¡®El capitalista simbo?lico¡¯: un tr¨ªptico del desclasamiento por Valent¨ªn Roma
El escritor catal¨¢n cierra con su nuevo libro la trilog¨ªa autobiogr¨¢fica de un exfutbolista que se doctora en arte y se convierte en ejemplo perfecto de p¨ªcaro contempor¨¢neo
Al comenzar 2022, el escritor y comisario de arte Valent¨ªn Roma nos ha entregado El capitalista simb¨®lico (Perif¨¦rica), tercer y ¨²ltimo libro de lo que ¨¦l mismo considera su ¡°trilog¨ªa sobre el desclasamiento¡±. En esta serie de novelas autoficcionales, integradas por El enfermero de Lenin (Perif¨¦rica, 2017), Retrato del futbolista adolescente (Perif¨¦rica, 2019) y esta ¨²ltima que nos ocupa, Roma narra c¨®mo pas¨® de ser m¨¢s que una promesa juvenil del f¨²tbol nacional a doctorarse en Historia del Arte en Barcelona y emprender su carrera centrada en la gesti¨®n cultural y la escritura. Es decir, c¨®mo su capital simb¨®lico inicial ¡ªsu habilidad con el bal¨®n¡ª se transform¨® en su capacidad para construir y manejar discursos con los que hoy se gana la vida.
En su obra literaria, Roma muestra su particular talento para acercar y alejar a su conveniencia el foco de su mirada. De este modo ofrece tanto un an¨¢lisis minucioso ¡ªy divertido¡ª del proceso de desclasamiento de su alter ego como un trazado panor¨¢mico del contexto socio?econ¨®mico en el que se mueve, as¨ª como de los tics y peculiaridades de los tiempos que narra en cada una de las tres novelas. En El capitalista simb¨®lico se centra en la euf¨®rica d¨¦cada de los noventa del siglo XX en Espa?a, con su Expo 92, sus Juegos Ol¨ªmpicos y dem¨¢s acontecimientos medi¨¢ticos. La coca¨ªna aparece casi como aderezo culinario en muchas situaciones, y la ret¨®rica propia de esa ¡°d¨¦cada consagrada al ep¨ªteto¡±, en palabras del autor, no escapa a su o¨ªdo prodigioso. En Retrato del futbolista adolescente, Roma nos traslada a los a?os ochenta, y ah¨ª asistimos desde la grada principal a su pertenencia a la ¡°alcurnia atl¨¦tica¡± de los adolescentes que destacaban en el f¨²tbol y que gozaban de ciertos privilegios por ello.
En El enfermero de Lenin, el primero de los tres, Roma no va hacia atr¨¢s en el tiempo, sino que nos ubica temporalmente en las tres semanas del mes de agosto de 2011 en las que el padre del protagonista pierde la cabeza tras una operaci¨®n rutinaria y cree ser, durante esos d¨ªas, el mism¨ªsimo Lenin. En esa deriva quijotesca de un padre tan manchego como el propio Alonso Quijano, Roma aprovecha para ofrecernos una estampa de los or¨ªgenes y de la trayectoria de su padre, combin¨¢ndolas con destellos sobre la historia bolchevique.
Una de las principales virtudes de este tr¨ªptico es su fluidez. Por la facilidad con la que reproduce cualquier di¨¢logo costumbrista y por su punto de vista singular, Roma consigue convertir la cotidianidad en una representaci¨®n teatral cercana al esperpento valleinclanesco, especialmente en acontecimientos familiares en los que el padre, la madre y otros parientes que hacen ¡°ostentaci¨®n de su analfabetismo y sus barbaridades¡± entran en escena. El contraste entre ese modo de ¡°echarle el cerrojo a cualquier pensamiento¡± zanj¨¢ndolo con un refr¨¢n al que se refiere el narrador de El capitalista simb¨®lico y la sofisticaci¨®n del discurso del propio protagonista es uno de los dilemas que recorren las novelas; la cuesti¨®n que acucia a menudo al protagonista es c¨®mo pasar de los esquemas de pensamiento heredados del entorno en el que creci¨® a la nueva ret¨®rica implantada en Espa?a en sus primeras d¨¦cadas de modernizaci¨®n democr¨¢tica. Con inteligencia y humor, Roma va trufando el texto con frases de la ¨¦poca (¡°los problemas de la juventud¡±, ¡°una nueva andadura¡±, ¡°inversi¨®n de futuro¡±), un recurso que nos sumerge de lleno en esos a?os y nos ayuda a entenderlos m¨¢s que cualquier otro recurso narrativo.
El alter ego de Roma parece vivir alternando la civilizaci¨®n con la barbarie. Una sensaci¨®n de verg¨¹enza constante recorre sus pensamientos, pues no siente pertenecer del todo a ninguno de los mundos en los que participa: su desclasamiento es qu¨ªmicamente puro. Un buen ejemplo de esto es el momento en el que ve llegar a su padre al hospital llevado en volandas por cuatro compa?eros de trabajo debido a su depresi¨®n que le mantuvo varios meses en la cama. Lo que al protagonista se le viene a la mente ah¨ª, casi a su pesar, son im¨¢genes de Goya y de lienzos sobre la deposici¨®n de Cristo, todas ellas perteneciente a ese otro mundo universitario y erudito del que forma parte a tiempo parcial.
Por lo dem¨¢s, en este tr¨ªptico se nos muestra tambi¨¦n que esos supuestos representantes de la barbarie a menudo poseen un saber que los refinados directores de gu¨ªas Michelin y profesores universitarios no podr¨¢n alcanzar a lo largo de sus carreras. Pero no debemos temer el buensalvajismo, pues en las novelas de Valent¨ªn Roma todos se llevan alg¨²n que otro palo, ya sea por medio de las reflexiones del protagonista o de comentarios de personajes como S., una de las novias del narrador en El capitalista simb¨®lico. Cuando este consigue un trabajo bien remunerado, la joven le afea a su pareja que haya estado quej¨¢ndose y vanaglori¨¢ndose al mismo tiempo de ser hijo de un obrero y un ama de casa, y le lanza esta advertencia: ¡°Ahora te toca sentarte a comer en un banquete con tus consecuencias. Espero que tu discurso no vaya dirigido a loar ni a parodiar la cuberter¨ªa¡±. Hace bien S. en advertirle, pues el protagonista brilla por su habilidad para el enga?o en sus intentos de desenvolverse con perspicacia en los distintos ambientes donde transcurre su d¨ªa a d¨ªa. No ser¨ªa por tanto un disparate incluir este tr¨ªptico de ficciones dentro del g¨¦nero picaresco contempor¨¢neo.
El capitalista simb¨®lico?
Autor: Valent¨ªn Roma.
Editorial: Perif¨¦rica, 2022.
Formato: tapa blanda (224 p¨¢ginas. 17,50 euros).
Retrato del futbolista adolescente?
Autor: Valent¨ªn Roma.
Editorial: Perif¨¦rica, 2019.
Formato: tapa blanda (208 p¨¢ginas, 17 euros).
El enfermero de Lenin?
Autor: Valent¨ªn Roma.
Editorial: Perif¨¦rica, 2017.
Formato: tapa blanda (272 p¨¢ginas, 18,90 euros).
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