Fray Luis de Granada, superventas del siglo XVI, da gracias a la vida
El religioso dej¨® constancia de su incansable asombro por las maravillas del mundo en ¡®Introducci¨®n al?s¨ªmbolo de la fe¡¯
Los turistas atraviesan la plaza emboscados tras sus c¨¢maras. Los comensales conversan apenas, atentos a una luz de sus dispositivos. Los transe¨²ntes ni levantan la cabeza. Andamos enredados en una mara?a de redes y pantallas, viviendo tan atropelladamente que no atendemos a lo que nos rodea. Pero vivir tambi¨¦n implica reparar en el mundo. Es lo que hizo Fray Luis de Granada cuando, tras mucho estudiar y cerca ya de los 80 a?os, levant¨® los ojos de sus libros para contemplar el gran libro de la naturaleza. El fruto de esa visi¨®n fue la Introducci¨®n del s¨ªmbolo de la fe, impresa en 1583, donde dej¨® constancia de su estupor ante tanta maravilla. De ese asombro le vino el gozo de contemplar y la gratitud por poder disfrutar de una creaci¨®n que ¨¦l atribu¨ªa a la divinidad.
Esa idea de la contemplaci¨®n, que empezaba en el mundo y terminaba en Dios, le trajo algunos dolores de cabeza. Sus obras fueron incluidas en el ?ndice de libros prohibidos con un arbitrario parecer de otro gran te¨®logo contempor¨¢neo, Melchor Cano, que para m¨¢s inri era su compa?ero en la orden de Santo Domingo. Pero al enemigo hay que buscarlo en casa. La causa de esa inquina pudo estar en el ¨¦xito descomunal del que Fray Luis disfrut¨® en vida, primero como pre?dicador y luego como escritor. Porque el superventas de la ¨¦poca ¡ªque nadie se enga?e¡ª no fue Cervantes ni Lope, ni el Lazarillo ni La Celestina; fue Fray Luis de Granada, que cont¨® sus ediciones por cientos, que se tradujo de inmediato al ingl¨¦s, franc¨¦s, italiano e incluso al japon¨¦s, y que encontr¨® lectores entre reyes y villanos, entre grandes prelados y mozas de c¨¢ntaro.
Por m¨¢s que tratara de Dios y de su existencia, la Introducci¨®n no era ¡ªni es¡ª un infumable ladrillo teol¨®gico. De hecho, se ley¨® como un libro de entretenimiento honesto y devoto, no muy distinto a nuestras mejores series. Sus lectores lo encontraban ameno, su lengua se les hac¨ªa franca y directa, contagiaba alegr¨ªa de vivir, se mostraba erudito sin pedanter¨ªa y rebosaba de gustosas curiosidades. Valga como bot¨®n de muestra el caso con que ilustra la industria de unas aves rapaces que lanzan a los gal¨¢pagos contra las pe?as para romper la concha y aprovechar la carne. Fray Luis ejemplific¨® ese ingenio animal con un ¨¢guila que vio resplandecer lo que cre¨ªa una roca y result¨® ser la calvorota de un excelso vate: ¡°Por esta ocasi¨®n muri¨® el insigne poeta Esquines; porque, siendo ¨¦l calvo y teniendo la cabeza descubierta, un ¨¢guila, creyendo que era alguna piedra, dej¨® caer el gal¨¢pago sobre ella, y de esta herida muri¨®¡±. Cosas que pasaban en la antigua Grecia.
Esa condici¨®n de cl¨¢sico indiscutible para sus contempor¨¢neos es la raz¨®n por la cual Fray Luis ocupa un lugar se?alado en la Biblioteca Cl¨¢sica de la Real Academia, como parte de ese peque?o e imprescindible canon hisp¨¢nico que Francisco Rico viene trazando con sus 111 t¨ªtulos. Fidel Sebasti¨¢n Mediavilla ha sido el encargado de editar y recuperar la Introducci¨®n al s¨ªmbolo de la fe para los lectores del siglo XXI. Lo ha hecho con pulcritud y sencillez, partiendo de los ¨²ltimos textos revisados por el autor para establecer el suyo y acompa?¨¢ndolo de unas notas que ayudan puntualmente en la lectura sin llegar a entorpecerla. Y es que Fray Luis, como buen predicador, apenas precisa de mediaci¨®n, ya que supo dirigirse por igual a gentes de toda ciencia y pelaje.
Ahora que pasamos por el mundo sin mirarlo, se hace imprescindible esta extraordinaria gu¨ªa para disfrutar de la realidad. Fray Luis de Granada recorri¨® la obra divina con ojos limpios y sin el m¨¢s m¨ªnimo rastro de cinismo. Bajo la noche estrellada se pregunta: ¡°?Qui¨¦n pudo criar tan gran n¨²mero de lumbreras y l¨¢mparas para dar luz al mundo?¡±. Observ¨® con esp¨ªritu moderno a los animales, admir¨® la perfecta m¨¢quina del cuerpo humano, se embeles¨® ante lo m¨ªnimo y no tuvo empacho en detenerse en cosas que a otros pudieran parecer balad¨ªes y hasta s¨®rdidas. Por eso quiso llamar la atenci¨®n sobre nuestras posaderas, ¡°cojines naturales para estar asentados sin trabajo¡±; se sorprend¨ªa de que las heces se ¡°despidan por su desaguadero, el cual est¨¢ en la m¨¢s escondida parte del cuerpo¡±; y hasta se acord¨® del palo de Indias, que curaba la s¨ªfilis, por m¨¢s que tal dolencia tuviera su raz¨®n en el fornicio desordenado. Pero la bondad de Dios resultaba infinita, y Fray Luis siempre encontr¨® ocasi¨®n para dar las gracias.
Perdidos, como andamos, en el laberinto virtual de la posmoder?nidad, la Introducci¨®n al s¨ªmbolo de la fe nos invita a contemplar el mundo con una curiosidad inocente y atenta. Y, por encima de las miserias diarias, nos lleva desde las cosas tangibles hasta nosotros mismos con la confianza y la alegr¨ªa sencilla, pero real, con la que el fraile granadino supo explicar el mundo. El suyo y el nuestro.
Introducci¨®n al s¨ªmbolo de la fe?
Edici¨®n de Fidel Sebasti¨¢n Mediavilla.
Real Academia Espa?ola, 2021.
504 p¨¢ginas. 26,90 euros
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