Goya en el espejo de nuestro tiempo
Berna Gonz¨¢lez Harbour realiza unas duras reflexiones en este ameno ensayo biogr¨¢fico sobre el paralelismo existente entre la ¨¦poca del pintor aragon¨¦s y la actual
En Las antig¨¹edades de M¨¦rida (1835), Larra sale de Madrid con una pregunta en los labios: ¡°?D¨®nde est¨¢ Espa?a?¡±, y con ella llega a M¨¦rida, antigua colonia romana y segunda ciudad del imperio, tal fue su importancia. Desolado, comprobar¨¢, sin embargo, que los meridenses viven entre sus ruinas en la mayor ignorancia de su pasado, lo que conduce al escritor a melanc¨®licas conclusiones. La lectura del ensayo biogr¨¢fico Goya en el pa¨ªs de los garrotazos, escrito por la periodista cultural Berna Gonz¨¢lez Harbour, me record¨® de inmediato el art¨ªculo de Larra, pues el libro que nos ocupa se abre con una pregunta: ¡°?D¨®nde se busca el rastro de un hombre?¡±, que tambi¨¦n, por las mismas razones, conduce a su autora a amargas y duras reflexiones con relaci¨®n no tanto a la vida de Goya como a la dificultad de los espa?oles para reconocer la grandeza de su pasado, m¨¢s all¨¢ de las piedras y los documentos, no preservando de modo suficiente la memoria de los seres humanos que le dieron trascendencia y oportunidad para reconocerse en un relato colectivo. Lo cierto es que de no haberse conservado las cartas escritas a su fiel amigo Mart¨ªn Zapater (tan importantes que tras la muerte de este en 1803 cae a plomo nuestro conocimiento de la vida del pintor), la biograf¨ªa de Goya resultar¨ªa un ejercicio imposible. ?C¨®mo no se conserv¨® la Quinta del Sordo, la finca adquirida por Goya en 1819 y en cuyas paredes pint¨® la depresi¨®n en que vivi¨® sus ¨²ltimos a?os? ?Por qu¨¦ aquellas pinturas tan singulares, tan modernas, pudieron quedar abandonadas m¨¢s de 50 a?os, hasta que un banquero franc¨¦s, Fr¨¦d¨¦ric ?mile d¡¯Erlanger, adquiri¨® la finca para salvarlas?
Lo m¨¢s interesante del libro de Gonz¨¢lez Harbour, de lectura amen¨ªsima, y al margen del valioso esfuerzo de s¨ªntesis biogr¨¢fica que se hace, es el paralelismo que la autora establece entre la ¨¦poca de Goya, al que considera el fundador de nuestro tiempo, y la presente: ¡°Su Duelo a garrotazos es la viva imagen de nuestra capacidad de polarizarnos en frentes inamovibles, en bandos que saltan al garrote sin capacidad de hablar y reconciliarse¡±. Pero esa mirada sombr¨ªa con la que el gran pintor aragon¨¦s interpret¨® la vida espa?ola de su tiempo no era su ¨²nica mirada, nos recuerda la autora. Goya tambi¨¦n fue el autor de La pradera de San Isidro, espejo asimismo de nuestra capacidad para tomar la calle y disfrutarla con una intensidad que se ha convertido en im¨¢n y atractivo para gente de todo el mundo. Ortega hac¨ªa otra lectura de este y otros cuadros festivos de Goya, mucho m¨¢s ¨¢cida, pero en todo caso la reflexi¨®n de Gonz¨¢lez Harbour, su recorrido por los episodios decisivos de la vida de Goya y de algunas de sus pinturas m¨¢s conocidas aporta una tesis muy sugestiva: Goya fue el artista que vio venir nuestros bucles ideol¨®gicos, nuestra capacidad para tropezar en la misma piedra cien veces, nuestra dificultad para cerrar aguas en beneficio de una idea razonable de futuro. Y, en este sentido, puede leerse este ensayo biogr¨¢fico, de t¨ªtulo demasiado impactante, como un profundo y util¨ªsimo ejercicio de rescate de la interioridad del pintor proyect¨¢ndola en la escena p¨²blica ¡ªla de entonces, la de ahora¡ª, de una forma que a nadie puede dejar indiferente.
Goya en el pa¨ªs de los garrotazos?
Arpa, 2021
214 p¨¢ginas. 18,90 euros
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