La c¨®pula dentro del ¨¢rbol: los relatos er¨®ticos de Marosa di Giorgio
¡®Misa de amor¡¯ re¨²ne todos los cuentos de la escritora uruguaya. Cercanos al mundo de los sue?os, sus textos son una exaltaci¨®n de la libertad donde todo el mundo sucumbe a la tentaci¨®n
Marosa di Giorgio (1932-2004) empez¨® a publicar en la d¨¦cada de 1950, pero no fue hasta los a?os noventa cuando se convirti¨®, casi repentinamente, en figura venerada en los ambientes literarios rioplatenses. Sobre todo entre los poetas j¨®venes, seducidos por un tono que participa de lo grave y de lo c¨®mico; ambig¨¹edad que Di Giorgio acentuaba mediante una cuidadosa dramaturgia: ¡°Al recitar un poema pongo el mismo entusiasmo que al escribirlo, la misma calidez. Acude la misma llama¡±, le dijo a este diario en ocasi¨®n de su ¨²ltima visita a Madrid, en 2003. Los papeles salvajes se titularon los dos vol¨²menes de su poes¨ªa reunida (publicada en Buenos Aires por Adriana Hidalgo en 2000), cuyo editor, Daniel Garc¨ªa Helder, prepar¨® tambi¨¦n un dosier para la revista Diario de Poes¨ªa: ¡°La obra de Marosa di Giorgio no presenta evoluci¨®n ni fisuras: parece, o bien haber sido escrita de una vez, o bien estar en permanente proceso de escritura¡±. Podr¨ªa agregarse que tampoco divide g¨¦neros: sus poemas est¨¢n escritos en prosa, y ese es solo uno de los rasgos que la acerca a su compatriota Isidore Ducasse, Conde de Lautr¨¦amont, decano sat¨¢nico de los raros uruguayos. Sin olvidar que Horacio Quiroga, cuyos bichos vampiros y otros animales enloquecidos se asoman como fantasmas a esta Misa de amor, naci¨®, como Marosa, en Salto, en la ribera del r¨ªo Uruguay. La evocaci¨®n de esa infancia escasamente urbana da el marco de todo lo que Marosa escribi¨®.
Misa de amor re¨²ne relatos publicados originalmente en cuatro libros, tambi¨¦n en Buenos Aires, casi todos p¨®stumos. Sin grandes distancias con los poemas: son, en su mayor parte, textos breves y despreocupados de armaz¨®n narrativa, en t¨¦rminos de intriga o de psicolog¨ªas. Los gu¨ªa la emergencia de una fantas¨ªa en que a los ¨¢rboles le crecen ¡°lirios catedralicios¡±, un tat¨² tiene un ¡°miembro enorme que llevaba escondido y que cuidaba mucho¡± y una gallina obnubilada ante la masculinidad de un perro-zorro pone un huevo ¡°hermoso, blanco con una almendra hincada¡±. C¨¦sar Aira anot¨® en su Diccionario de autores latino?americanos: ¡°Sus relatos er¨®ticos (que son realmente er¨®ticos, con una exaltaci¨®n de libertad que no suele tener la literatura er¨®tica convencional) no difieren mucho de la poes¨ªa anterior; de hecho, se dir¨ªa que toda su poes¨ªa confluye hacia el erotismo¡±.
Es comprensible que a Aira le guste Marosa no solo por su mundo nada evidente, sino por la fluida improvisaci¨®n de su prosa. L¨¦ase improvisaci¨®n sin sentido peyorativo, al contrario: es una prosa que se sostiene en el aire, no por desarrollo de ideas previas sino por asociaciones sorprendentes, imprevisibles. Es un azar eminentemente musical. En su poema ¡®Magnolia¡¯, los hongos son ¡°blancos como huesos, como huevos¡± y ¡°la luna est¨¢ fija con sus plumas veteadas. Cantan los caballos¡±. ?Por qu¨¦ la luna tiene plumas, por qu¨¦ cantan los caballos? En ese mundo maravillado y en perpetuo mudamiento, las aliteraciones y repeticiones voc¨¢licas marcan la direcci¨®n: huesos/huevos; luna/plumas. Uno de los relatos de Misa de amor tiene como protagonista a un tractor que se dice a s¨ª mismo: ¡°Malditos fierros, soy de fierro¡±. Y los choclos son rojos. Y la protagonista de ¡®La rosa m¨ªstica¡¯, al dejarse ¡°copar¡± por un murci¨¦lago vampiro, ¡°vibraba como una flauta, un flaut¨ªn¡±; o bien: ¡°?l actuaba, lengua adentro, igual a un rey, igual a un reo¡±. Por eso los poetas neobarrocos la tuvieron por una de los suyos: con una selecci¨®n de su obra se abre Transplantinos (1991), la antolog¨ªa can¨®nica del grupo, en cuyo pr¨®logo Roberto Echavarren ve a Di Giorgio como heredera de sor Juana In¨¦s de la Cruz y de su Sue?o, perlado de metamorfosis ovidianas: ¡°Al volverse animal, el relator se libera de la culpa paralizadora¡ Al ver a trav¨¦s de los ojos inhumanos del animal, contempla sin miedo una verg¨¹enza inocente¡±.
En los cuentos de Marosa hay violencia y violaci¨®n del interdicto, pero no es preciso asociarlos a Bataille: su erotismo es la manifestaci¨®n de una fuerza universal que une a seres de distinta especie: ¡°He visto la conjunci¨®n de una abeja con un azahar y era hermoso, una cosa de ¨¢ngeles¡±, dijo en una entrevista con Walter Cassara. ¡®Camino de las pedrer¨ªas¡¯, el relato m¨¢s extenso (pero dividido en 71 secciones m¨¢s bien aut¨®nomas), se abre con una ni?a de 13 a?os, la edad que, ¡°justamente, atra¨ªa a los monstruos¡±. El monstruo que poseer¨¢ a esta caperucita roja lo har¨¢ en un sill¨®n que est¨¢ dentro de un ¨¢rbol. Y despu¨¦s viene un perro; y despu¨¦s, ponis y saltamontes; y comparece la Reina del Amor. Y m¨¢s tarde, al fin, llega el lobo, pero no es uno sino dos: Nar¨¦ y Cruz. Este tiene una dentadura ¡°como una fant¨¢stica pulsera. Y el sexo, igual¡±. Y de pronto, en medio de ese bestiario y bot¨¢nica encantada, visita Montevideo una famosa escritora espa?ola (cuyo nombre no develaremos aqu¨ª): ¡°una mujer muy rara. Parec¨ªa una hidra, parec¨ªa una planta, parec¨ªa una hiena. Era espesa y grande¡±. Todo est¨¢ en estado de transformaci¨®n, de absorci¨®n, de agregaci¨®n.
Lo fascinante de Di Giorgio: no puede ser glosada sino le¨ªda como en un sue?o o trance, donde la risa es c¨®mica y nerviosa, y nadie, lector ni personajes, resiste de verdad la tentaci¨®n. Bienvenidos al mundo de Marosa: olv¨ªdense de todo lo que cre¨ªan que deb¨ªa ser un relato y si¨¦ntense a disfrutar dentro de este ¨¢rbol que nunca es igual a s¨ª mismo.
Misa de amor?
Wunderkammer, 2021
365 p¨¢ginas. 21,85 euros
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