate, porque existe otro directo de A Love Supreme, de ese verano en el festival de Antibes (desenterrado en los ochenta), pero es en cuarteto y, por tanto, mucho m¨¢s fiel al original. La tercera ocasi¨®n en la que la banda toc¨® la pieza en p¨²blico fue en una iglesia en Brooklyn, pero no se grab¨® el resultado (o al menos no se tiene constancia de que se grabara).
A Love Supreme: Live In Seattle dura 75 minutos, frente a los poco m¨¢s de 33 del ¨¢lbum de estudio. Coltrane toca en unos 20 de esos 75 minutos, que se dividen en cuatro movimientos y cuatro interludios. Hay una inevitable y tumultuosa sucesi¨®n de solistas d¨¢ndose el testigo, pero el ¨¢lbum contiene sorpresas como escuchar a un Tyner en flirteo con lo atonal, los di¨¢logos de llamada y respuesta entre ambos bajistas, la percusi¨®n anarcoide, que incluye cencerros y otros cacharros, o el arrojo del joven Ward, que entonces ten¨ªa 25 a?os (es curioso pensar qu¨¦ habr¨ªa sido de la carrera de este honroso miembro de la clase media del post-bop de haberse conocido esta grabaci¨®n mucho antes). El sonido no es perfecto (y a Elvin Jones se le escucha por encima del resto como a un volc¨¢n en constante erupci¨®n), pero la m¨²sica es excitante y peligrosa.
La presencia de Sanders, tan incendiaria, a?ade otro atractivo: 1965 fue el a?o en el que Coltrane abraz¨® oficialmente el free jazz, un movimiento que ya lo ten¨ªa por mes¨ªas, y solt¨® amarras con su yo musical anterior, dejando por el camino a dos grandes aliados, Tyner y Jones. Los sustituy¨® en su nueva banda, un quinteto con Sanders, entonces de 24 a?os, como teniente, por su esposa, la pianista Alice Coltrane, y por el baterista Rashied Ali. As¨ª que este A Love Supreme: Live In Seattle admite una interesante escucha como un testimonio bisagra entre lo que fue y lo que vendr¨ªa.
Curiosamente, esos d¨ªas en la ciudad est¨¢n extraordinariamente bien documentados, teniendo en cuenta que el saxofonista solo recal¨® all¨ª en dos ocasiones, en esta y como miembro de la banda de Johnny Hodges, mucho tiempo antes de convertirse en leyenda. Tres noches antes de la velada que ahora ve la luz, Coltrane decidi¨® grabar su concierto en el Penthouse, tres intensas horas y media editadas p¨®stumamente en 1971 con el t¨ªtulo Live in Seattle. Y el 1 de octubre alquil¨® un estudio en una localidad cercana para registrar el (no tan memorable) ¨¢lbum Om. Tanto frenes¨ª documental invita a pensar que la incorporaci¨®n de Sanders estimul¨® al l¨ªder.
John Coltrane morir¨ªa 21 meses despu¨¦s (17 de julio de 1967) a causa de un c¨¢ncer mal diagnosticado. En ese breve tiempo corri¨® sin mirar atr¨¢s hacia lugares inexplorados, que aqu¨ª se apuntan, en compa?¨ªa de esos j¨®venes compa?eros de viaje. Ten¨ªa 40 a?os. La noticia extendi¨® el luto de la injusticia por el mundo del jazz y situ¨® en otra perspectiva todo aquello que el m¨²sico tuvo tiempo de dejar para la posteridad. Un canon que se ha ensanchado considerablemente en los ¨²ltimos a?os, gracias al descubrimiento en 2018 de un disco in¨¦dito en estudio (Both Directions At Once), el rescate de una banda sonora (Blue World, 2019) y el hallazgo de esta valiosa interpretaci¨®n en directo de su ¨¢lbum m¨¢s emblem¨¢tico.
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