Por qu¨¦ Hamlet fue el primer moderno
El personaje de Shakespeare fue el primero en percibir la p¨¦rdida de fundamento del sujeto y la ley. Hoy conocemos bien esa ausencia y la padecemos. Somos sujetos en duda
Leo El doble, de Dostoievski, en alem¨¢n, para que la lejan¨ªa de la lengua produzca una especie de ¡°efecto de distancia¡±. Nunca pude imaginar c¨®mo estar¨ªa escrita una novela en ruso. Cuando se leen traducciones al castellano de otras lenguas europeas, siempre hay una especie de tel¨®n de fondo donde se proyecta un borroso original imaginado. Pero ?del ruso?, ?c¨®mo puedo imaginar el ruso? Bachtin dice que Dostoievski toma a un peque?o oficinista y lo presenta como autoconciencia. Exactamente. S¨®lo que esa autoconciencia de Goliadkin se equivoca y, en lugar de conocerse, se desconoce de modo radical. Es un doble desconocido de s¨ª mismo, en un largo mon¨®logo cortado por di¨¢logos donde nada es confiable, ya que se trata, precisamente, de alguien que ve a su doble. Dostoievski se atiene a la alucinaci¨®n del personaje de G¨®gol.
En esta novela no existen esos ¡°asesinos por amor¡± y otros sujetos contradictorios que provocaron la mirada condescendiente de Borges. En cambio, algo anuncia a ?Beckett y a Joyce. La gran literatura muchas veces se?ala lo que ser¨¢ su futuro.
Por ejemplo, sobre Hamlet Massimo Cacciari plantea una pregunta que es imposible responder y que, por eso, permite quedarse pensando, enfrascados en el dilema: ?por qu¨¦, para qu¨¦, necesita el padre de Hamlet la acci¨®n de su hijo? Si el espectro del padre habla con una autoridad que Hamlet no est¨¢ en condiciones de discutir (puede obedecer o deso¨ªr, pero no poner en duda), si esa autoridad se basa en la preeminencia del padre sobre el hijo, no es clara la raz¨®n por la cual ese hombre anterior y, por lo tanto, m¨¢s poderoso necesita del otro, ese hijo d¨¦bil y dubitativo.
El pr¨ªncipe Hamlet queda entrampado, una vez que conoce la historia que le comunica el espectro. Su padre ha sido asesinado y Hamlet es incapaz de olvidarlo e incapaz tambi¨¦n de hacer suya la causa que exige el muerto. El asesinato de su padre es, para Hamlet, un fundamento insuficiente porque no alcanza para impulsarlo a la acci¨®n. ¡°Ser o no ser¡± quiere decir, para el fil¨®sofo Cacciari, actuar o no actuar.
Cacciari se?ala la distancia inconmensurable entre la decisi¨®n y el acto. El padre de Hamlet hab¨ªa sido verdaderamente un rey porque encontr¨® en s¨ª mismo el fundamento para una ¨¦poca, la suya. Recorri¨®, o construy¨®, el puente entre representaci¨®n y poder, entre pasado y presente. Pero fundar una ¨¦poca, cuando ¡°el tiempo se ha salido de quicio¡±, es imposible: no habr¨¢ fundamento ni puente entre el deber y la acci¨®n. Hamlet sabe que su deber es vengar la muerte de su padre, pero vacila entre el deber moral y las idas y vueltas de una conciencia desdichada. En la era Hamlet, el sujeto y la ley pierden fundamento. Hamlet fue el primero en percibir all¨ª una ausencia, una debilidad. Hoy conocemos bien esa ausencia de fundamento y la padecemos. Todos nuestros actos quedan librados a una subjetividad que delibera. Somos sujetos en duda. El pr¨ªncipe Hamlet es el primer moderno.
Kafka llega cuando la ley se impone y esconde su sentido. Ordena las acciones sin develar motivos. Por eso el Sistema es para K impenetrable: no hay nada que descubrir, no hay nada dentro del Castillo, ning¨²n secreto se esconde all¨ª; no hay tampoco posibilidad de dar sentido. Sin trascendencia, como escribe Kafka, ¡°eres libre y, por lo tanto, est¨¢s perdido¡±. Condenado al mundo que los dioses abandonaron.
Pocas d¨¦cadas m¨¢s tarde, con Beckett, el Ser se vuelve nada, pura repetici¨®n de aquello que no entiende. Malone muere es la in¨²til b¨²squeda de algo que ese hombre, tirado en una cama de hospital, cree que ha perdido. Pero ni siquiera podemos saber si realmente ese lapicito que busca existi¨® antes de que lo creyera perdido. Malone da los golpes in¨²tiles de un ciego.
Filosof¨ªa pesimista y singularmente l¨²cida. Nos arrastramos por el campo inf¨¦rtil que la extenuaci¨®n vuelve desolado. Ha muerto el animal pol¨ªtico y el religioso. La parodia se impone sobre lo c¨®mico y sobre toda tragedia (basta visitar los medios audiovisuales). La modernidad desesperada se refugia en fiestas abastecidas por la tecnolog¨ªa digital; fiestas que, por cobard¨ªa, niegan la desesperanza y acusan a los desesperados de modernistas arcaicos que padecen con fallidas ilusiones ideol¨®gicas.
En Scritture estreme, Franco Rella cita un aforismo de Kafka: ¡°Hay un punto desde donde ya no es posible el regreso. Este es el punto para alcanzar¡±. No puedo decidir si define un impulso optimista o pesimista; expresa un deseo, pero tampoco s¨¦ si es un deseo de destrucci¨®n o de futuro absoluto, de utop¨ªa concentrada en lo que vendr¨¢ y no en lo que fue. Aunque todo lo que sabemos sobre Kafka inclina a pensar que el aforismo es pesimista, como negaci¨®n del cumplimiento de toda promesa. La llegada a una tierra prometida parece m¨¢s un ansia de punto cero, que disipe una historia maldita. Muerte y nacimiento que alejen del pasado, que no le permitan ensuciar el presente. El pasado como mancha y por eso alejarse de ¨¦l para llegar al punto de no retorno.
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